viernes, junio 24, 2011

Perdón, sí; retirada, no

Perdón, sí; retirada, no. Calderón defiende la estrategia anticrimen

Javier Sicilia pidió al Ejecutivo admitir que hay una deuda con las víctimas de la “guerra atroz” contra el narco. “Debemos pedir perdón por no proteger la vida de las personas, pero no por haber actuado contra los criminales”, dijo el presidente

Ivonne Melgar



CIUDAD DE MÉXICO, 24 de junio.- El presidente Felipe Calderón pidió perdón por no haber protegido la vida de las personas que han muerto en la lucha contra la delincuencia organizada.

El mandatario cedió así a la petición del activista Javier Sicilia, quien, a nombre de familiares de las personas fallecidas, solicitó al Ejecutivo reconocer que el Estado tiene una deuda con las víctimas que ha dejado “la guerra atroz y sin sentido” contra el crimen.

Pero enseguida, el Presidente lanzó un “no me arrepiento” por haber enviado a las fuerzas federales contra los delincuentes:

“Coincido que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas. Pero no por haber actuado contra los criminales”.

En el inicio del diálogo del gobierno federal con víctimas, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, Javier Sicilia re refirió a la liberación del ex alcalde de Tijuana, Jorge Hank, como “un mensaje de protección criminal” por parte del gobierno y botón de muestra de la impunidad.

Calderón rechazó que la excarcelación del priista sea un fracaso de las autoridades federales y reiteró que la PGR investigará si las armas del empresario están ligadas a homicidios.

Prefiero ser juzgado por actuar, dice el Presidente

Ante el reclamo de perdón de Estado por las víctimas de “una guerra atroz y sin sentido” solicitado por el poeta Javier Sicilia, el presidente Felipe Calderón le respondió que sí lo pedía, por no haber protegido a tiempo a los mexicanos que han muerto a manos de los criminales.

Pero enseguida lanzó un “no me arrepiento” por haber enviado a las fuerzas federales contra los criminales “que nadie combatía porque les tenía miedo, o porque estaba comprado por ellos”

Al señalar que no actuar habría sido una irresponsabilidad, reviró: “Coincido que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas. Pero no por haber actuado contra los criminales, que están matando a las víctimas. Eso, definitivamente, es un error. En eso Javier, sí estás equivocado”.

En el inicio del diálogo del gobierno federal con víctimas, en el Castillo de Chapultepec, Sicilia solicitó un minuto de silencio y, a nombre de los 23 familiares de víctimas ahí presentes, el perdón de Estado, con la interrogante de si le parecía que sólo eran “¿bajas colaterales, números estadísticos, el uno por ciento de los muertos?”

“En su calidad de representante del Estado, señor Presidente, está obligado a pedir perdón a la nación, en particular a las víctimas”, sostuvo el escritor.

La respuesta presidencial fue una defensade la estrategia gubernamental: “Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales, por no haber actuado contra esos criminales”.

Volvió a la idea de que estaba convencido de la opción que tomó y aludió al hijo de Sicilia, asesinado en Morelos, para señalar que “si de algo, de algo en todo caso, me arrepiento, es de no haberlos mandado antes, es de no haber tenido un operativo justo en Cuernavaca, precisamente, que pudo haber atrapado, primero, a la banda que mató a Francisco”.

Sicilia le dijo al Presidente que el problema de la violencia residía en que “se lanzó la guerra contra el narco con instituciones podridas, con instituciones que no han dado seguridad a la nación”, aunque reconoció que el problema viene del pasado.

Calderón le dijo que “éste es nuestro país, y nada de que vienen con camionetas y ametralladoras a apoderarse de él, yo voy a mandar el Ejército para que ni se asomen”.

“Sin enfoque militarista”

En el intercambio, que duró tres horas, y en el que hubo testimonios de una decena de víctimas de acciones criminales como secuestro y levantones, Sicilia preguntó a Calderón por qué no reconocía “humildemente que también se pueden hacer otras cosas, además de alimentar esta maquinaria policiaca y militar”.

“¿Le cuesta trabajo reconocer que no se ha hecho nada o casi nada para desmontar la estructura de protección con la que cuentan los criminales, estructuras hechas desde el propio poder, esa corrupción rampante, dijo usted alguna vez, y lo acaba de repetir?”

Sicilia defendió el derecho a la verdad y justicia en todos los casos de víctimas, y se pronunció por una estrategia sin enfoque militarista, que respete los derechos humanos y que regrese, paulatinamente, el Ejército a los cuarteles.

Insistió en la demanda del movimiento de reparación del daño, en indemnizar a las familias de víctimas inocentes y en crear una comisión de la verdad o una fiscalía social de paz.

Las propuestas serán atendidas a través de Gobernación y, con base en sus resultados, habrá un nuevo encuentro dentro de tres meses, según convinieron.

La agenda de pendientes incluye la revisión de una ley de atención y protección a víctimas, una política pública que obligue a las autoridades a reparar los daños generados por la impunidad, así como mecanismos de protección para defensores de derechos humanos y periodistas, y garantizar el derecho a la no repetición de los crímenes.

Sicilia pidió mecanismos para sancionar a los funcionarios involucrados en las redes de complicidad o delitos de omisión.

Se pronunció el escritor por la despenalización del consumo “de ciertas drogas” y diversos cambios que garanticen una democracia participativa.

Dolor por las víctimas

Calderón dijo que a él también le duelen las víctimas de la violencia criminal, el asesinato del hijo del poeta, Juan Francisco, y el del hijo de Alejandro Martí y el de la hija de Nelson Vargas, los huérfanos de los militares y policías caídos, y de los alcaldes.

Se le quebró la voz cuando se refirió a dos casos cercanos: “Me duele Gerardo Servín, hermano de mi mejor amigo, que un día levantaron en Morelia”, contó.

“Me duele Maribel, mi amiga, la secretaria del Cabildo de Uruapan, a quien se llevaron hace dos años, probablemente por complicidad de sus propios compañeros”, añadió.

También Sicilia respondió a los señalamientos presidenciales. Fue el caso de la queja de Calderón de por qué el “prejuicio” de que “toda maldad viene del Estado” y sostener que éste “es el generador exclusivo de violencia, como si los criminales y la maldad, que sí existe, y que ellos encarnan, no existiera”.

Su reclamo fue reforzado con la enumeración de los casos de víctimas que murieron a manos de criminales.

“No cuestionamos su ataque a los delincuentes, jamás podríamos cuestionar eso; tampoco le restamos responsabilidad a los delincuentes, jamás hemos hecho eso”, aclaró Sicilia.

Le dijo el dirigente del movimiento de víctimas que, sin embargo, “nuestros interlocutores no son ellos, es el Estado”.

Calderón se describió dispuesto a buscar esa paz para México, pero definió que “simplemente claudicar, simplemente echarse para atrás, no es paz”.

“La verdad prefiero, insisto, que me juzguen —a veces creo, que injustamente. En fin. La historia lo dirá—, por haber actuado, que por haberme quedado quieto”, dijo.

Al final, hasta le dispensaron la prohibición de no fumar

Y el diálogo se hizo. En menos de tres horas, Javier Sicilia pasó de la acusación de que hay 40 mil muertos que son responsabilidad del Presidente a la entrega y colocación de un rosario y de un escapulario sobre el pecho de Calderón, quien ya para entonces le había dispensado al poeta la prohibición de fumar.

La tensión se diluyó entre la invitación de Julián Le Barón al Ejecutivo de sumarse a la próxima caravana, la solicitud del poeta de prender su cigarro y las disculpas presidenciales agregadas al perdón por el Estado omiso frente a las víctimas del crimen.

Hubo otra disculpa más por los actos marciales, hace un mes, cuando se declaró a Ciudad Juárez, Ciudad Heroica: “Lejos de mi intención el ofenderlos y ahí sí les pido, si es una ofensa para ustedes, me perdonen (…) Y créame, don Javier, yo no inventé el desfile, se hace cada fecha de la toma de Ciudad Juárez”

No perdió la oportunidad de subrayar la aclaración de Sicilia, a quien agradeció “su ponderación”: “Qué bueno que me dice usted que no me están pidiendo que deje de combatir a los criminales, los voy a seguir combatiendo

“Pude haberme hecho pato, y yo coincido con usted en que hay palabras que describen mucho mejor las características, que yo no puedo pronunciar, pero no es lo mío”.

Y es que Sicilia no se detuvo al reprochar lo que denominó la corrupción institucional, porque gracias a ésta, explicó “los criminales campean y hacen, y son tan crueles, y son tan cabrones, perdónenme la palabra, y tan hijos de la chingada... a veces las palabras son precisas”.

Aunque Calderón dijo sí a todos los puntos de la agenda de víctimas, en el caso de la estrategia militar, no cedió:

“Estoy dispuesto a rectificar, sí, nada más quiero ver con claridad en qué exactamente”.

Señaló que no puede mantenerse sentado después de escuchar a María Helena Herrera, cuyos cuatro hijos están desaparecidos, y a quien buscó consolar con un abrazo.

Calderón reconoció que tanto ahí como en las policías campea la corrupción y que, en la tarea de desmontarla, no puede solo.

Las indirectas también estuvieron a la orden del día, contra la telenovela que exaltó a la Policía Federal, contra los intereses electorales del SNTE y por haberse lanzado a una guerra, dijo el escritor, con instituciones maltrechas.

Y aunque Sicilia aclaró que el daño viene de atrás, igualmente reclamó que, en este sexenio, habían “participado en el pudrimiento” por los compromisos y los aliados. “Y les recuerdo la manera cómo llegaron al poder”.

La crítica fue hasta el gobernador panista de Morelos: “Me asombra, señor Presidente, que su partido proteja, perdóneme, a Marco Adame”.

La intensidad del debate rondó en torno a qué hacer con los policías que no pasan el examen. Calderón reconoció la gravedad del problema con los que salen y con los que se quedan:

Y si el escritor recurrió a Jaime Sabines para solicitar el minuto de silencio con un “no somos enfermeros, padrotes de la muerte, oradores de panteones”, Calderón citó a Bertolt Brecht con el “un día vinieron por los comunistas, y no dije nada…”

El Presidente comentó que frente al crimen hay que defenderse con las piedras, si como en el caso de David, es lo único existente

“Así hay que hacer las cosas en un México que está dolido. Hay que hacerlo con lo que tenemos”, planteó el ejecutivo.

Causa enojo al Ejecutivo resultado del caso Hank

El Presidente afirma que incluso hubo sanciones, pero dijo respetar decisión del juez

Ante el cuestionamiento de Javier Sicilia de por qué “la pifia” con Jorge Hank Rohn, el presidente Felipe Calderón argumentó que su obligación es respetar la decisión de los jueces.

Pero manifestó inconformidad por la forma en que procedió el Poder Judicial, sus colaboradores y quienes defendieron al ex edil de Tijuana, en alusión al obispo Onésimo Cepeda.

“Ahora ciertos personajes se nos ponen como modelo de santidad por los obispos. A mí lo único que me evoca es una frase, don Javier, la que dice ‘sepulcros blanqueados y raza de víboras’. Y no puedo decir más y no puedo hacer más”, expuso en su primera postura sobre el caso.

Estos pronunciamientos fueron parte del cierre del denominado Diálogo con Miembros y Representantes de la Sociedad Civil sobre Seguridad.

Al ventilar que le hubiera gustado que los hechos ocurrieran “de otra manera, que todos los eslabones jurídicos estuvieran debidamente cuidados”, el Ejecutivo también reveló que el resultado de las pesquisas lo enojó, y que hubo sanciones hacia los responsables.

“Sí, sí me hubiera gustado saber en el momento en que estaban ocurriendo esas cosas, y no fui enterado, y me molesté mucho; y, por supuesto, aplique las medidas disciplinarias correspondientes”, admitió.

Sicilia planteó que dicho caso es parte de los “mensajes de protección criminal” por parte del gobierno, como lo fue el de la tragedia de la guardería ABC.

Calificó la liberación del ex alcalde de Tijuana como un botón de muestra, “un emblema de cómo coexisten en el país el crimen, el enriquecimiento político y la impunidad”.

Calderón alegó que si bien acataba la ley, “como persona, como padre de familia, como hermano, como hijo, por supuesto que yo coincido en muchas cosas con usted”.

Dijo que la pregunta de Sicilia era sobre “un tema bien delicado”.

“Que se ha hecho poco para desmontar la estructura de protección de los criminales, ahí sí coincido”, añadió Calderón.

Argumentó que en su gobierno, sin embargo, esa estructura “se está desmontando, y la verdad es que todos tenemos mucho que hacer en otras estructuras de poder, donde hay amplios círculos de protección, yo pienso, a la criminalidad”.

En cuanto al proceder del Ejército en el caso, sostuvo que éste recibió una información sobre el riesgo de un asesinato y “que fortuitamente se obtiene ese hecho, se detiene a los posibles agresores; los posibles agresores tienen armas y delatan y dicen donde tienen esas armas y donde las guardan. Y va el Ejército, como efectivamente ocurre en muchos casos”.

Respecto a la cuestión legal, misma que, detalló, fue seguida por los medios y en la que “la juez concluye que no hubo la llamada flagrancia, o sea que no se le siguió, eso es lo que concluye la juez”.

Dijo entonces Calderón respetar ese punto de vista y estar moral y legalmente obligado a seguirlo.

Sostuvo que, no obstante, hay un delito qué perseguir, el de armas de uso exclusivo del Ejército.

“Como bien dijo la Subprocuradora de SIEDO, en alguna entrevista: ‘Bueno, y ahora qué hago con todos los fusiles. De quién son, o qué. Hasta con nombre están algunos’”, expuso el Ejecutivo federal.

Calderón abundó en el caso: “Y no sólo eso, don Javier. Dos de esas armas pegan, así se dice en la jerga policial, pegan en dos homicidios”.

Señaló que existen datos que documentan que hay un asesinato vinculado a dichas armas.

“Las balas que se usaron tienen un rayón digamos, que empata el casquillo, empata con el arma que la disparó”, pormenorizó.

Reseñó el mandatario que se presentaron las pruebas periciales de dos homicidios, con testigos de por medio.

El Presidente reviró a quienes atribuyeron el fracaso del caso a las autoridades federales.

“Y la juez concluye que, como no está demostrada la flagrancia, ni los rifles tienen valor probatorio, ni lo casquillos, ni los periciales, ni nada. Y además, aquí, la tontería, digamos, es que (resulta) es torpeza del Gobierno.

“A la mejor, a la mejor había que llegar, decirle al Ejército ‘no persigas, ve, habla con el Ministerio Público, que te pida una orden de aprehensión, una orden de cateo, y que la orden de cateo la libere un juez’; que el juez, además, evidentemente, va a pedir que viene el amparo del indiciado, va a ganar el amparo, porque dice ‘a mí por qué me persigues’”, ironizó el ejecutivo.

Asumió Calderón que “hay un abismo entre lo que es la justicia que todos anhelamos y lo que realmente nos ocurre”.

Remató su amplia explicación con un “eso es lo que puedo decir, y a lo mejor ya le dije de más”.

No hay comentarios.: