domingo, junio 26, 2011

Marx-celo Ebrard

Confusión política
Marx-celo Ebrard, por aquello de su reiterada insistencia en ser izquierdista, deberá buscar una senaduría.
René Avilés Fabila

Si uno mira las cosas con buen humor no deja de llamar la atención un par de detalles. Felipe Calderón tiene partido, mal dirigido por cierto, pero carece de candidato presidencial, mientras que Enrique Peña Nieto es un poderoso aspirante presidencial que carece de partido.


Prueba de lo primero es que, al viejo estilo, Calderón no ha permitido el banderazo de salida y el PAN ha respondido con desconcertada lealtad: aquí el antiguo sistema no acaba de irse, decide el Presidente. Peña Nieto se mueve y habla como si sólo le faltara cambiar el decorado de Los Pinos.


Muy lejos, tal vez no tanto, López Obrador maniobra con perversión y enjundia para competir con el gobernador mexiquense y quien salga de las filas conservadoras. Marx-celo Ebrard, por aquello de su reiterada insistencia en ser izquierdista, deberá buscar una senaduría, es peso pluma, no importa que se crea la patraña del “mejor alcalde del mundo”.


Según las encuestas, Peña Nieto está muy por encima de sus posibles competidores. Es probable que obtenga con relativa facilidad la presidencia, del mismo modo que Eruviel Ávila obtendrá el gobierno mexiquense.


Ahora, fuera de Peña Nieto y Eruviel, no se aprecia en el PRI una larga fila de políticos jóvenes, notables, cultos y progresistas, honrados y dueños de un insuperable patriotismo. Alrededor suyo sólo vemos dinosaurios, personajes de tercer orden, priistas que buscan resurgir de entre sus cenizas y jóvenes que presumen su ignorancia y desconocimiento de México.


Los hay también hijos y familiares de funcionarios prominentes que en mucho ayudaron a arruinar al país. Finalmente, por grande y complejo que sea el Estado de México, no lo es tanto como la República.


¿De dónde y cómo saldrá el gabinete del mandatario mexiquense? ¿De entre sus muchos familiares?
Dirán que estamos anticipándonos demasiado. Sí, pero da una idea de que el problema no será obtener la Presidencia sino mantenerse en ella con altas dosis de simpatía y aceptación. México no es más una sociedad que tolera estilos añejos. Al contrario, los repudia.


Para colmo, el PRI es una suerte de museo del horror donde nos asustan los mismos funcionarios y políticos que por años han disfrutado del poder, incluso en los malos tiempos. Para qué citarlos. Llevan cumplidos años y años con distintos mandatarios y a todos les han servido con lealtad perruna, no importa cuánta basura hayan dejado a su paso.


Ahora es un nuevo PRI que jamás se ha arrepentido del pasado. Que hizo grandes obras, imposible negarlo, todavía le sirven al PAN y al PRD, que se obstinan en no modificarlas. Pero ¿y las aberraciones: represiones, censura, autoritarismo, guerras sucias, corrupción…? ¿Borrón y cuenta nueva?


Algo más, ¿dónde está el proyecto de nación de Peña Nieto, en su mente, en la de multitud de asesores que esperan empleo bien remunerado? ¿El PRI adquirirá una ideología renovadora o seguirá diciéndonos que es la emanada de la revolución, un movimiento que desde antes de 1968 era un cadáver insepulto ahora resucitado por panistas y perredistas?


Gracias a Marx-celo, la metáfora es perfecta: el monumento a la Revolución, donde están los cuerpos de algunos de sus participantes, en homenaje a una gesta dolorosa, es una pista de patinadores, vendedores ambulantes y personas que van a divertirse alrededor de un elevador idiota.


Los jóvenes priistas son neoliberales, viven más en la derecha que en el centro inventado por sus padres y abuelos. Y estos, a su vez, gozan pensando en los nuevos negocios que el poder les depara, como antaño.


Fortunas como las de los Hank, se hicieron al amparo del Estado.


¿Éste es el nuevo PRI, con Hank Rhon diciendo que irá por el gobierno de Baja California?


Peña Nieto carece de partido y sus futuros colaboradores trabajan no para beneficiar a México, sino en busca de colocarse bien y hacer fortuna.

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