domingo, junio 19, 2011

JORGE LUIS BORGES

LA FILOSOFIA POLITICA DE JORGE LUIS BORGES

Por Martín Krause, Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso-

Borges y la política han dado mucho que hablar, pero la atención que sus opiniones generaran se ha centrado generalmente en la anécdota de aquél personaje que poca atención le prestaba a las noticias diarias, y que basaba buena parte de su consideración en criterios estéticos, y particularmente épicos: desde su admiración por los militares patrios y su lucha por la independencia y libertad argentinas hasta su afiliación al Partido Conservador porque sólo los caballeros se suman a las causas perdidas.

Lamentablemente estas opiniones políticas le costaron el premio Nobel[1], negado por quienes prefirieron dar prioridad en la entrega de un premio literario a lo “políticamente correcto” en lugar de lo literariamente extraordinario.

Sin embargo, y pese a que pueden encontrarse en su historia decisiones y opiniones políticas diversas, y hasta contrapuestas, es opinión de quien escribe que existe una clara filosofía política en Borges, consistente y reconocida, la que se mantuvo durante el transcurso de su larga vida sin modificaciones y es intención de este artículo presentarla. ¿Cómo puede una filosofía política consistente llevar a decisiones políticas que no lo son e incluso algunas contradijeran a esa misma filosofía? La respuesta que se propone es que si la primera era consistente las segundas se basaban en esos otros criterios que las llevaron, lamentablemente, a diferir de los principios.

Los elementos centrales de la filosofía política de Borges se ajustan en forma muy clara a principios filosóficos asociados con el liberalismo clásico e incluso con un sesgo de lo que ahora se ha dado en llamar “libertarianismo”, el que, a diferencia del primero, no propone un Estado limitado sino que cuestiona hasta su misma existencia sin que esto signifique caer en el anarquismo, entendido éste como “ausencia de normas”. Algo más cercano a lo que ahora suele denominarse “anarco-capitalismo”, que propone la eliminación del “monopolio” del Estado y la provisión de sus servicios en competencia. Estos elementos son los siguientes:

Libre albedrío e individualismo

Sorprendía a muchos el escepticismo de Borges sobre la existencia del libre albedrío, sin el cual no podría haber moral ni libertad individual, pero esto nunca significó que cayera por eso en las redes del determinismo. Su posición podría sintetizarse de la siguiente forma: el ser humano no existe fuera de las relaciones causa-efecto que rigen el Universo; está determinado por ellas, pero le resulta imposible saber qué es lo que lo determina entre las innumerables causas existentes. En sus palabras:

“Uno siente que el Universo responde a un dibujo. Las cosas no son absolutamente arbitrarias: hay cuatro estaciones, nuestra vida va pasando por etapas: nacimiento, niñez, juventud… Podrían ser indicios de que hay una trama, de que este mundo no es caótico sino laberíntico. Es como el libre albedrío. Posiblemente no exista, pero uno no puede pensar que en este momento no es libre, ¿no?”[2]

Y también:

“… si me dicen que todo mi pasado ha sido fatal, ha sido obligatorio, no me importa; pero si me dicen que yo, en este momento, no puedo obrar con libertad, me desespero”[3]

Esta capacidad de accionar libremente se complementa en Borges con lo que en las ciencias sociales se denomina individualismo metodológico, el cual basa todo su análisis en la acción humana que no puede ser sino individual y descarta de plano la “hipóstasis” de ciertos conceptos; es decir, hacer sujetos de existencia real a ideas tales como “la sociedad”, “el pueblo”, “la nación”, “la clase obrera” y otros:

“…la muchedumbre es una entidad ficticia, lo que realmente existe es cada individuo”[4]

“Yo creo que solo existen los individuos: todo lo demás, las naciones y las clases sociales son meras comodidades intelectuales”[5]

“Las masas son una entidad abstracta y posiblemente irreal. Suponer la existencia de la masa es como suponer que todas las personas cuyo nombre empieza con la letra ‘b’ forman una sociedad”[6]

Inclusive tiene una página literaria específica sobre el tema, “Tú”, que comienza:

“Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, es una adición imposible. No menos importante que sumar el olor de la lluvia y el sueño que anoche soñaste”[7]

Este enfoque se extiende a su idea de “patria”, más venerada por Borges por la epopeya histórica que como concepto social de “nación”. Así, en la “Elegía de la Patria” culmina:

“Cifras rojas de los aniversarios,

Pompas de mármol, arduos monumentos,

Pompas de la palabra, parlamentos,

Centenarios y sesquicentenarios,

Son la ceniza apenas, la soflama

De los vestigios de esa antigua llama”[8]

Patria, País, Estado

Borges tuvo muchas patrias, si bien nunca pensó en desprenderse de ésta, llevando la concepción individualista también a este campo. Le preguntan:

“¿Cuántas Argentinas hay? ¿Más de una?”, y contesta

“Muchas, tantas como individuos. Los países son falsos, los individuos quizás no lo sean –si es que el individuo es el mismo al cabo de muchos años”[9]

Gustaba de “coleccionar” patrias (Argentina, Uruguay, Suiza, Inglaterra, entre otras) y descreía de las fronteras y los países:

“Desdichadamente para los hombres, el planeta ha sido parcelado en países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de una mitología particular, de derechos, de agravios, de fronteras, de banderas, de escudos y mapas. Mientras dure este arbitrario estado de cosas, serán inevitables las guerras.”[10]

“Soy un cosmopolita que atraviesa fronteras porque no le gustan”.[11]

El libre albedrío y el individualismo le permitían desplegar una preocupación ética, individualista, como no puede ser de otra forma:

“… creo que si cada uno de nosotros pensara en ser un hombre ético, y tratara de serlo, ya habríamos hecho mucho; ya que al fin de todo la suma de las conductas depende de cada individuo”.[12]

Y al pretender buscar lo máximo de individuo inevitablemente chocaba contra el Estado, del que descreía profundamente

“El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes”.[13]

“…se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y no que todo ‘quede abandonado al caos, o a circunstancias individuales’; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza siendo una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión”. [14]

Sin por ello dejar de ser optimista, pensando que algún día esos Estados ya no existirían más. Pregunta el personaje Eudoro Acevedo:

“¿Qué sucedió con los gobiernos? Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más compleja que este resumen”.[15]

Y dice Borges:

“…para mí el Estado es el enemigo común ahora; yo querría –eso lo he dicho muchas veces- un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Pero, quizá sea preciso esperar… no sé si algunos decenios o siglos –lo cual históricamente no es nada-, aunque yo, ciertamente no llegaré a ese mundo sin Estados. Para eso se necesitaría una humanidad ética, y además, una humanidad intelectualmente más fuerte de lo que es ahora, de lo que somos nosotros; ya que, sin duda, somos muy inmorales y muy poco inteligentes comparados con esos hombres del porvenir, por eso estoy de acuerdo con la frase: ‘Yo creo dogmáticamente en el progreso’.”[16]

“Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos”.[17]

Política y democracia

El descreimiento del Estado no podía sino estar acompañado por una baja consideración de la política, algo que comparten muchos de los argentinos de hoy. Le dicen que no tiene una buena opinión de los políticos, y contesta:

“No. En primer lugar no son hombres éticos; son hombres que han contraído el hábito de mentir, el hábito de sobornar, el hábito de sonreír todo el tiempo, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularidad… La profesión de los políticos es mentir. Es caso de un rey es distinto, un rey es alguien que recibe ese destino, y luego debe cumplirlo. Un político no, , un político debe fingir todo el tiempo, debe sonreír, simular cortesía, debe someterse melancólicamente a los cócteles, a los actos oficiales, a las fechas patrias”. [18]

“Creo que ningún político puede ser una persona totalmente sincera. Un político está buscando siempre electores y dicen lo que esperan que diga. En el caso de una discurso político los que opinan son los oyentes, más que el orador. El orador es una especie de espejo o eco de lo que los demás piensan. Si no es así, fracasa”. [19]

“…yo diría que los políticos vendrían a ser los últimos plagiarios, los últimos discípulos de los escritores. Pero, generalmente con un siglo de atraso, o un poco más también, sí. Porque todo lo que se llama actualidad es realmente… y, es un museo, usualmente arcaico. Ahora estamos todos embelesados con la democracia; bueno, todo eso nos lleva a Paine, a Jefferson, a aquello que pudo ser una pasión cuando Walt Whitman escribió sus Hojas de Hierba. Año de 1855. Todo eso es la actualidad; de modo que los políticos serían lectores atrasados, ¿no?, lectores anticuados, lectores de viejas bibliotecas”.[20]

Su acendrado individualismo lo llevaba hasta dudar de la posibilidad de la representación, y de la misma democracia, pero no por promover las dictaduras o las monarquías sino porque pensaba que lo importante no eran los sistemas políticos sino los individuos y sus valores. Abordando literariamente lo que en economía se llama “teoría de la agencia”, la que trata sobre el problema de fondo que se presenta entre el contratante y el contratado, el representante y el representado, teniendo en cuenta que por definición han de tener cada uno sus propios intereses, plantea el dilema fundamental de la representación. Un grupo de personas se propone organizar un Congreso que represente a toda la humanidad:

“Twirl, cuya inteligencia era lúcida, observó que el Congreso presuponía un problema de índole filosófica. Planear una asamblea que representara a todos los hombres era como fijar el número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha atareado durante siglos la perplejidad de los pensadores. Sugirió que, sin ir más lejos, don Alejandro Glencoe podía representar a los hacendados, pero también a los grandes precursores y también a los hombres de barba roja y a los que están sentados en un sillón. Nora Erfjord era noruega. ¿Representaría a las secretarias, a las noruegas o simplemente a todas las mujeres hermosas? ¿Bastaba un ingeniero para representar a todos los ingenieros, incluso los de Nueva Zelanda?”[21]

Es la misma opinión que se encuentra en la obra magna del economista austriaco Ludwig von Mises (La Acción Humana), respecto a las acciones individuales y a la pertenencia de un individuo a muy diferentes grupos.

La opinión de Borges sobre la democracia más citada es: “Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística”.[22] Nuevamente, creyendo más en los individuos que en los gobiernos:

“Tengo la sospecha de que la forma de gobierno es muy poco importante, de que lo importante es el país. Vamos a suponer que hubiera una república en Inglaterra o que hubiera una monarquía en Suiza: no sé si cambiarían mucho las cosas; posiblemente no cambiarían nada. Porque la gente seguiría siendo la misma. De modo que no creo que una forma de gobierno determinada sea una especie de panacea. Quizá les demos demasiada importancia ahora a las formas de gobierno, y quizá sean más importantes los individuos”.[23]

Borges libertario

En sus propias palabras, Borges se consideraba un anarquista, si bien pacífico: “actualmente yo me definiría como un inofensivo anarquista; es decir un hombre que quiere un mínimo de gobierno y un máximo de individuo”.[24]

“Soy anarquista. Siempre he creído fervorosamente en el anarquismo. Y en esto sigo las ideas de mi padre. Es decir, estoy en contra de los gobiernos, más aún cuando son dictaduras, y de los estados”.[25]

Pero esa definición de “anarquista pacífico” era presentada para diferenciarse del anarquismo violento de fines del siglo XIX y principios del XX. En la actualidad, su posición sería clasificada como de “libertario”, ya que el ideal de su admirado Spencer ha sido recreado en este siglo por pensadores que sostienen la idea de un Estado pequeño y limitado, tal el caso de los filósofos Karl Popper y Robert Nozick y los economistas Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek o Milton Friedman; y también una variante que incluso cuestiona el monopolio de la fuerza de ese Estado aunque sea mínimo, tal el caso de Murray Rothbard o David Friedman.

El diccionario define la anarquía como “falta de todo gobierno en un estado”, o “desorden, confusión, por ausencia o flaqueza de la autoridad política”. Teniendo en cuenta esto, Borges no sería estrictamente “anarquista” si interpretamos el término como el que pretende la falta completa de normas y orden, sino un “libertario”, palabra que define actualmente a un rango amplio de posiciones como las mencionadas antes.

Dicha filosofía política coloca a Borges a contrapelo de la sociedad argentina, la que ante la bancarrota del Estado demanda más acciones de su parte. Borges pensaba que el argentino es contradictoriamente individualista:

“El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar; porque el valor cifrado en aquel por las tradiciones orales no está al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano”.[26]

Pero un individuo contradictorio porque demanda del Estado servicios “suizos” sin estar dispuesto a pagar impuestos “suizos”. El espíritu del gaucho ha cambiado, porque éste era rebelde y no demandaba ni esperaba nada del Estado, solamente que lo dejara tranquilo. El gaucho estaba más cerca del pensamiento político borgiano de lo que está el ciudadano argentino de hoy.

Prohíbo luego existo

Prohíbo luego existo

Esta medida se toma como último recurso. No se extirpa el problema de raíz, sólo se podan algunas ramas

Vianey Esquinca

Inmediatamente después de que el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, emitió el decreto para prohibir los narcocorridos y así, según él, evitar que se incite a la violencia y se enaltezca a los narcotraficantes, surgieron voces a favor y en contra de la medida, lo cual no fue ninguna sorpresa. El mundo todavía no conoce una prohibición que sea aplaudida por todos.

Una prohibición puede tener diferentes orígenes. El primero, la frustración. Una vez se agotan todas las medidas educativas, culturales, preventivas y legales para evitar, controlar o solucionar un problema social, surge la prohibición como último recurso. No se extirpa el problema de raíz, sólo se podan algunas ramas. El caso de los narcocorridos es un ejemplo, fumar dentro de los restaurantes o vender alimentos procesados en las escuelas de educación básica son otros.

En todos estos casos, la prohibición se dio después de un fracaso en las políticas públicas para concientizar o resolver.

La segunda raíz de una prohibición es la ignorancia.

Uno de sus máximos exponentes fue el alcalde de Aparecida, una pequeña ciudad en el estado de Sao Paulo en Brasil, José Luiz Rodrígues, cuando a principios de 2007 y cansado de que lo criticaran por no hacer nada ante las constantes inundaciones en la zona, decidió agarrar el toro por los cuernos y presentar un proyecto de ley que textualmente recitaba: “Queda terminantemente prohibida la ocurrencia de inundaciones en los barrios de la ciudad provocadas por las fuertes lluvias, las lluvias con granizo, las tempestades con rayos, los vendavales y las subidas del río Paraíba do Sul o sus afluentes en el municipio”.

El brasileño explicó tan brillante iniciativa, envidia de cualquier legislador mexicano, de la siguiente manera: “Me preguntaron si tenía un proyecto para evitar las inundaciones. Como no lo tengo y para evitar que me acusen de prevaricación decidí enviar el proyecto del ley prohibiéndolas”.

No se extrañe el amable lector, si tal como lo sugirieron algunos cibernautas, el gobierno determina prohibir la venta de las camisetas de la marca Polo para controlar el narcotráfico, o eliminar las canciones de José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel para evitar el alcoholismo producto del despecho.

La tercera causa de las prohibiciones, que es además la más peligrosa y lamentablemente: la más común es la estupidez. En el estado de Tennessee está en discusión una iniciativa para prohibir que se aborde en las escuelas desde jardín de niños hasta el noveno año, cualquier tema relacionado con la homosexualidad, es más, que ni siquiera se mencione esta palabra. Algunos defensores señalan que es la manera de proteger a los niños de primaria de “contraer o contagiarse de homosexualidad”.

Esta absurda propuesta no es muy distinta a la del alcalde de Navolato, Evelio Plata, que quería prohibir las minifaldas para evitar embarazos no deseados, o la del entonces alcalde de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, que quería prohibir los besos en las vías públicas, porque un simple ósculo hoy, se podría convertir en un arrimón mañana.

La Inmaculada enviará al Congreso de la Unión otras propuestas de prohibiciones que eviten futuras conductas indeseadas. Algunas de ellas son, que se prohíba la entrega de medallas en cualquier concurso escolar, incluyendo las de oratoria, de tablas gimnásticas o natación. De esta manera se evita que cuando los niños crezcan y alguno se convierta en secretario de Estado, tenga la tentación de recibir condecoraciones extranjeras.

También podría prohibirse que los padres de familia le pongan a algún hijo Esiquio ya que con ese nombre lo único que puede pasar es que le empiece a guardar rencor a la sociedad y sólo esté esperando obtener un puesto como Secretario de Juzgado y así embolsarse 432 millones de pesos.

Estas trascendentales iniciativas garantizan que los legisladores mantenga su elevado nivel de debate al que tienen acostumbrado a los mexicanos.

Cambios en el gabinete

Cambios en el gabinete

-¿Cuándo se van Cordero y Lujambio, antes de ser vistos como tramposos?

-¡Que se va Francisco Blake!; ¿cuánto aguantará luego del fracaso Hank?

Ricardo Alemán

Por razones diversas —político electorales y de ineficacia—, están cerca cambios en el gabinete de Felipe Calderón; acaso los últimos del segundo gobierno federal azul. ¿Qué cambios vienen, y por qué parecen indispensables esos cambios?.

Para nadie es novedad que, por lo menos, dos secretarios de Estado estarán entre los finalistas de la carrera presidencial por el PAN.

Como todos saben, hoy aparecen en “octavos de final” cuatro encargados de igual número de secretarías. En ese orden, los titulares de Hacienda, Educación Pública, Trabajo y Desarrollo Social. Por tanto, en la casa presidencial se trabaja en la planeación de los relevos respectivos.

Pero también está claro que no renunciarán, en conjunto, los señores Ernesto Cordero, Alonso Lujambio, Javier Lozano y Heriberto Félix. Y es que si bien el cuarteto está en abierta competencia —en total incongruencia con la historia del PAN—, lo cierto es que sólo dos de ellos llegarán a la final, junto con otros dos que, al mismo tiempo, también llegarán a la final del grupo de los legisladores.

Los finalistas.

Todo indica que a la recta final sólo llegarán los secretarios Ernesto Cordero y Alonso Lujambio —de Hacienda y Educación—, y que también podrían estar la diputada Josefina Vázquez Monta y el senador Santiago Creel.

¿Por qué esos cuatro?. La respuesta no tiene muchas variantes, sobre todo ante la terca realidad.

1.-En el primer caso, está claro para todos que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, es el candidato del Presidente. Y podrán decir lo que gusten y manden en la casa presidencial —misa, si lo desean—, pero lo cierto es que desde Los Pinos se apoya con todo la candidatura de Cordero, el más cercano al Presidente, al que placea como ningún otro el propio Calderón, al que pone pruebas bajo el reflector mediático, al que apapacha, al que le mandó a su vocero —Maximiliano Cortázar—, como promotor principalísimo y al que, por si no fuera suficiente, le permite utilizar de manera grosera todos los recursos públicos, los reflectores, todo el peso de su cargo, para encaramarlo en las encuetas.

2.-También manejado desde la tutela presidencial —pero desde otro flanco—, aparece el secretario de Educación, Alonso Lujambio, a quien apoya una parte de la casa presidencial y los malquerientes del secretario de Hacienda y aquellos que no comulgan con Felipe Calderón.

En realidad Lujambio es una suerte de candidato pantalla. Un señuelo que intenta “jalar la marca” y mantener bajo control a los opositores de Cordero. En otras palabras, la candidatura de Lujambio es un contenedor que pretende impedir que los panistas que no quieren a Cordero, se corran a los extremos de la diputada Vázquez Mota o del senador Santiago Creel.

3.- A su vez, el papel de la diputada Vázquez Mota es, guardando las proporciones, parecido al que hace seis años desempeñó el precandidato Felipe Calderón. Es decir, el candidato —en este caso, la candidata—, de los panistas rebeldes, los que no están dispuestos a que el partido azul se convierta en grosero clon del PRI; con sus destapados, sus dedos, cargadas, bufaladas… La diferencia es que la señora Vázquez Mota no conoce al PAN como lo conoció Calderón, no tiene el trabajo político y tampoco la militancia que Calderón.

Pero además, la diputada Vázquez Mota tampoco tiene la capacidad de tomar decisiones como para enfrentarse al presidente Calderón.

4.- Y por último aparece Santiago Creel, el aspirante presidencial panista que más años tiene buscando la candidatura presidencial.

Vale recordar que Creel empezó a trabajar en su candidatura desde el momento que Vicente Fox lo designó secretario de Gobernación, en diciembre de 2000.

Desde esa fecha y hasta junio de 2011, Creel —junto con Andrés Manuel López Obrador—, es uno de los políticos que más años lleva en busca de la candidatura presidencial.

El problema de Creel —a pesar de su experiencia política—, es que desde 1999 se convirtió en uno de los principales enemigos políticos de Felipe Calderón. Aún así, es de los políticos azules más populares, mejor evaluados y —según distintos sectores de la opinión pública—, el menos malo.

Los cambios.

Ante esa realidad, la pregunta siguiente es sobre el paso que darán los presidenciables del PAN. ¿Cuándo renunciarán a sus respectivos cargos los titulares de Hacienda y Educación Pública, Ernesto Cordero y Alonso Lujambio? ¿Cuándo pedirán licencia a sus cargos de diputada Vázquez Mota y el senador Santiago Creel?

Está claro que según el calendario panista de la sucesión presidencial, la contienda está prevista para arrancar por allá del mes de noviembre de 2011.

Eso quiere decir que los cuatro precandidatos estarán en plena campaña aún por cuatro meses más. ¿Aguantarán todo ese tiempo para dejar sus cargos?. La pura posibilidad parece descabellada. ¿Por qué?

Porque la presión interna y externa ya empieza a golpear negativamente, tanto al preferido presidencial, Ernesto Cordero, como al candidato pantalla, Alonso Lujambio.

Lo cierto es que la fuerza que ejercerá en su imagen, su desempeño en el cargo, así como en la militancia azul, llevará a Cordero y a Lujambio a presentar su renuncia en no muchas semanas.

Y es que contra lo que muchos suponen, de continuar como hasta ahora las candidaturas de Cordero y Lujambio, el efecto negativo de ser secretarios de Estado y presidenciables, beneficiará más a sus adversarios. ¿Por qué? Porque se elevará la percepción de que Cordero y Lujambio son tramposos. Basta ver el ridículo besamanos del rector Narro.

Pero además, un potencial paquete de cambios entre el gabinete presidencial y ampliado parece estar en puerta.

Y es que se sabe que en la casa presidencial crece la inconformidad por el deficiente desempeño de más de uno en el gabinete. A decir de observadores de lo que ocurre en la casa del poder, no sería extraño que al paquete de cambios por razones político electorales, se produzcan por ineficacia y aquellos enroques por razones políticas.

Adiós a Pancho.

El primero en la lista sería el secretario de Gobernación, Francisco Blake, a quien todos acreditan el berrinche de la detención de Jorge Hank, y el fracaso por el fallido proceso penal del zar del juego.

Pero no es la única razón por la que los tiempos reclaman un titular de Gobernación más eficiente. Resulta que la elección presidencial es una prueba muy alta para el bajacaliforniano, a quien el PRI ya le puso el dedo. Es decir, Francisco Blake podría ser un lastre para el proceso electoral. ¿Cuánto aguantará en el cargo?

Al tiempo.

Geografía electoral de 2012

Geografía electoral de 2012

Estamos a prácticamente un año de la próxima elección presidencial y vale la pena revisar cómo se encuentran los partidos políticos en 27 municipios clave.

Pascal Beltrán del Río

La joven democracia mexicana ya arroja algunas certezas: Por ejemplo, que independientemente del número de candidatos que disputen la Presidencia de la República, sólo dos importan al final: quien representa la continuidad —es decir, el nominado por el partido en el poder—y uno solo de los opositores, quien logra abanderar la idea de cambio. El tercer lugar y el resto de los aspirantes suelen quedar muy rezagados en la votación.

También sabemos que se pueden ganar en las urnas demarcaciones tan pobladas como Ecatepec e Iztapalapa, incluso tener la mayoría de votos en el Distrito Federal y el Estado de México, y aun así perder la Presidencia.

Sin embargo, quienes han ganado ese cargo, desde que hay elecciones competidas en México, lo han hecho en buena medida gracias a su fortaleza en una lista de 27 municipios de tamaño mediano y grande cuyo porcentaje de participación en los comicios es de 60% o más.

Estamos a prácticamente un año de la próxima elección presidencial y vale la pena revisar cómo se encuentran los partidos políticos en esos municipios clave para ganar la votación, que resultan representativos de la realidad sociodemográfica del país.

En 2006, igual que en las dos elecciones anteriores, la Presidencia de la República se disputó formalmente en los más de dos mil municipios de la República, pero en realidad el triunfo se fincó en menos de una treintena de ellos.

Son exactamente 27 demarcaciones, decía, distribuidos en 13 entidades federativas: Estado de México (8), Veracruz (4), Distrito Federal (2), Guanajuato (2), Nuevo León (2), Tamaulipas (2), Coahuila (1) Puebla (1), Morelos (1), Colima (1), Querétaro (1), Aguascalientes (1), Campeche (1) y Coahuila.

Tanto Ernesto Zedillo como Vicente Fox y Felipe Calderón ganaron la Presidencia de la República luego de que sus respectivos partidos o coaliciones derrotaron a sus rivales en todos esos lugares. Por ello se puede decir, hasta que se demuestre lo contrario en una nueva elección, que nadie puede llegar a Los Pinos sin pasar de manera triunfante por ellos.

Se trata de los municipios mexiquenses de Naucalpan, Tlalnepantla, Toluca, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli, Tecámac, Huixquilucan y Metepec; los veracruzanos de Córdoba, Poza Rica y Boca del Río, además del puerto jarocho; las delegaciones defeñas de Miguel Hidalgo y Benito Juárez; León y Salamanca, en Guanajuato; Monterrey y San Nicolás de los Garza, en Nuevo León; Tampico y Ciudad Madero, en Tamaulipas, así como Torreón, Coahuila, y las capitales de Puebla, Morelos, Colima, Querétaro y Aguascalientes.

Ninguno de esos municipios tenía menos de 100 mil ciudadanos en la lista nominal de electores en 2006 y en todos ellos acudió a las urnas cuando menos 60% de quienes tenían derecho a votar.

De la lista, el menos poblado es Colima, donde había 103 mil electores en la lista nominal de hace un lustro, y el más es Puebla, con más de un millón. Juntos sumaban 9.7 millones de votantes potenciales, lo que equivalía a 13.61% de los registrados a nivel nacional.

El 2 de julio de 2006 acudieron a votar en esos 27 municipios seis millones 237 mil 401 electores, más de 64% en cada uno de ellos, en promedio. Esto es, casi seis puntos arriba de la media nacional de participación.

De quienes votaron, 2.7 millones lo hicieron por el Partido Acción Nacional; 1.4 millones por la Alianza por México, coalición anclada en el PRI, y 1.3 millones por la Coalición por el Bien de Todos (CBT), que postuló a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.

Primer dato a destacar: en esos súper municipios electorales (por su tamaño y la participación del electorado) se trastocó la tendencia nacional del electorado, que dio el primer lugar al panista Felipe Calderón Hinojosa y el tercero al priista Roberto Madrazo Pintado.

El segundo dato es que el PAN obtuvo, en esos 27 municipios, uno de cada cinco de sus votos (en la elección de diputados federales), mientras que la CBT, uno de cada diez, en números redondos.

El tercero es que la CBT llegó en segundo lugar (el sitio que ocupó a nivel nacional) en apenas once de los 27 municipios, mientras que la Alianza por México lo hizo en 16.

Si usted piensa que no hay una tendencia en esos números, tome en cuenta este dato: la mayoría de los votos en el Estado de México fue obtenida por el PRI en 1994, por la Alianza por el Cambio (que postuló a Vicente Fox) en 2000 y por la CBT en 2006. Y, sin embargo, las tres veces los ocho municipios mexiquenses mencionados dieron el triunfo al partido o coalición que resultó ganador en la elección presidencial a nivel nacional.

No cabe duda: para ganar la Presidencia hay que ganar esos 27 municipios. En algunos de ellos, la votación puede obedecer a características particulares, como que era lógico que Fox ganara en León y Salamanca en 2000 por su condición de guanajuatense, pero ¿por qué ganaron esos mismo municipios Zedillo, en 1994, cuando ya gobernaba el PAN aquella entidad, o Calderón, en 2006?

Hay algo en esos municipios, en términos sociodemográficos, que indica una tendencia en las elecciones presidenciales.

Algo que parece incidir es el control político previo de esos lugares. Para cuando Fox fue candidato, hace más de una década, el PAN se había hecho, por ejemplo, de los municipios mexiquenses de Cuautitlán Izcalli, Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza, Tecámac, Metepec, Naucalpan y Toluca. También había arrebatado Boca del Río y Veracruz al PRI, así como Torreón, Aguascalientes, Querétaro y otros municipios.

En 2006, Acción Nacional se mantenía firme en muchos de esos lugares, aunque el PRI ya daba señales de alguna recuperación, como cuando Ricardo Canavati Tafich recapturó para el PRI, en la elección de 2003, la alcaldía de Monterrey, que había estado en manos del panista Felipe de Jesús Cantú el trienio anterior.

¿Cómo están las cosas hoy en esos 27 municipios? Pues no pintan muy bien para el PAN. Sigue controlando su bastión leonés, además de haber recuperado Tampico y Monterrey, pero en total sólo es administración municipal en diez de esas demarcaciones. El resto de los municipios, 17, lo controla el PRI. Entre ellos, los de Torreón, Veracruz, Boca del Río, Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Cuernavaca y Aguascalientes, que habían estado en manos de Acción Nacional.

Por eso, más allá de quienes resulten candidatos del PRI y el PAN en 2012, ya puede augurarse que el primer partido arrancará en la contienda por la Presidencia con un piso mucho más firme que el segundo.

También puede decirse que en estos 27 municipios clave se ha ido configurando un panorama bipartidista entre panistas y perredistas. Por ejemplo, en Tecámac, en la zona conurbada de la capital del país, ha habido un auténtico toma y daca de la presidencia municipal, entre el actual alcalde, el priista Aarón Urbina y los hermanos Germán Olivares, uno de los cuales, Octavio, es el actual dirigente blanquiazul en la entidad, además de diputado federal.

Y, finalmente, que a la izquierda —históricamente débil en la gran mayoría de esas demarcaciones— le costará mucho trabajo colarse a la casilla de cambio en la boleta presidencial.

Frentes Políticos

Frentes Políticos

I.El gobernador de Tlaxcala, Mariano López Zarur, se puso colorado en un mitin en Toluca al que acudió a apoyar a su correligionario Eruviel Ávila. Pero no fue por exceso de maquillaje sino porque, frente a más de 24 mil profesores, no supo ante quiénes estaba. Balbuceó cuatro veces al referirse al gremio, pues no supo si eran del SNTE, de la CNTE o del Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México. Al final de cuentas fueron de esta última corporación quienes ofrecieron todo su apoyo al candidato del PRI, no sin antes rechiflar al tlaxcalteca, quien ya no apareció en el segundo acto público del candidato priista.

II.Los focos color ámbar ya se encendieron en el GDF, pues Mario Delgado, secretario de Educación de Marcelo Ebrard sigue en el anonimato aun cuando se ha hecho todo lo posible por impulsar su imagen. A pesar de sus méritos, de los esfuerzos por acercarlo a los medios de comunicación y a la gente, casi nadie lo conoce. Por eso entre los empresarios aliados al titular del gobierno capitalino ya se habla de la secretaria de Desarrollo Económico, Laura Velázquez Alzúa, pues los hombres de negocios ven en ella a un prospecto prometedor.

III.En el Distrito Federal también, pero en otro partido, ya se tiene lista una propuesta de diez puntos para apuntalar una candidatura a la presidencia del PRI capitalino. Se trata de Juan Carlos Vázquez López, secretario técnico del Consejo Político, quien tiene muchas ideas para impulsar a su partido con miras a 2012. Por lo pronto, en días próximos tendrá acercamientos con reconocidos analistas y politólogos.

IV.Hasta hace poco, uno de los jóvenes que se han dedicado a la operación política en favor del panismo nacional estaba en la Subsecretaría de Enlace Legislativo de la Segob. Pero al acabarse el ciclo de aprobación de reformas, José Labastida fue designado delegado metropolitano del Instituto Nacional de Migración, uno de los entes públicos que en estos tiempos no la ha tenido nada fácil desde que el caso de migrantes centroamericanos interceptados por el crimen organizado complicó la agenda nacional.

V.Uno de los principales consejeros de Luis Felipe Bravo Mena, candidato del PAN al gobierno del Edomex, ha sido el secretario del Trabajo, Javier Lozano. Mediante entrenamiento para aparecer en público y atacar ciertos flancos con ideas, estadísticas y lenguaje mediático, el titular de la STyPS ha estado bien pegadito al panista mexiquense en los últimos debates. Y para el próximo encuentro no será la excepción. Dicen en el panismo que así Lozano no sentirá de sopetón su eliminación de entre los presidenciables y podría ser el coach del candidato panista rumbo a Los Pinos.

VI.El senador Manlio Fabio Beltrones no se da por vencido en su intento por sacar este año —a pesar de lo contaminado que está el ambiente político con eso de las cuestiones electorales— su minuta de ley sobre reforma política que incluye el tema de las candidaturas ciudadanas. Los diputados se negaron a revisar su propuesta, pero él ha llevado este asunto fuera de los recintos legislativos. Ayer, por ejemplo, estuvo en el museo León Trotsky discutiendo al respecto con José Woldenberg, Ricardo Becerra y Rolando Cordera. La conclusión de los distinguidos intelectuales es que hay que fortalecer la democracia, lo cual no sucederá mientras los partidos sigan empecinados en la mezquinidad partidista.

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