jueves, junio 09, 2011

Hezbollah, el Partido de Dios

En una entrevista publicada el día 25 de este mes de noviembre por el diario libanés "L'Oriente Le Jour", uno de los líderes religiosos más influyentes del Líbano, Mohammed Hussein Fadlala declara que el problema del Líbano no es religioso sino político porque piensa que el sistema libanés está obsoleto y carece de sentido en un País donde conviven hasta 18 confesiones diferentes.

A Fadlala se le vincula a Hezbollah pero él lo desmiente sin embargo asegura que la única fuerza que puede repeler los ataques israelíes es el Partido de Dios ya que el Gobierno está incapacitado para hacerlo.

El pensamiento de Fadlala no puede ser calificado de islamista puesto que el año pasado lanzó una fatua en la que permite a las mujeres defenderse de la violencia machista alegando que el Corán no defiende ni permite que se maltrate a las mujeres por lo que ellas pueden y deben defenderse y por supuesto denunciarlo a los juzgados.

Hezbollah ha medido sus fuerzas con Israel en dos ocasiones: una en el año 2000 y otra en 2006 y en ninguna de las dos ocasiones Israel consiguió acabar con la organización, todo lo contrario, los soldados israelíes acabaron por retirarse.

Se ha comparado a Hezbollah con al-Qaeda diciendo que ambas organizaciones son yijadistas y luchan contra Occidente pero lo cierto es que Hezbollah lucha contra Israel y no defiende los postulados de la red de Ben Laden, es más se respetan mutuamente y procuran una no pisar el área de influencia de la otra, aunque ya hay tímidos intentos de al-Qaeda por entrar en la escena palestina, lo que no es bien visto por Hezbollah.

El Partido de Allah es un movimiento parecido al IRA, cuando estaba en su momento álgido o el MLNV (Movimiento de liberación Nacional Vasco) de ETA que también posee un entramado de asociaciones y organizaciones que cubren todos los aspectos de la sociedad vasca; digamos, un Estado en la sombra y clandestino. Ambos movimientos, Hezbollah y ETA cuentan con grandes canteras de futuros adeptos siendo el único modo de acabar con ellas fortalecer las instituciones libanesas o prestar atención a la docencia en las ikastolas en el caso vasco, para que no aprendan desde niños que se debe odiar al Estado español, eliminando así la cantera de ETA al crecer los jóvenes vascos con una educación basada en la solidaridad y no el enfrentamiento o el odio.

Los dos movimientos tienen estructuras parecidas lo que no quiere decir que su intencionalidad y objetivos sean parecidos o la motivación de unos y otros ya que en El Líbano se libra una guerra pero en el País Vasco no.

El actual líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, es visto como un héroe del Islam al resistir al poderoso ejército israelí en 2006, lo que ha motivado que la organización que no pasaba por su mejor momento en 2005 haya renovado la adscripción y la simpatía que le profesan en Oriente Medio. Se equivoca pues Israel si pretende volver a los libaneses contra Hezbollah porque en la actualidad, el verdadero Líbano es Hezbollah.

Israel ha comprobado el alcance del poder militar de Hezbollah: armas automáticas, antitanques y misiles lanzados contra el norte de Israel. El Estado hebreo ha comprendido que ya no son imbatibles y que su territorio puede ser atacado e invadido en cualquier momento si los Países árabes se unieran o las diferentes organizaciones terroristas que actúan en la zona; Hezbollah ha demostrado que Israel es vulnerable.

Los objetivos del Partido de Allah son la eliminación de Israel, la liberación de Jerusalén y la implantación de una República islámica en El Líbano inspirada en la iraní (por lo que declaraciones como las de Fadlala llaman la atención, por su aperturismo, algo que en Irán no se puede decir que se está dando). Para ello cuentan con células y apoyo financiero procedente de negocios de tráfico de drogas y adiestramiento de otras organizaciones terroristas en todo el Mundo, siendo su presupuesto actual de más de 200 millones de euros según varias estimaciones.

Hezbollah trafica con drogas en Iberoamérica y con armas por todo el Mundo y lo cierto es que se desconoce cual de las dos redes yijadistas universalistas (al-Qaeda y Hezbollah) es más poderosa.

El Consejo del Yijad dirige la organización y todo su entramado:

- El-Jarih que atiende a 4.000 heridos por los enfrentamientos con Israel y fabrica las prótesis para los mutilados.

- El Shahid que atiende a las familias de los caídos y escolariza a sus hijos con un coste de casi 300 € por familia al mes.

- Jihad ua Binaa, que reconstruye las zonas afectadas por los bombardeos

Ali Fayed, uno de los portavoces de Hezbollah decía lo siguiente: "El problema con algunos movimientos islamistas, es la ausencia de visión geopolítico del mundo contemporáneo. Estos movimientos deben aceptar la idea del pluralismo político, de la divergencia, y renunciar a transformarlo en conflictos antagónicos. Deben también abandonar el uso de la violencia en la lucha para lograrlo y evitar hundirse en la lógica de la guerra civil que amenaza la unidad de las sociedades arabo-musulmanas".

Con respecto a su forma de actuar, quién mejor que su líder para explicarla: "La Resistencia islámica en el Líbano no dispone de bases militares, ni de cuarteles. Llevamos las armas cuando combatimos al enemigo en las zonas ocupadas de nuestro territorio" (…) “el Hezbollah neutralizó el dispositivo - radar instalado por la sociedad israelí ELBIT, destinado a detectar las infiltraciones en zona fronteriza así como el sistema antiobús Nautilus proporcionado al Tsahal[1] por el ejército norteamericano".

Los efectivos humanos reales de Hezbollah no superan los 2.000 activistas pero en manifestaciones convocadas por la organización en Líbano han llegado a movilizar a cientos de miles de libaneses.

A continuación mostramos una tabla con los atentados más significativos de Hezbollah porque no nos engañemos, no dejan de ser una organización terrorista que debe abandonar las armas cuanto antes y contribuir en todo caso, con su poder económico al desarrollo del Líbano y no a hundirlo aún más manteniendo el conflicto con Israel abierto:

Fecha

Objetivo

Lugar

Abril de 1983

Embajada de USA en Libano

Beirut

Octubre de 1983

Marines norteamericanos y franceses

Beirut

Septiembre de 1984

Atentado suicida en Embajada de USA

Beirut

Diciembre de 1984

Secuestro del avión KU 221

Vuelo de Kuwait a Pakistán

Junio de 1985

Secuestro del avión TWA 847

Vuelo de Atenas a Roma

Marzo de 1992

Bombardeo de la embajada de Israel

Argentina

Julio de 1994

Bombardeo del Centro comunitario judío

Buenos Aires

Junio de 1996

Bombardeo de las torres Khobar

Arabia Saudí

Julio de 2006

Secuestro de dos soldados israelíes

Frontera entre Líbano e Israel

Terrorismo made in Mexico

Terrorismo made in Mexico

Estas cuatro estampas de estrategias terroristas se han incorporado a la atribulada vida del país en los últimos años sin provocar demasiado asombro.

México.- El terrorismo en México no tiene un antes y un después. El calendario nacional carece de su “11 de septiembre”, y el fenómeno no tiene una forma definida en la imaginación ciudadana, tal como sucede en Estados Unidos con Al Qaeda y otros grupos islámicos radicales. Pero si en México no hay Torres Gemelas derrumbadas, sí hay ductos petroleros que estallaron en pedazos, plazas públicas blanco de granadas, cajeros bancarios humeantes y cadáveres desfigurados.

Definido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como un método, no como una ideología, el terrorismo es una estrategia concreta para propiciar la generación del miedo en aras de posicionar algo, ya sea una demanda política, una mayor ganancia económica, una reivindicación moral o el mantenimiento de un Estado. Un grupo mexicano de especialistas, agrupados en el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, dio a conocer en 2009, como parte de los resultados de la primera encuesta de temas de seguridad nacional en el país, que apenas el seis por ciento de los mexicanos consultados consideran al terrorismo una amenaza seria para la seguridad nacional.

A pesar de esto, si bien en México hoy las acciones terroristas obtienen abundante cobertura mediática, éstas no se inventaron en los últimos años: el escritor Luis González de Alba recuerda en uno de sus ensayos que el terrorismo nacional lo realizaba el Ejército, cuando ahorcaba cristeros a lo largo de caminos públicos para que sirvieran de ejemplo a otros alzados, pero también lo cometían los propios cristeros cuando empalaban a maestros rurales que defendían la educación laica.

Actualmente tampoco hay un monopolio en el uso del terrorismo en México. Se trata de un espectro en crecimiento y competido, donde algunos casos son más emblemáticos que otros.

1.- LOS DUCTOS DE PEMEX

La próxima semana se cumplirán cuatro años de la desaparición en Oaxaca de los guerrilleros del Ejército Popular Revolucionario (EPR), Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz. Según la denuncia, el 25 de mayo de 2007, entre las 20 y 22 horas, en una acción fortuita de la policía, Reyes y Cruz fueron detenidos. “Estos compañeros militantes están siendo torturados de manera brutal en las oficinas de la PGR (Procuraduría General de la República) por el Ejército, la AFI (entonces Agencia Federal de Investigación) y por agentes norteamericanos que fungen como asesores de la policía y el Ejército”, se aseguraba en el escrito repartido vía internet el dos de junio de ese año. A la semana de su desaparición, el EPR inició la difusión de una serie de comunicados exigiendo su presentación con vida.

Un funcionario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), consultado en ese entonces, minimizó los hechos y dijo que el grupo armado más antiguo del país era tan sólo una guerrilla de papel. Hasta que a partir del 10 de julio de ese mismo año el EPR se adjudicó los ataques con explosivos contra instalaciones de Petróleos Mexicanos: “A nuestro pueblo le informamos que las acciones de hostigamiento no pararán hasta que el gobierno de Felipe Calderón y el de Ulises Ruiz presenten con vida a nuestros compañeros Edmundo Reyes Amaya y Raymundo Rivera Bravo o Gabriel Alberto Cruz Sánchez, detenidos-desaparecidos desde el 25 de mayo en Oaxaca”.

“La guerrilla de papel”, que semanas después atacaría otras instalaciones petroleras en Veracruz y Tlaxcala, provocó un importante daño en la principal área de producción del país. A la fecha, el gobierno federal se ha negado a dar a conocer el monto total de la avería, aunque extraoficialmente se habla de varios millones de dólares.

El EPR consiguió así que sus 13 comunicados anteriores fueran finalmente leídos por las autoridades. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) hizo una investigación y una serie de recomendaciones a las autoridades estatales y federales, la PGR detuvo a algunos policías oaxaqueños para interrogarlos y el comandante de la zona militar de Oaxaca, el general José Manuel Gutiérrez Oropeza, fue jubilado del Ejército y enviado a realizar tareas administrativas a Telégrafos Mexicanos. Se creó una Comisión de Mediación antes de que el caso regresara al olvido.

Pese a que el ex procurador Eduardo Medina Mora aseguró que estaban cerca de encontrar a los responsables de los atentados, nadie ha sido detenido. Dentro de la estructura del EPR, a los miembros del comando que ejecutó estas acciones se les conoce como los zapadores y forman parte de lo que se conoce como “guerrillas dispersas”. En el documento “Nuestra estrategia y táctica militar”, elaborado por la comandancia general del grupo insurrecto, se registra un apartado especial dedicado a ellos: “Los elementos que cuenten con mayor desarrollo político e ideológico deben saber colocar los explosivos y la detonación, de ahí que deban saber operar en lo rural y urbano”, dice.

Los integrantes de estas células guerrilleras no necesariamente viven en la clandestinidad, y pueden tener una actividad rutinaria como fachada, vivir con una familia y solamente atender llamados esporádicos para realizar acciones concretas. Cuando se les ordene deben tener disposición al combate, iniciativa y creatividad para el accionar militar, así como conocer el lineamiento político militar de la organización y estar por voluntad propia. Las acciones de sabotaje no son comandadas por ellos, sino por algún elemento de la “guerrilla concentrada”, que es como se le llama en el documento al núcleo dirigente del EPR. Esto se hace “para que las operaciones sean exitosas y así destruyamos las fuerzas del enemigo y conservemos las nuestras”.

2.- LA PLAZA DE MORELIA

Aunque el narco ya había probado su capacidad de sembrar terror en 2006 en el mismo Michoacán, cuando en la discoteca Sol y Sombra de Uruapan fueron arrojadas cinco cabezas humanas sobre la pista de baile, al tiempo que los cárteles de la droga se daban cuenta de lo sencillo que era usar Youtube para difundir videos de torturas y decapitaciones de sus rivales, no fue sino hasta el 15 de septiembre de 2008 cuando se supo de forma contundente en que el narcotráfico mexicano había decidido incluir en su repertorio acciones terroristas contra la población civil inocente.

Siete personas murieron y 132 quedaron heridas al ser lanzadas dos granadas de fragmentación en la plaza donde cientos de personas celebraban el tradicional Grito de Independencia que, al momento de los estallidos, daba el gobernador Leonel Godoy. A partir de ese momento, los mensajes enviados vía internet advirtiendo de ataques contra discotecas o bares de ciudades como Monterrey o Cuernavaca empezaron a ser tomados en serio.

Al poco tiempo, el retrato hablado de quien cometió el ataque terrorista más grave del México actual desapareció. El o los autores de los bombazos siguen libres, así como sus autores intelectuales. Los sospechosos según la opinión pública, La Familia Michoacana y Los Zetas, se deslindaron y acusaron mutuamente de los ataques a través de mensajes electrónicos y mantas colocadas en avenidas transitadas de Morelia. En el Cisen dicen que alguno de estos grupos dice la verdad y que el otro miente.

Una semana después del atentado, la PGR anunció que habían sido detenidos tres de los responsables en Apatzingán. Los hombres dijeron ante las cámaras que habían sido ellos y que eran miembros de Los Zetas, pero en las declaraciones ministeriales rechazaron haber cometido el ataque y afirmaron haber sido torturados por la policía para declararse culpables ante los medios de comunicación. Ninguno de los tres señalados ha sido sentenciado por los hechos.

El ataque representó un cambio en la estrategia del narco, cuya principal misión años atrás era “evitar que se calentara la plaza”. El narco era antes, por así decirlo, antiterrorista; uno de los capos que encabezó por años al cártel de Sinaloa, Miguel Ángel Félix Gallardo, cuenta en sus memorias que cuando empezaron a ocurrir masacres en Sinaloa él personalmente se dedicó a investigar quién las estaba cometiendo, hasta que dio con la banda y la entregó a la policía. En ese entonces, el narcotráfico estaba, como se dice, bien organizado y controlado, y se buscaba hacer negocio, no que hubiera miedo ni mucho menos terror.

De acuerdo con la encuesta de seguridad nacional de 2009, dos de cada tres mexicanos definieron como atentados terroristas los sucesos de la noche del 15 de septiembre en Morelia. Los ataques indiscriminados con granadas a plazas y lugares públicos en ciudades en disputa por el narco han seguido ocurriendo, aunque ninguno ha provocado un número tan alto de personas fallecidas como sucedió en Michoacán.

Los asesinatos extremos (considerados por algunos especialistas como terrorismo de baja intensidad) también se han vuelto cotidianos, al grado de que México, junto con Irak, registra la mayoría de las decapitaciones ocurridas en el planeta en lo que va del siglo XXI: sierras eléctricas, sables, cúteres, cuchillos usados para cortar cebolla, alambre y hachas de bosque han sido utilizadas para este fin. Veracruz, Michoacán y luego Guerrero son los lugares predilectos de “los cortadores de cabezas”, quienes han dado pie a ensayos sociológicos y antropológicos que tratan de descifrar la crueldad mexicana. El hombre sin cabeza, de Sergio González Rodríguez, es el libro que quizá mejor analiza esa forma de narcoterrorismo a la cual los estratos sociales poco importan, ya que los decapitados pueden ser familiares de políticos o carpinteros, empresarios o mecánicos, abogados o campesinos, albañiles o militares de élite, sicarios o policías. Y en México —a diferencia de Irak, donde las decapitaciones solamente se exhiben en videos—, una vez desprendida una cabeza puede ser colocada en la entrada principal de un pueblo, en la Secretaría de Finanzas, enfrente de un periódico, en una cruz a la orilla del camino, en la pista de baile de un burdel o frente a un cuartel militar. En videos subidos a Youtube por narcotraficantes del cártel del Golfo, se realizan fotomontajes donde quien termina siendo decapitado es el propio presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Reportes internos del gobierno federal alertaron desde principios de 2009 del uso de “técnicas de terrorismo árabe” por parte de muchos sicarios de los cárteles de la droga, pero no fue sino hasta el nueve de mayo de ese año cuando la idea fue planteada públicamente por el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, durante una comida con corresponsales de la prensa extranjera. En esa ocasión el funcionario dijo que los cárteles mexicanos habían copiado la estrategia de la organización terrorista Al Qaeda, a la cual se responsabiliza de los atentados del 11 de septiembre en contra de las Torres Gemelas. “Han buscado tener una estrategia mediática, bajo la óptica y esquema de tipo terrorista, para impactar a la comunidad y por supuesto intimidar a sus contrarios, así como a las autoridades”, afirmó quien ha sido el hombre clave en las políticas de seguridad del país durante casi una década.

3.- LOS CAJEROS DEL DISTRITO FEDERAL

La mala calidad de los artefactos que apenas lograron estallar en sucursales bancarias de la Ciudad de México en el otoño de 2010, hizo que los peritos capitalinos descartaran, casi desde el inicio, que se tratara de algún grupo del crimen organizado o de la guerrilla tradicional. Internet ayudó a los agentes capitalinos a confirmar esto, cuando grupos de personas ecologistas y protectoras de animales reivindicaron las acciones de sabotaje que incluyeron el ataque a una agencia de automóviles y a una exclusiva boutique de Polanco.

Por primera vez grupos mexicanos habían decidido participar de manera activa y marcar el Día Mundial de la Tierra, sobre todo después de la masacre de animales ocurrida el 23 de febrero en el departamento del “animalista” (defensor de los derechos animales) Javier Cervantes, en Jaltenco, Estado de México, unos meses atrás. Las células estaban formadas en su mayoría por jóvenes que creen que con “acción directa” —como definen a sus atentados, considerados por especialistas “ecoterrorismo” pese a su escaso impacto— conseguirán la liberación de los animales de México, a quienes ellos ven como hermanos de los seres humanos.

La matanza de animales en Jaltenco, presuntamente realizada por policías del Estado de México, se convirtió en la bandera de la causa y el detonante para que esas células formaran la Coordinadora Informal de Grupos e Individuos por la Liberación Animal y de la Tierra, con presencia en Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y Guanajuato, estados en donde ha realizado atentados que van del robo (rescate, dicen ellos) de conejos o de gallinas de granjas, hasta ataques con bombas molotov contra camiones de las perreras o bien la destrucción de casetas de Telmex.

A diferencia de otros países de Primer Mundo como Estados Unidos e Inglaterra, el ecoterrorismo, término utilizado en la jerga oficial para nombrar a las acciones violentas hechas por grupos ecologistas, era visto con extravagancia en México. Hasta septiembre de 2010.

4.- EL DEPARTAMENTO EN ALTITUDE

Arturo Beltrán Leyva, quien había abandonado el cártel de Sinaloa para emprender un camino propio en el convulsionado mundo del narcotráfico, fue abatido en su departamento del fraccionamiento Altitude, de Cuernavaca, Morelos, el 16 de diciembre de 2009. Cuando los reporteros llegaron a la escena encontraron el cadáver del capo con joyas amontonadas en el pecho y billetes estadunidenses dispuestos ordenadamente sobre lo que quedaba de su estómago. La imagen que dio la vuelta al mundo no fue la del cadáver del capo, sino la del humillado cadáver del capo.

El asesinato de Beltrán Leyva representa, de acuerdo con funcionarios consultados, el inicio de una nueva etapa en la estrategia de operación del gobierno en la guerra contra el narco lanzada por el presidente Felipe Calderón: a partir de diciembre de 2009 tanto la Marina Armada como el Ejército Mexicano tuvieron una mayor presencia en las operaciones sobre el terreno del combate y, a la par, mayores señalamientos por abusos, no sólo el de la alteración del cuerpo de Beltrán Leyva, sino también por presuntas desapariciones de detenidos y, en algunos casos, ejecuciones extrajudiciales, como fue el caso de Jorge Martínez Compeán —dado a conocer por MILENIO Diario de Monterrey—, un hombre de 26 años aprehendido por la Marina en Santa Catarina en marzo de 2010, y quien pocas horas después apareció asesinado en un terreno baldío.

Este caso es uno de los ochos asesinatos denunciados en febrero de 2011 en Washington DC por Human Rigths Watch (HRW). El organismo internacional, tras enviar a una comisión investigadora al norte de México durante varios meses, concluye en el reporte que militares y policías habrían usado de forma ilegítima la fuerza letal bajo su poder. Además, HRW documenta la participación de elementos de las fuerzas armadas en una decena de desapariciones ocurridas en el mismo estado, también en 2010.

En México, la cifra de desaparecidos durante los últimos cuatro años es confusa. Mientras la CNDH reconoce poco más de cinco mil personas, las organizaciones no gubernamentales hablan de 10 mil en adelante. Estas desapariciones masivas son consideradas también actos terroristas. González de Alba los define así: “Es terror mantener por decenios a madres y a padres, a hermanos y hermanas buscando a quien desapareció sin rastro de proceso ni de aplicación de las leyes. Es terror para que, quienes sientan la tentación, se lo piensen dos veces. Y es terror de Estado”.

El terrorismo en la ley mexicana

En el Diario Oficial de la Federación del 28 de junio de 2007 se publicaron las reformas al Código Penal Federal, en cuyo Libro Segundo, Título Primero, “Delitos contra la seguridad de la nación”, Capítulo VI, “Terrorismo”, artículo 139, se tipifica este delito. Allí se establece la pena de prisión de seis a 40 años y hasta mil 200 días de multa “al que utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación”. La misma sanción se aplicará a quienes, directa o indirectamente, con conocimiento de causa, apoye con recursos de cualquier naturaleza a quienes cometan actos terroristas en el país.

En los artículos 139 Bis y Ter se establecen las penas a quien encubra a un terrorista y a quien amenace con cometer este delito. Asimismo, en los artículos que van del 148 Bis al 148 Quáter se estipulan las penas para quienes perpetren o colaboren en la ejecución de actos de terrorismo internacional, entendiendo por éstos a los que se realicen en nuestro territorio en contra de bienes o personas de un Estado extranjero o de cualquier organismo u organización internacionales.

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