martes, junio 28, 2011

Chávez: Una ausencia que exacerba fanatismos y torpezas

Chávez: Una ausencia que exacerba fanatismos y torpezas

Por Carolina Barros

Ambito.com

Después de 20 días de vacío de poder en Venezuela, con un enfermo Hugo Chávez instalado en Cuba, sin partes médicos oficiales y con una tormenta de rumores sobre su crítico estado de salud, está claro que sin Chávez no hay chavismo para articularse en ese escenario de rey desnudo. Sin «backup» a la vista, y con una oposición más entorpecida que nunca en su fragmentación, ¿cuáles son los escenarios alternativos para esta Venezuela sin conducción y con la capital trasladada a La Habana? ¿Seguirán las Fuerzas Armadas fieles a su comandante, teniente coronel Hugo Chávez?

Aunque nadie califica la situación, todavía, de malestar, sí se habla de un creciente malhumor, profundizado después del sábado 24, Día del Ejército, cuando los uniformados esperaban que su comandante diera a conocer los ascensos del arma. Una omisión que resiente (otra más para un país que está sin agenda desde que Chávez fue intervenido quirúrgicamente el 10 de junio) «al Ejército, el componente más importante de apoyo a la estructura de poder de Chávez», define, desde Caracas, Rocío San Miguel, analista en temas militares.

Por eso, es decisivo que Chávez esté presente para el desfile militar del 5 de julio, en conmemoración del Bicentenario de la Independencia, aclara a Ámbito Financiero esa experta venezolana. «Si no aparece para ese día, y anuncia los ascensos demorados por más de un año, puede resquebrajarse la solidez de las Fuerzas Armadas», dice San Miguel.

Sin conducción, los militares por ahora están cohesionados en la rutina y disciplina que se busca imponer de cara a esa fecha patria. Mientras tanto, en Caracas se agregan rumores de que el poderoso político Diosdado Cabello podría encabezar una facción entre los verdes.

¿En quién confía Chávez? «Desde la asonada de 2002, cuando sus más fieles lo traicionaron, Chávez no confía en nadie», explica San Miguel. A esa desconfianza, encima, se le agrega otro temor: nadie, hasta ahora, buscó tomar la batuta en el palacio gubernamental de Miraflores. Todos temen la reacción de Chávez: siempre terminó por decapitar a cada cuadro o adlátere que cobró demasiado poder. De allí que su «backup» natural, el vicepresidente Elías Jaua, diera una negativa rotunda cuando el Congreso quiso ponerlo al frente del interinato. «Jaua no tiene apoyo ni consenso dentro del chavismo y sería un relevo débil en caso de que Chávez tuviera que delegar en él», opina San Miguel.

¿Y el más apto, entonces? «Su hermano Adán», contesta. De acuerdo con esta analista venezolana, el tándem Adán-Hugo bien podría copiar el ejemplo de Raúl-Fidel, proceso de transición que el hermano mayor de Chávez conoce de cerca. Adán -el más castrista de los Chávez- fue embajador en La Habana, ministro de Educación y hoy es el gobernador de Barinas, el estado de donde es oriunda la familia. «Adán sabe que en Cuba la transición adelantada entre Fidel y Raúl no afectó la revolución, como se pensaba», agrega San Miguel.

La cuestión, se sabe, es cómo blindar «constitucionalmente» ese eventual traspaso, ya que Chávez debería nombrar a un nuevo vicepresidente para que éste, a su vez, le custodiase la presidencia. ¿Está en condiciones físicas Hugo Chávez de autorizar ese endoso? Las versiones sobre su estado de salud abarcan desde una enfermedad prostática terminal a un cáncer de colon, o a una septicemia agravada. La presencia junto a su lecho de enfermo de su hija Rosinés, junto con su exesposa Marisabel Rodríguez confirmarían la seriedad del caso Chávez. «Sólo los hermanos Castro conocen el tenor de la enfermedad del comandante», dicen en Caracas.

En la ciénaga de desinformación de ayer, circulaba también la versión de que la enfermedad del mandatario venezolano era un ardid para montar un «operativo clamor» a su regreso. Y que mientras tanto, desde La Habana, urdía la estrategia para enfrentar la carrera electoral de 2012, la más exigida de las que hasta ahora le tocaron. Por eso, decía esa versión, Chávez estaría por montar una asamblea constituyente al estilo de la de Evo Morales en Bolivia. Serían dos años de «limbo constitucional», con la asamblea en sesiones y con Chávez sosteniéndose en un poder relativo desde un statu quo inamovible para remontar su consenso.

Hay una realidad que escapa al rumor y a la distracción que impuso hasta el 10 de junio la omnipresencia televisiva y comunicacional de Chávez: una inflación que supera el 35%, escasez de alimentos, inseguridad, superpoblación y violencia en las cárceles. Quizás la imagen de este fin de semana, de un grupo de ministros inaugurando una maqueta de un complejo habitacional mientras anunciaban que ya estaba solucionado el problema de vivienda, refleje lo vacío que queda el chavismo cuando no aparece la imagen de Chávez.

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