miércoles, julio 13, 2011

El Salvador: El impuesto sin programa

El Salvador: El impuesto sin programa

por Manuel Hinds

Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).

El gobierno ha dado un nombre extraño al impuesto al capital que está planeando establecer: el impuesto de seguridad. El nombre es extraño porque el gobierno no tiene ningún plan para mejorar la seguridad ciudadana.

En realidad, el gobierno tiene otras razones para subir los ingresos tributarios que no tienen nada que ver con la seguridad ciudadana. Como lo dicen muchos documentos que el gobierno ha firmado con el Fondo Monetario Internacional (como por ejemplo la carta de intenciones firmada el 27 de marzo de 2011), el gobierno se ha comprometido a subir los ingresos tributarios al 16 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para el año 2015. Esto representa un aumento de 2,6 por ciento del PIB sobre el nivel de 2010, lo que quiere decir que el gobierno tiene que aumentar el cobro de impuestos en 18 por ciento sobre el nivel de ese año. Este aumento es igual a 517 millones por año.

Esta cantidad es similar a la que el impuesto al capital generaría según ha dicho el gobierno. ¿Y cuánto de este impuesto estaría disponible para mejorar la seguridad del país, si es que el gobierno de verdad produjera un plan? Cero. Cero porque el compromiso con el FMI no tiene nada que ver con la seguridad ciudadana sino sólo con otro compromiso también firmado por el gobierno en el mismo documento: tiene que poner la deuda del gobierno en una firme trayectoria de reducción para el año 2013. Es decir, este impuesto no es para aumentar ningún gasto sino para tapar el hoyo fiscal que, como se ve en la gráfica adjunta, ha creado el gobierno al aumentar violentamente los gastos de 2009 hasta ahora mientras los ingresos declinaban. Son dineros que ya se gastaron y se están gastando y que, como la ciudadanía sabe tan bien, no han producido ninguna mejora en la seguridad del país, ni en la economía, ni en ninguna otra dimensión de la vida nacional —excepto en los niveles de empleo de los partidarios del FMLN y en las ventas de los carros de lujo, del buen whisky y de los buenos puros con los que se consienten a sí mismos y a sus invitados.

Es decir, los usos del nuevo impuesto serían (a) pagar con impuestos lo que hasta ahora ha sido pagado con préstamos, y (b) comenzar a pagar la deuda del gobierno para reducir su peso sobre la economía. Pero ese no es la única falsedad del impuesto. En vez de llamarse el impuesto de seguridad, debería de llamarse el impuesto a la inversión, ya que es a ésta a la que va a impactar precisamente ahora que el país necesita tanto de ella. Al impactar a la inversión, el impuesto va a resultar en mayores niveles de desempleo y menores niveles de actividad económica. Y todo para seguir desperdiciando los recursos del estado.

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