Antonio Mazzitelli: “Las organizaciones criminales, si se les quita la posibilidad de desempeñar una actividad pasan a otra…”
Más allá del enfoque criminal, la ONU exige políticas de salud pública y prevención ante el fenómeno del narcotráfico.
Mientras los cadáveres de las víctimas de la violencia del crimen organizado se siguen apilando en la morgue de las cifras —o en alguna fosa clandestina esperando ser descubiertos—, el tema del narcotráfico monopoliza el debate público en México. Mucho se habla de rutas, de cárteles, de lucha por las plazas, de mercados, de estrategias fallidas y de cambios necesarios para que el gobierno tenga éxito, pero muy pocas veces lo dicho viene acompañado de evidencia dura. En este contexto el “Informe Mundial sobre las Drogas”, que es elaborado anualmente por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), representa uno de los pocos esfuerzos continuos para seguirle la pista a un negocio que amenaza la salud y la seguridad no sólo de los mexicanos, sino a nivel mundial.
En el marco de la presentación de la edición 2011 de este reporte en nuestro país, el representante de la UNODC para México, Centroamérica y el Caribe, Antonio Mazzitelli, charló con M Semanal acerca de las nuevas tendencias de consumo y tráfico de drogas en México y en el mundo, del actual poder económico de las organizaciones delictivas, de la diversificación en su portafolio de negocios criminales, de las consecuencias de la posible legalización de algunas drogas y del enfoque que los gobiernos deberían seguir para enfrentar con verdadera eficacia el problema.
MAV: ¿Qué tanto trabajo hay detrás de este reporte?
AM: Hay no más de 15 investigadores que cuentan con información ofrecida directamente por los Estados. El problema de las drogas no es nuevo. Las convenciones sobre el control y fiscalización de los mercados lícitos de drogas tienen ya tiempo; la primera convención fue en 1907. Las drogas son un problema para las sociedades, por eso esta información es recopilada; la ventaja de poder contar con datos es que, entre más información se tenga, el fenómeno se visualiza mejor, se vuelve más comprensible en sus diferentes problemáticas.
MAV: ¿Cuáles son los principales hallazgos o tendencias a nivel global?
AM: Que si bien no hay un cambio sustantivo en lo relacionado a las drogas naturales, es decir, la cocaína y la heroína, la producción de la hoja de coca, de amapola y de opio, sí hay un cambio importante en el consumo de drogas sintéticas. En el mercado han aparecido nuevas tendencias de consumo, ya sea por drogas nuevas o aquellas que no están bajo control internacional porque llegaron al mercado de manera muy repentina. Son ésas que en inglés se llaman legal highs, drogas legales, que se pueden comprar por internet, como el spice, o como algunos otros productos de diversión que, aun cuando sus ingredientes básicos son conocidos y controlados, el producto que es puesto en venta en el mercado no está controlado. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías reportó recientemente que el año pasado se detectaron 41 nuevas drogas; eso habla de una evolución que se da tanto en nuevos productos como también en las técnicas de mercadeo empleadas por las organizaciones criminales y los diseñadores de drogas.
DROGAS SINTÉTICAS, EL GRAN DESAFÍO
MAV: En el caso de México, ¿qué tendencias se detectaron?
AM: El informe subraya que en los últimos años se ha detectado una disminución del trasiego de cocaína (hacia Estados Unidos). Hay una tendencia a la baja; incluimos los datos oficiales hasta 2009, pero recientemente hemos tenido los correspondientes a 2010 y también muestran una reducción importante de las incautaciones de cocaína en México. De igual manera —y es bastante interesante ponerlo en correlación con lo anterior—, en Estados Unidos se han reducido las incautaciones, así como la pureza de la cocaína que es puesta en el mercado, y los precios han registrado un incremento. Esto indica seguramente una mayor dificultad para abastecer el mercado por parte de las organizaciones criminales que se ocupan del tráfico de cocaína. Al mismo tiempo, en México han aumentado de manera importante las incautaciones y desmantelamientos de laboratorios de metanfetaminas, lo que también indica un reposicionamiento de las organizaciones criminales hacia otras drogas, una diversificación que se da por las dificultades que detectan para seguir con el tráfico de la cocaína.
MAV: Como ocurre con la cocaína, ¿están entrando a Estados Unidos menos drogas sintéticas provenientes de México?
AM: Es difícil decirlo porque se producen tanto en México como en Estados Unidos. El mercado de las drogas sintéticas es el gran desafío desde el punto de vista conceptual: las conclusiones de este informe indican que entre más se muevan la producción y el consumo en dirección de las drogas sintéticas o de drogas que pueden ser producidas localmente, menos se necesitará la figura del tráfico trasnacional. Las organizaciones criminales siempre seguirán la tendencia de producir cerca de sus consumidores para evitar los controles fronterizos.
MAV: ¿Se puede hablar de una disminución en el poder económico de los cárteles en México?
AM: Probablemente sí, pero al mismo tiempo hay un fenómeno más acentuado de diversificación del portafolio de productos, de drogas y también de actividades criminales. La misma organización que hace 20 años se ocupaba sólo de tráfico de marihuana o de producción de opio, entró en el mercado de la cocaína, y hoy está también en el de las metanfetaminas. Algunos de los que aquí llaman cárteles, como el del Golfo, están metidos en el tráfico de migrantes, la trata de personas, el contrabando, el secuestro, la extorsión o, aún más preocupante, en este panorama de las organizaciones criminales están emergiendo grupos más territoriales, como pudieran ser Los Zetas o La Familia Michoacana, que tienen una actitud no orientada al negocio criminal sino al control del territorio, a la imposición de un “derecho de piso” sobre todos los otros grupos criminales que operan allí. Esta dinámica genera violencia, no sólo en la búsqueda por controlar las rutas de la droga, sino también por el control del territorio mismo.
MAV: Perdón por la insistencia, pero ¿se puede concluir o no que los cárteles mexicanos tienen menos dinero que en años pasados?
AM: No es éste el enfoque del informe. El informe mira el problema de las drogas, el tráfico en sus diferentes cadenas, pero, sobre todo, su objetivo es llamar la atención de la comunidad internacional, de los medios, sobre el hecho de que el consumo de las drogas es peligroso, y se trata de cuantificar cuánta gente muere por consumo de droga, no por tráfico. Estamos hablando de 200 mil personas que mueren cada año. Lo importante es discutir cómo desarrollar una política contra las drogas que esté enfocada en solucionar los problemas de los consumidores, en fortalecer el tratamiento y la prevención. Mi opinión es que es equivocado enfocarse en los cárteles; eso es perder el enfoque de lo que vive México hoy en día, que es un problema de seguridad provocado por las organizaciones criminales.
MAV: ¿No cree que es importante para los mexicanos saber qué tanto poder económico tienen estos grupos para corromper a las autoridades?
AM: Pero si ese poder económico no deriva de la droga sino de otros negocios, ¿no es igual? El enfoque tiene que ser sobre organizaciones criminales, no sobre cárteles de droga. En la medida en que éstos diversifican sus actividades y se vuelven organizaciones más territoriales, encontrarán siempre la manera de producir daños, de infiltrar, de corromper y de meter en el mercados nuevas drogas, nuevos productos conectados con el crimen. Si los cárteles se diversifican hacia la trata de personas, el secuestro, la extorsión, ¿no son ésos problemas más graves que el tráfico de drogas? Leía hace unos días en la prensa sobre el robo de combustible a Pemex, donde se estimaba en dos millones de barriles el robo en los cuatro primeros meses del año, lo equivalente a cerca de 300 millones de dólares. Ése fue el valor total del mercado de la cocaína en México en 2008. Quien controla el robo de combustible puede reemplazar tranquilamente el negocio de la cocaína en el país.
Cuando hablamos de organizaciones criminales hay que hacer una aclaración: no estamos frente a grupos que estarán satisfechos dominando un mercado, sino de organizaciones que se diversifican para aumentar sus utilidades. Si hay oportunidades, como cualquier empresa irán por ellas: una empresa trata de crecer siempre. Si hay un nuevo mercado geográfico o un nuevo bien que comerciar, entonces las empresas poderosas tratarán de entrar ahí.
GUERRAS QUE NO SE HAN GANADO
MAV: En términos de políticas públicas, ¿cuál es la enseñanza que deja este informe a las autoridades mexicanas?
AM: Que el problema de drogas es, antes que todo, un problema de salud. Y siendo un problema de salud tiene que ser solucionado con políticas de salud que puedan ofrecer a los consumidores tratamiento y rehabilitación, y que fortalezcan la capacidad de no consumir drogas de quienes no lo hacen, no importa de qué drogas estemos hablando. El discurso de la prevención que se aplica a las drogas ilícitas también puede aplicarse a drogas lícitas y a otro tipo de adicciones, como el tabaco y el alcohol. Cuando se habla de la guerra fallida contra las drogas hay que poner el tema en perspectiva de cuál es la tasa de prevalencia del consumo en la aldea global, y compararla con la de las drogas lícitas. ¿Cuál es el daño a la salud y el daño económico que provocan el cigarrillo y el alcohol? La tasa de prevalencia para el alcohol y el cigarrillo oscila entre 25 y 40 por ciento. En este sentido hay muchas otras guerras que todavía no se han ganado.
MAV: Si se ve el tema como un problema de salud, es inevitable hablar de los enfoques de mayor tolerancia hacia el consumo de drogas, sobre todo de drogas blandas. ¿Cuál es la opinión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre éstos?
AM: La ONU no hace distinción entre drogas duras y blandas. También porque hay nuevas drogas, como el spice: ¿es ésta una droga dura o blanda? ¿La marihuana producida en laboratorio es blanda o dura? La legalización no es una solución a ninguno de los problemas relacionados con las drogas. No reduce el consumo, al contrario.
MAV: Pero hay evidencia, en Holanda y otros países, que muestra que la tolerancia o persecución hacia las drogas no define los niveles de consumo.
AM: En Holanda la experiencia de los coffeeshops parece no ser una experiencia exitosa. Se están cerrando muchos, y además nunca han sido una política del Estado de los Países Bajos, sino de algunas municipalidades. Además de las drogas blandas había venta de drogas duras. Hay otras experiencias que van en la dirección de ofrecer servicios a los consumidores de drogas: la Comisión de Estupefacientes —el órgano político de la ONU en materia de drogas— de alguna manera ha probado estrategias de reducción de daño a través del tratamiento y la rehabilitación. Hay muchos países europeos en los que se hace una distribución controlada y asistida a los consumidores de heroína. Es fundamental para el tratamiento integrar al adicto para que salga de su situación de marginalidad y pueda recuperarse.
MAV: ¿No cree que la tolerancia, regulación o legalización podrían ayudar a reducir el poder económico de las organizaciones del narcotráfico y a disminuir su capacidad para generar violencia?
AM: Pero las organizaciones delictivas se meten en otros mercados, en otras actividades. Entonces el problema no son las drogas, sino estas organizaciones delictivas, independientemente del tipo de negocio en el que estén metidas. Reducir su poder económico puede ser una estrategia, pero otras experiencias nos demuestran que las organizaciones criminales, que la gente que tiene como cultura el uso de la violencia para ganarse la vida, si se les quita la posibilidad de desempeñar una actividad, pues pasan a otra y siguen usando sus mismos métodos. Cuando se cerró la ruta (de tráfico de drogas) del Caribe, la tasa de violencia, la tasa de homicidios en Jamaica aumentó, no disminuyó. Hoy en México hay un menor trasiego de cocaína y la violencia no disminuye, aumenta. Esto habla de que hay que replantear la estrategia de seguridad, hay que enfocarla mucho más a la prevención del crimen, para evitar que los criminales desarrollen capacidades organizativas para volverse una amenaza a la sociedad. (La legalización) no es una solución a los problemas de consumo, porque siempre hay nuevas drogas; hay evidencia que demuestra que siempre, junto a un mercado legal, hay un mercado paralelo ilegal, que va a vender a precios rebajados y con calidad en muchos casos menor, produciendo así mayores problemas a la salud de los consumidores. Tomemos los cigarrillos, el alcohol o la propiedad intelectual: siempre surgen mercados paralelos donde se comercia con todo ello.
MAV: ¿Dentro de la ONU hay un debate o una discusión sobre los enfoques de mayor tolerancia hacia el consumo, sobre la posibilidad de la legalización de algunas drogas?
AM: La Organización de las Naciones Unidas no es nada más que los gobiernos que la conforman. Las convenciones de droga son casi universales, han sido firmadas y ratificadas por 187 países y ninguno de estos países, hasta ahora, ha presentado una petición para que se revisen. Pero la UNODC, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha producido varios documentos que hablan de desarrollar políticas y estrategias enfocadas en el respeto al derecho a la salud de los consumidores, aceptando con eso que el consumidor de drogas es un enfermo y no un criminal. Poner a los consumidores en las prisiones no es la solución más apropiada a un problema de salud.
MAV: ¿Hay mucho desconocimiento y confusión sobre los problemas de drogas y crimen organizado, y sobre cómo resolverlos?
AM: Los problemas de las drogas y del crimen organizado, que están conectados, entre más los mezclamos menos soluciones eficaces encontramos y más confundimos a la opinión pública. La solución ante el problema de droga no es la solución al problema de las organizaciones criminales y viceversa. El problema de droga se soluciona a través de tratamientos de salud, y el problema del crimen organizado se resuelve a través de un mejoramiento del sistema de impartición de justicia.
Alarma en la ONU por drogas sintéticas
Durante 2009, entre 149 y 272 millones de personas en todo el mundo consumieron al menos en una ocasión drogas ilícitas, según estimaciones realizadas por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) presentadas en el “Informe Mundial sobre las Drogas 2011”. Aunque esto seguramente representa un aumento en el número total de consumidores que había a finales de la década de los noventa (se estimaban en 180 millones), las tasas de prevalencia han permanecido considerablemente estables en los últimos años, así como también el número de consumidores problemáticos que, según los últimos cálculos, son entre 15 y 39 millones. A pesar de esto, anualmente siguen muriendo entre 104 y 263 mil personas en el mundo a causa del consumo de drogas ilícitas, más de la mitad por sobredosis.
Y es que aunque el reporte señala una tendencia hacia la contracción o al menos la estabilización de los mercados mundiales de cocaína, heroína y cannabis, también alerta sobre la creciente producción y consumo de nuevas drogas sintéticas y del abuso de medicamentos controlados con fines no médicos, en especial de algunos opioides sintéticos, problema sanitario cada vez mayor en algunos países desarrollados y en desarrollo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay datos que revelan que la cantidad de visitas a las salas de emergencia de los hospitales por el uso no médico de medicamentos controlados ha sobrepasado al número de visitas relacionadas con el uso de drogas ilícitas. Los especialistas de la UNODC creen que los medicamentos controlados pudieran estar reemplazando el consumo de algunas drogas ilícitas porque los usuarios consideran que, dado que son recetados por un médico, deben ser menos dañinos para el organismo. Otro de los factores que contribuyen a la popularización de este tipo de adicciones es que los medicamentos, además de legales, son más baratos que muchas drogas ilegales y su uso goza de un mayor nivel de aceptación social.
La alarma que ha surgido en la comunidad internacional por el repentino surgimiento de nuevos compuestos sintéticos en mercados maduros de drogas ilícitas tiene que ver con sustancias como las piperazinas y la mefedrona, las cuales se comercializan como estimulantes legales —son popularmente conocidas como legal highs.
La piperazina fue desarrollada inicialmente como un antihelmíntico, es decir, como un medicamento para tratar parásitos intestinales como lombrices; después el compuesto fue utilizado para desarrollar antidepresivos que nunca llegaron al mercado. Ahora la piperazina se ofrece como un remplazo del éxtasis por la capacidad que tiene para producir una sensación de euforia en el usuario. Por su parte, la mefedrona se ofrece como sustituto de la cocaína, y en los últimos meses se ha detectado su presencia en mercados como el estadunidense, el europeo y el australiano. Algo similar ha pasado en la búsqueda por asemejar los efectos del cannabis pero con un producto que no sea ilegal; así, han surgido cannabinoides sintéticos que gozan de una gran demanda, como el llamado spice.
La UNODC advierte que se conoce muy poco sobre la toxicología de estos compuestos, pero que hay indicios que sugieren que podrían tener un potencial adictivo mucho mayor que el cannabis. Tanto el spice como las piperazinas y la mefedrona se venden en internet y en tiendas especializadas, y en la mayoría de los países no están sometidos a ningún tipo de fiscalización o control; basta teclear “legal highs” en Google para ver la facilidad con que pueden ser adquiridas.
(Miguel Ángel Vargas V.)
Menos coca pasa por México
El mercado mundial de la cocaína, que es la segunda droga más problemática por sus consecuencias sobre la salud después de la heroína, y la primera más problemática por la violencia que genera su tráfico, experimenta una franca contracción. En 2010 la superficie dedicada al cultivo de coca en todo el mundo siguió disminuyendo hasta llegar a 149 mil 100 hectáreas, un descenso de 18 por ciento entre 2007 y 2010, y de 33 por ciento respecto a lo cultivado en el año 2000. También decreció la fabricación potencial de cocaína a consecuencia de una menor producción en Colombia, lo cual contrarrestó los aumentos detectados tanto en Perú como en Bolivia. Actualmente, el valor mundial del mercado de cocaína es menor que a mediados del decenio de 1990; en aquel entonces los precios eran mucho más altos y el mercado de Estados Unidos (EU) era sólido y se expandía. En 1995 el mercado mundial tenía un valor aproximado de 165 mil millones de dólares, mientras que en 2009 se había reducido a poco más de la mitad de esa cifra, aproximadamente 85 mil millones de dólares. La ONU estima que, igual que sucede con la heroína, casi todas las utilidades generadas en este mercado se las llevan los narcotraficantes y no los productores.
A escala mundial, el consumo de cocaína permanece estable: la tasa de prevalencia en personas de entre 15 y 64 años se ubica entre 0.3 y 0.5 por ciento, lo que significa que entre 14.2 y 20.5 millones de personas consumieron cocaína en 2009. En EU, principal mercado para esta droga, la tasa de prevalencia ha disminuido de 2.5 por ciento en 2006 a 1.9 en 2009; ese año 617 mil estadunidenses consumieron cocaína por primera vez, 14.5 por ciento de los 722 mil que se iniciaron en el polvo blanco un año antes. El informe resalta que esta reducción en el consumo coincide con una contracción de la oferta de cocaína que llega desde México para abastecer el mercado de la Unión Americana.
Un dato que refleja también la contracción de la oferta de cocaína que llega a EU vía México es el de las incautaciones, las cuales se dan cada vez más en el sur. Si en el periodo 2002-2006 las autoridades de Colombia y las estadunidenses incautaban cantidades similares de cocaína, para 2007 las cifras comenzaron a cambiar: en 2008 y 2009 Colombia incautó más del doble de la cocaína que decomisó EU, lo que, según Naciones Unidas, puede ser atribuido a esfuerzos más intensos de las autoridades colombianas, así como a un mejoramiento en la cooperación internacional.
Si en EU se incautaron en 2005 más de 200 toneladas de cocaína, en 2009 apenas se logró confiscar poco más de 100 toneladas. El decremento de las incautaciones de cocaína en ese país, por sí solo, podría no ser suficiente evidencia para hablar de una contracción de la oferta en la zona; pero si se observa también la baja en los niveles locales de consumo y el hecho de que los precios de la cocaína en EU —ajustados por nivel de pureza— se han incrementado más de 80 por ciento entre 2006 y 2009, entonces se puede ya hablar de una menor disponibilidad de esta droga en la zona, de una contracción del mercado y de una disminución de los ingresos que los traficantes mexicanos obtienen por introducir este producto en el vecino del Norte. Sólo por este producto.
(Miguel Ángel Vargas V.)
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