La voluntad de resistir de Gadaffi
GEES
La celebración el 15 de julio en Estambul de la ya cuarta reunión del Grupo de Contacto sobre Libia permite a muchos prever un fin próximo del régimen de Muammar El Gadaffi. El que el aún en buena medida misterioso Consejo Nacional de Transición haya sido considerado como la autoridad gubernamental legítima, y el que ello dinamice ya los reconocimientos bilateralizados de importantes actores de la sociedad internacional que ahora seguirán la estela iniciada por Francia, lleva a algunos a desatar semejantes conjeturas.
La realidad sobre el terreno se empeña en indicarnos que esto no tiene porqué ser necesariamente así. De hecho, Gadaffi "ofrecía" a los convocados en la emblemática ciudad turca la toma, poco antes del inicio de dicha reunión internacional, de la localidad de Al Qawalish, importante para frenar el avance de los rebeldes sobre Trípoli. El teatro de operaciones no permite asignar a los rebeldes capacidades renovadas: aunque es cierto que ahora disponen de armas anticarro como el europeo Milán, aunque los cazas de la OTAN castigan al Ejército regular libio y aunque este tiene problemas de abastecimiento de combustible dada la interrupción del oleoducto de Al Zawiyah, lo cierto es que el brazo –o los brazos– armado del CNT sólo logran avances cuando tiene un firme apoyo desde el aire, igual que en los últimos meses. Un buen ejemplo de su incapacidad militar es la situación de Brega y Ras Lanuf, dos escenarios del centro-este del país, importantes para el abastecimiento de hidrocarburos, y que los rebeldes no acaban de controlar del todo aunque su propaganda diga lo contrario.
El CNT pasea ahora con mayor visibilidad y orgullo a sus líderes por los países occidentales, tendrá teóricamente mayor acceso a recursos financieros en adelante –aunque hay problemas jurídicos difíciles de resolver, sobre todo en lo referente a los haberes libios congelados – y recibe más armamento y más sofisticado que antaño. El problema es que las guerras no se ganan sólo con eso, y la falta de interés de los países occidentales en desplegar fuerzas terrestres y el propio rechazo existente en el seno del CNT a tal escenario hará que la guerra se alargue.
Gadaffi dispone de fondos, pues no hay que olvidar que aprendió a desviar recursos de los canales oficiales durante la década en la que Libia estuvo sometido a un embargo parcial decretado en 1992 por el Consejo de Seguridad, aún recibe combustible y otras mercancías transportadas por barcos tunecinos o argelinos, entre otros, recibe también recursos humanos y materiales a través de la frontera meridional del país y, lo más importante, tiene voluntad de resistir. Con semejante escenario no sería de extrañar que la guerra se alargue, y quien da por hecho que la llegada del mes sagrado musulmán del Ramadán a principios de agosto interrumpirá los combates es que no ha visto experiencias anteriores, fueran de los terroristas argelinos del Grupo Islámico Armado (GIA) o de los Talibán. En Ramadán mataban o matan más.
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