Las más globales de América Latina
Cemex, CSVA, Alfa, Vale y Techint se encuentran entre las destacadas.
Lorenzo Zambrano, Cemex; Ricardo Claro, CSAV; Dionisio Garza, Alfa; Roger Agnelli, Vale; Pablo Rocca, Techint.
La anécdota es verídica: el ejecutivo más alto de una multinacional suiza y el ejecutivo más alto de una multinacional inglesa hicieron un viaje juntos para decidir el futuro de sus respectivos negocios. Pero estos dos hombres, a cargo de empresas de varios miles de millones de dólares, no viajaron ni a Nueva York, ni Londres, ni Hong Kong. Su destino era Brasil. La escena, inimaginable hace algunos años, fue protagonizada por Mick Davis e Ivan Glasenberg, los directores ejecutivos de la minera anglo-suiza Xstrata y del comercializador de commodities Glencore, mayor accionista de Xstrata. A mediados de marzo, ambos ejecutivos fueron a visitar a Roger Agnelli, CEO de la minera brasileña Vale (ex Vale do Rio Doce) para negociar la oferta que la firma brasileña había hecho para comprar Xstrata por la bicoca de US$ 90.000 millones.
Al cierre de la edición 356 de Revista AméricaEconomía del 1 de abril de 2008, existían dudas sobre si la enorme adquisición –que rompería todos los récords de compras llevadas a cabo por empresas latinoamericanas– se llevaría finalmente a cabo. Pase lo que pase, al menos le permitió a Vale que su nuevo nombre corporativo empezara a repetirse en las páginas de las revistas financieras de todo el mundo. La ambiciosa minera brasileña, que tiene una caja rebosante de efectivo gracias a los altos precios de los minerales, ya se había inscrito en el selecto club de empresas latinoamericanas que han hecho grandes adquisiciones de compañías en mercados que están fuera de la órbita latinoamericana cuando en 2007 compró la productora de níquel canadiense Inco (hoy llamada Vale Inco), con presencia en 20 países.
En ese club también están la cementera mexicana Cemex, la argentina Techint, la brasileña JBS-Friboi y otras compañías que ocupan posiciones de liderazgo en esta primera edición del ranking de las empresas más globalizadas de América Latina, un estudio que analiza el alcance planetario que han desarrollado las multilatinas, las empresas de la región que han ido avanzando en su internacionalización. Preparado por AméricaEconomía Intelligence, este trabajó consistió en determinar el alcance y monto que tienen las ventas, las inversiones y la masa laboral en el extranjero, premiando a aquellas que tienen actividades en más mercados distintos y lejanos (ver metodología en página 36). El análisis, que sólo incluyó a aquellas empresas que hacen públicos sus resultados (lo cual dejó fuera a compañías como las peruanas de cosméticos Ebel y Unique, el grupo de origen venezolano Organizaciones Cisneros, así como la mexicana Omnilife que se da el lujo de estar en los cuatro mercados que componen el BRIC, además de muchos países en América Latina), y aquellas que respondieron un cuestionario ad hoc enviado a ellas. Esto dio un listado de las 50 multilatinas que más han extendido su alcance geográfico y tienen el mayor potencial de jugar en posiciones de liderazgo global en sus industrias.
A pocos debe sorprender que Cemex lidere esta primera edición del ranking. Desde que, en 1992, la compañía de Monterrey decidiera comprar cementeras en España, inició un ambicioso proceso de adquisiciones que hoy la tiene como la tercera mayor empresa de materiales de construcción del planeta, con presencia en todos los continentes y dominando incluso en el inmenso mercado norteamericano. La Cemex Way, como llaman en la compañía a la política de gestión internacional con la que promueven una cultura administrativa común en todos esos países y buscan potenciar las mejores prácticas, es un caso de estudio y de referencia no sólo para las empresas latinoamericanas, sino para muchas multinacionales.
Le sigue Grupo Techint, el conglomerado de ingeniería de origen argentino controlado por la familia Rocca, y que ha alcanzado altos niveles de globalización en las empresas que lo componen. Tenaris, la joya de la corona de esta empresa dedicada a la fabricación de tubos de acero para la industria petrolera, ocupa la séptima posición de este ranking.
Los peldaños tres y cuatro son ocupados por la firma de ingeniería brasileña Odebrecht (desarrolla proyectos de infraestructura en Estados Unidos, Europa, África y Asia) y Vale. El quinto lugar es de la naviera chilena CSAV, que gracias a su presencia en los puertos de Asia, ha conseguido que el 90% de sus ventas sean fuera de Chile.
En la retaguardia
Tres interesantes excepciones a esta historia común son los casos de Embraer (8), Brightstar (12) y LAN (17). La fabricante de aeronaves brasileña tuvo su origen en la capacidad de ingeniería aeroespacial desarrollada por Brasil durante la segunda guerra mundial, pero su modelo se redefinió en los 60 para vender aviones ejecutivos y comerciales a clientes de todo el mundo. En 2007, el 96,4% de sus ventas fueron generadas por el mercado internacional, principalmente de Estados Unidos, Europa y Asia. El caso de Brightstar, la distribuidora de celulares del boliviano Marcelo Claure en Miami, es aún más apabullante: fundada hace 11 años, hoy se ha convertido en una pieza fundamental de la fabricación y distribución de teléfonos móviles en América Latina, Estados Unidos, Europa y Asia. Miami es también un lugar clave para la aerolínea de origen chileno. La gran inversión que LAN realizó en esa ciudad para manejar el negocio de carga entre América Latina y EE.UU. la llevó a abandonar su prioridad por Chile: aunque lo sigue dominando, el 85% de sus ventas vienen de fuera de su país de origen. Ahora está el desafío de cómo sigue globalizando su modelo y cómo cumplirá sus ambiciosos planes de expansión para los próximos años.
Pero son excepciones. De hecho, en las 50 multilatinas más globales, las ventas domésticas siguen teniendo una gran participación en sus ingresos (ver gráfico a la izquierda). Y en la gran mayoría su presencia internacional se reduce a un puñado de países latinoamericanos, donde mantienen su presencia sólo en espera de ser comprados por algún otro jugador global.
La razón para esto es simple: no es fácil emprender una campaña global. Además de los enormes costos financieros que implica, requiere cambios culturales.
En el artículo Building Champions in Latin America, Adrián Kohan y Pablo Haberer, de las oficinas de la consultora McKinsey en Buenos Aires y São Paulo, señalan que uno de los problemas que tienen las empresas de la región al momento de globalizarse es el talento. “Los procesos de internacionalización necesitan ejecutivos dispuestos a expatriarse; no obstante, muchos ejecutivos locales prefieren declinar asignaciones al extranjero pues valoran más la cercanía de sus afectos que una carrera global exitosa”, revelan en el reporte. “De hecho muchos ejecutivos evitan mencionar las oportunidades internacionales que tiene una empresa, porque sabe que si lo hacen, serán candidatos a que los envíen fuera a liderarlos”, dice Guillermo Tagle, director ejecutivo del banco de inversiones chileno IM Trust.
Algunas compañías han aplicado ciertas medidas para enfrentar el problema. La siderúrgica Gerdau, por ejemplo, participa en eventos de reclutamiento de ejecutivos en Estados Unidos, con lo que diversfica la fuente de sus recursos directivos. Tenaris, por su parte, fundó una propia universidad con el objetivo de capacitar a sus propios directivos de otros países.
Las empresas se globalizan para buscar mercados y activos estratégicos, para exponerse a regiones menos volátiles, generar economías de escala, e incluso para contrarrestar los ciclos negativos con presencia en otras latitudes de baja correlación. Pero son escasas las que viajan por el mundo buscando eficiencias de costos. Son muy pocas las corporaciones latinoamericanas que instalan centros de servicios compartidos (que es como se conoce a esas unidades organizacionales del back office que pueden ofrecer servicios de finanzas, logísticos, de recursos humanos o de tecnología, a varias filiales desde un mismo lugar) muy lejos de la casa matriz. Menos aún imaginan de hacerlo en Asia o Europa o en alguna otra región que tenga ventajas frente a las condiciones domésticas, debido a que aún hay un razonamiento nacionalista detrás de sus inversiones.
Justificaciones para estas trabas culturales son muchas. El peso de las decenas de años de operar en negocios sin acceso a financiamiento, controlado por familias y operando con escasa competitividad en ambientes protegidos a la espera de jugosos contratos con el Estado, no son fáciles de eliminar a pesar de 20 años de apertura.
La buena noticia es que seguirá habiendo condiciones favorables para que este proceso de globalización continúe avanzando. Probablemente el precio de los commodities seguirá estando alto en los próximos años, lo que seguirá hinchando el flujo de caja de muchas empresas latinoamericanas y atrayendo financiamiento para las empresas de esta parte del mundo. Lo acaba de demostrar la empresa chilena Madeco, que manufactura productos a partir del cobre. La compañía, propiedad del Grupo Luksic, gracias a un intercambio de activos, y pago en efectivo, se convirtió en el mayor accionista individual de la francesa Nexans, la mayor empresa de cables del planeta, con presencia industrial en más de 30 países y 21.000 empleados. Con esto no sólo demuestra que quiere subir escalones en nuestra próxima edición del ranking de las empresas más globales de América Latina. También confirma que, a diferencia de los tenues procesos de internacionalización que protagonizaron algunas empresas pioneras de la región en los 70, en los 80 y a principios de los 90, esta vez hay razones para creer que la globalización de las multilatinas seguirá adelante.
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