miércoles, junio 22, 2011

EE.UU.: Suicidio económico nacional

EE.UU.: Suicidio económico nacional

por Richard W. Rahn

Richard W. Rahn es Director del Center for Economic Growth y académico asociado al Cato Institute.

¿Le parecería inteligente crear regulaciones para hacer casi imposible que los estadounidenses que viven en el extranjero consigan una cuenta bancaria en el país donde viven? ¿Cree usted que tiene sentido imponer regulaciones y costos a las instituciones financieras estadounidenses, los cuales expulsarían del país la requerida inversión extranjera, solo para ayudar a los gobiernos extranjeros a cobrar impuestos de sus propios ciudadanos?

En mayo, el Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) y la Tesorería de EE.UU. realizaron una audiencia acerca de una regulación que es tan tonta y destructiva, que muchos pensaban que afortunadamente había sido enterrada hace una década, cuando originalmente fue propuesta. En resumen, la regulación sugerida requeriría que los bancos estadounidenses reporten los nombres de aquellos extranjeros titulares de cuentas a sus respectivos gobiernos, incluso si esos clientes no tienen obligaciones tributarias para con el gobierno estadounidense.

Uno de los que testificó en la audiencia fue John Berlau, del Competitive Enterprise Institute, quien de manera agradable resumió los efectos nocivos de la regulación propuesta indicando que esta:

“(a) Reduciría la competitividad de EE.UU. en cuanto a la atracción de capital extranjero; (b) perjudicaría la seguridad y solidez de los bancos y las cooperativas de ahorro y crédito estadounidenses; (c) amenazaría la privacidad y seguridad de individuos alrededor del mundo, al colocar información sensible en manos de gobiernos con sistemas de seguridad de datos poco estrictos, en los cuales bandas criminales podrían acceder a la información para identificar posibles víctimas de secuestro; (d) apoderaría a dictadores corruptos dándoles acceso a información financiera de disidentes, quienes podrían tener cuentas en EE.UU.”

Stephen J. Entin, ex funcionario económico de la Tesorería de EE.UU. y actual presidente del Institute for Research on the Economics of Taxation, dijo: “La regulación propuesta puede que sea buena para los gobiernos extranjeros pero no sería buena para la economía estadounidense. No habría ganancia por el lado de la aplicación de la ley tributaria de EE.UU. Una inversión mas débil en EE.UU. reduciría los trabajos y la recaudación tributaria superando cualquier reducción en evasión de impuestos que afecte el dinero que se deba a EE.UU.”

Muchos miembros del congreso, incluyendo a toda la delegación de Florida —Demócratas y Republicanos— le han escrito a la administración de Obama, pidiendo que se retiren las regulaciones. La delegación de Florida escribió: “La regulación podría expulsar de EE.UU. el capital que crea trabajos y perjudicar a los mercados financieros estadounidenses. De acuerdo al Departamento de Comercio, los extranjeros tienen $10,6 billones invertidos pasivamente en la economía estadounidense, incluyendo cerca de $3,6 billones reportados por los bancos estadounidenses y por los corredores de bolsa”. Además, un estudio de 2004 del Mercatus Center de George Mason University estimó que “una versión mas moderada de la regulación expulsaría $88.000 millones de las instituciones financieras estadounidenses, y esta versión será mucho mas dañina”.

Finalmente, Andrew Quinlan, presidente del Center for Freedom and Prosperity, indicó que cuando las audiencias originales se llevaron a cabo acerca de la regulación propuesta en 2001 y 2002, “100 por ciento de los que hablaron estuvieron en contra de la regulación propuesta” y dijo que “la regulación propuesta hoy recibió 71 cartas con comentarios y de esas solo tres respaldaban la legislación”.

Pero esto empeora. Hay un componente extra a la regulación propuesta conocido como la Ley de Cumplimiento de Obligaciones Tributarias para Cuentas Extranjeras (FATCA, por sus siglas en inglés), la cual, de acuerdo a la Tesorería, “requeriría que las instituciones financieras en el extranjero identifiquen a los titulares estadounidenses de cuentas y reporten información acerca de las cuentas directamente al IRS, incluyendo el balance de la cuenta”. Esta provisión constituye nada menos que un imperialismo financiero por parte del gobierno estadounidense, el cual está intentando de regular y perseguir a las instituciones extranjeras que están obedeciendo las leyes de sus propios países y tienen presencia en EE.UU. Desde ya, una serie de bancos e instituciones financieras extranjeras han anunciado que ya no aceptarán cuentas de ciudadanos estadounidenses y que ya no invertirán en EE.UU. Muchos ciudadanos estadounidenses que viven en el exterior, incluso miembros del personal diplomático y militar de EE.UU., se están dando cuenta de que ya no pueden abrir cuentas bancarias en el país en el que viven, lo cual les está causando grandes dificultades personales.

Dado el enorme déficit que el gobierno estadounidense ha venido acumulando, ahora más que en cualquier otro momento de la historia de la nación, la inversión extranjera se necesita. Aun así, la Tesorería y el IRS están embarcados en un programa que solo puede denominarse como un suicidio económico nacional. La defensa patética de la Tesorería frente a los críticos es simplemente decir que la perdida de inversión extranjera no será tan grande (pero no tiene idea acerca de la pérdida porque nunca han realizado un análisis de costo y beneficio sólido e independiente) y que la Tesorería se asegurará de que la información recolectada no llegue a las manos de malos gobiernos y otros actores malos. Aparentemente, la Tesorería nunca se enteró de WikiLeaks.

Hay algunas personas en el IRS y la Tesorería de EE.UU. que tienen grandes poderes y responsabilidades, pero no necesariamente el conocimiento, la experiencia, el entrenamiento y la sabiduría necesarias para sus trabajos. Las personas sabias consideran las consecuencias y los efectos secundarios de sus acciones. Durante las próximas semanas, sabremos si la gente de la Tesorería de Obama va a usurpar las libertades personales y económicas de los ciudadanos estadounidenses para poder aumentar su poder personal o si, de manera sensata, dejarán a un lado las regulaciones propuestas como malas ideas que deberían haber muerto hace mucho tiempo.

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