Freno a la desvergüenza
RAUL BENOIT
A costa del erario, repartiendo bolsas solidarias, dinero en efectivo y materiales de construcción a las personas menos favorecidas, Sandra Torres Casanova hizo campaña política fungiendo como la primera dama de Guatemala.
Cuando resolvió oficializar su candidatura presidencial para los comicios que se llevarán a cabo el 11 de septiembre próximo, tuvo un impedimento constitucional: ser la esposa del mandatario Álvaro Colom.
Con el fin de evadir la ‘pequeña’ traba sacó de la manga una carta: se divorció. Su marido, un poco hilarante, les dijo a los guatemaltecos que se sacrificaba por el país, lo que pocos creyeron.
Pero como nuestra Latinoamérica es un Macondo continental, ellos continuaron su plan burlesco e iniciaron la campaña política gastándose una fortuna en vallas publicitarias y comerciales. También intensificaron la repartición de las bolsitas solidarias.
Usar plata del gobierno para ganar simpatía es un mecanismo pícaro que no es justo para con los otros candidatos presidenciales. El sistema no puede ni debe ser usado para perpetuarse en el poder en ninguna parte del mundo.
Torres también empleó a soldados de la Fuerza de Seguridad Civil para embalar y distribuir los alimentos, otra violación de la Constitución, porque los militares deben estar listos a salvaguardar la seguridad o para ayudar en emergencias y no para servir en forma particular a la primera dama o candidata presidencial.
Sin respeto al pueblo, la ahora señorita Torres Casanova siguió adelante, hasta el miércoles 29 de junio pasado, cuando el Tribunal Supremo Electoral frenó la desvergüenza, negándole la inscripción como candidata: “El fraude de ley, por el divorcio que se llevó a cabo, en el presente caso está plenamente consumado, ya que la intención del mismo fue evadir la prohibición constitucional’’. Su recurso de nulidad también fue rechazado.
Torres es militante de una izquierda dudosa. Afirman ciertos subalternos que tiene un carácter fuerte y cuando estaba en el Palacio de Gobierno daba órdenes a ministros, militares y policías. Aseguran que es el poder tras del trono.
Escuchando algunas intervenciones públicas suyas puedo asegurar que su discurso tiene más de populismo que ideas sólidas para sacar a la nación del ostracismo social y económico que vive.
Torres Casanova estaba convencida que el pueblo la reclamaba, aunque las encuestas auguran que el ganador podría ser el aspirante más fuerte, el ex general Otto Pérez Molina.
Nadie le niega a la señorita Torres Casanova que anhele gobernar a Guatemala, pero lo hubiera hecho bajo la Constitución y la ley.
Al negársele la posibilidad de inscribirse como candidata, el abanico electoral de esa nación cambiará sustancialmente, a menos que los aliados de ella hagan jugadas tramposas y se burlen del pueblo, permaneciendo en la contienda.
Guatemala no merece aspirantes con ambiciones personales, cuando las necesidades crecen. Se requieren líderes que, además de ofrecer desarrollo social, hagan vivir a los guatemaltecos con la seguridad necesaria para recorrer las calles sin el miedo a morir en un asalto o ser víctimas casuales de un acto de violencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario