Los Protocolos de los sabios de Sión, el violento
panfleto antisemita redactado por la policía rusa en 1903 para
justificar los pógroms y matanzas antijudías e impedir la
democratización del régimen zarista, utilizado después por Hitler y
Stalin con los resultados catastróficos que todo el mundo conoce, está
hoy siendo difundido masivamente por la radio estatal venezolana. El uso
de ese inmundo libelo es una venia más de Hugo Chávez al régimen iraní y
a su obsesión por la destrucción de Israel.
En Colombia, un propagandista del “bolivarismo”,
descifró bien el mensaje de Caracas y se ha puesto a la tarea de
redactar un libelo similar, menos centrado sobre una raza en particular y
más enfático sobre ciertas clases sociales, para justificar las peores
violencias que deben caer, según él, sobre los “políticos, los
empresarios y los líderes de opinión” que se oponen a la gangrena
farco-chavista.
El primer capítulo del nuevo pasquín genocida fue publicado muy tranquilamente por Semana,
este 25 de junio. Bajo la firma de León Valencia, esa revista anuncia
en tono exaltado que hay que ir más lejos que el presidente Santos.
Este, en días pasados, lanzó la primera piedra al decir que una “extrema
derecha” quiere “sembrar el caos” en Colombia. Valencia exige entonces
que se le ponga “un rostro” a esa “extrema derecha” para que los
artistas de la Kalashnikov y del anfo sepan con exactitud quienes son
los “enemigos del pueblo”.
El ex guerrillero, faro de las minorías extremistas
arrimadas hoy al poder, anuncia que él designará los “grupos sociales y
políticos concretos” que deben ser señalados con el dedo. Pues parece
que ha llegado la hora de ampliar la noción de “paramilitar”. Para ese
humanista de pacotilla, paramilitar no es sólo quien monta o financia
grupos terroristas, de izquierda o de derecha, sino un mundo social muy
vasto. Oigamos la música del señor León Valencia: paramilitares son los
civiles que se oponen a una “reconciliación” con las Farc, son los
propietarios “de las mejores tierras cafetera y ganaderas”, son los
periodistas y los “militantes civiles” que critican a las Ong al
servicio de las guerrillas, los que denuncian la justicia corrompida y
prevaricadora. Es también el pasado “ejecutivo central” y son los
parlamentarios, pues Valencia habla de quienes tuvieron la “influencia
decisiva en el Congreso”.
Valencia estima que apoyar las Fuerzas Armadas
colombianas en su lucha contra el narco-terrorismo, y sus esfuerzos para
desmantelar la maquinaria de matar colombianos, es sostener la “salida
militar”. El editorialista de Semana vitupera a las mayorías
colombianas por negarse a ver las Farc y el Eln como él las ve: como
cándidas “oposiciones y disidencias políticas”.
El hombre cree saber que el culpable de que el país
piense de esa manera es el “núcleo duro de la extrema derecha”. Valencia
no lo dice pero la conclusión de semejante análisis es más que obvio:
esos grupos sociales deben ser exterminados.
El lenguaje de León Valencia recuerda el de Stalin,
quien condenó a millones de inocentes a la muerte, al gulag y a la
hambruna más despiadada, con sólo señalarlos como ”burgueses”,
“kulaks”, “fascistas”, “enemigos del pueblo”, “contra revolucionarios” y
hasta “trotskistas-zinovievistas”.
Es, también, el lenguaje de los nazis quienes
aniquilaron en sus campos a seis millones de judíos por haber nacido
judíos, y por ser vistos, igualmente, como culpables de “amasar grandes
fortunas”, como dice hoy León Valencia.
León Valencia hace la amalgama entre criminales
confesos y gente honorable, e inventa mentiras truculentas para
satanizar las mayorías democráticas que se oponen y se opondrán siempre a
que las Farc, y los fanáticos de la guerra civil permanente y de la
miseria del pueblo, se tomen el poder.
“Acusen a sus adversarios de fascismo. Mientras
ellos pierden tiempo tratando de justificarse ustedes tendrán todas las
posibilidades para lanzarles nuevos ataques”, aconsejaba el jefe
estalinista Dimitri Manouilski a los partidos comunistas. ¿No hacen
exactamente eso los inventores de la farsa de “la mano negra de extrema
derecha” y los que envían a la cárcel a centenas de personas inocentes
bajo la acusación de tener “vínculos” con los “paramilitares”?
Así como los comunistas intentan aniquilar a todos
los “burgueses” de la tierra, así como los nazis trataron de acabar con
todos judíos de la tierra, León Valencia quiere arrasar con los
colombianos que honran el legado de los que conquistaron y edificaron
las libertades de este país, su sistema social, su economía de libre
mercado. El delirio ideológico de Valencia autoriza y justifica lo peor.
Es el lenguaje del totalitarismo, fascista y
comunista, apenas disfrazado, que comienza designando a un grupo social
como culpable de crímenes, y termina pasando al acto. La gesticulación
de León Valencia sobre su promesa de “identificar la extrema derecha”
para reprimirla y aplastarla, en lugar de responder a ella con
argumentos, es propaganda nazi o, más exactamente, propaganda
fascista-bolchevique.
Lo más sombrío es que ese tipo de literatura, esa
invitación disimulada al crimen de masas, se expresa plácidamente en las
páginas de una revista que disfruta de la confianza de muchos
colombianos. El presidente Santos abrió la caja de Pandora. ¿Quién
logrará cerrarla?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario