lunes, junio 13, 2011

Un secreto a voces

Afganistán

Un secreto a voces

GEES

&quote&quoteLo que se sigue necesitando en Afganistán son soldados que disparen, combatan y maten. Las probabilidades de que las fuerzas afganas sirvan de sustitución son mínimas.

En pocas semanas el presidente americano, Barack Obama, tendrá que tomar una decisión sobre Afganistán. Cuando después de largos y agónicos meses, optó por imitar a Bush y aplicar su propio surge en el despliegue militar en aquel país, lo hizo con la condición de que sería algo temporal e incluso llegó a ponerle fecha: julio de este año, 2011. Pues bien, esa fecha se acerca peligrosamente.
La situación sobre el terreno no ha progresado significativamente, aunque la presión sobre Al Qaeda ha continuado en la frontera con Pakistán. Hoy, al igual que hace dos años, antes de la apuesta de Obama, casi nadie cree que los objetivos estratégicos puedan llegar a cumplirse. Al menos no con los plazos que barajan los aliados y Norteamérica.
Y, sin embargo, altos cargos de la administración Obama, incluidos el saliente secretario de Defensa, Robert Gates, y el que va a ser el nuevo jefe de la CIA, el general Petreus, y otros muchos mandos militares preferían una extensión de la presencia aliada en suelo afgano porque temen que una retirada ahora puede acabar poniendo en cuestión los logros alcanzados.


Frente a ellos, algunos asesores del presidente en la casa Blanca creen que ha llegado la hora de sentarse a negociar con los talibán y acordar, cuanto antes, un gobierno en donde todos tengan si silla y que eso les permita acelerar la salida del país a las tropas allí estacionadas. Sentimiento reforzado en las últimas semanas por la eliminación de Ben Laden.
Obama no parece, sin embargo, dispuesto a satisfacer a ninguna de las opciones y, si los rumores son fundados como todo parece indicar, su tercera vía sería simple pero atractiva en términos de consumo doméstico. Anunciar la retirada de todos los soldados del surge (20.000) de manera inmediata y la progresiva reducción de las tropas de combate hasta su total extracción en un plazo de entre 12 y 18 meses. De esa forma creería contentar a quienes le piden una retirada ya y a quienes defienden cautela ante esa opción. Ni poco ni mucho.
Con todo, el principal problema de esa decisión es que Afganistán no es Irak y si de este último se pudieron sacar a la mayoría de las tropas de combate para dejar instructores y otros elementos de apoyo, lo que se sigue necesitando en Afganistán son soldados que disparen, combatan y maten. Las probabilidades de que las fuerzas afganas sirvan de sustitución son mínimas, por lo que, sin fuerza de combate, lo que quede sólo hará autoprotección y acabará por salir aceleradamente a medida que su presencia se vea hostigada.
El plan de Obama no es bueno, sino que, por mucho rédito político que pueda ver en él, es malo para la estabilidad y la seguridad de Afganistán y de la zona.

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