viernes, febrero 29, 2008

El mercado no puede con la múcura

por John A. Bennett N. *

Recién escuchaba en la radio a un aspirante a líder del PRD decir cosas como: “…la mano invisible del mercado no funciona…”; “creo en el libre mercado, pero no para artículos de primera necesidad”; y, “quizás deberíamos recomprar las empresas del sistema de energía eléctrica”; y luego terminó diciendo que él era de centro izquierda y que estaba opuesto al neoliberalismo. Dios nos ampare si personas como esta llegan al poder en número suficiente para que sus erradas visiones de economía política se pongan en práctica. Comencemos por señalar que el mercado sólo es una herramienta que funciona si quienes la usan saben usarla; y que si no somos capaces de hacer que esta herramienta, que anda muy bien en muchos otros sitios, funcione aquí, ¿quién será el genio que invente una nueva que funcione mejor?

Luego el aspirante a líder confiesa ser de centro izquierda y al mismo tiempo habla mal de neoliberalismo. Pero si son la misma jeringa con distinto pitongo. El neoliberalismo es una política económica de centro. No se puede estar medio preñada.

Cree en un mercado libre, hasta cierto punto, que una vez rebasado requiere la intervención de políticos iluminados como él; pues tal parece que los panameños tenemos que limitar nuestra libertad de actuación económica porque somos niños incapaces de hacer las cosas bien sin la ayuda de ellos; los políticos. ¿Alguna vez habrán escuchado a un gato arrullando a los ratones? “Acérquense mis amiguitos, que ustedes necesitan ser ingeridos por seres superiores como yo, para que todo ande bien”.

Dice que cree en el libre mercado pero que en el comercio de artículos de primera necesidad, no. ¡Vaya! Es decir, que la herramienta es buena para ropa, peines, pasta dentífrica, pero no para papas, arroz y tal. Dulce sonido para quienes no entienden de economía, pero la realidad es que si es bueno para el pato, es bueno para la pata. Si el libre mercado le permite comprar ropa a $1, entonces también sirve para comprar la comida al mejor precio posible. Si no, es posible que el mercado no esté tan libre nada; afectado por barreras de “protección”, no tanto de los precios sino de protección para los clientes de los políticos, y ello aumenta los precios.

En Panamá jamás ha existido un mercado libre o política de “laissez-faire”, o de dejar hacer, pues nuestro mercado siempre ha estado intervenido por corruptos políticos. Desde épocas coloniales se veía la componenda de ganaderos citadinos con los políticos, imponiendo barreras, disque sanitarias, a los del interior. Nada ha cambiado, y los políticos siguen interesadísimos en no ceder su inherencia en los asuntos económicos.

Nuestros códigos laborales nos dictan al detalle la forma de contratar o de romper contratos de trabajo; inclusive nos dicen cuanto es lo menos que podemos pagar; disponen de nuestras ganancias con impuestos a la medida de sus locos despilfarros; nos dicen qué podemos importar libremente y lo que no; y así sigue la lista de subyugación al sistema políticos, que se toman por turnos los distintos partidos oligárquicos. A través del tiempo las leyes han ido en aumento; los impuestos; las triquiñuelas para salir adelante en contratos; es decir, se ha perfeccionado el juega vivo a nivel de ciencia exacta. De manera que dejemos de llamar “libre mercado” a lo que tenemos en el país. Imagínense que si tengo razón, y le metemos más intervención política, ¿en dónde iremos a parar? Tendremos que pedir permiso a políticos de turno para vender un poroto. La realidad es que el problema no es uno de libre mercado sino uno de mercado intervenido.

Políticos chiflados los tenemos por todo el planeta y ahora que nos dicen que el calentamiento global nos va a sancochar a todos, piden que encarguemos a los gobiernos de regular la temperatura del planeta. ¿Si los del patio no pueden ni montar un sistema de transporte público, qué sabrán sobre el termostato planetario?

También nos dicen que el mercado es demasiado complejo para dejárselo a una mano invisible. No mi estimado señor; precisamente porque es tan complejo, no es posible que un mero político lo pueda atender. Sólo a través del aporte de cada quien, velando por lo suyo, es que se puede andar esa maquinaria tan compleja, constituida por millones de transacciones comerciales cada día. Todos los sistemas de planificación central han fracasado o están en vías de fracaso.

Por más imperfecto que pueda ser el mercado, mucho más imperfecto y corruptos resultan los gobiernos regidos por políticos, que en su mayoría son incapaces de ganarse el pan en una empresa privada. Ganan salarios en el gobierno que ni siquiera las mejores empresas pueden pagar. Y lo más triste es que ni siquiera son efectivos al cumplir con lo más básico que les corresponde por ley; es decir, la seguridad ciudadana y la justicia. Si no son capaces para lo menos, no lo son para lo más.

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