sábado, agosto 06, 2011

Las lecciones de la crisis de EE.UU. y su efecto global

Ello debe llamar a reflexión al gobierno entrante en nuestro país sobre la importancia del manejo responsable del frente fiscal…

El mundo tiembla: la estabilidad presupuestal de Estados Unidos –el principal referente económico y financiero global– pende de un hilo y amenaza con arrastrar a otros países. EE.UU. enfrenta efectos derivados de la pérdida de disciplina fiscal, por razones que van desde programas de salud extremadamente caros, como Medicare, el envejecimiento de su población, el salvataje de un sistema financiero insolvente y las sucesivas guerras externas en las que se ha involucrado.

Todo ello debe llamar a reflexión al gobierno entrante en nuestro país sobre la importancia del manejo responsable del frente fiscal, especialmente tras las propuestas de aumento de gasto corriente anunciadas por el presidente Ollanta Humala en su mensaje del 28 de julio.

En Estados Unidos, demócratas y republicanos, no llegan hasta ahora a buen puerto, pues ambos bandos están más preocupados por su imagen de cara a las próximas elecciones. Esta incapacidad de pactar con la oposición en momentos críticos es también un mensaje para la clase política peruana.

El plazo legal para que el Congreso estadounidense apruebe la ampliación del endeudamiento público vence este martes 2 de agosto. De no lograr acuerdo, Estados Unidos podría entrar en moratoria y no contar con los fondos necesarios para hacer frente a sus obligaciones.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha advertido que sin una pronta salida, el pánico y la volatilidad contagiarán los mercados financieros y bursátiles, y se afectará la emisión de bonos de EE.UU. con “efectos universalmente negativos”.

Nuestro país acaba de experimentar una expectante transferencia de mando, pero no será ajeno a la crisis estadounidense. El nuevo gobierno debe tomar las previsiones necesarias para mantener la solidez de nuestra economía, el ritmo de las exportaciones, el nivel de las reservas internacionales y el clima de confianza de los inversionistas y los agentes económicos.

En este delicado contexto internacional cualquier paso en falso, como un aumento excesivo del gasto corriente o un despilfarro fiscal de corte populista, podría costar el futuro a corto y mediano plazo.

Como telón de fondo de la crisis en Estados Unidos está –como mencionamos en líneas anteriores– la rivalidad entre partidos políticos que no quieren dar su brazo a torcer y actúan en función de sus intereses proselitistas, pensando más en la próxima elección que en su país y sus votantes.

La contraofensiva demócrata llega desde el Poder Ejecutivo: el presidente Barack Obama está llamando a los ciudadanos para que presionen a sus parlamentarios, y desde el Senado, con su bancada, bloqueando los proyectos que resultan insuficientes o inadecuados. Ello muestra la desesperación que se vive en los ámbitos más altos de la toma de decisiones en un país emblemático del mundo desarrollado.

Mientras el mundo sigue con expectativa y preocupación las deliberaciones congresales de Estados Unidos en las horas que restan para el plazo final, la moraleja que nos deja esta crisis, según diversos expertos, remarca tres cosas: la necesidad de preservar la responsabilidad fiscal en las cuentas públicas (no se puede gastar más de lo que se produce), la urgencia de mantener el diálogo político entre fuerzas opositoras en aras de la gobernabilidad y, por encima de todo, la prioridad del interés nacional antes que los cálculos políticos y los sesgos partidarios.

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