sábado, julio 23, 2011

Capital político contra inercia política

Capital político contra inercia política

Si fuera un hedge fund, Ian Bremmer (en la foto) sería un hedge fund contrario. Es decir, compraría activos que están bajando y vendería los que están subiendo. Al menos, ésa es la sensación que me quedó después de entrevistarle hace ocho días. Bremmer apuesta por Estados Unidos, primero, y por la Unión Europea, después. Y es pesimista con China, como dejó claro en este artículo, publicado en The Wall Street Journal el 9 de julio.

En España Bremmer es (todavía) poco conocido, pero la consultora de riesgo político que fundó a los 28 años, Eurasia Group, se ha convertido en la mayor firma independiente de su sector, y él, junto con Nouriel Roubini, Tyler Cowen y algún otro, en uno de los más destacados miembros de la nueva generación de tertulianos de la política y la economía de EEUU (la gran diferencia entre gran parte de los tertulianos estadounidenses y muchos de los españoles es que estos últimos han fundado consultoras de éxito y además tienen doctorados por Princeton—Bremer, con 24 añitos, logró el suyo—, o Harvard—como Roubini o Cowen—con lo que se les presupone cierto conocimiento de lo que hablan).

Aunque Bremmer no lo dice explícitamente, parece que él cree que en la crisis de la eurozona hay dos fuerzas contrapuestas: la ‘inversión’ política en el euro y los incentivos políticos para no llegar a un acuerdo en una unión heterogénea. Su tesis es que el segundo factor es lo que ha retrasado la solución de la crisis griega y ha favorecido su extensión a Irlanda, Portugal, Béligica, Italia y España, ya que en una unión de 27 países de los que 17 son miembros del euro siempre hay “incentivos de algunos para no llegar a un acuerdo”. Pero él cree que el primer elemento—el capital político invertido—acabará imponiéndose y evitará la hecatombe.

En un momento en el que parece un deporte linchar a la eurozona en general y a España en particular (léase el genial enfoque de Financial Times sobre la OPV de Bankia), la tesis de Bremer tiene al menos la ventaja de que es más matizada y cuenta con más factores que los simples ‘el euro está condenado’. Acaso sea porque, al contrario que otros analistas, el presidente de Eurasia Group tiene en cuenta los factores políticos, no sólo modelos económicos.

“Los análisis económicos que predicen la desaparición de la eurozona no tienen en cuenta el enorme capital político que se ha invertido en el euro. Es cierto que la crisis se está extendiendo, pero también que los europeos están reaccionando. Países como Portugal o Irlanda están llevando a cabo ajustes importantes, y también Grecia se pondrá a ello una vez que Papandreou se decida a gastar capital político”, afirma.

Así pues, es una cuestión de capital político contra inercia política. Hoy, en la ‘cumbre’ de jefes de Estado y de Gobierno sobre Grecia, veremos hasta qué punto el capital político invertido en el euro actúa contra el incentivo para no llegar a un acuerdo. Quien quiera una visión menos optimista al respecto, que espere al sábado para leer las opiniones de Tyler Cowen al respecto.

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