martes, febrero 21, 2012

La lucha contra el terrorismo: Un bisturí, no un martillo

por David Rittgers

David Rittgers es analista de políticas legales del Cato Institute.

No hace falta decir que la muerte de Osama bin Laden es una buena noticia. Pero más que eso, es un momento de aprendizaje sobre cómo EE.UU. debe conducir de ahora en adelante su lucha contra el terrorismo.
El asesinato selectivo es un componente esencial de la lucha contra Al Qaeda. Gran parte del debate público se ha centrado en el uso de vehículos aéreos no tripulados para llevar a cabo los asesinatos selectivos —un énfasis equivocado en los medios y no en los fines. La lucha internacional contra el terrorismo es principalmente una campaña de inteligencia, y la aplicación selectiva de la fuerza letal es más efectiva que el despliegue de grandes operaciones militares en las naciones musulmanas. Un bisturí, no un martillo, debe ser nuestra principal herramienta para combatir el terrorismo.


En cierto modo, la muerte de bin Laden no es sólo una noticia, sino un acontecimiento que confirma muchas cosas que hemos sabido durante años. El escondite de bin Laden no era una cueva, sino una mansión en un complejo residencial acomodado de militares retirados paquistaníes —lo que confirma que Pakistán es un aliado conflictivo y que elementos de su inteligencia están trabajando para el bando contrario.
La nominación del General David Petraeus para tomar el liderazgo de la CIA envió señales de un esfuerzo de inteligencia continuo contra de los terroristas internacionales. La emboscada que asesinó a bin Laden ejemplifica el nuevo enfoque de la administración Obama. El éxito brillante de esta operación muestra la notable mejora que ha experimentado nuestra capacidad de inteligencia a lo largo de la última década.
La muerte de bin Laden resalta que Al Qaeda no logró su meta imposible: el establecimiento de califato musulmán global que viviese bajo su visión nihilista del mundo. Tan pronto Al Qaeda hubiera dejado huellas para que el personal de operaciones especiales de EE.UU. atacara o bombardeara, serían aniquilados. Al Qaeda en sí no representa una amenaza existencial para EE.UU. –pero puede provocarnos a sacrificar nuestra sangre, recursos y libertades a tal punto que no reconozcamos la sociedad que nos propusimos defender.
Ahora es el momento de reflexionar acerca de nuestra política de lucha contra el terrorismo. Los terroristas no son sobrehumanos. Tenemos que priorizar el gasto en seguridad nacional adoptando las medidas más efectivas, tal como lo hacemos en cualquier otra área. El terrorismo es una táctica empleada por actores débiles con la intención de conducir a sus víctimas a la histeria y a la reacción exagerada.
Bin Laden describió su estrategia exactamente en estos términos: “Todo lo que tenemos que hacer es enviar dos combatientes musulmanes al punto más al este para que levanten un manto donde esté escrito ‘Al Qaeda’, y de esta manera hacer que los generales estadounidenses se apresuren a llegar a este lugar,  causándole a EE.UU. pérdidas humanas, económicas y políticas”. Es hora de dejar de jugar este juego de la manera que Al Qaeda quiere que lo hagamos y traer de vuelta lo antes posible a nuestras tropas en Irak y Afganistán. El camino sostenible en la lucha contra el terrorismo comprende una mezcla de cooperación de inteligencia, acción directa, y entrenamiento de aliados regionales, no la utilización de tropas a perpetuidad como una fuerza policial para el tercer mundo.
EE.UU. necesita este momento. Con tres guerras, una economía que no levanta y una continua pelea partidista respecto al presupuesto, esta buena noticia puede darle al país un nuevo aliento. También es apropiado que el presidente haya ordenado el ataque luego de  jugar golf y antes de asistir a la cena para los corresponsales de la Casa Blanca: contrario a los mejores esfuerzos de Al Qaeda, la vida sigue, las cicatrices de una nación sanan y EE.UU. perseverará y prosperará.
Celebrar el día de la victoria sobre Obama bin Laden no es el fin del camino, pero no deja de ser un hito importante. Ojalá este momento le permitirá cerrar un capítulo a aquellos que perdieron a seres queridos el 11 de septiembre de 2001 o durante la década de guerra que hemos experimentado desde entonces. La muerte de bin Laden constituye una estaca en el corazón de un enemigo perjudicial para la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

No hay comentarios.: