viernes, noviembre 21, 2008

Una respuesta hipnotizadora a la angustia financiera

Muchos están buscando en la hipnosis alivio al estrés por Wall Street

Por Mary Pilon

Tras ser despedido el año pasado de su trabajo como representante de servicio al consumidor, Gary Manouelian estaba muy preocupado porque no sabía si podría pagar su hipoteca y la deuda de su tarjeta de crédito. Así que buscó ayuda a través de la hipnosis.

Treinta sesiones y US$1.500 después, Manouelian asegura que ha conseguido un empleo en el gobierno estadounidense y está avanzando en el pago de sus deudas. Por esto le agradece a su hipnotizadora, Laura Ryan-Day, de Austin, Texas.

Nuestra reportera Mary Pilon, habla con el hipnotista Jacob Bimblich sobre sus tratamientos para lidiar con la crisis. (En español)

"Sin dudas me ha hecho cambiar mi forma de pensar", asegura Manouelian, de Pflugerville, Texas. "Me siento mucho más seguro y menos estresado".

Durante años, la hipnosis se ha utilizado para ayudar a muchos a dejar de fumar, perder peso o dormir mejor. Pero recientemente en Estados Unidos ha habido un aumento significativo en la cantidad de clientes que buscan ayuda para enfrentar el estrés de la agitación en los mercados, según Dwight Damon, presidente de la Asociación Estadounidense de Hipnotizadores. La asociación tiene más de 12.000 miembros.

En la hipnosis, el terapista utiliza tonos relajantes y a veces música para que los pacientes se sientan profundamente relajados. Los clientes reciben sugerencias y recomendaciones sobre cómo cambiar su comportamiento, ajustar su pensamiento y alcanzar sus metas.

No se requiere un certificado oficial para practicar hipnoterapia. Eso ha creado tensiones entre hipnoterapistas que estudiaron psicología tradicional en una universidad y aquellos que obtuvieron sus títulos en cursos libres o que no tienen ningún tipo de entrenamiento formal.

Investigación escasa

La investigación científica sobre la hipnosis no es tan abundante como en otros campos de la psicología, pero la mayoría de los pacientes y los profesionales afirman que el cambio hacia una actitud positiva es de ayuda para muchos. Gran parte de las técnicas utilizadas en la hipnosis es similar a las usadas en las formas más convencionales de la psicología.

La Asociación Estadounidense de Psicología indica que el éxito de la hipnosis está documentado en publicaciones científicas. Pero el sitio Web de la organización menciona que no todos los pacientes responden al tratamiento y que la hipnosis debería ser practicada por alguien que tenga entrenamiento médico.

Ryan-Day, que ha estado practicando la hipnosis durante ocho años y que está estudiando para obtener su maestría en consejería, les pide a sus clientes que se pongan anteojos oscuros para relajarse y concentrarse en la hipnosis. Los pacientes se sientan en un cómodo sillón en su oficina y se ponen audífonos para bloquear sonidos no deseados.

Ryan-Day les dice suavemente a través de un micrófono: "El dinero es energía que va y viene". La hipnotizadora graba las sesiones y alienta a los clientes a que las escuchen tres veces por día, pero "no mientras conducen".

La efectividad de la hipnosis que busca tratar la ansiedad financiera es difícil de cuantificar. A diferencia de la hipnosis para dejar de fumar o para perder peso, cuyos resultados se pueden medir en kilos o meses sin cigarrillo, las finanzas involucran un sinfín de variables. Pero eso no impide que los estresados trabajadores de Wall Street busquen tratamiento.

Jacob Bimblich, un hipnotizador de Nueva York, supo que cuando el Promedio Industrial Dow Jones cayó en picada recientemente, su negocio registraría más actividad.

La primera vez que notó el aumento de clientes preocupados por la crisis financiera fue cuando un par de empleados despedidos de Bear, Stearns & Co., que se desplomó en marzo y fue adquirida por J.P. Morgan Chase & Co., lo fueron a ver hace unos meses. Pronto llegaron varios clientes de Lehman Brothers Holdings Inc., Washington Mutual Inc. y otras firmas de Wall Street atrapadas en la restricción de crédito.

Bimblich no estudió formalmente hipnosis y asegura que aprendió su oficio al trabajar con otros hipnotizadores y leyendo sobre el tema. Tiene unos 30 clientes por semana, y cobra US$60 por una sesión básica de media hora.

"No tengo control sobre los mercados financieros", les dice Bimblich a sus clientes. "Pero puedo ayudar con la forma en que usted los mira". La cantidad de clientes que llegan debido a problemas financieros se ha "multiplicado por diez", afirma.

Un paciente que trata Bimblich está comiendo de más por la ansiedad financiera. "Veo las noticias sobre el mercado y quiero una dona", se queja Jack, dueño de un estudio de danzas, quien no quizo dar su apellido. Jack afirma que ha subido 21 kilos en los dos últimos años debido a la ansiedad por la economía. Desde que comenzó el tratamiento de hipnosis hace un año, asegura que ha perdido casi 7 kilos.

Diana Ayala estima que gastó US$700 en sesiones de hipnosis con Ryan-Day en los últimos meses. Se sentía frustrada financieramente porque no había tenido un aumento luego de tres años en el mismo empleo. También perdió US$1.700 en una estafa de marketing.

"Me hubiera encantado haber ido a Italia, pero en ese momento, tenía que concentrarme en mí misma", señala, en referencia a sus sesiones de hipnosis, que parece haber encontrado efectivas.

La hipnosis también puede ser un buen negocio. Matthew B. James, un hipnotizador de Hawai, dice que gana US$3 millones al año a través de sus sesiones de hipnosis en grupo, sus libros y CD sobre el tema y a través de su escuela de hipnosis, que no está acreditada.

Ignore al mercado bursátil hasta febrero

Por Andy Kessler

En baja por la mañana, en alza por la tarde. ¿O es al revés? El mercado bursátil patas para arriba es difícil de leer.

En el último año, en un corto período de tiempo, el Promedio Industrial Dow Jones ha estado por encima de los 13.000 y por debajo de los 8.000. El último mes se ha sentido como una montaña rusa: montones de subidas y bajadas, con esa sensación de que el aparato desvencijado se va a estrellaren cualquier momento.

A los grandes inversionistas se les enseña a escuchar al mercado. Cada instante de la cinta tiene alguna enseñanza sobre expectativas de crecimiento, inflación, cambios de políticas y recesiones al acecho. El mercado bursátil es como una masa gigante de plasma latente que descubre precios y un tema controvertido que tendrá consecuencias peligrosas para quien se involucre en él, entregando acciones a las manos correctas con el perfil de riesgo adecuado. Es demasiado grande para que una persona pueda manipularlo, mucho menos tocarlo directamente. En cambio, millones de nosotros hacemos un aporte a través de nuestras decisiones de compra y venta.

Cuando está en su punto más eficiente, y los compradores y vendedores coinciden sin sobresaltos en el precio adecuado, es un pronosticador bastante bueno. La crisis de 1929 anunció una recesión, y la llamada de atención a la que no se le dio importancia puede haber causado muchas de las malas políticas que llevaron a la Gran Depresión. ¿La crisis de 1987? No tanto.

Es que el mercado es un gran manipulador. En septiembre, el Dow cayó 700 puntos en un mismo día luego de que la Cámara Baja rechazara el plan de rescate bancario del Tesoro de EE.UU. Asustada, la Cámara Baja aprobó la ley la semana siguiente. ¿O qué le parece esto? El Dow subió 300 puntos el día de las elecciones presidenciales en señal de aprobación a la victoria de Obama y luego cayó 1.600 puntos desde entonces.

El mercado también puede ser un mentiroso descarado. El 22 de enero la Reserva Federal (Fed) anunció un recorte de tasas de emergencia de 75 puntos base, en respuesta a enormes caídas en los mercados europeos. Unos pocos días más tarde, se supo que un corredor pícaro de Société Générale les hizo perder US$7.000 millones y el banco se estaba desvinculando de sus inversiones.

¿Entonces qué es: un mecanismo eficiente o un mentiroso manipulador? ¿Debería usted escucharlo advirtiendo que se aproxima la ruina o anticipando una renovación? Yo diría se ponga tapones de cera en los oídos y no escuche al mercado hasta febrero.

No me malinterprete. La congelación de los mercados de crédito está causando estragos en la economía mundial. Las ganancias corporativas están cayendo. Los bancos centrales están peleando contra la deflación y puede que no logren cerrar los grifos lo suficientemente rápido, lo que podría desatar una inflación fuera de control. Pero debido al grave problema del crédito, estoy convencido de que el mercado bursátil actualmente está en su punto menos eficiente. No saque demasiadas conclusiones de lo que ocurre. Estas son las cinco mayores anomalías que se observan en este momento:

-Venta de pérdidas por impuestos: cuando experimenta una pérdida en una acción —y a quién no le pasa— siempre es inteligente venderla por cuestiones impositivas, soportar una pérdida en impuestos y o bien comprar algo similar o esperar 30 días y volver a comprar la acción original. Diciembre puede ser un mal mes para las ventas indiscriminadas.

-Reembolsos de fondos de inversión: los fondos de inversión también son desechado por las pérdidas impositivas. Cuando el mercado bursátil está en baja en la mañana, suele ser debido a reembolsos de fondos de inversión.

El fondo Magellan, del gigante Fidelity, 56% en baja, es uno entre muchos en el negocio de US$6.000 billones (millones de millones) de los fondos de acciones que están teniendo un año pésimo. A medida que los inversionistas llaman o hacen click para salirse de estos fondos, Fidelity y los demás deben vender acciones a la mañana siguiente para levantar capital. Estas ventas forzadas agobian al sistema. Los especialistas en la Bolsa de Valores de Nueva York, cuyo trabajo es mantener un mercado ordenado, dejan de comprar y dan marcha atrás. Hay caídas enormes, que pueden poner nerviosos a aún más inversionistas y hacer que busquen un reembolso.

-Distribuciones de las ganancias de los fondos de inversión: para empeorar la situación, en diciembre los fondos de inversión hacen distribuciones de ganancias. En un año de bajo rendimiento como 2008, uno pensaría que no hay impuestos que pagar. Vuelva a pensar. Legg Mason's Value Trust, dirigido por Bill Miller, superó el mercado por 15 años al comprar muchos nombres "sin valor" como Amazon. Cuando los inversionistas obtienen reembolsos, el fondo se ve obligado a vender gran parte de estas acciones originalmente compradas a precios muy bajos, provocando enormes ganancias de capital en un año en el que este fondo cayó 62%. Es casi seguro que los inversionistas también venderán más de estos fondos para pagar su cuenta de impuestos inesperada.

-Reembolsos de fondos de cobertura: en vez de las ventas de un día para el otro como las de los fondos de inversión, los fondos de cobertura suelen requerir un preaviso de 45 días para que los inversionistas puedan salirse de un fondo. Han estado vendiendo a lo loco desde septiembre para levantar efectivo para pagarles a los inversionistas. Esto suele aparecer como un conjunto de acciones que simplemente bajan y bajan y bajan sin explicación evidente.

Poner sal sobre las heridas de los fondos de cobertura es el hecho de que Lehman Brothers era un corredor de primera categoría para muchos fondos de cobertura, que tenía sus acciones. Mientras la bancarrota de Lehman no fue un problema en EE.UU., en Inglaterra la política es congelar cuentas hasta que el desbarajuste se pueda descifrar. Hay miles de millones en activos trabados en esta bancarrota, y los fondos de cobertura se ven forzados a vender inversiones en EE.UU. y en otros lugares para levantar capital, exacerbando la tendencia bajista en EE.UU.

De paso, cuando los fondos de cobertura tienen un balance negativo en un año, trabajan prácticamente gratis hasta que compensar la pérdida. Veremos fondos de cobertura que cierran y acciones que son liquidadas ya que —no es ninguna sorpresa— a los directores de los fondos les gusta recibir su salario.

-Demanda de cobertura suplementaria: cuando las acciones bajan de forma pronunciada, se sabe rápidamente quién las posee con deuda. Hemos visto demandas de cobertura suplementaria espectaculares, un requisito para que más capital cubra las pérdidas de acciones. El presidente ejecutivo de Chesapeake Energy, Aubrey McClendon, vendió 33 millones de acciones para cubrir pérdidas. El presidente ejecutivo de Viacom, Sumner Redstone, realizó una venta forzada de US$400 millones en acciones de Viacom y CBS debido a una demanda de cobertura suplementaria en otros títulos. Sin dudas muchas demandas de cobertura suplementaria no tan públicas están detrás de muchas caídas de precios enormes. Estas suelen ocurrir en los últimos 30 minutos de operaciones.

Entonces, ¿no estará todo bien en enero cuando estos obstáculos que afectan al mercado desaparezcan? Se supone que el efecto enero será positivo.

Bueno, a menudo los administradores de dinero son despedidos al final de un año desastroso. Llega un nuevo administrador, hecha una mirada a las inversiones existentes y las desecha a todas y reconfigura el portafolio con acciones nuevas que les gusta a él, de esta forma generando más ventas. Mi refrán favorito de Wall Street sugiere que el mercado bursátil opera para infligir el mayor dolor posible. Recuerde, sólo se puede ignorar al mercado bursátil hasta cierto punto. Una vez que todo el mundo cree que sólo puede bajar... puede que suba.

Las automotrices de EE.UU., más lejos de un rescate de emergencia

Por Patrick Yoest, Greg Hitt y John D. Stoll

WASHINGTON—El Congreso suspenderá su sesión legislativa esta semana sin aprobar una ley para extender préstamos de emergencia a las automotrices estadounidenses, pero podría reanudarla en diciembre si las compañías presentan un plan "viable" para su supervivencia, dijeron líderes legislativos demócratas el jueves.

El líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijeron que las automotrices no les han proporcionado una estrategia viable para darles un giro de 180 grados a sus finanzas.

Un plan de "compromiso" fraguado por un grupo bipartidista de senadores para extender préstamos a la industria a través de un programa del Departamento de Energía parece haber fracasado.

"Queremos asegurarnos de que haya viabilidad", dijo Reid. "Sólo podemos ayudar si están dispuestos a ayudarse a sí mismos".

El Congreso podría volver a reunirse la semana del 8 de diciembre, dijeron Reid y Pelosi, pero sólo si las automotrices presentan un proyecto aceptable. "Hasta que no muestren el plan, no podemos mostrarles el dinero", dijo Pelosi.

Eso deja a las Tres Grandes automotrices de Detroit (General Motors Corp., Ford Motor Co. y Chrysler LLC) tratando de determinar qué medidas específicas podrían tomar. Tras dos días de testimonios ante el Congreso esta semana, los presidentes ejecutivos de las tres automotrices no lograron obtener suficiente apoyo para un rescate, en gran parte debido a que muchos legisladores siguen sin estar convencidos de que los ejecutivos estarían cambiando de manera fundamental la forma en que operan sus empresas.

Los ejecutivos Rick Wagoner, de GM; Alan Mulally, de Ford, y Robert Nardelli, de Chrysler, le restaron importancia a la necesidad de recortar más empleos o renegociar sus contratos con su mayor sindicato, United Auto Workers. Además, dijeron que la principal razón por la cual necesitan dinero es por el colapso de los mercados financieros. Pero pocos legisladores están de acuerdo.

Los ejecutivos también fueron criticados por no tomar medidas simbólicas para mostrar que comparten los sacrificios. Los congresistas de ambos partidos los criticaron por volar en sus aviones corporativos a Washington para pedir miles de millones de dólares de los contribuyentes. También se les presionó para que recortaran sus salarios a US$1. Nardelli dijo que lo haría, mientras que Wagoner y Mulally presentaron objeciones al respecto.

La junta directiva de GM discutirá el estado de la compañía en una conferencia telefónica programada para hoy. La junta se ha estado reuniendo varias veces por semana mediante teleconferencia para monitorear las crecientes dificultades financieras de la automotriz. Pese al revés en Washington esta semana, la junta continúa apoyando a Wagoner, dijo un portavoz.

Wagoner ha sido criticado por no ser capaz de articular claramente cuánto dinero necesita GM para mantenerse a flote y por no presentar un sendero convincente hacia la rentabilidad en las condiciones actuales del mercado.

La junta de GM también tiene programada una reunión regular para el 2 diciembre. La supervivencia de las automotrices se ha convertido en una batalla que avanza día a día debido al inesperado colapso del mercado automovilístico en EE.UU. y a la excesiva erosión de la liquidez en el tercer trimestre. Los directores de GM, así como la gerencia de la compañía, creen que las opciones de la empresa para evitar la quiebra son limitadas sin la asistencia del gobierno federal, dijeron varias personas al tanto.

En su testimonio en Washington, Wagoner dijo que no está claro si GM podrá sobrevivir con los fondos que tiene hasta que el presidente electo Barack Obama tome posesión del cargo en enero. A fines de septiembre, la compañía tenía US$16.200 millones en efectivo.

En Ford, cuya situación financiera es algo mejor que la de GM, los ejecutivos están esperando a ver si el Congreso alcanza un acuerdo de compromiso para extender préstamos estatales a la industria, según fuentes cercanas.

Aun así, no se mostraron muy optimistas sobre la posibilidad de un rescate inmediato y están planeando metódicamente cómo enfrentar una variedad de posibles escenarios que podrían darse en las próximas semanas y meses.

Tanto Wagoner como Mulally dijeron que no han empezado a hacer planes de contingencia en caso de que sus compañías necesiten solicitar la protección por bancarrota. Sin embargo, Chrysler sí que ha empezado a tomar esos pasos. Nardelli le dijo al Congreso que a fines de año los fondos de su compañía podrían caer debajo del nivel necesario para seguir operando.

[Autos]

En un día agitado, gana el Tesoro y pierden los bonos corporativos

Por Lingling Wei y Serena Ng

Los mercados de crédito estadounidenses se mantuvieron ayer en niveles de crisis, después de que los inversionistas compraran en masa bonos del Tesoro estadounidense mientras se deshacían de valores ligados a inmuebles comerciales y a deuda corporativa.

La agitación de ayer en los mercados de bonos y acciones llevó a los inversionistas a buscar refugio en los relativamente seguros bonos del Tesoro estadounidense, cuyos rendimientos cayeron significativamente a medida que sus precios subían.

Por primera vez en la historia, el rendimiento del bono del Tesoro a dos años cayó por debajo de 1%. Los rendimientos de las notas a tres meses cayeron a 0,04%, ya que los compradoras aceptaron prácticamente no cobrar ningún interés a cambio de poder adquirir estos valores.

Otras sectores de los mercados de crédito de EE.UU. sufrieron mayores caídas el jueves. La incertidumbre sobre el destino de las tres mayores automotrices de EE.UU. y una creciente crisis de confianza en Citigroup Inc. ayudaron a que las diferencias (spreads) en muchos bonos y derivados crediticios alcanzaran niveles récord. Los bonos chatarra ahora dan un retorno de más de 19 puntos porcentuales por encima de los valores del Tesoro de EE.UU., mientras que el spread sobre bonos corporativos con grado de inversión está por encima de los 6 puntos porcentuales.

Detrás buena parte de la agitación están las preocupaciones sobre los precios de los valores respaldados por hipotecas comerciales, o CMBS, por sus siglas en inglés. Los precios de estos valores continuaron cayendo el jueves a medida que aumentaron los temores de los inversionistas sobre una ola de impagos en préstamos asegurados por edificios de oficinas, centros comerciales, hoteles y otras propiedades comerciales.

Quienes poseen CMBS en dificultades también se desilusionaron por la sorpresiva decisión del gobierno de George W. Bush de optar por no usar el paquete de rescate financiero para comprar activos de bienes raíces en problemas en manos de instituciones financieras.

El valor a la baja de las hipotecas comerciales contribuyó a la venta generalizada por tercer día consecutivo. Hay cerca de US$1.000 billones (millones de millones) de CMBS circulando y el aumento de los impagos promete hacer temblar a las instituciones financieras.

El precio de los valores de deuda de inmuebles comerciales ha caído tanto que ha desatado un debate entre los inversionistas sobre si este es el momento de comprar. Los valores respaldados por hipotecas comerciales Triple A, actualmente se negocian a unos 70 centavos sobre un dólar, lo que quiere decir que producirían un rendimiento de 20% si se conservan hasta su vencimiento.

En tanto, el índice de mora en los valores de bienes raíces comerciales se mantiene cerca de sus niveles mínimos históricos, aunque está subiendo. En general, los valores que tienen 30 o más días de mora aumentaron a 0,64% en octubre desde 0,39% a fines del año pasado. Ese es el índice de deudas impagas más alto en dos años pero aún se encuentra lejos del tipo de debacle que se observó durante el colapso de los bienes raíces comerciales a principios de los años 1990. En ese momento, el índice en mora sobre la deuda comercial emitida en unos años alcanzó el 36%.

Los actuales niveles de negociación de bonos CMBS implican un índice de pérdida acumulativa de hasta 40% sobre los bonos de más alta calificación, lo que significa que por lo menos 70% del fondo común de préstamos esenciales tendría que caer en mora, según Richard Parkus, director de investigación de CMBS en Deutsche Bank Securities Inc.

Citigroup evalúa un abanico de opciones, incluyendo una venta total o parcial

Por David Enrich

Los ejecutivos y directores de Citigroup Inc., que enfrentan un derrumbe en el precio de la acción, han empezado a evaluar la venta de una parte o la totalidad del conglomerado financiero, informaron fuentes cercanas.

Las deliberaciones internas están en una etapa preliminar y no constituyen una señal de que la junta directiva ni la cúpula ejecutiva se estén retractando de su mensaje de que el gigante financiero neoyorquino cuenta con amplio capital, financiamiento y dirección estratégica, añadieron las fuentes.

La acción cayó 26% el jueves —el mayor declive porcentual de su historia— y los directivos de Citigroup han decidido que necesitan barajar posibilidades que eran inconcebibles hace apenas unas semanas.

Una fuente cercana informó que la junta directiva sostendrá pronto una reunión formal para analizar las opciones. Mientras tanto, los ejecutivos han estado hablando por teléfono sobre lo que podría hacerse para revertir el derrumbe bursátil. Los principales ejecutivos pasaron el jueves reunidos tratando de fraguar una respuesta.

[Citigroup]

Vikram Pandit, el presidente ejecutivo, y otros directivos de Citigroup no han ocultado su frustración y confusión por el desplome de 50% en el precio de de la acción esta semana, aunque los inversionistas se han desprendido de las acciones bancarias en masa debido a los crecientes temores de que la crisis económica golpeará a las compañías financieras con más fuerza de lo esperado. La acción de J.P. Morgan Chase & Co., por ejemplo, cayó 18% el jueves, mientras que la de Bank of America Corp. perdió 14%. La acción de Citigroup cedió US$1,69 para cerrar en US$4,71 en la Bolsa de Nueva York.

En Washington, mientras tanto, ejecutivos de Citigroup han estado tratando de convencer a legisladores y reguladores para que el gobierno intervenga y dificulte las condiciones para que los inversionistas apuesten a una caída en el precio de la acción, una técnica conocida como venta al descubierto, dijeron fuentes cercanas.

A su vez, Citigroup se ha embarcado en una campaña para apuntalar la confianza de los inversionistas, clientes y empleados. La junta directiva espera que el banco pueda capear la tormenta volviéndose más transparente con los accionistas y disipando los temores de que decenas de miles de millones de dólares en activos tóxicos pululen a escondidas en los libros de la compañía.

En una medida orientada a reducir la incertidumbre sobre su exposición al riesgo, Citigroup anunció el miércoles la compra de US$17.400 millones en activos de sus vehículos de inversión estructurada, entidades financieras complejas que tenían activos hipotecarios.

En los últimos días, los ejecutivos les han pedido a operadores y otros empleados que tomen la iniciativa y contacten a sus clientes para informarles sobre una serie de razones que demostrarían la fortaleza de Citigroup. El equipo de gestión de patrimonio, por ejemplo, convino una conferencia telefónica para hoy por la tarde.

Sin embargo, está por verse si las medidas serán suficientes para reforzar la confianza.

Ayer, algunos fondos de cobertura anunciaron que habían empezado a dejar de hacer negocios con Citigroup o a erigir estructuras para protegerse en caso de que se agraven los problemas de Citigroup.

La caída de la acción ha llevado a los ejecutivos de la empresa a empezar a contemplar distintos escenarios. Además de considerar la venta de toda la compañía a otro banco, han empezado a explorar la subasta de partes de la compañía, incluyendo la firma de corretaje Smith Barney, la división global de tarjetas de crédito y la filial de servicios de transacción, uno de los negocios más lucrativos y de mayor crecimiento de Citigroup, dijeron las fuentes.

Pandit, un entusiasta defensor de la actual configuración de Citigroup, dejaría está opción como último recurso, añadieron las fuentes.

El declive del jueves tuvo lugar a pesar del anuncio del príncipe saudita Alwaleed bin Talal bin Abdulaziz, uno de los mayores accionistas de Citi, de que aumentaría su participación a 5%, añadiendo que respalda la gestión del banco.

"El príncipe Alwaleed empezó a comprar acciones de Citi, ya que cree firmemente que están drásticamente subvaloradas", señaló un comunicado de su oficina. El príncipe Alwaleed expresó "su total y completo apoyo a la gerencia de Citi, liderada por Vikram Pandit, y cree que están tomando todos los pasos necesarios para posicionar a la compañía para soportar los retos que enfrenta la industria bancaria y la economía global", informó el comunicado.

Modern management

All you need is cash

The increasingly desperate search for the stuff is changing modern management—not always for the better

SELDOM has corporate strategy been turned on its head so quickly. Barely a year ago, cash was a dangerous thing to accumulate: activist investors stalked companies, urging boards to return it to investors, to pay special dividends or to buy back shares. Ever since the 1980s the fashion had been to make companies as lean as possible, outsourcing all but your core competencies, expanding your just-in-time supplier system around the globe, loading up with debt to “leverage” your balance-sheet. Old-style defensive conglomerates, such as Arnold Weinstock’s General Electric Company, were dismantled. Companies that hoarded cash—even ones as good as Toyota and Microsoft—were viewed with suspicion.

No longer. For many big American companies, the day of reckoning came two months ago when the deepening financial crisis brought about the abrupt closure of the overnight commercial-paper market. This briefly sent even the most solid companies into a desperate scramble to find money to meet such basic obligations as paying their staff. Since then, the guiding principle for managers everywhere has been to gather up whatever cash they can find, and then do their damnedest to keep as much of it as possible for as long as possible.

For some firms—the investment banks or the Detroit carmakers—this struggle is already a very public affair. But most of the panic is still hidden. In Britain solid corporate giants are finding it harder to roll over routine loans. Across Europe nervous accountants say they will need to see more proof that firms are “going concerns” before they sign off year-end accounts. In America Fortune 500 firms now face questions from investors about how long their cash will last at current “burn rates”. In Silicon Valley, Sequoia, a venture-capital firm, recently told the small businesses in which it has invested to treat every dollar as if was the last they would ever raise, to cut jobs and scale back growth plans that were not immediately “cashflow-positive”. And the emerging world is not immune: witness a stiff e-mail from Ratan Tata to managers at India’s bellwether Tata group telling them to undertake “a critical review of their cashflow requirements and business plans”.

Thrift and its paradoxes

This cash squeeze is a huge problem for the world economy, because as firms cut discretionary spending wherever they can, the result is likely to be a corporate version of what John Maynard Keynes called the “paradox of thrift”. Every firm does what is prudent for itself, but by cutting its spending it slows down the economy still further and thus hurts everybody, including itself. This will only reinforce the need for expansionary monetary and fiscal policy (see article) to boost demand; and also for more direct support in credit markets, such as the Federal Reserve’s prop for the commercial-paper market (already tapped by some large American firms).

These are vital tasks for politicians and regulators, but for managers the paradox works the other way: spending money might be in society’s interests, but not in their shareholders’. For a whole generation of bosses, what they do in the next few months may come to define the rest of their careers.

For the few lucky hoarders, this is a time to feel both smug and predatory. Japanese firms have been able to make $71 billion in foreign acquisitions so far in 2008, which is on track to be a record year. Bill Gates thought his company should have enough cash to survive a year with zero sales: its $21 billion pile now gives it even more options than normal. Cash-rich drugs firms, such as Eli Lilly, Roche, Merck and Bristol-Myers Squibb, have all said that the financial turmoil presents an opportunity for them to buy biotechnology companies at knock-down prices. Germany’s Siemens plans to provide finance for customers that are strapped for cash. A study, aptly from Citigroup (which axed 52,000 people this week), shows cash hoarders now outperforming indebted firms, having lagged before.

For the non-hoarders, there is a balance to be struck. In the short term some of the old ways to perk up your share price now seem suicidal. Huge dividends or share buybacks have to be regarded as reckless (even though share prices, as Warren Buffett points out, look cheap). What was once seen as evidence of corporate fitness for the moment looks like anorexia. More padding—in the form of cash in the bank—will be necessary to secure a clean bill of health. Likewise, ultra-lean supply chains no longer look like such a brilliant idea when you have to find cash to keep afloat a supplier that cannot get even basic trade credit. “Just in time” is giving way to “just in case”.

The bloodbath or the death spiral?

But for how long? This new conservatism is not solely motivated by the fact that cash is hard to come by; demand is also falling for most firms’ products. Households and firms alike have hit the pause button, and no one knows when they will press “play” again. Companies need to plan for that day as well.

As in every downturn, who succeeds and who fails is likely to be determined not by what costs are cut, but how they are cut and above all which ones are not cut. There is a hint of blind panic about some redundancies. Companies argue that one big swing of the axe does less harm than what Sequoia calls the “death spiral” of successive morale-sapping rounds of modest job cuts. But firms that get a reputation for too readily offloading people whom they described only recently as “our most important assets” will suffer eventually in the labour market. One reason why downturns tend to be good times to launch new businesses is because established companies abandon promising growth opportunities too fast. Oracle and Microsoft were both born in difficult economic times.

And there will also come a time when the necessity to safeguard cash is not so all-consuming. Rash though some of them seem today, the Western management fads of the past 30 years improved productivity (one year’s outperformance does not prove the Japanese model was right). But even if cash does become more plentiful, it is doubtful whether today’s generation of managers will be quite so cavalier about taking it for granted. That change in attitude, more than anything else, will be the legacy of this credit crunch for the corporate world.

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