miércoles, febrero 22, 2012

La recaída de Chávez lleva a Venezuela a la incertidumbre. Maye Primera


Dos mujeres caminan frente a un grafiti con la imagen del presidente venezolano Hugo Chávez en el centro de Caracas (Venezuela). / David Fernández (EFE)

La incertidumbre ha vuelto a Venezuela tras el anuncio realizado el martes por Hugo Chávez de que deberá someterse a una nueva cirugía para tratarse otra lesión, probablemente cancerosa. Está en las portadas de los diarios, en las apuestas para las elecciones presidenciales del 7 de octubre próximo, en las que Chávez aspira a elegirse a un tercer mandato consecutivo de seis años. Pero ha vuelto, sobre todo, a las filas del partido de Gobierno, donde la aparente recuperación del presidente-comandante había amainado las tensiones internas generadas por la enfermedad del líder y por una eventual sucesión.


La duda que se mantiene intacta es qué órganos del cuerpo de Chávez han sido afectados por el cáncer y qué tan avanzada está la enfermedad. El 30 de junio de 2011, el presidente venezolano explicó que había sido operado de un tumor cancerígeno, de un tamaño comparable al de una “bola de béisbol”, pero no aclaró dónde estaba alojado. El martes tampoco lo hizo cuando informó al país que le había sido detectada otra “lesión”, de dos centímetros de diámetro, en el mismo lugar donde le fue extirpado el tumor anterior. Este segundo tumor le será operado antes del fin de semana en La Habana, por los mismos médicos cubanos que le atendieron la primera vez.
La teoría que se deriva de este nueva complicación descrita por Chávez el martes es que el tratamiento al fue sometido desde junio del año pasado hasta ahora, no ha dado los resultados deseados. Desde su primera operación, el presidente venezolano ha recibido tres sesiones de quimioterapia: tres en La Habana y una en Caracas. Y aún a pesar de ellas, la lesión reapareció el mismo lugar. Chávez no descartó que, de resultar maligno este segundo tumor, requeriría “seguramente de radioterapia focalizada”, lo cual “por supuesto, frenaría” sus actividades de campaña para reelegirse en la Presidencia.
Salvo esas informaciones, suministradas a cuentagotas, Chávez insiste en mantener en secreto los detalles de su estado de salud. Y sin informes médicos oficiales que permitan pronosticar el desarrollo de su enfermedad, todas las proyecciones que se hacen en la opinión pública de Venezuela respecto a si estará en condiciones o no de mantenerse en el poder y de competir en la elección presidencial, están basadas en la especulación. Las más empíricas, en los deseos de un bando y de otro, en este país marcadamente dividido entre chavistas y antichavistas.
Desde diciembre pasado, el presidente-comandante ha estado moviendo sus fichas dentro del Gobierno y del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En aquella oportunidad anunció que el canciller Nicolás Maduro y el vicepresidente Elías Jaua --los dos líderes que se hicieron cargo del país durante su primera convalecencia y con más posibilidades de sucederle– serían destituidos de sus cargos en cualquier momento, para que pudiesen competir en las elecciones regionales de diciembre próximo. También le devolvió una gran cuota de poder a su viejo compañero de armas y alumno, Diosdado Cabello: exteniente del Ejército, a quien se le atribuye el liderazgo del ala militar del PSUV. Cabello es, desde enero, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional. Según lo que establece la Constitución venezolana, el vicepresidente ejecutivo y el presidente del Parlamento serían, en ese orden, quienes deberían asumir el poder en caso de ausencia temporal o definitiva del presidente.
Mientras el panorama se despeja, lo visible es que la maquinaria de propaganda oficial comenzó a operar tan pronto Chávez hizo el anuncio de su recaída. Los conductores de los programas de opinión de la estatal VTV daban brinquitos en pantalla y ensayaban muecas que simulaban sonrisas. “¿Qué esta es enfermedad pa’ él?”, decía el más optimista. Y los mismos portavoces cuatro días atrás negaron y minimizaron los rumores que indicaban el agravamiento de la salud del presidente --el ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, y el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello—alegaron que la confirmación oficial no se conoció antes para no “agriarle” las fiestas de Carnaval a los venezolanos.
La oposición, en tanto, ha asumido la noticia con discreción. El candidato único que enfrentará a Chávez en las presidenciales de diciembre, el gobernador Henrique Capriles Radonski, ha escrito este miércoles en su cuenta de la red social Twitter: “A mi contendor como hijo de Dios que soy le deseo una exitosa operación, una pronta recuperación y larga vida!”. Y nada más. La enfermedad del presidente, han prometido, no será para ellos un tema de campaña.

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