Noruega
Populismo: cuidado, puede quemar
Manifestación en Ámsterdam: "El extremismo perjudica seriamente la salud. 10 de enero de 2008.
Aunque Anders Breivik sea el único responsable de las atrocidades cometidas en Noruega, ha sacado sus ideas delirantes de un entorno populista. Esto dice mucho sobre el estado de ánimo de Europa, afirma un historiador neerlandés.
Tras los terribles atentados de Anders Breivik en Noruega, se intensifican los debates sobre la relación entre el asesino y los círculos ideológicos con los que se le vincula. De hecho, en atentados anteriores, como el asesinato de Theo van Gogh [polémico realizador neerlandés asesinado en 2004 por un extremista islamista], ¿no se habían pedido cuentas a los correligionarios de los autores? Si entonces se consideraban a los musulmanes responsables ¿podríamos tratar del mismo modo a los defensores de la ideología de la nueva derecha a la que se adhería Breivik?
Habrá pocas personas que compartan o legitimen la forma con la que Breivik justifica su masacre. Él es el único responsable. Y tan sólo podemos pedir cuentas a las personas que justifican o explican sus atrocidades desde un punto de vista ideológico y que comparten el conjunto de sus ideas. Al igual que sólo podíamos juzgar a las personas que compartían la ideología violenta de Mohamed Buyeri, el asesino de Theo van Gogh. Pero ahí queda todo.
Breivik se basó en una ilusión
La justificación de la violencia de Breivik procede de una ilusión según la cual Europa está amenazada por los políticos que apoyan el multiculturalismo y por el islam. Su manifiesto de 1.500 páginas "2083, una declaración europea de independencia" está repleto de teorías conocidas en los medios de la nueva derecha, representada en Países Bajos por el PVV.
Se trata sobre todo de una visión deformada del mundo, en la que Europa estaría amenazada por el islam. Breivik cita a Geert Wilders [líder del partido populista PVV], que sostenía que los marroquíes iban a colonizar Países Bajos y que no llegaban para integrarse, sino para someter a los neerlandeses. También escuchamos entre algunos miembros del PVV las teorías sobre el peligro del "marxismo cultural".
Difundir mentiras no es un acto tan inocente
Se trata en este caso de una imagen deformada de la realidad que no tiene nada que ver con la realidad social. Es la visión del mundo de la que Breivik ha sacado sus violentas conclusiones. Él mismo es responsable de ello. Pero el hecho de que haya podido reunir tantas ideas delirantes dice mucho del estado de ánimo de Europa, y en especial de Países Bajos, donde un movimiento con estas ideas está asociado al Gobierno mediante un acuerdo de apoyo [en el Parlamento].
La violencia de Breivik fue un acto que cometió él. Él es el único responsable. Pero Breivik comparte su visión del mundo falsa y delirante con otros. Y partiendo de ahí, ahora debemos pedir cuentas a todos los adeptos. No es un acto tan inocente difundir mentiras, crear espectros engañosos. Al que deforme la realidad no se le debe tomar en serio como a las numerosas voces en el debate social. Hay que tratarle con rigor. Le podemos exigir que deje de engañar a la gente. Y esto se aplica también a los populistas neerlandeses que propagan la ideología de la nueva derecha. Se acabó el juego. Es la hora de la verdad.
Contrapunto
Cuidado con explotar demasiado la política
"Demasiada política perjudica a la política", advierte Maroun Labaki en Le Soir, que recuerda que para el presidente de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, la masacre noruega "requiere una respuesta europea, una respuesta común en defensa de la democracia" y que un portavoz del Partido Socialista francés ha censurado con dureza "la ideología del choque de civilizaciones y de la incompatibilidad de las culturas" que conduce hacia el "odio y el terrorismo".
"El debate político es un valor en sí mismo. La explotación política, o propia de los políticos, por el contrario, apenas engrandece a quienes la ejercen", afirma el periodista, que recuerda que el suceso es el acto "de un único hombre. No es una milicia fascista que desembarca a ritmo de desfile marcial en la isla de Utoya".
"No es nuestra intención banalizar sobre la extrema derecha y la derecha populista. Son peligrosas para la democracia y, la segunda, mucho más de lo que se cree, con una simpleza que contamina la derecha tradicional y el debate público", añade el periodista, pero "hay que pensar con la cabeza".
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