miércoles, julio 06, 2011

La nueva energía de EEUU

La nueva energía de EEUU

Liam Denning

Pese a los comentarios de que el Tío Sam ya ha dejado atrás lo mejor de la vida, es sorprendentemente ágil en lo que respecta a una cosa: la producción de energía.

Rystad Energy, una consultora noruega que analiza datos de campo, prevé que la producción combinada de gas y petróleo de EEUU superará su anterior máximo de 1972 a principios de la década de 2020. La caída a largo plazo de la producción de gas natural y petróleo se han invertido en los últimos años. En otro frente, las exportaciones de carbón entre marzo de 2010 y el mismo mes de 2011 ascendieron a 90 millones de toneladas, lo que supone un aumento del 42% y representa el nivel más alto desde mediados de los años 90.

La industria del carbón se está reestructurando para aprovecharse de ello. Grandes mineras como Arch Coal han contribuido a la consolidación del sector, gracias a su objetivo de controlar más carbón metalúrgico. El carbón de mayor valor, usado en la fabricación de acero, tiene una fuerte demanda en China.

La demanda estadounidense de carbón ha caído esta última década, y el endurecimiento de los estándares para las emisiones de las fábricas sigue ejerciendo presiones sobre ella. Sin embargo, se espera que la demanda en el resto del mundo siga creciendo con solidez. Las recientes inundaciones en Australia, que han afectado a las reservas del mayor exportador mundial de carbón, han empujado a los compradores a diversificar sus fuentes. Esto supone una buena noticia no sólo para las mineras estadounidenses, sino también para los operadores de ferrocarriles como CSX, que transportan los cargamentos que entran y salen de los puertos.

Con respecto al gas, la reciente polémica en torno a la fracturación hidráulica para extraer gas de esquisto se traducirá en una regulación más severa. Pero el hecho de que el gas combine emisiones más limpias en relación al carbón y un bajo coste hace muy improbable que se prohíba por completo este método.

Las inmensas reservas de gas de esquisto, que han generado un exceso de oferta, han hecho que los precios en EEUU se mantengan en menos de la mitad de lo que se paga en Europa y Asia. Los propietarios de terminales de importación de gas, como Cheniere Energy, quieren construir plantas de exportación junto a ellas para permitir que el exceso de suministro salga de EEUU. Cómo y cuándo suceda debería servir para hacer que suba el precio del gas estadounidense, algo que beneficiaría a los productores y globalizaría aún más los flujos de gas, algo que presionará a los productores que históricamente han disfrutado de una posición de dominio en mercados sin otras alternativas, como la rusa Gazprom.
La electricidad generada con gas, por su parte, debería desplazar a las fábricas que consumen carbón, que arrojan altas emisiones de CO2. Y ofrece al sector industrial estadounidense una ventaja sobre otras regiones en relación a los costes: empresas como Dow Chemicals podrían reactivar su producción de productos químicos gracias al menor coste del gas natural.

Al igual que ocurrió con el gas de esquisto, la producción de petróleo de esquisto en áreas como la formación Bakken entre Dakota del Norte y Montana está aumentando con rapidez. Rystad prevé que la producción estadounidense de petróleo, que toco suelo en 5,4 millones de barriles diarios en 2008, alcance los 7,4 millones de barriles diarios al final de la década.

Esto no impedirá que EEUU necesite importar petróleo. Pero es una buena noticia para las empresas de refinado de la región central de EEUU, como Marathon Petroleum, que salió recientemente a bolsa. Estas se han beneficiado del refinado de crudo norteamericano como el West Texas Intermediate, que opera con un descuento frente a otras variedades como el Brent ya que, al igual que con el gas, la red de oleoductos no tiene suficiente capacidad para transportarlo con rapidez a los mercados mundiales. El nuevo petróleo doméstico debería reforzar esta tendencia hasta que se construyan nuevos oleoductos.

Los cambios en la relativa dependencia energética de EEUU tienden a tener consecuencias de mayor alcance: no es ninguna coincidencia que la producción estadounidense de petróleo tocase techo a principios de los años 70, justo antes de que los precios se descontrolaran. El renacer de la producción energética del Tío Sam también servirá para que las compañías, los mercados y sus inversores se reorganicen.

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