lunes, junio 27, 2011

La palabra diálogo

La palabra diálogo

Enrique Krauze
Frente a la mesa donde se llevó a cabo uno de los actos más dramáticos y significativos que he atestiguado, recordé otro movimiento que exigía un diálogo público, y otro presidente que, a diferencia de Calderón, se rehusó aceptarlo. No otra cosa queríamos los estudiantes del 68 y nuestros líderes: diálogo. Que nos escuchara y escucharlo. Pero Gustavo Díaz Ordaz estaba psicológica, política y moralmente imposibilitado para concederlo. El sistema, por lo demás, estaba construido en torno a la verdad oficial y al monólogo presidencial. De haberse dado en el 68, el diálogo hubiese sido difícil, tenso, prolongado; pero el diálogo, estoy cierto, nos hubiera ahorrado la matanza de Tlatelolco.

El diálogo del Alcázar de Chapultepec no nos devolverá a los 40,000 muertos, pero gracias a la iniciativa del Movimiento por la Paz tal vez les dará un nombre y un sitio en la memoria pública. La voz de los deudos -que exigió ese homenaje mínimo- se escuchó con toda su gravedad. Todos contuvimos la respiración durante el mensaje inicial de Javier Sicilia -poeta que la tragedia ha vuelto profeta- exigiendo al presidente pedir perdón por las víctimas. Junto a Sicilia estaba el valeroso Julián Le Barón. Con su típico sombrero de palma, su pantalón de mezclilla y camisa a rayas, este hombre de pocas pero contundentes palabras exigió que no se ofenda con mentiras y vaguedades la memoria de su hermano muerto. Y sin embargo, como prenda de su evidente bondad y buena fe, invitó al Presidente a unirse a la Caravana de la Paz que el Movimiento emprenderá hacia el Sureste.

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