miércoles, agosto 31, 2011

El modelo chileno

Por Gabriela Calderón de Burgos

El Universo

“El modelo actual solo contribuye a garantizar un Chile desigual”, dijo Camila Vallejo, la líder del movimiento estudiantil que ha sacudido a Chile durante los últimos meses. Camila, de 24 años, es militante del Partido Comunista y presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Aunque este movimiento enfoca sus demandas en el ámbito de la educación, su agenda y su manera de exigirlas van más allá, constituyen un cuestionamiento al modelo chileno de un Estado limitado y una democracia representativa.

Axel Kaiser, investigador del Instituto Democracia y Mercado, asevera que a pesar del progreso económico, el descontento de aquellos que protestan tiene que ver con “el avance de la ideología progresista en el país”.

Pero consideremos solamente el sistema educativo y la supuesta desigualdad que dicho sistema perpetúa. Al sistema de educación superior en 1957 tenían acceso 20 mil estudiantes, lo que corresponde a una cobertura de 3,5%. En 2009 la realidad era totalmente distinta: 800 mil estudiantes estaban matriculados en una universidad, lo que corresponde a una cobertura superior al 40%. De estos 800 mil estudiantes matriculados, 70% constituyen la primera generación de sus familias en lograr ese nivel de estudios y 78% asistían a instituciones privadas. Sin un rol protagónico del Estado y sin la gratuidad, cosas que demanda el movimiento estudiantil, se obtuvo un incremento considerable en la cobertura.

En la prueba internacional de evaluación de estudiantes de 2009, PISA, la cual muestra el puntaje promedio obtenido por estudiantes de 15 años en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias, Chile obtiene el puntaje más alto de los países latinoamericanos incluidos en la prueba (mejor que Uruguay, México, Colombia, Brasil o Argentina, entre otros).

En cuanto a si es mejor la educación pública que la privada o si es malo que hayan instituciones con fines de lucro dentro del sistema educativo, en el sistema chileno se les ha permitido a los padres la libertad para elegir entre estos distintos tipos de instituciones. Durante la última década alrededor de medio millón de estudiantes chilenos han abandonado los colegios municipales (públicos) y se cambiaron a colegios privados subvencionados por el Estado o pagados.

Sobre la desigualdad supuestamente perpetuada por el sistema educativo, el economista Claudio Sapelli de la Universidad Católica de Chile ha hecho un análisis por generación de la desigualdad y llega a conclusiones totalmente distintas. Si la generación de entre 55-64 años de edad registra un 39% de personas con educación secundaria, la generación de entre 25-34 años alcanza el 85%, superando incluso el promedio de los países de la OCDE. Sapelli también muestra que esta diferencia entre generaciones se aplica a la distribución del ingreso, la cual es mucho más equitativa en las generaciones más jóvenes.

Muchos creen que el sistema educativo, con todos sus defectos, ha sido la gran fuerza igualitaria que ha resultado en que el futuro de los jóvenes en su país cada vez dependa menos del estrato social de sus padres y más de su educación. Sería una pena eliminar un sistema que ha funcionado en lugar de aprovechar la oportunidad de mejorarlo.

“A las playas de Trípoli…”

“A las playas de Trípoli…”

Por Cal Thomas

Diario Las Americas

Nómbreme un solo estado árabe o islámico que después de una revolución que ha derrocado a un dictador haya adoptado el pluralismo político, la tolerancia religiosa y derechos iguales para la mujer.

No puede, ¿verdad?

El Departamento de Estado de los EE.UU. publica un informe anual sobre la práctica de derechos humanos en los estados árabes (http://www.state.gov/g/drl/rls/hrrpt/). Consistentemente se ve que todos son gobernados por variaciones de regímenes dictatoriales que oprimen a su pueblo, niegan las libertades básicas de prensa, expresión, proceso legal y que son intolerantes de cualquier religión que no sea la islámica, castigando a los conversos a otras religiones (una ofensa grave en algunas naciones islámicas) y a cualquiera que comparta otras religiones con su pueblo.

El Informe de Desarrollo Humano Arabe (Arab Human Development Report) auspiciado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y preparado por eruditos árabes, examinó las siete regiones del mundo. El reporte califica a los países árabes como los más bajos de acuerdo con su “calificación de libertad”.

¿Cuál es la definición popular de locura? ¿No es repetir los mismos errores esperando resultados diferentes?

Después de rebeliones en naciones árabes desde Egipto a Yemen, ahora enfrentamos la de Libia, donde se han deshecho de Muammar Gadafi. Al igual que otras naciones enfrascadas en una revolución, lo que pasará todavía no se sabe. Lo mismo sobre juzgar si los sustitutos serán mejor que los anteriores.

En Libia, el Consejo Nacional de Transición ha publicado en el Internet lo que parece ser un borrador de constitución para el nuevo estado. Contiene mucho que suena bien y por lo menos una sección que debe de causar gran preocupación. Lo bueno incluye “garantías”, tales como, “El estado garantizará a la mujer todas las oportunidades que le permitirán participar entera y activamente en las esferas políticas, económicas y sociales”. (Artículo 6) y “El Estado garantizará a los no musulmanes la libertad de practicar sus derechos religiosos y garantizará respeto para sus sistemas de estatus personal”. (Artículo 1).

Hay mucho más que elogiar en el borrador de la constitución, pero luego encontramos esto: “Islam es la religión del Estado y la principal fuente de legislación es la jurisprudencia islámica (Sharia)”. (Artículo 1).

El sistema legal de Arabia Saudita está basado en la ley Sharia. Más de dos docenas de otros países funcionan de acuerdo con al menos algunos aspectos de la ley Sharia. Ninguno de ellos es conocido por ninguno de los principios expresados en el borrador de la constitución Libia que suena pluralista. Por sus frutos los conoceréis y los frutos en países donde la ley Sharia es el estándar legal están podridos en cuanto a tolerancia, pluralismo religioso, una prensa libre e independiente y derechos iguales para la mujer.

No es exagerado pensar, pues, que si la ley Sharia es el objetivo del Consejo Nacional de Transición, según se expresa en ese borrador, ninguno de los otros altisonantes principios habrá de lograrse, y mucho menos garantizarse.

Ninguna de las naciones que están experimentando revoluciones y problemas tiene una historia de democracia, libertad o derechos humanos. Esto se debe a que creen en un Dios que quiere que sus seguidores impongan con violencia sus creencias religiosas a aquellos que tienen diferentes creencias.

El ex ministro de Justicia libio Mustafa Mohammed Abdul Jalil, que ahora dirige el Consejo dijo, después de renunciar a su cargo en protesta por los asesinatos de civiles por Gadafi, “Somos lo mismo que la gente de otros países y estamos en busca de las mismas cosas”.

Esto falta por verse. Basándonos en la dirección de las revoluciones en otros estados árabes y su historia –para no mencionar la presencia de la Hermandad Musulmana y otros grupos radicales que bien pudieran acabar con cualquier deseo de verdadera libertad que pudiera haber en estos movimientos– yo soy incrédulo.

Por cierto, ya que varias naciones están descongelando los fondos libios y el país tiene abundancia de petróleo, ¿pudiéramos pasarle una cuenta al Consejo por la ayuda que les hemos dado, directamente y a través de la OTAN? Esto ayudaría a rebajar nuestra deuda nacional. Esto es algo que también deberíamos aplicar en otros países que busquen nuestra ayuda.

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