El ocaso de los economistas
Strauss-Kahn (economista, a la izquierda), hace un amago de embestida a Michele Obama (abogada, a la derecha), mientras que el esposo de ésta, Barack—también abogado—media prudentemente. Todo un signo de los tiempos en una 'cumbre' del G-20.
Christine Lagarde es la primera persona que dirige el FMI sin tener un título en Economía o en Políticas (que frecuentemente conlleva al menos algo de Economía) desde, que yo, sepa, el sueco Ivar Rooth, que fue el segundo director de la institución y dejó el cargo en 1956.
Su llegada al FMI se produce justo cuando el organismo que más manda en el Fondo—el Tesoro de EEUU—está en manos de un máster en Relaciones Internacionales, Tim Geithner. Es la primera vez que el Tesoro no tiene a alguien con un doctorado en Economía o un MBA desde Lloyd Bentsen, que lo dirigió hasta noviembre de 1994. Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, es abogado.
El Banco Mundial está dirigido por un abogado con otro máster en Relaciones Internacionales (Robert Zoellick) que a su vez sucede a un matemático, químico y doctor en Relaciones Internacionales (Paul Wolfowitz). El último presidente de la mayor agencia de lucha contra la pobreza del mundo no está en manos de alguien con educación empresarial (MBA) desde que hace 6 años se fue de él James Wolfensohn. Al menos, el director de la Organización Mundial del Comercio (OMC) es un economista: Pascal Lamy.
Así, parece que los economistas han perdido definitivamente la carrera por el poder a manos de los abogados y los expertos en Ciencia Política (sea lo que sea esto último, que es algo que yo, que tengo el mismo título que Geithner—aunque, no hace falta que lo diga, carezco de su talento—no sería capaz de definir).
Paradójicamente, esto se produce en el momento de la definitiva ‘economización’ de las Ciencias Sociales. Los modelos matemáticos que tanto excitan a los economistas se están extendiendo a la Sociología y a las Ciencias Políticas. Y en la mayor parte de las instituciones antes mencionadas—por ejemplo, el Banco Mundial y el FMI—es virtualmente imposible ser funcionario sin un doctorado en Economía. Las únicas excepciones que yo conozco son, precisamente, matemáticos e ingenieros, acaso porque ésos todavía sean mejores con las matemáticas.
¿Cuál es la razón? Una explicación podría ser que los números no explican la realidad. Otra, que los números no sirven para tejer alianzas, algo que la Ciencia Política y el Derecho sí consideran más cercano. Una tercera, que los modelos matemáticos permiten ignorar la Historia y la cultura, y a menudo eso es muy útil desde el punto de vista teórico, pero se estrella en la realidad. Entonces hacen falta los abogados y los políticos.
La historia de la Economía está llena de ‘cuasi autistas’, empezando por alguno de los economistas ‘estrella’, como Joseph Stiglitz, Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal) y Lawrence Summers (ex secretario del Tesoro con Clinton y máximo asesor económico con Obama), de quienes se cuentan historias terribles acerca de su falta de ‘inteligencia emocional’.
Lo cierto es que en un momento en que la Economía importa más que nunca, los economistas se han quedado en el vagón de atrás del poder mundial, entre sus integrales y sus derivadas.
(Por cierto, el único presidente de EEUU con un Máster de Administración de Empresas ha sido George W. Bush, y ya sabemos lo bien que dejó la economía de su país y lo mucho que se dedicó a ella durante su mandato. Así que tal vez ése sea el mejor argumento para evitar que los economistas dirijan la economía).
1 comentario:
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