domingo, julio 20, 2008

REFLEXIONES LIBERTARIAS
SEGUNDA FASE DE LA REFORMA MEXICANA I
Ricardo Valenzuela y James Bennett

Después de dos décadas de errores y aciertos, de grandes frustraciones en sus esfuerzos para llevar a cabo las ansiadas reformas que nos rescaten del subdesarrollo, países como México se han encontrado con dos grandes obstáculos para lograr una verdadera prosperidad. El primero es la reforma de su macroeconomía. Brasil y Chile nos han demostrado que eso se puede lograr cuando se tiene un liderazgo valiente. Sin embargo, el reformar la macroeconomía, aunque vital, no es suficiente para lograr la ansiada prosperidad.

El segundo y, tal vez la batalla más difícil de librar, es en contra de esos elementos culturales que nos han tenido atrapados—la corrupción y sus derivados que no han permitido que el espíritu empresarial y una saludable sociedad civil se desarrollen, y de esa forma alcanzar nuestro potencial. Chile y Brasil, precisamente porque han sido exitosos en librar el primero, nos han demostrado la gran necesidad de librar el segundo para verdaderamente gozar los beneficios de la reforma integral. Sin librar el segundo, la metamorfosis es incompleta.

Las reformas macroeconómicas como las que implementaron Cardoso y los economistas de Pinochet, han demostrado que pueden limpiar los escombros que han dejado los obsoletos sistemas económicos populistas, pero ellas no pueden por sí mismas crear las nuevas estructuras que deban generar la inversión y el empleo para substituir los viejos esquemas. Son el espíritu empresarial y una robusta sociedad civil los que deben ser responsables de la creación de nuevos y mejores empleos, que substituyan los viejos que definitivamente tenderán a desaparecer como consecuencia de la cruda que se tiene que sufrir, después de años de borracheras populistas y estatistas. Un país sin una clase empresarial libre de las ataduras gubernamentales y sin una robusta sociedad civil, por más que le construyan una hermosa macroeconomía, jamás podrá progresar.

En casos como Japón y Alemania, solamente la guerra pudo enterrar entre los escombros de su destrucción esa maraña burocrática que aprisionaba a las dos naciones y, con la emergencia de la sociedad civil, resurgir como las grandes potencias.

Aun cuando los mexicanos tenemos como individuos un gran espíritu empresarial, nos encontramos atrapados en esa maraña de corrupción y con procedimientos burocráticos, leyes, y regulaciones que sólo sirven para oficializar esa corrupción y establecer el entorno para ejecutar las mordidas y los sobornos que chupan la vida de los pocos negocios emergentes.

Así como los vampiros chupan sangre de una res a diario pero la mantienen viva pero flaca y enferma para seguir chupando, esa red de complicidades, mordidas y sobornos evita que la actividad empresarial crezca sana, fuerte, y competitiva y la sociedad civil se desarrolle autónoma e independiente. Esta maraña de complicidades ha hecho que en México se desarrolle una clase que ha sido de lo más perjudicial para el país y para todos los mexicanos; el empresario estatista, el empresario cómplice de la red de corrupción que nos envuelve y no nos deja salir de la pobreza y, junto a él, el político profesional listo para servirle.

Chile, Brasil y de alguna forma México limpiaron los escombros de lo viejo—pero no le han dado vida a lo nuevo. Las empresas paraestatales del pasado han sido privatizadas, reformadas, las economías han sido abiertas y miles de trabajadores han perdido sus trabajos. En una economía sana y con espíritu empresarial, esos trabajadores estarían ya empleados en nuevos negocios compitiendo en el mercado mundial.

En Inglaterra, por ejemplo, las privatizaciones de la Thatcher destruyeron miles de empleos pero hoy día Inglaterra es más rica y prospera que nunca y los nuevos trabajos se han generado en números récord. Hace veinte y cinco años, en el viejo continente Inglaterra era “el enfermo de Europa,” ahora su economía por mucho supera la creación de empleos a las que una vez fueron las estrellas, las de Alemania y Francia. Sin embargo, en Chile y Brasil no ha sucedido lo mismo, por supuesto tampoco en México, los trabajos demandados no han sido creados.

Con la elección de un verdadero líder valiente y visionario, y con un congreso responsable, las reformas macroeconómicas pueden seguir avanzando hasta sus últimas consecuencias. Ello deberá iniciar la jornada de México hacia la prosperidad. Sin embargo, la segunda batalla tal vez lleve décadas el ganarla, y no es claro que fuerzas pueden lograr algo como eso. Cuando el Estado se retira de su papel como el principal agente económico en la estructura de un país, la sociedad civil tiene que tomar esa responsabilidad, es por lo mismo, que esa sociedad civil requiere de un entorno adecuado para florecer.

Dada la importancia de esta segunda tarea, vale la pena el considerar experimentos radicales. Millones de mexicanos han logrado el que sus talentos empresariales florezcan creando riqueza y empleos—en los Estados Unidos. Esta es la misma gente, con los mismos talentos, la misma lengua que tenemos en México. El ingreso total de los veinte millones de mexicanos y descendientes de mexicanos viviendo en EU, es cinco veces el de los más de cien millones que viven en México. Lo que es diferente por supuesto, es el entorno político y legal. Texas, Nuevo México, Arizona, y California tienen grandes concentraciones de población de origen mexicano, y la mayoría ha prosperado a niveles inimaginables hace solo unos años. ¿Sería posible el estudiar la experiencia de esos mexicanos y el atrevernos a pensar en llevar a cabo algunos experimentos en México para ver qué elementos de su ambiente podrían ser duplicados en nuestro país para el beneficio de todos los mexicanos?

Vale la pena examinar otra área del mundo que se ha levantado de la pobreza a la prosperidad—el este de Asia. Es importante el señalar que los países menos afectados y los que se recuperaron con más agilidad de los eventos tan críticos de los últimos dos años—Hong Kong y Singapur—fueron colonias británicas cuyos sistemas legales heredados de Inglaterra, sirvieron como líneas de protección contra el nepotismo y cronismo que abatió a las economías más débiles de la región.

En lugar de neo confusionismo, el sistema de estos dos países se ha llamado anglo confusionismo—la mezcla de legislación inglesa con la ética de trabajo confuciana y el espíritu empresarial de una sociedad civil que ha florecido. Las demás economías de la región, lo más remoto que se alejan del modelo inglés, crecen sus posibilidades de caer de nuevo en los peligros históricos del capitalismo crony que tanto daño le ha hecho a la región. (Segunda parte semana entrante)

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