sábado, julio 09, 2011

Esta fue la última entrevista que Facundo Cabral

Esta fue la última entrevista que Facundo Cabral le dio a El Comercio

En junio del 2008, un mes antes de ofrecer un concierto en el colegio Santa Úrsula, el cantautor argentino reflexionó sobre su vida, que hoy acabó

Asesinato de Facundo Cabral
(Archivo de El Comercio)

JOSÉ PUGA

Resumir su vida en un par de párrafos resulta imposible. Con casi 50 años de vida artística y después de haber recorrido más de 160 países, el músico y escritor argentino Facundo Cabral volverá al Perú el jueves 17 de julio con un repertorio que buscará despertar ese espíritu de libertad inherente a todo ser humano.

A sus 71 años y con una ceguera cada día más severa, su amor a la vida sigue siendo más fuerte que la de un joven idealista. Confeso admirador de la “elegancia y galanura” de Chabuca Granda, a quien considera uno de los pilares de la música latinoamericana, Cabral nos concedió algunos minutos para hablar de la vida. Sí, pues, nada le interesa más que eso. Adelante, maestro.

¿Cómo se siente actualmente?
Muy bien. La vida lo trata bien a uno si uno se digna a vivirla. Lo que pasa es que la gente se conforma con una hamburguesa y con una sola mujer, pero a los que tenemos desesperación por vivir, nos gusta comer un banquete y nos enamoramos cada 15 minutos.

Tanta libertad puede también enfermar de soledad.
Bueno, uno es uno mismo en la soledad, aunque vive en sociedad. Uno no puede orinar en la mesa del café. Yo puedo ser generoso y ser atento con la mujer, pero al mismo tiempo siempre seguimos a veces tantas normas que uno termina pareciendo un personaje de ficción.

Igual usted se ríe de sí mismo y del mundo en sus letras. ¿Cuán importante ha sido el humor al momento de crear?
Mi madre siempre me decía: “El humor es la vaselina del talento”. Si uno no tuviera sentido del humor, ¿cómo vas a sobrevivir en una sociedad en la que el dinero es más importante que Dios y en la que cualquier idiota, elegido por la mayoría, puede demorar el desarrollo de un país por décadas? ¡Hasta ahora no entiendo cómo hoy una mujer con buenas nalgas tiene más difusión que un filósofo o que una gran cantante!

Esos son los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol.
Bueno, en una época como la nuestra cualquiera puede ser famoso. Si me aparezco desnudo en el Congreso, voy a salir en los diarios. La gente ve la fama como una forma de libertad, pero ser una persona pública no es el paraíso.

¿Por qué siempre ha tenido esta necesidad de viajar constantemente?
No tengo la más remota idea. Me acuerdo que una vez le preguntaron a mi madre: “¿Señora, y su hijo el artista por dónde anda?”. Ella le respondió: “Mi hijo no es artista, es un prófugo. Él se inventó este oficio para no volver” (ríe).

Nunca llegó a Cuba, pese a que en un momento alabó la revolución.
A esta altura creo que nunca llegaré a Cuba. Yo traería muchos problemas ahí. Me acuerdo que amábamos la revolución porque fue quijotesca y romántica. Con los años, uno empieza a pensar diferente.

Por eso ya no le canta a las masas.
Yo le canto al individuo. Cuando digo “pueblo”, ¿qué es eso? Es una abstracción, pero yo estoy ahorita hablando contigo y tú conmigo. Además, imagínate, si yo no me amo, no me cuido y no crezco, ¿qué te doy? Nada. Si cada persona cuidara su árbol, el bosque sería maravilloso y no necesitaríamos ni siquiera de políticos.

¿Alguna vez pensó en ser cronista?
Por lógica debería haber sido periodista, pero lo que pensaba lo cantaba en el escenario. Nunca escribí en un diario porque se me dio por caminar. Nietzsche decía que el amor al destino es el más grande de todos. Uno combate el miedo a vivir atreviéndose. Es un reto de todos los días.

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