Nada es gratis
Walter Williams
Quizá la lección económica más difícil de sobrellevar es que vivimos en un mundo de escasez y todo tiene un coste. La escasez surge en el momento en que los deseos humanos superan a los medios de satisfacer esos deseos. Por ejemplo, Rolls-Royce fabrica menos de 4.000 vehículos al año, pero estoy seguro de que de los 6.500 millones de habitantes de la Tierra hay más de 4.000 que querrían tener un Rolls-Royce. Eso significa que los Rolls-Royce son más bien escasos. Pero no son sólo ellos: también la ropa, la comida, el suelo y casi cualquier cosa que se le ocurra. No hay suficiente para satisfacer los deseos de todo el mundo.
La escasez significa que nada es gratis. Tener más de algo implica tener menos de otra cosa. Me podrá contestar: "Williams, ahí es donde se equivoca. Alguien me dio este periódico y estoy leyendo su columna gratis". Falso. Si usted no dedicara tiempo a leer mi columna, habría dedicado el tiempo a leer otra cosa, a hablar con su esposa o hijos o a salir a correr. Usted lee mi columna gratuitamente, pero no lo está haciendo a un coste cero. Tiene que sacrificar algo. Hay servicios por los que no debe pagar, como bibliotecas públicas, escuelas públicas, transporte público, etc. Eso no significa que no haya alguien que se esté haciendo cargo del coste.
Ese deseo de conseguir algo a cambio de nada, o que te den algo y lo pague otro, explica el motivo de que tantos estadounidenses sean engañados por los políticos. Un fraude legislativo que ha prosperado durante siete décadas es el bulo de la seguridad social de que la mitad de las retenciones en la nómina (el 6,2%) es abonada por la empresa y la otra mitad (otro 6,2%) es pagada por la plantilla. La ley dice que si usted es autónomo, tiene que pagar las dos mitades. El quid de la cuestión es que tanto si usted es autónomo como si no, va a pagar las dos mitades de la retención de la seguridad social que alcanzan en total el 12,4%. Vamos a verlo.
Suponga que usted me contrata y acordamos que mi salario es de 500 dólares. De esos 500 dólares, usted va a deducir 31 como retención de mi salario destinada a la seguridad social y va a añadir 31 como la supuesta parte de la empresa, enviando a Hacienda un total de 62 dólares. He aquí mi pregunta: ¿cuál es el coste semanal para usted de contratarme? Espero que responda 531 dólares.
La siguiente pregunta es: para hacer rentable mi contratación, ¿cuál debe ser el valor mínimo de mi contribución a su producción total? Si cree que son 531 dólares ha aprobado la lección, porque si el valor de mi aportación a la producción total es sólo del salario acordado entre nosotros de 500 dólares, estará usted incurriendo en pérdidas por contratarme y se iba a arruinar fichándome. Por tanto, si estoy produciendo por valor de 531 dólares semanales, soy yo el que está financiando la supuesta parte de la empresa tal y como hago también con la del empleado. El motivo de que el Congreso creara la ficción de dividir los pagos en dos partes fue hacernos creer que pagamos menos impuestos de los que realmente pagamos.
Por cierto, todas esas prestaciones que percibe el trabajador aparte del salario –como el seguro médico, la jubilación o la guardería – en la práctica las paga él también. Si no las recibiéramos, nuestros salarios serían mayores. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Congreso impuso controles sobre salarios y precios prohibiendo a las empresas competir por los empleados ofreciendo salarios más altos. Fue entonces cuando muchas empezaron a ofrecer prestaciones independientes del salario, como los seguros médicos, como forma de competir por los trabajadores.
Estos extras terminan siendo buenos para el trabajador porque, en su mayor parte, no le retienen por ellas. En otras palabras, si el patrón pagara al trabajador el valor de, digamos, el seguro médico, dentro del salario, el trabajador tendría que pagar los impuestos correspondientes a esa renta y luego comprar una buena cobertura sanitaria.
La idea de fondo es que si usted cree estar recibiendo algo a cambio de nada, o que algún otro le está pagando algo, será mejor que lo compruebe dos veces.
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