Las consecuencias políticas de la enfermedad de Hugo Chávez
Infolatam
Por Carlos Malamud
(Espcecial para Infolatam).- La sorpresiva aparición televisiva de Hugo Chávez, para anunciarle a su pueblo y al mundo la enfermedad que padece y el tratamiento al que fue sometido, ha servido para despejar algunas dudas y plantear otras nuevas, que se intensificarán a medida que se prolongue su estancia habanera. En efecto, finalmente y después de casi tres semanas de jugar al gato y al ratón ya sabemos que Chávez tiene cáncer, que fue sometido a una operación “mayor” y que seguirá el tratamiento correspondiente en Cuba. Esas son las certezas actuales.
Entre las dudas, nuevas y viejas, que persisten están algunas como el tipo de cáncer que padece el presidente venezolano, para lo que haría falta un parte médico científicamente razonado. También el tipo (quimio, radio) y la duración del tratamiento y, lo más importante, desde una perspectiva política inmediata, si se mantendrá en el ejercicio del poder y seguirá gobernando a la distancia, aunque a la vista de lo actuado hasta ahora todo indica que así será.
Todas estas cuestiones tienen su importancia a medio plazo, ya que las elecciones presidenciales del año próximo están muy cerca. Es verdad que falta más de un año, pero no olvidemos que el próximo 5 de julio, coincidiendo con la celebración del bicentenario de la independencia venezolana, se iba a dar el pistoletazo de salida a una prolongada campaña electoral. El bicentenario era el momento soñado por Chávez para recordar su mensaje y mostrar al pueblo venezolano la simbiosis total entre su proyecto político y el de Simón Bolívar. Por eso no habría que descartar totalmente el retorno de Chávez para esa fecha, aunque sólo fuera de forma provisional para retornar posteriormente a Cuba a terminar el tratamiento.
En los próximos meses, según cual sea la evolución de su estado de salud, sabremos si Hugo Chávez es candidato a la reelección o será reemplazado por su hermano Adán o algún otro alto dirigente del PSUV, el partido oficialista. En el hipotético caso que se dé un supuesto como éste, lo lógico sería que Chávez designe a su sucesor como vicepresidente, una facultad en su mano según el texto constitucional. Sabido es que un candidato no se improvisa y por eso habría que darle espacio para la figuración y presentación ante las masas.
Sea cual sea el desenlace y los distintos escenarios que se abren, la enfermedad de Chávez es un gran desafío para todo el sistema político, tanto para el gobierno como para la oposición. Es tal la magnitud del desafío que enfrenta la vida pública venezolana que aquel que no esté a la altura de los acontecimientos puede ser desbordado por los hechos y arrinconado en el paraíso de los fracasados. El gobierno deberá demostrar que su máximo líder es capaz de gobernar a la distancia y que el país, en ningún momento, se desliza rumbo al caos o está inmerso en un vacío de poder. Si esto ocurre el carisma del caudillo desaparecería y su imagen sería la de un mortal común y corriente y, sobre todo, vulnerable.
Los ministros y los altos responsables del PSUV también deben hacer bien su labor, especialmente para resolver las grandes dificultades pendientes (inflación, cortes de energía, seguridad ciudadana y problemas carcelarios). Como recordó el vicepresidente Elías Jaua las misiones deben continuar y es el gabinete presidencial el responsable de ello. No en vano la reelección está en juego, al igual que la supervivencia de los ministros.
El reto para la oposición no es menor. Debe saber exponer su mensaje con criterio, tratando de no alienarse el respaldo de importantes sectores populares. Un exceso de satisfacción por el dolor ajeno o un lenguaje crispado y provocador pueden ser algo grave, especialmente en un momento en que toda la solidaridad se vuelca con el enfermo y el doliente. Lo ocurrido con Cristina Kirchner, tras la muerte de su marido, es un ejemplo importante a tener en cuenta. Los principales portavoces de la oposición deberían articular un mensaje responsable, a la altura de los problemas del país si quieren buscar el apoyo de importantes sectores de los “ni-ni” (ni con Chávez ni contra Chávez) e inclusive de algunos partidarios del presidente.
El discurso presidencial ha puesto en evidencia, una vez más, la peculiar concepción del poder de Hugo Chávez y sus seguidores. Esto se podrá ver con mayor intensidad, en los próximos días y semanas, en los debates que tengan lugar en la Asamblea Nacional, especialmente en lo relativo al relevo presidencial, un extremo que el oficialismo rechaza de plano. Con relevo o sin él la salud del presidente, un extremo que el mismo descuidó, como reconoció en su discurso, ha introducido una nueva variable en la siempre polarizada política venezolana. Su resolución no dependerá sólo de la ciencia médica, sino también de la conducta racional de los distintos actores.
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