lunes, agosto 11, 2008

Crece la fortuna de los Kirchner, afirma la prensa

Imagen de archivo de la presidenta argentina Cristina Fernández junto a su esposo, Néstor Kirchner, en un acto a favor del gobierno.
AP
Imagen de archivo de la presidenta argentina Cristina Fernández junto a su esposo, Néstor Kirchner, en un acto a favor del gobierno.

El matrimonio Kirchner aumentó su patrimonio en la primera mitad del año y el ministro argentino de Educación, Juan Carlos Tedesco, es el más rico de los miembros del gabinete, según declaraciones de bienes que publica la prensa.

Los depósitos bancarios de la presidenta del país, Cristina Fernández, y de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner (2003-2007), crecieron en 575,734 pesos ($187,535) en el último semestre, hasta alcanzar los 13.5 millones de pesos ($4.4 millones).

En la declaración de bienes que presentó ante la Oficina Anticorrupción, difundida por el diario Clarín, la mandataria consignó como suyos cuatro inmuebles y ningún automóvil, mientras que atribuyó a Kirchner la propiedad de tres vehículos y 38 inmuebles.

El matrimonio tiene propiedades en Buenos Aires y Santa Cruz, la provincia sureña que Kirchner gobernó de 1991 a 2003 y donde posee un terreno en el que se construirá un hotel de lujo cercano al glaciar Perito Moreno, uno de los principales atractivos turísticos del país.

Según la declaración de bienes que presentó antes de dejar el poder en manos de su esposa en diciembre pasado, Kirchner incrementó su patrimonio en un 160 por ciento en sus cuatro años como presidente de Argentina.

Clarín recuerda que el patrimonio de los Kirchner fue objeto de una investigación judicial, archivada en mayo pasado por el juez federal Rodolfo Canicoba Corral, si bien el fiscal del caso, Manuel Garrido, ha apelado esa medida.

En el 2004, Kirchner y Fernández ya habían sido absueltos en una causa judicial por enriquecimiento ilícito.

Por su parte, Tedesco es el ministro más adinerado el gabinete de Fernández, ya que declaró bienes por 1.3 millones de pesos ($444,705), mientras que la titular de la cartera de Desarrollo Social y hermana del ex presidente, Alicia Kirchner, se situó en el otro extremo, con apenas 62,744 pesos ($20,437).

En cuanto al resto de los doce miembros del gabinete, los ministros del Interior, Florencio Randazzo; de Justicia, Aníbal Fernández, y de Economía, Carlos Fernández, también admitieron que sus posesiones superan el millón de pesos ($325,000 dólares).

Por otra parte, y sin ninguna relación con lo anterior, la prensa también informó que en el último año al menos siete capos del narcotráfico colombiano estuvieron en Argentina, que se ha convertido en un ''refugio ideal'' en Suramérica para estos delincuentes.

Entre quienes pasaron por Buenos Aires figura Héctor Edilson Duque Ceballos, conocido como ''Manoteto'' y quien a finales del mes pasado fue asesinado en un centro comercial de las afueras de la ciudad en un ataque a balazos en el que también murió un compatriota suyo.

Según dijeron autoridades policiales colombianas y miembros de la DEA estadounidense al periódico bonaerense Perfil, los cabecillas de los carteles más poderosos del narcotráfico colombiano estuvieron o se encuentran en Argentina por distintos motivos.

Mientras algunos utilizarían al país como escondite mientras establecen nuevos negocios, otros buscan coordinar una ruta alternativa para la distribución de drogas en Europa, Estados Unidos y el resto de Latinoamérica.

De acuerdo con el informe de Perfil, otro de los colombianos que estuvieron en Argentina es Carlos Mario Aguilar Echeverry, alias ''Rogelio'', perteneciente a un ''ejército de sicarios'' y que recientemente se entregó a la Policía de su país. También aparece mencionado Juan Carlos Ramírez Abadía, conocido como ''Chupeta'' y considerado ``el capo del cartel del Norte del Valle''.

Bush condena ataque ruso a Georgia

Tanques rusos, escoltados por helicópteros, se desplazan por la provincia de Khurcha, en Georgia.
AP
Tanques rusos, escoltados por helicópteros, se desplazan por la provincia de Khurcha, en Georgia.

El presidente George Bush condenó el domingo el ataque de Rusia a Georgia, que calificó de desproporcionado, y afirmó que la violencia en ese país es inaceptable, mientras aviones rusos la bombardeaban y el canciller francés llegaba a Tiflis para mediar en el conflicto por la región separatista de Osetia del Sur.

Por su parte, el vicepresidente Dick Cheney dijo que "tiene que haber una respuesta a la agresión rusia a Georgia''.

El embajador estadounidense en la ONU, Zalmay Khalilzad, dijo que Rusia busca el derrocamiento del gobierno georgiano, que tiene estrechos lazos con Occidente, sobre la base de comentarios del canciller ruso, Serguei Lavrov, quien habría dicho que el presidente georgiano, Mijail Saakashvili, "debe partir''.

"Es completamente inaceptable y supera los límites'', declaró Khalilzad.

Lavrov desmintió poco después haber hecho esas declaraciones en una conversación telefónica con la secretaria de Estado Condoleezza Rice.

"Un hombre que ha dado la orden de cometer crímenes de guerra... no puede considerarse socio de Rusia'', dijo Lavrov refiriéndose a Saakashvili.

Khalilzad declaró que un proyecto de resolución de la ONU que pide un alto el fuego inmediato entre Georgia y Rusia se presentaría en las próximas horas en la reunión del Consejo de Seguridad.

Sobre el terreno, las operaciones militares continuaban el domingo con un bombardeo ruso a una base militar cerca de Tiflis, que fue confirmado por la ONU.

Los observadores de la ONU confirmaron también bombardeos aéreos a pueblos en el único sector controlado por Tiflis en Abjasia, otra región separatista georgiana.

El ejército ruso negó haber bombardeado ninguna zona civil de Georgia, como denunció Tiflis.

El domingo al caer la tarde el portavoz del ministro georgiano de Interior, Shota Utashvili, declaró que la ciudad georgiana de Gori era atacada masivamente por la artillería y la aviación rusas, al tiempo que tropas terrestres se preparaban para un asalto.

El presidente Mijail Saakashvili denunció por su parte que había tanques rusos en territorio georgiano más allá de Osetia del Sur.

Los georgianos también acusaron a los rusos de haber bombardeado el puerto de Poti, en el Mar Negro, una base aérea a las afueras de Tiflis y la zona del aeropuerto internacional de la capital georgiana, que Rusia desmintió.

Georgia acusó también a Rusia de impedir la entrada de médicos georgianos en Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur.

Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso anunció que sus buques de guerra hundieron una nave lanzamisiles georgiana que intentaba atacarlos en el mar Negro.

Moscú retiró dos buques de guerra enviados frente a las costas georgianas. Rusia había mandado varias naves para impedir la entrega de armas a ese país.

Georgia anunció por su lado una retirada casi completa de sus tropas de Osetia del Sur y un alto el fuego, mientras el ejército ruso tomaba el control de Tsjinvali.

"Georgia hace saber que está dispuesta a iniciar inmediatamente negociaciones con la Federación Rusa sobre un alto el fuego y el cese de las hostilidades'', declaró la Cancillería georgiana.

Sin embargo, Rusia acusó a Georgia de continuar las hostilidades.

Saakashvili lanzó un llamamiento a Washington para que intervenga diplomáticamente.

La Casa Blanca advirtió a Moscú de que el conflicto podría tener un impacto importante en las relaciones bilaterales a largo plazo, la misma posición planteada el sábado por la Unión Europea.

El canciller francés Bernard Kouchner llegó a Tiflis el domingo y se reunió con el presidente georgiano para exponerle un proyecto de plan de paz.

El Kremlin y el Palacio del Eliseo anunciaron que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ejerce la presidencia de la UE, visitará Moscú en los próximos días.

Además, la UE desbloqueó un millón de euros de ayuda a la población civil afectada por el conflicto, anunció la Comisión.

Más de 2,000 personas, "en su inmensa mayoría ciudadanos rusos'', han muerto en Osetia del Sur desde el comienzo de la ofensiva georgiana el jueves por la noche, afirmó Grigori Karasin, viceministro ruso de Relaciones Exteriores.

Del lado georgiano, el saldo oficial es de 92 muertos, entre ellos 40 civiles.

Unas 30,000 personas --la mitad de la población-- han huido de las zonas de combate en Osetia del Sur, y 10,000 en Georgia, anunció una portavoz de la Cruz Roja Internacional.

La mitad de los 2,000 soldados georgianos desplegados en Irak regresó el domingo a Georgia, donde esperaban ser enviados a la zona de conflicto.

Mao sucumbe a la avalancha del capitalismo

Ciclistas competidores pasan frente a un retrato del líder chino Mao Tse Tung, en la muralla de Tiananmen.
AP
Ciclistas competidores pasan frente a un retrato del líder chino Mao Tse Tung, en la muralla de Tiananmen.

Desde una de las murallas que rodean la Plaza de Tiananmen, la imagen del Gran Timonel observa a los miles de transeúntes que van y vienen en un hormigueo constante con la calma de un monje que ya no espera nada.

Bajo el peso de una reforma económica impensable en su tiempo, la figura de Mao Tse Tung se difumina en la China de hoy y su legado se resiente ante las grietas de la crítica que, lenta pero inexorable, se abre paso.

Además del cuadro en la plaza, no tan enorme según las costumbres comunistas, y de su rostro en los nuevos billetes --denominados ahora renmimbi-- ya no es posible ver a Mao en muchas partes en Pekín.

"Hablar de Mao no está de moda'', advierte un periodista chino que por nada del mundo se atreve a dar su nombre. "Está en el panteón imaginario de los héroes del país, pero en la vida práctica no tiene ningún sentido''.

¿Qué queda de las ideas de Mao en el terreno social y político?

Salvo el dominio todavía hermético del Partido Comunista en casi todos los aspectos de la vida diaria, casi nada, sólo el recuerdo de grandes nombres que muchos no quieren recordar.

El Gran Salto Adelante, La Revolución Cultural, La Campaña de las 100 Flores... lemas que ahora resultan huecos, altisonantes y reaccionarios, completamente ausentes en un país que, aunque todavía se aferra al pasado en ciertos aspectos, ha entrado en una espiral de modernización que amenaza con arrastrar todo a su paso.

Si la nomenclatura china todavía no puede despojarse del todo del arrastre de Mao, se debe a que en ello podría irle la propia existencia de su poder. Un aumento de la crítica al estratega de la Gran Marcha podría abrir las compuertas del desahogo en la población.

Durante años ha existido en las altas esferas chinas una lucha soterrada para revisar el período de efervescencia de Mao e incluso el presidente Hu Jintao se reunió casi en secreto con gentes que sufrieron en carne propia la Revolución Cultural y prometió que algo se debía hacer.

Pero existe el miedo de una perestroika a la china.

"Hay quien dice que Mao sentó las bases de lo que China es hoy, pero no es así'', explica el periodista. "La Revolución Cultural aniquiló casi toda la intelectualidad del país, y eso que él mismo no era un poeta de los peores, y el Gran Salto Adelante dejó decenas de millones de muertos. ¿Qué bueno se puede decir de eso''.

Sus defensores alegan no sólo que a partir de su triunfo en 1949 China se dio a conocer al mundo, sino que su obra transformadora eliminó el analfabetismo y elevó la expectativa de vida del ciudadano común.

Sin embargo, dentro y fuera de China se le achaca un voluntarismo y un culto a la personalidad que eventualmente lo alejaron de la realidad del país y lo llevaron a una existencia de reclusión y a una paranoia que arruinó a millones de seres humanos.

Y lo que es peor, su accionar es la guía intelectual de quizá la tiranía más cruel que haya visto el mundo: la de los Jémeres Rojos de Cambodia, que llevaron su Revolución Cultural un paso más allá y eliminaron a tres de los cinco millones de ciudadanos que tenía la nación asiática al momento de su caída.

"Todo eso es cierto, pero el mundo no debe esperar una crítica como la que hizo Nikita Jruschev contra Stalin'', dice, no sin temor, otra persona vinculada al trabajo en el centro de prensa de los Juegos que vivió en Occidente unos cuantos años. "Esa no es la forma china de hacer las cosas. Este es un país donde los ancianos y los muertos son venerados, no importa lo que hayan hecho. La mejor crítica sale del silencio y el olvido''.

Y de la fuerza de una economía que cada vez más adopta los patrones del mercado y permite que los ciudadanos, si no transgreden los espacios de la política, puedan recoger los frutos de su creatividad.

En la Plaza Tiananmen muy pocos se atreva a hablar de Mao con un periodista extranjero, tal vez porque temen que El Gran Timonel cambie su mirada de abuelo bondadoso y los regañe.

"No podremos olvidar nunca que Mao liberó al país [en referencia a las tropas nacionalistas de Chiang Kai Shek] y eso abrió la puerta a esta realidad'', dice el reportero. "Si hoy China es una potencia se debe en gran parte a él''.

A lo lejos se pueden apreciar los nuevos rascacielos que se elevan contra el cielo de Pekín, repletos de letreros lumínicos que anuncian la ola de empresas capitalistas establecidas en China.

"No, definitivamente, si Mao volviera a vivir estaría asqueado con todo esto'', concluyó el periodista.

Bolivia dividida tras referendo revocatorio

Un seguidor de Evo Morales celebra la victoria del presidente en el referendo revocatorio del domingo 10 de agosto.
AP
Un seguidor de Evo Morales celebra la victoria del presidente en el referendo revocatorio del domingo 10 de agosto.

El presidente Evo Morales fue ratificado ampliamente en su cargo en el referendo del domingo, pero su éxito se vio empañado porque los principales prefectos opositores fueron confirmados, con lo que se mantiene la polarización que vive Bolivia.

Según una encuesta a boca de urna del canal privado de televisión PAT, basada en cálculos del grupo Captura Consulting, el mandatario --junto a su vicepresidente, Alvaro García-- obtuvo 62 por ciento de los votos a favor y 38 por ciento en contra.

Un conteo rápido de la cadena privada ATB señaló que el Presidente tuvo a su favor el 63.1 por ciento de los votos y 36.9 por ciento en contra.

Para revocarle el mandato a Morales era necesaria una votación en contra superior a 53.7 por ciento, que fue lo que logró en las elecciones presidenciales de diciembre del 2005.

"Vamos a consolidar el proceso de cambio'', aseguró triunfal Morales el domingo por la noche, y agregó que mantendrá su programa de nacionalizaciones y recuperación de empresas para el Estado.

También habló de "trabajar de manera conjunta'' con sus opositores, pero sin precisar cómo se articulará ese proceso.

Sin embargo, el éxito del Morales fue opacado al perder 5 de los 9 departamentos y por la victoria de sus principales opositores.

Los prefectos opositores Rubén Costas, de Santa Cruz; Mario Cossío, de Tarija; Ernesto Suárez, de Beni, y Leopoldo Fernández, de Pando, fueron ratificados por un amplio margen.

Costas, su principal rival y ratificado con 79 por ciento de votos en la poderosa región de Santa Cruz, celebró con un discurso virulento contra el gobierno central, al que calificó de dictadura, frente a una multitud que gritaba "No pisa más'', lo que significa que no se permitiría a Morales visitar ese departamento.

Sin embargo, Morales puede sentirse satisfecho con la revocatoria de los prefectos de La Paz, José Luis Paredes, y de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ambos opositores, aunque este último no reconoció el referendo y no está dispuesto a marcharse, por lo que la situación de esa región puede volverse explosiva en los próximos días.

El jefe de Estado, que convocó a esta consulta para destrabar una grave crisis política que lo enfrenta a autoridades regionales, votó en la región cocalera del Chapare sin escolta y acompañado por sus hijos Evaliz y Alvaro, en una faceta familiar hasta ahora desconocida.

Tras votar en el pequeño poblado Villa 14 de septiembre, Morales reiteró que el referendo debe ‘‘redefinir el nuevo escenario político'' del país, bloqueado desde hace meses por la pugna que lo enfrenta con seis de las nueve regiones de Bolivia, que no ven con agrado su proyecto estatista y piden más autonomía.

Un ejemplo del clima de polarización que vive Bolivia es que Morales no pudo hacer campaña en cuatro regiones esta semana porque grupos cívicos opositores bloquearon los aeropuertos a donde debía llegar.

El sábado acusó a la embajada de Estados Unidos de estar detrás uno de los desórdenes. "El miércoles en la noche tenía que estar en Trinidad [Beni] y esa movilización fue pagada por la embajada de los Estados Unidos'', denunció.

Ahora los principales temores se centran en el futuro a corto plazo: aunque Morales puede salir fortalecido con la ratificación a nivel nacional, en las cinco regiones donde perdió puede haber un movimiento para desconocer su mandato, señalan analistas.

Según el investigador y analista francés Hervé do Alto, después del referendo "hay un bloqueo general. El equilibrio [entre la fuerza del gobierno y la de las regiones] se mantiene''.

"Para Evo Morales es un resultado positivo pero problemático. Incluso si el gobierno está en posición de fuerza debe negociar, no tiene otra salida'', subrayó.

La gran mayoría de analistas coincide en que el diálogo es la única salida tras el referendo, cuyos resultados no generan cambios sustanciales de cara a la grave crisis que vive el país.

Energy supplies

The devil and the deep blue sea

Finding more oil has become the first issue of the campaign

“IT IS just simply wrong for Congress to take a five-week paid vacation when so many families…are struggling under the weight of $4-a-gallon gasoline.” With those words Mike Pence, a Republican congressman from Indiana, explained to a crowd of bewildered tourists, including a troop of Boy Scouts, why he was refusing to leave the floor of the House of Representatives when its summer break began on August 1st, even though the lights, microphones and television cameras had been switched off. Instead, he and a few dozen Republican colleagues have returned to the chamber repeatedly in recent days to demand that Congress reconvene and vote on a proposal to increase the scope for oil-drilling in America’s territorial waters.

The Democrats have dismissed the “Phantom Session” as a gimmick. Nancy Pelosi, the speaker of the House, calls it “the war-dance of the handmaidens of the oil companies”. Even the White House has said there is no point recalling Congress, since the Democrats would continue to squelch the Republican initiative.

But the call for more drilling has captured the attention of the media and energised the Republicans, who have been searching for an issue to revive their foundering electoral prospects. Mr Pence, one blogger quipped, could not normally secure a prime-time interview on CNN “unless he hit Lindsay Lohan with a car”. Now drilling is dominating the airwaves, and the Democrats are on the defensive.

John McCain, the presumptive Republican presidential nominee and a supporter of offshore drilling, has ridiculed Barack Obama, his Democratic rival, for suggesting that Americans should try to conserve fuel by keeping their tyres fully inflated. Republican activists have taken to handing out pressure gauges labelled “Obama’s energy plan” at rallies. In response, Mr Obama has softened his opposition to offshore drilling, while denouncing Mr McCain as a lapdog of the oil industry who will do little to bring down prices.

Voters are certainly up in arms about the cost of oil. They rate the health of the economy as the biggest problem facing the country and the rising price of energy as the biggest drag on the economy, according to a poll that was conducted last month by the Pew Research Centre, a think-tank. Some 68% of respondents said that petrol (gasoline) was hard to afford. Among voters’ worries, the cost of driving easily eclipsed the war in Iraq, unemployment, health care or terrorism.

The Republicans argue that allowing oil firms more leeway to drill offshore will help to bring the price of petrol down. Twelve years after an infamous spill from a well off Santa Barbara in 1969, Congress barred the government from issuing new offshore leases anywhere but in the western Gulf of Mexico and Alaska. By the government’s own reckoning, there are some 18 billion barrels of oil to be discovered in the restricted areas—enough to supply all America’s needs for two-and-a-half years. Oilmen also have their eyes on the Arctic National Wildlife Refuge, which lies just beside prolific fields on Alaska’s North Slope, but there is less enthusiasm among Republicans for opening it to drilling; Mr McCain, for one, opposes the idea.

Moreover, there have been no big spills from offshore wells and platforms since 1969 (oil tankers, such as the Exxon Valdez, are another matter). Until recently, states whose beaches attract lots of tourists have supported the drilling ban. Florida, for example, has traditionally resisted oil exploration in the eastern Gulf of Mexico, for fear of another devastating spill. But congressmen hoping to lift the ban have tried to get round the objections of particular states by allowing them the final say on drilling close to shore, and by giving them a share of the royalties. A recent poll by Quinnipiac University found that 60% of Floridians now favour an expansion of drilling.

Democrats have tried to depict themselves not as enemies of drilling, but as the scourge of big oil firms. They dismiss the offshore ban as a distraction, since it would take a decade or so to get any oil out of the seabed and into cars (although that could be seen as a reason to hurry). They also argue, rightly, that the volumes of oil involved would probably be too small, and too expensive to extract, to make much difference to the price.

But the alternatives the Democrats are attempting to push through Congress are an incoherent mish-mash. One, dubbed “use-it-or-lose-it”, would oblige oil firms to exploit their existing leases more quickly or see them revert to the government. The hitch is that federal leases already work along those lines, and few imagine that oil firms are deliberately ignoring vast pools of oil, given the current high price.

Another proposal involves revoking a tax break for oil firms, with the proceeds going to fund research into alternative energy. Mr Obama, in a similar vein, wants to impose a “windfall tax” on oil firms’ profits and use the proceeds to give all taxpayers a $1,000 “energy rebate”. But any measure that reduces oil firms’ margins in America is likely to have the effect of diverting at least some investment to other countries—and so exacerbate the shortage of fuel produced at home.

Other proposals target speculators and the OPEC cartel. Yet another idea, to release some oil from America’s Strategic Petroleum Reserve, would doubtless help to bring prices down briefly. But it would not be sustainable: the government’s entire stockpile would keep America going for no more than a few weeks, and is supposed to be used only in dire emergencies. Democrats in either the House or the Senate have approved all these measures in some form, but the two chambers have been unable to agree on any of them.

The Republicans’ plans are little more coherent. Mr McCain wants to suspend the federal government’s relatively paltry tax on petrol during the summer months, when Americans tend to drive more. That would encourage drivers to buy more, pushing up prices again while reducing Uncle Sam’s take. And both candidates want to reduce emissions of greenhouse gases—a sensible goal, but one that is likely to make energy more expensive, not cheaper.

Just before Congress shut up shop, a bipartisan group of ten senators suggested a compromise that would allow drilling off Florida, Georgia, the Carolinas and Virginia, while also raising taxes on oil firms. But amid the charged pre-election atmosphere, it is hard to see it becoming law. The Republicans are determined to make hay out of the Democrats’ perceived intransigence on drilling, while the Democrats are keen to paint the Republicans as the lackeys of greedy oil barons.

Meanwhile petrol has been getting cheaper of late, thanks to the sliding price of oil. It still costs over $3.80 a gallon on average, $1 more than a year ago. But it is some 25 cents below its peak, and falling. Some Republican lawmakers, ludicrously, claim that the drop is a result of their drive for more drilling. Mere talk of opening up America’s coastal waters, the theory runs, has convinced traders of a big future boost to oil supplies and so pushed the price down. In fact, the gyrations on the oil market illustrate the opposite: they show that the price of oil is largely out of America’s politicians’ hands.

Georgia and Russia

Russia has the upper hand

Russia has extended the conflict to a war inside Georgia. The West will have a hard time responding

GEORGIAN troops would withdraw from South Ossetia and would cease firing on the advancing Russians, said Georgia’s president, Mikheil Saakashvili, on Sunday August 10th. But the war rages on. Russia has not only tightened its hold on the breakaway region. It has hit the Georgian city of Gori, in Georgia proper, with airstrikes and is reportedly sending ground forces that way. Russia has also moved on Abkhazia, a separate breakaway region in western Georgia. Russia also says that it has lost four aircraft, shot down over Georgia.

Georgia began shelling South Ossetia—a tiny territory run by Russia’s security forces and a clique of local thugs who live off smuggling goods and pocketing Russian aid money—on August 7th and 8th. At first Russia sent in tanks, but its response escalated quickly to a full-scale invasion. A host of factors give Russia the upper hand. One is, of course, Russia’s military preponderance over its small neighbour. Another is geography: Georgia is not so near other American or NATO interests that the feelings of these latter need to be taken overmuch into account.

To much of the Western world, the Russian-Georgian war is a straightforward case of a powerful, autocratic nation bullying a weak democracy nearby. But many complications make a meaningful response hard. One is that Georgia has not been lily-white itself. The government, led by the pro-western Mr Saakashvili, tarnished its image last year with a crackdown on protesters. And in response to nationalist pressures, he has begun in the past year to try to tighten Georgian control over South Ossetia and Abkhazia, a separatist region on the Black Sea coast in which Russia has much more strategic interest. It appears that Georgian forces erred badly by shelling South Ossetia last week, but in any case it seemed only a matter of time before Russia responded.

Georgia has called on the outside world to intervene. But it is not clear how effective any response would be. Russia would veto any action at the UN Security Council. Neither NATO nor the European Union have put Georgia on the fast track to membership; if they had, Russia may not have felt so bold. Leading European countries have called for a ceasefire, but have been somewhat even handed in their language. A group of states formerly dominated by Russia—the Baltic republics and Poland—issued a statement more strongly decrying Russian bullying. But some of the bigger EU countries see Georgia’s provocation of Russia as irresponsible. Georgian leaders, in response, ruefully note Europe’s dependence on Russian energy supplies.

The American reaction has been not much clearer. On Sunday America’s vice-president, Dick Cheney, said that Russia’s military action “must not go unanswered”. George Bush, visiting the Olympics, has called for an immediate end to the fighting. So have the two presidential candidates, John McCain and Barack Obama. All put the blame on Russia. But America, besides helping to bring Georgia’s troops home from Iraq quickly, does not have many obvious tools to hand. There is no talk of any military response; America will join mediating efforts with the Organisation for Security and Co-operation in Europe and the EU.

Russia sees it actions as having a parallel in Kosovo. In 1999, NATO fought a war to protect the Albanian-majority province of Yugoslavia from a Serbian crackdown, despite Russian opposition. This year, many western countries recognised Kosovo’s declaration of independence, while somehow suggesting that Kosovo should not set any precedent. Russia claims to see in South Ossetia a friendly and oppressed region seeking independence from a larger country. But the disproportionate Russian response signals far more than concern for hard-pressed South Ossetians (and Russia’s “citizens”, South Ossetians recently given Russian passports). It may be a naked challenge to the West: Russia expects the response to be no more than diplomatic manoeuvres. Russia may also be seeking the removal from power of Mr Saakashvili, sending a signal to other countries on its periphery that, in breaking from Russia and moving westwards, they are playing a dangerous game. That signal is coming through loud and clear.

No hay comentarios.: