lunes, mayo 19, 2008

Perú sin perros del hortelano

por Gabriela Calderón

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador).

Guayaquil, Ecuador— A mediados de abril asistí al II Foro Anual de Economía co-auspiciado por Cato Institute y la Cámara de Comercio de Lima.

Es realmente refrescante ese ambiente de cambio—positivo y en tranquilidad—que está viviendo ese país. Esto no lo deduzco únicamente de la charla del Ministro de Economía, Luis Carranza, quien se dedicó a mostrar por cerca de una hora gráficos sobre el excelente estado de la economía peruana.1 Me atrevo a deducirlo también de ese gran barómetro de opinión “en las calles” que suelen ser los taxistas.

Uno de ellos me contó un chiste que antes se contaba de los peruanos: Un pescador iba por la calle con dos baldes de cangrejos vivos, uno estaba tapado y el otro destapado. Se le acerca un señor y le dice: “¿Por qué solo tienes un balde cubierto? Se te van a escapar los del balde descubierto”. Y el pescador le contesta: “Los cangrejos chilenos necesitan estar cubiertos porque entre ellos se ayudan para salir del balde, los peruanos no porque entre ellos se boicotean la salida”. Esa actitud es parte de lo que el Presidente Alan García denominó como “el síndrome del perro del hortelano”.2

Este síndrome reza así: “Si no lo hago yo, que no lo haga nadie”. Es ese perro que no come ni deja comer. García fue el principal promotor de ese síndrome en los ochentas y ahora que ha vuelto a la presidencia—luego de que a los peruanos les tocó elegir, como ellos dicen, “entre el cáncer (García) y el sida (Humala)”—es el principal promotor de su derrota.

El Ministro Carranza dijo el jueves que la meta del gobierno es llegar a reducir la pobreza al 30% de la población para el 2011. No es nada despreciable considerando que actualmente se encuentra en el 42% y tampoco es algo fantasioso considerando que entre 2003 y 2007 se redujo por 10 puntos de porcentaje.3

“Hace nada menos que nueve años consecutivos que [la economía peruana] crece sostenidamente. El año pasado lo hizo a un ritmo del 9 por ciento de su PBI”, decía un editorial del diario La Nación de Argentina en abril.4 Según Carranza, desde el 2000 la productividad ha estado creciendo con una tasa promedio de 2,8%—muy similar a la de Chile en los noventas.5

Mientras tanto el ex Ministro de Trabajo y Previsión Social de Chile, José Piñera le recomendó a los peruanos tres reformas claves para continuar en el rumbo del progreso: (1) el mantenimiento de la reforma de seguridad social que desde hace 14 años le ha permitido a los peruanos tener una cuenta de ahorro individual si así lo desean con una rentabilidad promedio de 10,9%;6 (2) crear un mercado laboral flexible que promueva el empleo formal y amparado en la ley; y (3) una reforma minera que permita la participación del sector privado en el desarrollo y explotación de los abundantes recursos mineros del Perú.7

Estas tres reformas tienen en común lo siguiente: amplían la libertad para elegir del individuo y rechazan al perro del hortelano que no invierte y no quiere dejar que otros inviertan para poder sacar al país de la pobreza.

Me dio mucha pena que mientras que en el Perú se debatía una agenda concreta, sensata e inclusiva para el desarrollo, en Ecuador los perros del hortelano cada vez concentran más poder para hacer exactamente lo contrario de lo que han hecho los países latinoamericanos que están dejando atrás la pobreza.

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