jueves, junio 23, 2011

Más allá de la caída del Chango Méndez

Más allá de la caída del Chango Méndez

Los resultados contra los grupos criminales son los que generan las fuerzas federales, las policías locales no aparecen.

Jorge Fernández Menéndez
La caída de Jesús El Chango Méndez desarticula, por supuesto, la estructura de mando del cártel de La Familia, y muy probablemente provocará una limpia de integrantes de esa organización, misma que ya había comenzado desde días atrás, encabezada por el grupo conocido ahora como Caballeros Templarios, que encabezan Servando Gómez La Tuta y Enrique Plancarte El Kike.
Es un golpe duro que modificará la situación del narcotráfico en toda la región, pero la influencia y la forma de actuar del crimen organizado, particularmente en Tierra Caliente, en zonas de Michoacán y Guerrero, trasciende a sus líderes. Días atrás, tres ejecutivos de una importante empresa estaban realizando, con un chofer, un recorrido por esa zona, donde tienen importantes intereses económicos. Al llegar a uno de los pueblos, fueron emboscados y secuestrados por un grupo de sicarios que portaban en sus camionetas todo tipo de armas de alto poder. Durante varias horas fueron amedrentados e interrogados mientras el comando se internaba en el monte. Todo el tiempo estuvieron comunicados por radio, aparentemente con autoridades locales que les iban pasando información sobre fuerzas de seguridad federales en la zona. Tuvieron suerte. Horas después los llevaron a una terminal de autobuses y les ordenaron que se fueran inmediatamente del lugar. Esperaron hasta que abordaran el primer autobús que salía de la terminal y se quedaron, obviamente, con todas sus pertenencias. Lo mismo ocurre con inaudita frecuencia en toda la Tierra Caliente, tanto en la zona de Guerrero como en Michoacán. Y todo indica que esos grupos parecen haber trascendido ya a sus liderazgos regionales. Son una suerte de pandillas con enorme autonomía y a veces se disfrazan de grupos con intereses políticos.


Es verdad que con la caída de El Chango Méndez la estructura de mando de La Familia queda desarticulada y que los llamados Caballeros Templarios se quedarán con el control de la zona (como ya lo tenían hasta la división provocada por la muerte de Nazario Moreno, el jefe de todos ellos); también es verdad que, por eso mismo, el cártel del Pacífico se quedará con el control de la plaza y probablemente de toda Tierra Caliente, en una operación que abarca Guerrero, incluido Acapulco y también el estado de Morelos y debilita con ello seriamente a sus rivales, Los Zetas.
Pero el problema va más allá y pasa por un tema estructural que está lejos de solucionarse, porque el gobierno local no está ocupado en ese asunto. Y es el de las policías locales, profundamente permeadas por la delincuencia organizada, sobre todo en estados como Michoacán. Los resultados contra los grupos criminales son los que generan las fuerzas federales, las policías locales no aparecen. Si los resultados del operativo Conago 1 fueron particularmente pobres en el país, en toda esa región pasaron simplemente desapercibidos. En estados como Michoacán, el mayor problema de seguridad es el de las policías locales. Y qué mejor ejemplo de ello que  la detención del jefe de la policía de Tarímbaro, el mismo martes, cuando transportaba armas y drogas.
¿Quién le teme a Gladys López?
Gladys López no es tan conocida, pero es una de las pocas mujeres que tiene el PAN con enorme talento operativo y político. Es honesta a carta cabal y también la esposa del secretario de la Función Pública, Salvador Vega, pero su carrera, como ocurre con Margarita Zavala respecto a Felipe Calderón, y con tantas otras mujeres, la ha construido Gladys con su propio esfuerzo. Pero a alguien, o a algunos, les molesta mucho Gladys López. Desde meses atrás se está difundiendo una información que siembra la sospecha de que Gladys, cuando fue subprocuradora de Verificación de la Profeco, mantuvo reuniones con gasolineras para pedirles cuotas, recursos, para el PAN. Todo basado en una denuncia que involucra a unos gasolineros de Cancún y a seis ex verificadores de esa institución actualmente procesados. Medios y periodistas respetables se han hecho eco de esa denuncia.
El único problema es que se trata de una falsedad. Primero, como lo ha aclarado ya la Procuraduría General de la República, porque no existe averiguación previa alguna que involucre a Gladys López, en ningún tipo de delito. Segundo, porque la denuncia de la que se habla se inició dos años después de que ella dejó la Profeco, lo que ocurrió en 2008. E incluso la reunión de la que se habla, con los gasolineros de Cancún, ocurrió también cuatro meses después de que la funcionaria dejó la Profeco. Y todo se basa en una denuncia anónima presentada un año y medio más tarde. Y se termina obviando lo más importante: durante la gestión de Gladys en la Subprocuraduría de la Profeco, más de tres mil estaciones de servicio fueron sancionadas porque eran las que no vendían litros de a litro, entre otras irregularidades.
Alguien quiere sacar raja electoral del tema o ajustar cuentas demasiado tardías.

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