US: Austeridad y despilfarro, estoicos y epicúreos – por Armando Ribas
Tengo la impresión de que seguimos intelectualmente confundidos en nombre de la supuesta civilización Occidental y Cristiana por una parte y por la otra porque parecería que Pitágoras se ha impuesto a Protágoras y los números parecen ser la medida de todas las cosas. Peor aun el pensamiento descalificatorio de Marx al respecto del sistema que llamara capitalista, está vigente en nombre de la “social democracia” tal como la concibiera Edward Berntein.
Dicho lo que antecede voy a pasar a analizar dos artículos publicados en la última edición de Foreign Affaires. En el primero G. John Ikenberry “¿El Orden Liberal Global Sobrevivirá América?” comienza por sostener que el orden liberal fue un producto europeo que surgiera dela Paz de Westfalia que terminara con la Guerrade los Treinta Años (1618 – 1648) que liquidara prácticamente la mitad de la población de Europa. En la Pazde Westfalia el reconocimiento de la soberanía de los estados, determinó asimismo que el príncipe decidía la religión de sus súbditos. Así continuó la Inquisición. No obstante el autor insiste en que fue el comienzo del sistema global liberal y si bien hace algunas referencias a supuestas violaciones de tales principios, ignora que fue precisamente la filosofía política de Europa Continental la determinante a partir de Rousseau y de la Revolución Francesa, mediante el comienzo del totalitarismo racional en el mundo.
No fue otro que Rousseau quien después de determinar que la propiedad privada era el origen de las desigualdades del hombre, y que el progreso de las ciencias y las artes determinaba a su vez la decadencia de la moral, escribe en “El Contrato Social”: “Cualquier pueblo en una situación que permita tan solo la elección entre el comercio y la guerra es débil en sí mismo”. En otras palabras sostiene la necesidad del autoabastecimiento en contra del comercio internacional. Seguidamente Kant a fin de descalificar moralmente al pueblo judío lo acusa de ser un pueblo de comerciantes pues los comerciantes nunca son honestos porque no actúan por deber; y siguiendo en esa línea Hegel sostiene que la salud ética de los pueblos depende de la guerra que los libera de la putrefacción de una perpetua paz (sic).
Pero más allá de las anteriores disquisiciones, es un hecho que fue solo en virtud de las influencia inglesa y seguida por los Estados Unidos que comenzó el proceso global liberal, en tanto que como bien señala François Revel, fue Europa la que en el siglo XX pusiera al mundo dos veces al borde del apocalipsis, y creara los dos sistemas más criminales jamás infligidos a la especie humana. No obstante Ikenberry sostiene que el sistema liberal hoy en el mundo no es americano u occidental, y por tanto no es de estados democráticos liberales, sino un sistema que permite el progreso económico. Esta es la realidad que han aprendido los chinos y la han reconocido los demás países del BRIC, en mayor escala que sus contemporáneos europeos, sumergidos en la crisis del marxismo disfrazado de social democracia.
Entonces al respecto el autor sostiene que la política americana debe ser investida de un pragmatismo económico. En otras palabras Ikenberry defiende el sistema global liberal como un hecho incontrovertible, aceptado hoy por los países en desarrollo y particularmente por China. Lo que a mi juicio ignora es que el mayor desafío al sistema global liberal se encuentra precisamente en Europa donde impera la social democracia que es la antítesis del sistema liberal.
En un segundo artículo “Como salvar al Euro y a la Unión Europea” los autores Henry Farrell y John Quiggin, sostienen la tesis de que la crisis europea debe aplicar la política sugerida por Keynes en su “Teoría General”. Al respecto sostienen: “Pero institucionalizar la austeridad dañará a las economías europeas en el corto plazo y las consecuencias en el largo plazo serán aun peores… ella destruiría lo poco que queda de la legitimidad política dela Unión Europea”.
En virtud de ese criterio, los autores se oponen a la actitud alemana de reducir los gastos. Es indudable a nuestro juicio que los autores ignoran la realidad económica que se viviera en el mundo al tiempo que Keynes escribiera su Teoría General, con el propósito no de cambiar, sino de salvar al sistema capitalista. En primer lugar debemos tener en cuenta que la crisis del treinta no es comparable con la actual. En aquella oportunidad la economía americana cayó un 35% comparado con un 2,8% en el 2009, y el comercio internacional se redujo en un 50% gracias a la influencia de la Smoot– Hawley act. y el inicio de las devaluaciones competitivas. Y otro hecho relevante es que el gasto público en la década del treinta fluctuaba alrededor del 7 – 8 % del P.B.I.
¿Qué habría dicho Keynes frente a la crisis europea cuya causa es precisamente el denominado sistema de bienestar imperante?. La crisis del 30 fue causada por el propio sistema y los errores de política económica tal como lo explica Friedman en su “Libre para Elegir”. En esa obra culpa claramente al Federal Reserve de Washington por no haber aceptado la recomendación del Federal Reserve de N. Y. de actuar como prestamista de última instancia y salvar a los bancos. Como bien señala Minsky el sistema financiero es proclive a la especulación. En el caso de la crisis de los Estados Unidos se aplica el criterio de Misnky al respecto del origen de la crisis, que surge de lo que denomina “displacement”. Es decir un hecho o decisión que provoca la especulación. Tal fue el caso de la ley de Carter que preveía que todo americano tenía derecho a una casa propia, y así comenzó la especulación en los bienes inmuebles y las hipotecas subprime.
El caso de la crisis europea por el contrario, es el resultado del propio sistema de estado de bienestar que incrementa el gasto público a niveles insostenibles. Tales son los casos de los PIGS al que se suma ahora Italia. Así se ignora el dicho de George Gilder, cuando escribió: “El gasto público no forma parte del producto, sino parte del costo de producir”. Esta realidad es aparentemente ignorada por los autores y en su supuesta solución Keynesiana proponen “La solución es una combinación de comprar en el mercado de bonos otros activos financieros, temporariamente una mayor inflación y apoyo fiscal con la emisión de bonos europeos”.
La solución de una mayor inflación lo único que provoca es una mayor revaluación del Euro y de ninguna manera corrige el verdadero origen de la crisis. Los autores pretenden descalificar la austeridad (estoicos) en nombre del bienestar (epicúreos). No saben que en la medida que el gobierno es más austero, o sea el gasto público es menor, el bienestar proviene de la producción de bienes y servicios de parte del sector privado.
En fin, la preocupación por la deuda americana aparentemente también ignora su causa. El crecimiento del gasto público ha sido provocado en parte por la crisis, y en parte por la tendencia social del gobierno. Así el gasto general que hasta el año 2007 fluctuaba alrededor del 35% y ya en el 2009, de conformidad a nuestras estimaciones aumentó al 42% del P.B.I. El problema de la deuda es la consecuencia, y consideramos que la preocupación de la Sra. Lagarde por un default de los Estados Unidos no tiene razón de ser. En última instancia está en manos de Bernanke el evitarlo. En este momento la creación de dinero en los Estados Unidos no es el problema sino el nivel del gasto. Y recordemos, cuando el estado no es austero, la austeridad la sufre el sector privado. Por tanto no puedo menos que estar de acuerdo con la posición de los republicanos de reducir el gasto.
Venezuela: La guachafita de la enfermedad
Venezuela: La guachafita de la enfermedad – por Jesús Antonio Petit da Costa
Compatriotas: Ha vencido el plazo que todos concedimos a El Tirano para que se sincere y le diga al país la verdad completa sobre su enfermedad. No lo ha hecho; por el contrario, al seguir ocultando el informe médico, el tema se ha convertido en una guachafita: ¿está enfermo realmente? ¿es cáncer? ¿dónde, en el colon, en el recto o en la próstata? ¿ya tiene metástasis? Ponerle fin a esta guachafita debería ser la tarea prioritaria de una oposición hasta ahora inútil.
La enfermedad de un presidente es asunto de Estado por sus consecuencias constitucionales. Tratándose de una enfermedad grave, sea crónica o aguda, debe informársele al pueblo soberano, por medio de la Asamblea Nacional, acompañando la comunicación con el informe médico que contenga el diagnóstico de la dolencia y el pronóstico de su evolución. En base a este informe médico la Asamblea Nacional podrá activar la sucesión constitucional, si lo cree procedente, sea declarando la falta temporal por incapacidad transitoria, física o mental, o poniendo en marcha el trámite ante el TSJ si la incapacidad fuese permanente. No es el presidente el que evalúa su salud física o mental. Son los médicos que lo asisten. Y no es el presidente el que decide sobre su incapacidad física o mental. Son los demás poderes públicos.
Mientras no sea enviado a la Asamblea Nacional el informe médico sobre la enfermedad grave del presidente, no consta su existencia. No existe legalmente. Y por ello no surte efectos jurídicos, lo que beneficia al presidente enfermo, quien así puede seguir ejerciendo el cargo estando incapacitado física o mentalmente. Pero, en contrapartida, por ocultar el informe médico, su declaración de que padece una enfermedad grave debe tenérsela por falsa o mentirosa, ya que no se sustenta en una prueba fehaciente. Al esconder el informe médico sobre la enfermedad está ocultando la verdad, por lo cual incurre en falta de ética o probidad. Un engaño de esta naturaleza es incompatible con la dignidad exigida para el ejercicio del cargo. ¿A qué se debería esta conducta de un presidente? Puede ser porque finja, por cálculo político, una enfermedad que no tiene, pudiendo ser otra menos grave, o porque trate de evadir las consecuencias constitucionales que acarrearía la enfermedad que dice tener, por sus efectos secundarios y por la expectativa de vida.
De este hecho, el ocultamiento del informe médico que contiene el diagnóstico de la enfermedad y el pronóstico de su evolución, se deduce en el caso concreto que El Tirano está escondiendo la verdad. Entonces miente: o porque no sufre de cáncer o porque no quiere que se sepa que su enfermedad lo incapacita, ahora mismo o a corto plazo, para ejercer el cargo. Si hubiese una oposición arrrecha acabaría con la guachafita formada en el país con el acertijo de la enfermedad presidencial, acusándolo sencillamente de mentiroso o falso, que es lo mismo, porque esconde el informe médico. La acusación obligaría a El Tirano a presentarlo avalado con la presencia de los médicos que lo atendieron. Si presenta el informe médico sabremos entonces porqué lo ha ocultado hasta ahora. Y si no lo presenta, pierde la solidaridad afectiva que busca con la manipulación política de su enfermedad.
En refuerzo de la acusación bastaría señalar la sucesión de mentiras, que la anteceden. Primero, al pueblo se le mintió diciendo que El Tirano no tenía nada. Segundo, al pueblo se le ocultó que el presidente fue operado dos veces. Tercero, al pueblo se le mintió cuando no se le dijo oportunamente el motivo y resultado de la segunda operación. Cuarto, el presidente reconoció tardíamente que la segunda operación duró seis horas, durante las cuales estuvo inconsciente por la anestesia, y después fue recluido seis días en terapia intensiva, estando por ello incapacitado para ejercer el cargo, lo que hacía procedente la declaración de falta temporal. Todo esto le fue ocultado al pueblo, lo que indica que se le mintió sin pudor. Quinto, sólo ahora, pasado un mes, el presidente dice que tal vez sea sometido a quimioterapia, lo que demuestra que ha ocultado la gravedad de su estado. Y aún así sigue ocultando el informe médico.
No podemos pasarnos todo el año en una guachafita adivinando qué tiene El Tirano, mientras el país se cae a pedazos. Este asunto hay que despacharlo ya, poniendo las cartas sobre la mesa. Es lo que haría una oposición arrecha.
Latin America: José Miguel Insulza, acusado de pretender tomar control ejecutivo de la CIDH
Latin America: José Miguel Insulza, acusado de pretender tomar control ejecutivo de la CIDH – Informador
En un documento presentado al Consejo Permanente de la OEA, José Miguel Insulza cuestionó la autonomía y la independencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Grupos de defensa de los derechos humanos de América externaron hoy su preocupación de que una propuesta de reforma afecte la autonomía de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En un documento presentado al Consejo Permanente de la OEA, Insulza cuestionó la autonomía y la independencia de la CIDH, al insistir que son ‘conceptos’ que no aluden ninguno de los diversos instrumentos políticos que regulan a la CIDH.
En cuanto a la designación del secretario ejecutivo de la CIDH, Insulza aludió el propio estatuto del organismo, según el cual ‘los servicios de la Secretaría de la Comisión estarán a cargo de una unidad administrativa especializada’ bajo la dirección de su oficina.
“El mismo artículo establece que el Secretario Ejecutivo será designado por el Secretario Ejecutivo General de la Organización en consulta con la Comisión”, precisó el documento.
El argumento de Insulza contradice la práctica tradicional, mediante la cual el secretario ejecutivo de la CIDH ha sido seleccionado por los comisionados del organismo, lo que politizaría la elección.
La propia CIDH ha presentado a su vez una propuesta de reforma interna, bajo la cual retendría la selección del secretario ejecutivo.
Viviana Kristicevic, directora del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) calificó de ‘indeseable’ la posibilidad de que el cargo quede supeditado a una oficina política como la de Insulza.
“Creemos que es importante que la comisión no tenga pies de barro, que no esté asentada sobre una secretaría, y un secretario ejecutivo sobre el que no tiene autoridad”, dijo.
Hablando por separado en una audiencia pública convocada por la CIDH para conocer la posición de la sociedad civil, Kristicevic dijo que de prosperar, la intención de Insulza acabaría con la autonomía e independencia de la comisión.
José Miguel Vivanco, director ejecutivo del grupo Human Rights Watch para América Latina, exhortó a los miembros de la comisión ‘a resistir la presión’ ejercida por algunos países miembros e Insulza.
Vivanco denunció que se busca con este cambio “un mayor control de la comisión, y consecuentemente un debilitamiento y no un fortalecimiento” de este órgano.
En su turno la comisionada presidenta de la CIDH, la estadounidense Dinah Shelton agradeció las muestras de apoyo, pero resaltó la importancia de que estas agrupaciones hagan llegar sus preocupaciones a sus respectivos gobiernos.
“Necesitamos que nos defiendan, tanto como ustedes necesitan que nosotros los defendamos”, indicó.
Shelton recordó que “si los Estados deciden que ya no somos necesarios o importantes, nos pueden abolir y ustedes son la defensa que impiden que eso suceda”.
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