Gadafi sigue en Libia y llama a su gente a no rendirse ante la colonización
Una caricatura de Gadafi junto al rótulo 'Se busca vivo o muerto', en Trípoli. | Efe
- Níger reconoce que ha acogido a 32 próximos del dictador libio en los últimos 10 días
Reuters | Dubai
El dictador libio, Muamar Gadafi, ha hecho llegar un mensaje en el que exhorta a los ciudadanos a no rendirse ante la colonización del país. El canal de televisión sirio Arrai hizo llegar las palabras del coronel.
"Teníamos previsto hoy o anoche televisar el discurso del líder de los combatientes pero por razones de seguridad la aparición de este mensaje televisado ha sido pospuesta", dijo Mishan Jabouri antes de leer el mensaje.
"Tenía la intención de mostrar al líder entre sus combatientes y su pueblo liderando la lucha desde tierras libias y no desde Venezuela o Níger o cualquier otro lugar", agregó.
Coincidiendo con este mensaje, un total de 32 personas cercanas a Gadafi han llegado en los últimos 10 días a Níger, según ha informado la cadena de televisión Al Arabiya, citando a fuentes del país africano.
Entre los últimos cargos en llegar se encuentra uno de los hijos del coronel, Saadi Gadafi, según confirmó el primer ministro Brigi Rafini.
"Podemos decir que 32 libios se encuentran entre nosotros, entre ellos un hijo del Hermano Líder, Saadi, así como tres generales", contó Rafini, ante un grupo de diplomáticos acreditados en Niamey.
Todos los refugiados libios entraron en cuatro grupos y han sido "acogidos" en Libia "por razones humanitarias", señaló el 'premier'.
El último grupo, donde estaba Saadi y otros ocho próximos a su padre, fue interceptado el domingo al norte de Níger por las fuerzas de defensa y seguridad, según confirmó Rafini.
¿Hay euro después de una posible bancarrota griega?
Banderas de la UE ondean a la salida del Parlamento Europeo en Bruselas | Reuters
Los rumores de una posible quiebra de Grecia han ido cobrando fuerza y durante estos días lo peor parece inevitable, en un escenario económico que ha ido empeorando durante los últimos meses. "La caja se está agotando y las soluciones no llegan", afirma Alberto Matellán, director de Estrategia y Macroeconomía de Inverseguros.
Los desacuerdos políticos en Europa se suceden, y por ello el mercado ha empezado a barajar un impago inminente. La quiebra del país heleno supondría un antes y un después en la zona euro, con unas consecuencias difíciles de prever.
¿Qué ocurriría si Grecia se declarara en bancarrota?
Hay dos opciones de quiebras para el país heleno: la selectiva o la total. En el primer caso, dejaría pagar parte de sus deudas, y en la peor de las opciones, Grecia dejaría de lado todas sus obligaciones para comenzar de cero. Los expertos dan por sentado que el impago será selectivo, pero se plantea la posibilidad de que el país no siga dentro del euro.
"No habría ningún motivo para que continuara", defiende Soledad Pellón, analista de IG Markets. "Su salida sería positiva tanto para la Unión Monetaria como para Grecia, que podría aplicar su propia política monetaria devaluando su moneda para impulsar su economía".
Sin embargo, otros no contemplan esta posibilidad. "En los escenarios más plausibles, Grecia no saldría del euro", afirma Matellán. "Si esa opción llegase a plantearse es muy posible que se instrumentara un rescate urgente, porque el mantenimiento del euro interesa mucho a los países centrales, especialmente a Alemania. Además, si Grecia sale del euro, este último, si sigue existiendo, dispararía su valor, lo que no interesa para nada a Alemania".
"O se llega a un acuerdo con los acreedores o se impaga sin más", sostiene Matellán. Aunque la segunda opción sería muy dañina para todo el sistema. "Afectaría a la confianza, y por ahora nadie trabaja con esa hipótesis. Los acreedores sufrirán pérdidas importantes, de ahí lo que está sufriendo la banca estos días".
¿Qué pasaría con la eurozona?
"La situación de la zona euro es tan frágil que el pánico de una quiebra de Grecia tendría consecuencias muy negativas", afirma Pellón. Pese a que Alemania no tendría que estar pendiente del rescate de Grecia, la atención recaería en Italia y España, que estarían muy afectadas por el efecto contagio. Además, los bancos alemanes también tendrían problemas y serían otra de las prioridades. "El dilema alemán sobre si seguir ayudando a los países del euro en problemas o no sería aun mayor ante el riesgo de quiebra de dos países tan fuertes como Italia y España", afirma la analista.
¿Habría un 'efecto dominó'?
Los analistas coinciden en que el contagio a otros países sería inevitable. Los inversores ya desconfían de los países de la periferia, especialmente de España e Italia, y el impago de Grecia minaría la credibilidad.
Pero aun más grave serían las consecuencias negativas de esta quiebra sobre los países fuertes: Alemania y Francia. Sus bancos están cargados de deuda griega, por lo que tendrían que hacer frente a pérdidas millonarias. "De hecho, se especula que algunos de estos bancos no serían capaces de afrontar estas pérdidas y se verían obligados a pedir ayudas como ya hicieron a principios de la crisis muchos bancos a nivel mundial", recuerda Pellón. Prueba de esta exposición son las fuertes caídas que están teniendo durante la jornada los bancos franceses, como BNP Paribas y Société Générale, cercanas al 10%.
Sobre los pasos a seguir ante esta situación, Matellán afirma que "es casi seguro que serían necesarias medidas de apoyo de liquidez a los bancos por parte del BCE". Posteriormente, lo más probable es que se "acelerara el proceso de Eurobonos en un intento de para la situación". Sin embargo, ante esta situación, las posibilidades son imprevisibles.
¿Hay algo 'positivo' en una quiebra?
Una de las cuestiones que se abre es si, pese a ocurrir lo peor, un impago de Grecia podría ser el fin de la incertidumbre a la que se han visto sometidos los mercados durante los últimos meses. "Si la quiebra se hace de manera ordenada como quieren los alemanes podría ser hasta positiva, en la medida en que se libera al mercado de una preocupación crónica", defiende Matellán. "El problema es que nadie sabe qué significa 'ordenada", sostiene.
Sin embargo, es complicado valorar la ecuación. "La incertidumbre podría ser aun mayor a pesar de quitarnos de encima el peso del problema griego, dado que España e Italia darían mayores síntomas de debilidad y además Alemania y Francia atravesarían momentos difíciles".
¿Hay más alternativas?
"La de siempre: instrumentar un nuevo rescate", afirma contundente Matellán. Pero esta posibilidad se presenta bastante complicada, ya que los inversores no creerían en esa solución y los desacuerdos entre los diversos dirigentes europeos son explícitos. "Si lo que se acordó en julio sobre el Fondo Europeo de Estabilidad Financiero (FEEF) no se está pudiendo llevar a cabo, mucho menos se podrá llegar a un nuevo acuerdo ahora", sostiene el experto.
La banca hunde las Bolsas ante el temor a un impago de Grecia
- París es el parqué que más se deja por su exposición a la deuda griega
- El Ibex marca un nuevo mínimo anual, tras bajar un 3,4% (7.640 enteros)
- Grecia sólo tiene fondos para pagar salarios y pensiones hasta octubre
- La prima de riesgo repunta 20 unidades y se sitúa en los 358 puntos
Elena Hita | Madrid
Los mercados afrontan una semana decisiva para la "supervivencia" de la zona euro. El posible impago de Grecia y el efecto dominó que podría acarrear pueden obligar a replantearse la Unión. Las Bolsas europeas lo están descontando durante toda la jornada, con caídas que han llegado al 5%.
Sin embargo, tras el cierre de filas con el país heleno por parte del Banco Central Europeo (BCE) y de la Comisión Europea los parqués han suavizado algo sus desplomes.
El Ibex 35, que ha cedido un máximo de cuatro puntos, ha terminado la sesión con un recorte del 3,4%. El selectivo ha marcado un nuevo mínimo desde marzo de 2009, al situarse en los 7.640 puntos.
En el lado opuesto, Londres, cuyas pérdidas no han llegado a superar el 2% y ha concluido por debajo de ese porcentaje (-1,6%).
París es la que más se ha dejado este lunes por la elevada exposición de su banca a la deuda soberana griega y ha acabado con una bajada del 4%. Los descensos de BNP, Société Générale y Crédit Agricole superan los dos dígitos, con recortes del 12%. Se espera que esta semana la agencia de calificación crediticia Moody's revise a la baja sus rating .
La banca española también ha acusado estos temores, aunque con una intensidad menor -pero nada despreciable-. No en vano, su exposición a Grecia es prácticamente nula, no así a la de Portugal. BBVA, Santander y Bankinter son los que más se ha dejado dentro del Ibex, con desplomes del 5,34%, 4,69% y 3,95%, respectivamente.
Milán ha recortado un 3,9%, en el día que ha subastado 11.500 millones de deuda a un interés más alto, y Fráncfort ha cedido un 2,3%.
Mientras, la prima de riesgo de España también se ve lastrada con un repunte de 20 puntos y se sitúa en las 358 unidades.
Fondos, hasta octubre
Grecia sólo dispone de liquidez para pagar salarios y pensiones hasta octubre, lo que hace urgente que se desbloquee el sexto tramo del rescate de 110.000 millones aprobado en mayo de 2010. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional y Alemania, entre otros, no están dispuestos a liberar más dinero a menos que Grecia cumpla con sus compromisos de déficit. Algo que cada vez se ve más imposible.
El domingo, el Gobierno de George Panpandreu aprobó una medida desesperada para conseguir 2.000 millones con una subida de impuestos a la propiedad inmobiliaria. La suspensión de pagos del país podría llevar su abandono de la eurozona, lo que el Ejecutivo trata de evitar a toda costa.
El miércoles la troika (FMI, BCE y UE) que examina las cuentas griegas regresa a la isla, después de abandonarla el pasado 2 de septiembre para darle tiempo a aplicar las reformas y medidas económicas acordadas el 21 de julio por los países de la zona euro. Del informe que elaboren los expertos dependerá que se entreguen otros 8.000 millones del préstamo.
"Lo que temen realmente los mercados es cómo será el mundo tras un 'default' (impago) de un país desarrollado que forma parte del Euro. Y obviamente, abierta la caja de Pandora, qué podría ocurrir con otros países que comparten con Grecia la desconfianza de los inversores internacionales", apunta el estratega jefe de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano.
A todo esto hay que añadir la dimisión del economista jefe del Banco Central Europeo, Jürgen Stark, contrario a la política de compra de deuda soberana.
Ante este "elevado grado de incertidumbre", en palabras de Juan José Fernández-Figares, director de Análisis de Link Securities, los inversores huyen a activos de menor riesgo como el dólar, que está en su nivel más alto frente al euro desde enero.
La mal concebida política monetaria de la Reserva Federal
por James A. Dorn
James A. Dorn es Vice-presidente para Asuntos Académicos de Cato Institute y especialista en China y coautor de China's Future: Constructive Partner or Emerging Threat? (El Futuro de China: ¿Socios Constructivos o Amenaza Emergente?).
Luego de dos rondas de relajamiento cuantitativo, el desempleo todavía está por encima de 9% mientras que la inflación de precios al consumidor se ubica en 3,6%. Técnicamente hablando, EE.UU. ahora puede estar frente a una “estanflación”. Aún así, algunos economistas están pidiendo hasta un 4% de inflación para estimular la economía.
Imprimir dinero no es una panacea para la economía enferma de EE.UU. El dilema del desempleo y el crecimiento lento se debe a problemas estructurales y a la incertidumbre alrededor de las políticas, más no a la falta de un estímulo monetario. Las tasas altas de impuestos marginales, especialmente sobre el capital, la incertidumbre acerca de los costos de las pensiones y la atención médica y la falta de reglas acerca para formular las políticas fiscal y monetaria han perturbado el curso normal del comercio.
En particular, al mantener las tasas de interés demasiado bajas por demasiado tiempo, la Reserva Federal bajo la dirección de Ben Bernanke ha tasado por debajo de su valor el crédito y ha aumentado la toma de riesgos, fomentando burbujas de activos en los mercados de bonos y de productos primarios.
La Fed de Bernanke ha mantenido la tasas de interés sobre los fondos federales cerca de cero desde diciembre de 2008 y esa tasa es probable que persista hasta mediados de 2013, como se anunció en la última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto. Los tipos de interés bajos indican que la Fed está apuntando a los precios de los activos —que está anclando las tasas de interés a niveles bajos para inflar los precios de los bonos y otros activos.
Las inversiones que normalmente no se harían se realizan. Pero esas “malas inversiones” no pueden ser sostenidas una vez que los tipos de interés vuelven a la normalidad. F.A. Hayek hace mucho indicó los peligros de que una manipulación monetaria tase por debajo de su valor al crédito y promueva la toma de riesgos. El dinero y el crédito fácil hacen más que afectar el nivel de precios; estos también distorsionan los precios relativos y la producción, de esta manera, asignando mal los recursos. Las tasas de interés artificialmente bajas afectan de manera negativa la estructura productiva y causan una recesión cuando las tasas de interés suben y las burbujas se revientan.
Cuando el Presidente Nixon acabó con el estándar de oro en agosto de 1971, el dólar perdió su ancla —a pesar de que era un “ancla floja”. Hoy el mundo está en un estándar puro de dinero fiduciario, lo cual equivale a no tener un estándar. La Reserva Federal debe cumplir con su “mandato doble”, el cual requiere una adhesión a la estabilidad de precios y al pleno empleo, pero no hay penalidades si fracasa.
La crisis financiera de 2008-2009 ha aumentado el poder discrecional de la Fed pero nadie ha sido despedido por no lograr prevenir la crisis. Al comprar cantidades masivas de deuda pública, la Fed ha sacrificado un dinero estable para financiar un gasto público excesivo. Monetizar la deuda y asignar el crédito en lugar de estabilizar el crecimiento de la demanda nominal y lograr la estabilidad de precios a largo plazo, han llevado a la Fed a aguas peligrosas.
La política monetaria se ha politizado más. La Fed pretende ser “independiente” pero en realidad Bernanke y compañía se han vuelto parte del gabinete de Obama, con la excepción de unos pocos disidentes.
La falta de cualquier regla monetaria que restrinja a la Fed y la falta de cualquier principio de convertibilidad, como existía bajo el estándar de oro clásico, significa que la Fed tiene un monopolio sobre el dinero base (la moneda sostenida por el público más las reservas), cuya oferta está determinada por un pequeño grupo de funcionarios de la Fed, quienes presumen poder predecir el futuro.
Bajo un verdadero estándar de oro, la cantidad óptima de dinero está determinada por las fuerzas del mercado —la oferta del dinero se ajusta espontáneamente a la demanda de dinero y la estabilidad de precios a largo plazo se logra. El valor a largo plazo del dinero es seguro, a diferencia de lo que sucede con el régimen de dinero fiduciario sin reglas o sin convertibilidad.
En teoría, un banco central con discreción podría limitar la cantidad de dinero y lograr la estabilidad de precios a largo plazo al controlar el crecimiento de la demanda nominal y final. Pero en la práctica, el problema del conocimiento y los problemas mostrados por el análisis económico de la política hacen de tal banco ideal una ilusión.
James Madison, el principal arquitecto de la Constitución de EE.UU., reconoció el problema del dinero fiduciario y discrecional del gobierno y el beneficio de un estándar basado en un metal valioso como el oro y la convertibilidad hace mucho tiempo. En 1831 escribió: “La única garantía adecuada para el valor uniforme y estable del dinero de papel es que sea convertible al oro. La moneda que menos fluctúa y la única que es universal”.
La política de la Reserva Federal está mal concebida porque la institución en si misma lo está. Como Madison dijo: “Entiendo que un valor igual a aquel de un metal valioso podría ser entregado en papel o cualquier otro medio, al hacer una cantidad limitada necesaria para propósitos necesarios; pero, ¿qué nos asegurará la adhesión inflexible de los garantistas legislativos a sus propios principios y propósitos?”
Esta es una pregunta que necesita una respuesta.
Dinero caliente y bajos tipos de interés
por Juan Ramón Rallo
Juan Ramón Rallo Julián es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España).
La presente crisis se desató porque el sistema bancario se endeudó exageradamente a corto plazo para acometer inversiones a muy largo plazo o de elevado riesgo. A esto se le llama transformación de plazos y de riesgos y es la principal causa de inestabilidad de nuestro sistema financiero. Las cosas son así: si los bancos pidieran prestados fondos al mismo plazo y riesgo que asumen en las inversiones que realizan, los tipos de interés que deberían abonar a sus acreedores serían mucho mayores, sus beneficios a corto plazo sustancialmente menores y el crédito a largo plazo y de alto riesgo que manufacturarían muy inferior (y también más caro). Sin embargo, Occidente ha optado por empujar la iliquidez de la banca al máximo y ahora nos sorprendemos de que tengamos un sistema financiero desestructurado. Con todo, acaso lo más sorprendente no es eso, sino nuestra contumacia a la hora de perseverar en nuestros errores antes incluso de haberlos superado.
Resulta que el capital está huyendo de una Eurozona que muchos barruntan que puede implosionar en cualquier momento y se está refugiando en países que de momento se antojan más seguros: es el caso de Suiza o de EE.UU. Se trata del conocido fenómeno del dinero caliente: como dentro de nuestras economías ya no existe un ancla última de valor que permita proteger el patrimonio de los ahorradores nacionales de la suspensión de pagos del estado, del colapso de la banca y de las devaluaciones del papel moneda (es decir, como ya no tenemos una divisa internacional asentada en el oro), los capitales huyen en desbandada de allí donde creen que van a ser desplumados (con el patrón oro, los capitales, salvo riesgo de expropiación directa, nunca huían del país; se limitaban a convertirse y atesorarse en oro).
Este es el motivo de que el franco suizo y el dólar se hayan apreciado notablemente frente al euro en los últimos días —hasta el punto de que el banco central de Suiza ha tenido que comprometerse a comprar todos los euros que se le vendan a 1,2 francos suizos— y de que la deuda pública de estos dos países esté abonando tipos de interés iguales al 0%. Los inversores buscan refugio en unos estados relativamente solventes y con una moneda cuya supervivencia no peligre.
El problema, como con los bancos que transforman plazos y riesgos, es que los gobiernos de estos países podrían confundir las señales que reciben del mercado. Que sean capaces de endeudarse al 0% no significa que deban despilfarrar el dinero público: al contrario, si de momento reciben fondos al 0% es porque los inversores consideran que sus economías son lo suficientemente competitivas como para que el Estado pueda atender sus obligaciones; es como si se les ofrecieran los fondos en custodia (el papel que antiguamente prestaba el atesoramiento de oro). Pensar que los bajos tipos de interés son una carta blanca para el despilfarro sería un error enorme, porque una sociedad que se endeuda para consumir su capital es una sociedad cada vez menos solvente. ¿O es que si una empresa de depósitos pudiese colocar deuda al 0% estaría legitimada para despilfarrar los fondos recibidos?
No: ni EE.UU. ni Suiza deberían confundir el dinero caliente con una entrada de inversión extranjera a largo plazo que les permite acometer los más alocados proyectos. Su solvencia sigue siendo inspeccionada cada día por el mercado y que ahora sean uno de los entornos menos arriesgados del mundo no significa que no puedan dejar de serlo en cualquier momento.
Los bancos privados también pensaban que podían endeudarse a corto y prestar a largo indefinidamente, pero llegó el momento en que se hundieron. Lo mismo puede suceder con un Estado que recibe un capital que busca protección de las amenazas expropiatorias de sus países y que se dedica a dilapidarlo. Claro que el manirroto Obama ya se ha puesto manos a la obra para arruinar, con su nuevo plan de despilfarro de 447.000 millones de dólares, no sólo a EE.UU., sino a los ahorradores extranjeros.
La secta más criminal de la historia
Por Horacio Vázquez-Rial
Al margen de lo mucho que las izquierdas españolas han mentido acerca de don Jesús Gómez Ruiz, portavoz de la oposición en el ayuntamiento de Leganés y compañero de fatigas en La Ilustración Liberal, donde publicó su artículo sobre "Los principios de la legislación española sobre la educación", que comparto en líneas generales, se ha puesto sobre el tapete la cuestión del comunismo como secta y como responsable de crímenes.
¿Constituyen los comunistas una secta? Para la Real Academia, secta es 1) el "conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica", o 2) una "doctrina religiosa o ideológica que se independiza de otra", o 3) el "conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa". Atendiendo a la primera acepción, todos los individuos pensantes que toman partido pertenecen a una secta, lo cual es una estupidez. Atendiendo a la segunda, el protestantismo –en todas sus variantes– es una secta, en la medida en que se ha independizado de la Iglesia católica, al igual que las Iglesias griega o rusa, o que el cristianismo copto, lo cual es otra estupidez. En cuanto a la tercera, en ella todo depende de quién se exprese, lo cual es el colmo de la majadería multiculturalista: si yo considero falso el islam, denomino secta –y no religión– a 1.200 millones de personas.
De modo que el DRAE elude la condición minoritaria de las sectas. Lo que hace que el islam y el catolicismo y el judaísmo y el anglicanismo no sean sectas es su condición mayoritaria u oficial en distintas partes del mundo. Las sectas son hijas de las disidencias, que dejan de ser tales tan pronto como se institucionalizan.
El comunismo, si alguna vez fue secta, dejó de serlo en 1917, con la revolución soviética, que lo convirtió en política de Estado. Tal vez aun antes, al fundarse la Primera Internacional. Se me puede oponer el dato de que, al separar su destino del de la URSS, Trotski, de acuerdo con la segunda acepción del diccionario, creó una secta; pero él no se apartó del comunismo, sino de Stalin. En todo caso, la creación por los trotskistas de la Cuarta Internacional concreta una disidencia pública y extendida del comunismo soviético, pero en modo alguno dejan sus miembros de ser comunistas. Lutero, que no se enfrentó a un Papa en particular –como Trotski a Stalin–, sino al Papado, dejó de ser católico, pero no dejó de ser cristiano. Y al crear una forma del cristianismo que pronto fue mayoritaria en lo que aún no era Alemania pero lo sería, en gran medida gracias a ella, fundó una iglesia, no una secta.
Tenemos un gran vacío historiográfico en este ámbito –proyecto para jóvenes ambiciosos–. Stanley Payne nos enseñó a hablar de los fascismos, en plural, superando la concepción precedente del fascismo o el nazifascismo, producto de la propaganda stalinista, como fenómeno generalizado en Italia, Alemania, España y hasta la América española. ¿Por qué no hemos aprendido aún a hablar de los cristianismos, en plural, ya que no es lo mismo el catolicismo romano que el cristianismo de las iglesias etíope, griega, rusa, luterana, anabaptista, etc.? En parte porque percibimos que Europa es cristiana en diversas formas sin dejar de ser Europa. No obstante, no son pocos los que, pese a entender este dato, siguen siendo renuentes a emplear el término judeocristiano, cuando en su origen el cristianismo fue una secta judía, en la segunda acepción del término: una rama disidente. También deberíamos historiar los comunismos. Que, por cierto, al igual que los fascismos, fueron hijos de las socialdemocracias nacionales europeas.
Los comunismos, por definición, no fueron una secta, ni siquiera un grupo de sectas, sino corrientes dentro de un tejido ideológico de amplio alcance que, por una cuestión de justicia, deberíamos denominar marxiano antes que marxista. Como Lenin no quería dejar de ser marxista, adaptó los datos de la realidad a la doctrina y convirtió a Rusia, sobre el papel, en un país capitalista desarrollado, cosa que no era, para que su revolución cuadrara en la profecía canónica. Profecía que, de hecho, no se cumplió en nación central alguna. Ni siquiera, y frente a lo que pretenden algunos historiadores, estuvo a punto de hacerse realidad en el caldero alemán de 1918-1919: para impedirlo estaban ahí los socialdemócratas, que también se consideraban marxistas, y los sindicatos: el dúo guiado por Ebert que abrió el camino para la revolución nazi de finales de la década de 1930.
Ya en 1920 el marxismo, en tanto que instrumento de análisis político y herramienta para la toma del poder, había fracasado. Lo que no impidió que, a lo largo de todo el siglo XX, se fuera constituyendo en ideología e impregnando el conjunto de las sociedades occidentales. Hasta Hitler tuvo que llamar socialista a su partido para darle carácter. La finada clase obrera, en nombre de la cual hablan aún unos cuantos, no formó parte de ninguna revolución comunista conocida, y sirvió a unos y a otros para barridos y fregados diversos. En general –Rusia, China, Cuba, Vietnam...–, el papel protagónico correspondió al campesinado, que se proletarizó en un proceso de construcción industrial que no era en su inicio capitalista, puesto que el eje de la producción de esos países no fue el mercado hasta pasados muchos años. También el campesinado fue central en la revolución atrasista de Camboya.
El otro asunto es el de la condición criminal de los comunismos. Por supuesto que han sido criminales. Pero ése es un terreno en el que los comunismos se disputan el primer lugar con muchos otros partidos y movimientos a lo largo de la historia. El rey de los belgas Leopoldo II, que era un individuo y no una secta, entre 1900 y 1909 redujo a la mitad la población del Congo, que pasó de veinte millones a diez. Esto es el equivalente a la mitad de las muertes soviéticas a lo largo de setenta años, es decir, descontados los 20 millones de personas que perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial (cien mil sólo en la toma de Berlín, y en Stalingrado un millón de militares y otro de civiles). Lo más grave del caso congolés es que en esos nueve años de expolio no se construyó absolutamente nada: está claro que el monarca no asumió la "carga del hombre blanco".
El periodo soviético significó, sumando las víctimas del régimen y los muertos en guerra, militares –enviados al frente con criterios muy generosos de administración de la carne de cañón– y civiles, 40 millones en una población que en 1991 era de algo más de 290 millones y que debía de ser mucho menor en 1940. ¿Un doce por ciento, tal vez?
El comunismo atrasista de Pol Pot y los jemeres rojos ocasionó millón y medio de desaparecidos, lo que hizo descender la población de más de siete millones a menos de seis, es decir, en alrededor del 20 por ciento, en tres años.
El nazismo asesinó a 11 millones de personas, de las cuales 6 eran judías, en campos de concentración y exterminio. La pérdida demográfica de Alemania fue de entre 6 y 10 millones, sumados civiles y militares, al margen de los campos –en los que perecieron muchos más–. El total de pérdidas humanas de la Segunda Guerra Mundial, que desató la Alemania nazi, fue de 65 millones.
El comunismo está activo desde, al menos, 1848, y hay países comunistas hoy mismo –Cuba, Corea del Norte–, lo que representa una trayectoria histórica de 162 años hasta la fecha y con esperanzas de supervivencia. El nazismo duró veinte años y estuvo sólo doce en el poder, entre 1933 y 1945. Proporcionalmente, las consecuencias del nazismo fueron mucho peores. Lo cual no impide establecer comparaciones entre las respectivas patologías de Hitler y Stalin. Claro que uno de los aspectos más repugnantes del nazismo, el antisemitismo, al que Stalin no era precisamente ajeno, campa por sus respetos en las izquierdas actuales, en el islamismo y en parte de las derechas. Y de los comunismos quedan en Occidente, excepción hecha del museo cubano, flecos de un léxico –en su mayor parte derivado del positivista Engels, tan amante de los términos militares: impuso vanguardia, por ejemplo– y retales mal cosidos a una visión del mundo que hubiera merecido el rechazo tanto de Stalin como de Hitler, nada partidarios, a juzgar por sus hechos, del movimiento gay ni del feminismo.
Todas las revoluciones, empezando por la paradigmática, la francesa de 1789, han sido criminales. Resulta cuando menos curioso que haya sido el comunista avant la lettre Gracus Babeuf, partícipe activo del movimiento, quien primero denunciara los crímenes de aquella revolución (véase El sistema de despoblación de Babeuf, con el magnífico estudio introductorio de María Teresa González Cortés: De la Torre, Madrid, 2008); en concreto el que se podría considerar el primer genocidio de la modernidad, el de los católicos de la Vendée. Es bueno saberlo, aunque también haya que saber que las revoluciones y sus crímenes son tan inevitables como la lluvia o el mar.
Y no vale la pena plantear quién es más criminal, que es lo que le encanta al gobierno de la memoria histórica. Porque si se plantea caemos sin remedio en el asunto de la Guerra Civil y cada uno alzará sus propios números, necesariamente fuera de contexto. La revolución que los marxianos de todo pelaje pretendían hacer en el marco de la guerra costó a la República un número indeterminado de bajas, decisivo para su derrota, dados los enfrentamientos entre prosoviéticos, trotskistas, cenetistas y faieros –tal vez el calificativo de secta fuese adecuado para la FAI–. El fuego amigo fue una constante republicana. A la Inquisición le preocupaban menos los judíos y los musulmanes que los probables falsos conversos, es decir, los católicos de fe dudosa. A los revolucionarios también. Pero ese es tema de otro artículo.
Arquetipo del demagogo
Por Diego Márquez Castro
"Ponte una corona, haz una libación a la estupidez y ataca a tu rival denodadamente". Demóstenes
La demagogia desde los tiempos de la antigua Grecia se ha caracterizado por constituirse en una falsificación y una corrupción de la democracia. El centro, eje y motor de un proceso de esta naturaleza es el líder transformado en demagogo. Este personaje ha sido caracterizado por Emilio Temprano, investigador en este campo, como un centauro de la vida política, al cual se le distingue a mucha distancia.
Plantea el mencionado autor que el demagogo "apenas pronuncia sus primeras palabras, ya se sabe cuál es su intención: el mandato, la dominación, el lucimiento, pero, fundamentalmente, la permanencia en el torbellino del éxito". En tal sentido, si hay algo que debe reconocerse en este tipo de líder es su tesón por figurar y estar en primera línea en el escenario político. Así como el vampiro de los relatos de terror vive de la succión de la sangre humana, el demagogo vive de la exaltación a su imagen, de los aplausos y los elogios. El demagogo es egocéntrico y no soporta que otro le "robe" el escenario.
El investigador consultado es de la opinión que uno de los elementos que forman parte de su personalidad es "su fluida oratoria provocativa contra sus oponentes y su habilidad para halagar al 'pueblo". Sin embargo, manifiesta que el demagogo no debería fiarse de tales lisonjas, pues la antigua sentencia latina ya advierte que: 'No des fe a los cazadores de palabras demasiado halagadoras. El cazador atrae a los pájaros con el dulce sonido del caramillo'. De ahí que la facilidad de los demagogos para la adulación da mucho qué pensar".
Temprano esboza un conjunto de rasgos propios de los demagogos de todos los tiempos, ante cuyos líderes y discursos "hay que tomar las debidas precauciones si no se quiere terminar preso en la telaraña urdida con la incansable elocuencia de estos demiurgos". He aquí, pues, algunas de las características psicológicas esenciales de los demagogos:
- Autoritarismo.
- Insolencia y arrogancia.
- Fácil elocuencia, con un don innato a la persuasión.
- Excelente "comunicador" para convencer a las masas.
- No duda jamás, vive de afirmaciones y negaciones rotundas.
- Se alimenta generalmente de tópicos vulgares.
- Es violento y provocador nato.
- La difamación y la calumnia suelen ser a veces sus armas predilectas.
- Recurre, si es preciso, a la emoción inflamada.
- Utiliza la ironía retadora o el humor bufonesco.
- Su oratoria se asienta en los prejuicios más rastreros.
- Desprecia cualquier opción alternativa, aunque
hable difusamente de derechos humanos.
- El reduccionismo histórico está presente en su discurso.
- Emplea la mentira de forma descarada y sin
parpadear.
- Adulador de los sentimientos populares.
- Utiliza con naturalidad las técnicas de la intriga.
- Recurre a gestos y expresiones bajas y chabacanas.
- Manipula a su conveniencia el vocablo "pueblo".
- Narcisismo unido a una pedantería insoportable.
- Le gusta rodearse de gente sumisa para que lo adulen y admiren.
Estas características las extrajo Temprano, como denominadores comunes, de la personalidad desplegada por líderes de la contemporaneidad, de quienes "unos creen que son gentes para escapar a kilómetros y otros, los consideran seres privilegiados, se arroban ante ellos y los aclaman".
Dentro de este orden de ideas, el investigador destaca que "en el fondo del demagogo siempre se destaca, por mucho que lo disimule, una personalidad autoritaria que quiere imponerse a los demás: por medios violentos si es preciso. El germen del dictador se le puede detectar desde sus primeros años. Ante un público de admiradores, casi nunca se muestra con su verdadero rostro autoritario, salvo en épocas de fiero dogmatismo político. Según Le Bon, la multitud sólo puede ser impresionada por sentimientos excesivos, y el damagogo que desee seducirla debe abusar de las afirmaciones violentas. Su método consistirá en exagerar, asegurar, repetir y no intentar jamás demostrar nada mediante razonamientos".
El demagogo se convierte en un hábil maestro en la utilización de los discursos falaces caracterizados por la lógica como argumentos de la fuerza, al pueblo, de la autoridad, contra la persona, de la misericordia, entre otros. Su habilidad consiste en convencer a otros de que lo falso es verdadero.
Finalmente, cabe destacar que, en opinión de Aristóteles: "Las democracias se alteran sobre todo por la insolencia de los demagogos". A lo cual el autor consultado complementa: "¿Insolencia? He aquí la clave de su éxito". Saque usted sus propias conclusiones.
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