martes, junio 28, 2011

Todos en la transa

Todos en la transa

A la vuelta de los más de 60 años de historia del PAN y de los más de 20 del PRD, ambos se han convertido en las más vergonzosas copias del PRI.

Ricardo Alemán

La mayoría de los estudiosos de los procesos electorales sostienen que el regreso del PRI a la senda del triunfo será el signo distintivo del controvertido paquete electoral de 2011, que incluye el cambio de gobierno en el Estado de México y en los de Nayarit y Coahuila y la renovación de alcaldías en Hidalgo.

En efecto, los especialistas de la cosa electoral podrían tener razón, de no ser porque, en las cuatro elecciones que veremos el domingo próximo, lo verdaderamente significativo no será el triunfo del PRI, sino una derrota histórica y cultural del PAN y el PRD. Pero, vamos por partes. ¿Por qué razón hoy es más importante la derrota electoral del PAN y del PRD que el triunfo y el potencial regreso del PRI al poder presidencial? Por razones elementales.

Porque el PAN y el PRD nacieron como partidos ciudadanos que, desde su origen, se propusieron la derrota electoral de la poderosa maquinaria electoral del PRI. Porque, a lo largo de décadas, la derecha y la izquierda partidistas pregonaron que eran alternativa al PRI corrupto, nada democrático, autoritario, clientelar, despótico y productor de camadas de ricos sexenales.

Y porque resulta que a la vuelta de los más de 60 años de historia del PAN y de los más de 20 años de edad del PRD, tanto azules como amarillos se han convertido en las más vergonzosas copias del PRI. Es decir, que apenas en una década del PAN en el poder presidencial, y en apenas 14 años del PRD en el poder en la capital del país —y en por lo menos ese mismo tiempo de gobiernos estatales de azules y amarillos—, panistas y perredistas fueron atacados por el Síndrome de Estocolmo. ¿Y qué quiere decir eso?

Poca cosa, que los azules y los amarillos se enamoraron de su captor: del partido al que —según los fundadores del PAN y los del PRD— debieron combatir. Y si cuesta trabajo aceptar la anterior metáfora —la que acuñamos aquí en 2001—, es posible ver el fenómeno desde otro ángulo. Resulta que el PRI es una maquinaria tan perfecta que, en los últimos 20 años, se dedicó a colonizar al PAN y al PRD, con cuadros, ideología, mañas, mafias, malos modales y peores prácticas, hasta convertir a azules y amarillos en partidos y gobiernos peores que el PRI.

Pero la historia del regreso del PRI al poder presidencial no comenzó en 2011 y tampoco en el Estado de México. No, esa historia empezó cuando, desesperados, el PAN y el PRD decidieron parar al PRI a costa de lo que fuera, incluidos pactos electorales en estados como Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Guerrero, entre otros. ¿Qué significa que partidos antagónicos y contrarios históricos, como la izquierda y la derecha mexicanas, decidieran sumar fuerzas contra el PRI?

Aquí y en China esas alianzas son mucho más que una vergonzosa derrota electoral; son una derrota cultural. ¿Por qué? Porque la cultura que pregonaron de los opositores al PRI; la cultura de legalidad, democracia, transparencia, rectitud, honestidad y verdad, nunca fueron realidad en los gobiernos del PAN y el PRD; nunca fueron parte sustancial de los dirigentes y los políticos surgidos de los partidos azul y amarillo. En cambio, el PAN y el PRD adoptaron las peores prácticas del PRI.

Por eso, es de risa que hoy Alejandro Encinas grite, a seis días de la elección mexiquense, que solicitará la anulación del proceso electoral debido al cochinero y a la parcialidad del árbitro de la contienda y debido al “excesivo gasto de campaña”. Es de risa que cuando Encinas sabe que será derrotado por más de 30 puntos de diferencia por el PRI, pretenda reventar y descalificar la elección. Y es que un político que no sabe perder, no es un demócrata; es un déspota y autoritario, como la mayoría de los priistas.

¿Por qué es de risa la actitud de Encinas?

Porque esa elección, con todas sus fallas, excesos y dificultades, fue avalada en sus reglas y logística por todos los partidos, incluido el PRD. ¿Y por qué nadie del partido amarillo impugnó las reglas, la integración del IEEM, todo el diseño del proceso? ¿Por qué creen? La respuesta la saben todos, sobre todo Encinas. Porque el PRD mexiquense es uno de los partidos estatales más corruptos.

¿Por qué creen que nadie del PRD, el PT y Convergencia se lanzó contra Arturo Montiel y contra Enrique Peña Nieto? Porque igual que el PAN estatal, los partidos de la llamada izquierda mexicana son parte del cochinero y la corrupción. Es decir, todos son parte de la transa. Por eso es de risas que Encinas denuncie una transa en el Estado de México, cuando todos están embarrados en la transa. Al tiempo.

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