domingo, junio 26, 2011

La locura de las armas

La locura de las armas

Mientras sigue creciendo el número de asesinatos en la frontera entre Estados Unidos y México, un nuevo estudio revela una escalofriante tendencia: los fabricantes de armas estadounidenses, enfrentados con una caída en las ventas, están produciendo armas cada vez más sofisticadas -de tipo militar- para uso de civiles.

El informe del Centro de Políticas sobre la Violencia (CPV), titulado “La militarización del mercado de armas de fuego para civiles’’, dice que el mercado de armas para uso civil ha estado cayendo durante varias décadas en Estados Unidos, entre otras razones debido a la creciente popularidad de los videojuegos y al hecho de que los jóvenes estadounidenses y los inmigrantes tienden a comprar menos armas.

Mientras la población de Estados Unidos creció un 24 por ciento en las dos décadas que terminaron en el 2000, la producción de armas pequeñas del país cayó en un 33 por ciento, afirma el informe.

Entonces, ¿cuál ha sido la respuesta de la industria de las armas? Tratar de vender armas más grandes, más letales, muchas de las cuales terminan siendo usadas en asesinatos masivos, ataques contra policías, o son vendidas a los carteles de narcotráfico de México y Centroamérica.

El presidente mexicano Felipe Calderón dijo en Washington el año pasado que más del 80 por ciento de las pistolas y rifles de asalto requisados en México cuyo origen fue rastreado, provienen de Estados Unidos. Y en Estados Unidos hay diez veces más personas que mueren o son heridas cada año por armas de fuego que la cantidad de víctimas que hubo en los ataques del 11 de septiembre del 2001, dice el estudio.

“El mercado de armas civiles se ha convertido en una tienda militar”, dice el informe. Por ejemplo, ante una ley de 1986 que prohíbe la venta de ametralladoras a los civiles, la industria de las armas ha promovido en los últimos años la venta de rifles semiautomáticos que se parecen a los AK-47 y M-16 de uso militar.

A diferencia de las ametralladoras, las armas semiautomáticas requieren que se apriete el gatillo cada vez que se dispara una bala. Pero los fabricantes de armas agregan constantemente nuevas capacidades a estas armas semiautomáticas -tales como cartuchos de municiones extraíbles que contienen hasta 75 cargas- que convierten sus productos en formidables máquinas de matar, afirma el estudio.

"La diferencia entre los rifles semiautomáticos y las ametralladoras es minima", me señaló Tom Díaz, el autor del estudio. "Los rifles semiautomáticos son tanto o más mortíferos: uno puede apuntar mejor, porque no se mueven para arriba como las ametralladoras’’.

Los cabilderos de la industria de las armas han rebautizado las armas semiautomáticas como “rifles deportivos modernos”. Pero estas armas no tienen nada de deportivo, me dijo Díaz.

Llamé media docena de veces durante varios días a la oficina de prensa de la Asociación Nacional del Rifle, el poderoso grupo de cabildeo de los fabricantes y usuarios de armas, para preguntar cuál era su reacción al estudio del CPV, pero me dijeron que todos sus voceros estaban demasiado ocupados para atenderme.

Otros activistas pro-armas me dijeron que las armas semiautomáticas son de uso deportivo, y que sólo un pequeño porcentaje de las muertes violentas en Estados Unidos son producidas por armas semiautomáticas. Asimismo, aducen que la mayor parte de las armas estadounidenses que usan los carteles de la droga en México fueron compradas a miembros corruptos del ejército de México.

Mi opinión: La venta de armas de tipo militar en Estados Unidos ha dejado de ser un problema doméstico. Con más de 40 mil muertos en las guerras contra el narcotráfico en México en los últimos cinco años, y cada vez más asesinatos de policías por criminales mejor armados en Estados Unidos, la venta de estas armas se ha convertido en un problema regional que requiere soluciones regionales.

El gobierno del presidente Obama debería invertir más capital político y procurar la aprobación por parte del Congreso de un tratado regional de 1997 conocido como CIFTA, que trata de impedir el tráfico ilícito de armas en las Américas. Obama dice que está a favor de la ratificación del CIFTA, pero no ha hecho mucho para lograr su aprobación.

Y los países latinoamericanos deberían aumentar su presión diplomática para que el Congreso de Estados Unidos renueve la prohibición de armas de asalto que expiró en el 2004, como así también exigir que Obama dicte una orden ejecutiva para prohibir la importación de armas de tipo militar, que muchas veces terminan en manos de los carteles en México y América Central.

¿Cuántas personas más tienen que morir en asesinatos masivos en todo el hemisferio para que pongamos fin a esta locura?

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