miércoles, julio 06, 2011

¡Calienta, Cordero! (o el síndrome de Rummenigge)

¡Calienta, Cordero! (o el síndrome de Rummenigge)

La historia en breve

Ciro Gómez Leyva

Comentaba el lunes al aire que los precandidatos presidenciales del Partido Acción Nacional debían de estar como esos jugadores en la banca a quienes el entrenador les grita: “¡Calienta, vas a entrar!”

Se quitan los pants cuando los rivales acaban de meter el quinto gol. Cinco a cero en contra. Pero, además, el adversario está inspirando, corre más rápido, saca volando a los compañeros.

En eso estaba cuando uno de los precandidatos me mandó un mensaje de texto. Quiero saltar a la cancha ya, decía. Y puede ser. En todo equipo siempre hay un pundonoroso.

Recordé con mi amigo José Luis El Pareja López aquel partido contra Alemania en el Mundial de 1978. Fue en Córdoba, Argentina. Alemania era el campeón defensor y México venía de perder el primer juego contra Túnez. Un baile espantoso. Rummenige, Hansi Müller y compañía volaban; los nuestros, muertos de miedo, corrían con el freno de mano puesto.

Por ahí del minuto 35 del primer tiempo, Alemania anotó el tres a cero. En la jugada se lesionó el portero mexicano Pilar Reyes. La leyenda cuenta que el sustituto, un arquero de medio pelo de nombre Pedro Soto, se insubordinó unos segundos. Sencillamente, no quería entrar a que lo llenaran de cuero.

Seis a cero ganó Alemania. Otra leyenda cuenta que el traqueteado Pilar Reyes se fue a refugiar al fondo de las regaderas, aterrorizado por la Blitzkrieg. Cuando oyó que sus compañeros entraban al vestuario, le preguntó al apabullado Soto cómo había terminado el marcador. Empatamos, le contestó. A ti te metieron tres, y a mí, tres.

De todo eso nos acordamos imaginando a un técnico azul gritando luego del 62 a 13 del domingo: “¡Calienta, Cordero!”

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