viernes, julio 08, 2011

Banca libre: Dinero sin Estado

Banca libre: Dinero sin Estado

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La banca sin regulación. Escrito por Lawrence White, publicado en la Revista Digital Orden Espontáneo.

¿Qué tan bien funcionaría el sistema bancario si no existiesen regulaciones gubernamentales? Una forma de empezar a responder esta pregunta es examinando el registro histórico. En el siglo XIX muchos países tuvieron sistemas bancarios relativamente no regulados con pocas o ninguna de las restricciones que padecen hoy en día los bancos en los Estados Unidos: barreras legales a la nueva entrada, seguros de depósitos, restricciones geográficas y de actividad, requerimientos de reserva y protección a bancos favorecidos contra las quiebras. Debido a que estos sistemas eran tan diferentes a los actuales, arrojan valiosa luz sobre las posibles consecuencias de una banca completamente libre en el futuro.

Una fuente útil de información histórica es el volumen recientemente publicado cuyo título es The Experience of Free Banking, editado por Kevin Dowd (Londres: Rouledge, 1992). Los contribuidores al libro (uno de los cuales soy yo) investigan sistemas bancarios relativamente no regulados en nueve diferentes países durante el siglo XIX: Australia, Canadá, Colombia, China, Francia, Irlanda, Escocia, Suiza y Estados Unidos. Un capítulo resumen escrito por Kurt Schuler muestra que existieron otros 50 episodios que quizás también sean investigados en detalle. La reciente evidencia histórica, del tipo provista por este libro, complementa provechosamente los otros tantos estudios de banca y moneda de libre mercado que han sido publicados en años recientes.

Tres lecciones de la historia

¿Qué podemos aprender de los episodios históricos de sistemas bancarios relativamente no regulados? Trataré de resumir tres lecciones principales concisamente, sin todos los detalles, notas a pié de página, y salvedades menores que puede que sean mencionadas. Espero que mis colegas académicos me perdonen por infringir las normas de conducta profesional de esta manera.

Primera lección: Los sistemas bancarios sin regulaciones no causan inflación de la oferta monetaria o de los precios.

Dado que los requerimientos de reservas restringen a los bancos hoy en día, los economistas muchas veces han temido que los bancos sin exigencias de mínimas de reservas no enfrentarían restricciones que evitaran la sobre-emisión de los depósitos a la vista o los billetes bancarios. No obstante, el miedo es históricamente infundado. Un mercado competitivo obliga a los bancos no regulados a fijar el valor de sus pasivos representados por los depósitos y los billetes emitidos en términos del dinero base de la economía, al ofrecer convertibilidad a la par (a la totalidad de su valor nominal) en dinero base. En el pasado, el dinero base eran monedas de oro o de plata. El “dólar” era originariamente una moneda de plata. Para evitar el bochorno, en ausencia de una protección gubernamental, un banco no podría emitir demasiados pasivos en relación a sus reservas de dinero metálico.

Bajo convertibilidad, el valor del dinero cae (ocurre inflación de precios) sólo cuando la oferta del dinero base de la economía crece más rápido que la demanda real de dinero base. Bajo el patrón oro y plata del siglo XIX, la inflación de precios en un solo año era mínima bajo estándares modernos. En el muy largo plazo, la inflación de precios fue virtualmente cero.

Segunda lección: La competencia sin regulaciones entre bancos no desestabiliza el sistema bancario.

La inestabilidad es el miedo frecuente de aquellos que piensan que las leyes de la “banca libre” en algunas partes de los Estados Unidos durante el período prebélico llevaron a un sistema bancario irresponsable, popularizado como banca “loca” (wildcat banking). Resulta que la banca “loca” es en gran parte un mito. A pesar de que las historias acerca de prácticas bancarias deshonestas son entretenidas – y por esa razón han sido repetidas infinitamente en los libros de texto – los historiadores económicos modernos han encontrado que en realidad fueron muy pocos los bancos que entran dentro de cualquier razonable definición de “banca loca”. Por ejemplo, de los 141 bancos que se crearon bajo la legislación de “banca libre” en Illinois entre 1851 y 1861, sólo uno cumple el criterio de haber sobrevivido menos de un año, siendo que se estableció específicamente para obtener beneficios a partir de la emisión de billetes bancarios, y operaba desde una ubicación remota. Los llamados sistemas de “banca libre” en un número de estados americanos prebélicos estaban en realidad entre los más regulados de todos los sistemas competitivos de emisión de billetes del siglo XIX. La inestabilidad fue experimentada en algunos pocos estados, pero no debido a una banca loca, sino debido a regulaciones estatales que involuntariamente promovieron la inestabilidad. Las regulaciones de “banca libre” en algunos estados hicieron que sea más fácil cometer fraudes; en otros estados las regulaciones desalentaban o evitaban que los bancos diversificaran apropiadamente sus activos. La banca fue más estable en sistemas menos regulados como Canadá, Escocia, y Nueva Inglaterra.

¿Cómo era posible la estabilidad en sistemas bancarios sin garantías de depósitos (nada como seguros de la FDIC) ni un prestamista gubernamental de última instancia (nada como la Reserva Federal)? Los depositantes eran más cuidadosos en elegir los bancos, y los bancos correspondientemente, para atraer clientes cautelosos, tenían que ser más cuidadosos a la hora de elegir sus carteras de activos de lo que lo son los bancos hoy en día gracias a las garantías de depósitos y al prestamista de última instancia. Los bancos a veces sí quebraban. Sin embargo, las quiebras bancarias casi nunca eran contagiosas, o propensas a extenderse hacia bancos solventes, por muchas razones. Cada banco trataba de mantener una identidad distintiva de sus rivales, y era capaz de hacerlo cuando este no estaba obligado por alguna regulación a mantener similares carteras de activos. Por lo tanto, los depositantes no tenían ninguna razón para inferir de los problemas de un banco que el siguiente banco estaba en problemas también. Los bancos en general estaban bien capitalizados, por lo que el miedo de insolvencia era remoto. En algunos casos los bancos tenían capital extra “fuera del balance general” en el sentido de que los accionistas contractualmente se obligaban a responder con sus propios activos personales a repagar a los depositantes y tenedores de pagarés en la circunstancia en que los activos del banco fuesen insuficientes. Los bancos diversificaban sus activos y pasivos bien, estando libres de las restricciones de línea de negocios y actividades. Los bancos eran cuidadosos en evitar una excesiva exposición a otros bancos, lo que significa que ellos minimizaban el riesgo de quedar atrapados con incobrables promesas de pago de otros bancos. Algún grado de exposición es inevitable en cualquier sistema en el cual un banco acepta depósitos de sus clientes en la forma de cheques o notas bancarias emitidas por otros bancos. Un banco está expuesto hasta que liquida y ajusta sus cuentas con los otros bancos a través de la cámara de compensación. Las cámaras de compensación privadas, particularmente a fines del siglo XIX en los Estados Unidos, bajaban los riesgos de exposición interbancaria mediante estrictas exigencias de solvencia y liquidez por parte los bancos para ser miembro de dicha cámara. Las cámaras de compensaciones eran un vehículo por medio del cual los bancos reputados se regulaban voluntariamente como grupo ellos mismos. Las asociaciones de cámaras de compensaciones fueron pioneras en desarrollar técnicas para monitorear e imponer la solvencia y la liquidez, tales como informes de balance general e inspecciones a bancos. Las asociaciones de cámaras de compensaciones también hacían préstamos de “última instancia” a los bancos miembros solventes que estuviesen experimentando temporales problemas de liquidez. El Sistema de la Reserva Federal no introdujo sino que simplemente nacionalizó la regulación bancaria y el rol de prestamista de última instancia.

Tercera lección: El sistema bancario no es un monopolio natural.

La experiencia histórica muestra que existen algunas tendencias a que los bancos más grandes sean más eficientes, pero no más allá de cierto tamaño. Los bancos con sucursales por todo el país sí tienden a dejar fuera de competencia a los bancos más pequeños en algunas áreas del negocio bancario, pero no en todas las áreas. Los bancos deben ser lo suficientemente grandes como para poder diversificar sus activos y pasivos adecuadamente, pero esto no requiere que sean grandes en relación al mercado bancario total. Los desarrollos recientes en las tecnologías financieras de gestión de préstamos sindicados y las securitizaciones puede que hayan reducido el tamaño a partir del cual un banco se vuelve lo suficientemente grande. En ausencia de las regulaciones gubernamentales que actualmente favorecen a los bancos más grandes, particularmente la doctrina “demasiado grande para caer” por parte de la Reserva Federal y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, resultaría una estructura financiera estable y desregulada que probablemente incluiría tanto bancos grandes como pequeños

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