viernes, agosto 26, 2011

PERO, ¿QUÉ RAYOS ES UN LIBERAL?


Friedrich August von Hayek, uno de los mas grandes pensadores liberales y Premio Nobel de Economía, observó en alguna ocasión:
"Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de esta época, es preciso, sobre todo, que nos percatemos exactamente de cual es nuestro credo."
Se refería concretamente a la contienda ideológica, todavía en vias de resolverse, entre las ideas liberales y las socialistas.

Resulta lógico que cualquiera que pretendiese participar en ese gran debate, pues debe de contar con un mínimo de preparación respecto a la posición que pretende defender y sobre todo tener muy claras las diferencias que resultan y han resultado a traves de la historia de la humanidad, de la aplicación de las ideas liberales y de las de sus adversarios ideológicos, los colectivistas.

Pero en el mundo actual, esa no es taréa facil. Revisar la historia de la civilización y especialmente la de la evolución del pensamiento humano comunmente nos lleva a la confusión, pues además de los diferentes matices que existen entre las diferentes corrientes filosóficas, políticas y económicas, frecuentemente tenemos ideas preconcebidas, resultado de nuestra educación formal, religiosa o moral, que nos impiden analizar sin prejuicios dichos sistemas.


Además, con la enejenante propaganda de unos y otros, en un mundo poblado de demagogos y fanáticos, hoy nos resulta sumamente dificil diferenciar entre un "neocon" y un "conservador", un "populista de derecha" y uno de "izquierda", un "socialdemócrata" y un "demócratacristiano", un "anarquista" y un "anarcocapitalista", un "comunista" y un "socialista", un "liberal" y un "neoliberal" y así hasta el infinito...

Para nuestros fines, y como parte de un metodo para aclaranos un poco el asunto, recurriremos a una de esas "odiosas" generalizaciones:

De forma absolutamente maniqueista, consideraremos solamente dos grandes vertientes de pensamiento: el LIBERALISMO, y su némesis el SOCIALISMO.

Un LIBERAL es aquella persona que por sobre todas las cosas aprecia su LIBERTAD INDIVIDUAL y la de sus semejantes. Considera como derechos naturales, es decir ineherentes a su calidad de ser humano, los derechos a la LIBERTAD, a la VIDA y a la PROPIEDAD PRIVADA. Para un liberal la razón de ser del Estado, es la protección de estos valores.

Un SOCIALISTA por lo contrario es el que busca es un utópico IGUALITARISMO de las personas, y piensa que la razón de ser del Estado es lograr por cualquier medio este fin. Para esto promueve la intervención estatal hasta en los aspectos más íntimos de las vidas de el y sus semejantes y esta dispuesto a aceptar, y aún a aprobar, que este Estado SUPRIMA la LIBERTAD, la PROPIEDAD y aún la VIDA de las personas, para lograr esta supuesta igualdad colectiva.



Nos será de igual forma útil conocer la clásificación que Ludwig Von Mises, hiciera de los SOCIALISMOS Y SEUDOSOCIALISMOS, donde aprendí que muchos sistemas que la gente considera pertenecientes a la esfera del capitalismo, en realidad se tratan de sistemas mas parecidos a los socialistas en virtud por sobre todo de su principal caracteristica: la pretensión de sus burocracias estatales de planificar, de manera autoritaria, absolutamente todos los aspectos de la vida de sus pobladores. Es así como el mercantilismo, el keynesianismo, el nacionalsocialismo, el militarismo, el fascismo, el estado de bienestar, la tercera via, la economía mixta, el corporativismo, el sindicalismo y todos esos sistemas que desde el estado pretenden (con resultados desastrosos) manejar la vida de los pobladores que tienen bajo su puño, son en realidad soluciones seudosocialistas, que al igual que sus supuestos adversarios de "izquierda", los socialismos de todos los tonos y su extremo, el "socialismo real" o comunismo, constituyen el "camino a la servidumbre" mas directo que existe en la vida, como lo demostrara el propio Hayek.

Para resumir. En este estudio, este viaje que hoy emprendemos, consideraremos como LIBERAL todo lo que proporcione la prevalencia de los DERECHOS NATURALES DEL HOMBRE, y como SOCIALISTA a todo lo que favoresca a la intervención del ESTADO, en detrimento de estos derechos naturales.

El LIBERAL favorece los derechos del INDIVIDUO, y el SOCIALISTA clama por las soluciones COLECTIVAS.

El LIBERAL es HUMANISTA y el SOCIALISTA es ESTATISTA.

Espero que esta clasificación sea suficiente para clarificar nuestros conceptos, para pasar a contrastar las ventajas de un sistema de Capitalismo Liberal por sobre cualquier otro sistema de intervención del estado.


Imagen y autoimagen de la policía de la ciudad de México

Opinión y debate
Elena Azaola Garrido
*

Uno de los temas que ha recibido muy poca atención en la literatura especializada es el que se refiere a la imagen que de sí mismos tienen los policías, tema que, sin embargo, consideramos relevante para poder entender, en el lenguaje y con las categorías que el policía emplea, desde qué lugar el policía se mira a sí mismo y se siente visto por los demás. Nos ha parecido también importante explorar si ha habido o no cambios en la manera como ellos miraban a la policía antes de ingresar y como se miran una vez dentro de la institución, así como en la manera en que se sienten vistos y miran a los ciudadanos desde su función. Consideramos que este conjunto de miradas son importantes en la medida en que nos dicen mucho acerca de la manera como el policía se siente situado frente a los demás, de los límites que percibe en su quehacer como consecuencia de su imagen y de la forma como todo ello incide en su actuación.

Al recabar la opinión de los policías sobre estos temas intentamos objetivar, por un lado, la manera como se perciben a sí mismos y como sienten que los demás los perciben, lo que es también una forma de abordar la manera en que se relacionan a partir de que hacen suya la identidad como policías. Desde este punto de vista constituye también un intento por relacionar o por integrar un aspecto de la dimensión subjetiva (la auto-percepción) con otros de la realidad objetiva (las relaciones con diversos agentes o sectores). Ambas dimensiones, como sabemos, se encuentran siempre presentes, interactúan y se condicionan mutuamente.

En los siguientes incisos, exploraremos, así, en primer término, la auto imagen del policía y, en los siguientes, la manera como miran y se sienten mirados por los ciudadanos, por su familia y por su entorno más inmediato. Por último veremos la imagen que tienen de la institución en la que prestan sus servicios.

a) Auto imagen

En su mayoría, los testimonios siguientes pretenden responder a la pregunta ¿cómo veían a la policía antes de haber ingresado a la institución y cómo la ven, o se ven a sí mismos como policías, ahora?

“Policía”, el sólo oír esta palabra me dejaba un mal sabor de boca… consideraba que estos personajes sólo se dedicaban a robar y a extorsionar a las personas que tenían la mala fortuna de caer en sus manos. Seis años después de estar del otro lado, no ha cambiado mucho mi concepción de la policía, justificaciones sobran, unas muy válidas, otras no tanto, lo cierto es que la policía no funciona como debiera.


Antes de ingresar a la policía la opinión que yo tenía de los elementos policiales era la imagen de abuso, prepotencia y deshonestidad. Las motivaciones que he tenido en mis 21 años de servicio, siempre han sido con el deseo de ser un día parte del cambio de imagen del policía, de erradicar en lo posible al policía abusivo, prepotente y sin valores que tanto daño le hace al ciudadano y a la institución.

El concepto que yo tenía de la policía es el que la mayoría de la gente tiene y que tristemente no es muy bueno. Siempre pensé que el elemento policial abusaba de su autoridad y carecía de criterio para manejar muchos asuntos, que lejos de salvaguardar nuestra integridad física y material, se encuentra al asecho de poder quitarnos un dinero con el pretexto de que “le voy a echar la manita”, lo que se le conoce como la famosa mordida… pero decidí incorporarme a las filas de la policía, más por necesidad que por gusto. Mi forma de ver a la policía ha cambiado porque me di cuenta que en realidad no todo es malo y que una minoría de elementos echan por el suelo el trabajo y el esfuerzo de muchos compañeros.

Antes de ingresar a la policía, para mí era la última alternativa de empleo, ya que me parecía algo muy bajo y penoso. La primera vez que me uniformé, pensaba que el ciudadano me iba agredir o que causaría burla… Entonces no había cambiado mucho la imagen que tenía del policía, del que se hace valer por su uniforme, agresivo… pero ahora que soy yo quien desempeña el oficio, me doy cuenta que debo ser yo quien representa la más elevada expresión del orden dentro de la sociedad…

Yo soy policía, uno de los más de 35 mil elementos con que cuenta esta institución, me siento muy orgulloso de serlo y, en honor a la verdad, toda mi estabilidad económica y el bienestar de mi familia se lo debo a este noble trabajo.

Cuando eres policía, quieres que todo el mundo se entere, ya sea portando el uniforme, trayendo la pistola en el cinturón, el carro sin placas o tomando bebidas alcohólicas en la vía pública para que pasen las patrullas y no te digan nada simplemente por ser compañero.

Antes pensaba que el policía estaba bien protegido, que tenía todo el apoyo y el respaldo de los jefes superiores; que el policía era lo máximo y que lo respetaban por representar una autoridad. Ahora sé que nadie respeta ni valora el trabajo de un policía, tampoco lo quieren aunque todos necesiten de él, ni es apoyado por los superiores.

Mi padre es diferente. Gracias a él yo podía confiar en todo aquel uniformado que perteneciera a nuestra policía, pues me mostró siempre el lado bueno de su profesión. Desafortunadamente, hasta que trabajé en un sector vi de cerca la prepotencia, la violencia innecesaria, el tráfico de influencias y otras cosas de algunos compañeros. Indiscutiblemente, la imagen que tenía de la corporación, cambió mucho.

Antes de pertenecer a la institución, tenía el pensamiento de que ser policía era denigrante y un empleo que no correspondía al sacrificio que había hecho para estudiar el bachillerato. Cuando era estudiante, los policías eran el centro de los malos comentarios, burlas y la base de muchas bromas relacionadas con la corrupción, la ineptitud y la ignorancia. Cuando veía policías en la calle, nunca significaban seguridad, sino más bien me inspiraban desconfianza. Sin embargo, la necesidad de ingresos económicos me orilló a vencer mis prejuicios y causé alta en el regimiento montado.

Inicialmente tenía un concepto deplorable y ruin de la policía, tal vez porque nunca los había tratado o por la mala fama de corrupción y prepotencia que de ellos tenía, pero viviendo en carne propia las inclemencias y arbitrariedades que un buen policía enfrenta, me doy cuenta de lo equivocado que estaba.

En mi época de estudiante, blasfemábamos en contra del sistema gubernamental diciendo de los policías que eran unos gorilas, analfabetas, lacayos del gobierno, seres sin sentimientos y arbitrarios. En la actualidad he observado que no se puede generalizar, ya que existen compañeros muy brillantes con amplios conocimientos técnicos y culturales, con una gran ética y categoría humanista, con gran habilidad y entrega en el servicio, así como también existen policías carentes de escrúpulos y educación, que se escudan en el uniforme para hacer de las suyas, denigrando el uniforme que portan.

Estoy entusiasmado de poder participar y presentar mis ideas, siendo éste el único medio que se me ha abierto para poder exponer lo orgulloso que me siento de ser policía y el coraje y la impotencia que siento cuando, sin razón, somos criticados por una sociedad que piensa y cree que los derechos sólo son aplicables a ellos y no a los policías, quienes deben aceptar vejaciones e insultos sin que puedan defenderse ya que para ello se les paga.

Ser policía significa ser una carga para toda la gente y ser el estandarte político de los candidatos que hacen compromisos que no van a poder cumplir.

Los testimonios anteriores contienen una gran cantidad de elementos que nos permiten tener una idea acerca de cómo se ven y se sienten vistos los policías por los demás. Algunos de los rasgos que fueron mencionados, son: rateros, abusivos, prepotentes, ignorantes, sucios, alcohólicos, corruptos, rudos, drogadictos y agresivos. Aunque no todas las respuestas mencionan estos rasgos, si se mira el conjunto, quizás predominan quienes antes de ingresar tenían una imagen muy negativa de la policía. En algunos casos esta imagen se modificó por una más positiva después de haber ingresado. Sin embargo, son tal vez mayoría quienes sólo han podido matizarla, aunque también hay otros que refieren que no se modificó la imagen negativa que tenían sino que se corroboró al haber ingresado a la institución.

Quizás es obligado formular la pregunta ¿qué tipo de relaciones pueden establecerse a partir de la posición en la que el policía queda situado por la imagen que tiene de sí mismo? O, también, ¿cómo logra desempeñarse portando dicha imagen? Intentaremos responder estas interrogantes en los siguientes incisos.

b) Imagen de los ciudadanos

Una vez que el policía ha dicho cómo se mira a sí mismo y se siente mirado por los demás, veremos a continuación cómo mira a los ciudadanos o qué es lo que desearía responderles acerca de la imagen que han construido sobre la policía.1

Todos, desde el más alto político hasta el más sencillo de los ciudadanos, tienen al policía como su escudo para esconder las cosas malas que ellos realizan. Nos llaman corruptos cuando en realidad el corrupto es el ciudadano que al infringir una ley o un reglamento, lo primero que hace es ofrecernos dinero para salir de su problema.

Antes había más respeto para el policía, ojalá hubiera un artículo o una cláusula dirigida a la sociedad para que nos respetaran. No he visto una sanción a la sociedad cuando nos faltan al respeto.

El policía tiene mucha responsabilidad… tiene que soportar todo tipo de presiones de la ciudadanía que se siente agredida por el simple hecho de ver el uniforme. Ya nos ven con recelo aun antes de que hagamos algo. Uno tiene que absorber todo el resentimiento de la ciudadanía por toda la mala imagen que tiene uno.

La ciudadanía nos exige a nosotros y yo estoy molesto con la ciudadanía porque se queja, por ejemplo, de que yo soy un borracho pero ellos mismos no empiezan por cambiar las cosas. La corrupción no es sólo de la policía, también del ciudadano que está dispuesto a dar. Son las necesidades las que generan la corrupción. La ciudadanía no nos apoya, nos grita, nos apedrea…

Desearía que la sociedad nos dejara de estigmatizar por nuestro origen humilde. En verdad es cierto que carecemos de una posición económica, pero en cambio nos sobra un gran espíritu de lucha y el valor suficiente para dar la vida por alguien a quien no conocemos.

Nosotros los policías, además de enfrentarnos a la diaria prepotencia del ciudadano en la calle, nos encontramos inmersos en problemas de prepotencia, corrupción y despotismo por parte de nuestros propios compañeros de trabajo y por nuestros superiores, siendo de esta manera doblemente atacados…. Así como el ciudadano se queja del policía, también nosotros nos quejamos del ciudadano porque hay algunos que se acercan no sólo para insultarnos y agredirnos, sino incluso para pedirnos dinero porque dicen que para eso estamos, para ayudarlos. Somos rechazados y vistos como enemigos de la población, socialmente tenemos que padecer la desconfianza y el desprecio de la población.

Los medios de comunicación invaden y perjudican nuestra esfera moral, presentándonos como objetos de la risa de nuestros conciudadanos, mostrándonos como entes ligados a la corrupción y borrando de tajo el esfuerzo que yo y muchos miles de compañeros hacemos por borrar la mala imagen que arrastramos de otras generaciones.

Cuando uno trata de poner el orden, lo insultan a uno. No saben lo que es estar 8 horas parado en un crucero…. Hay gente loquita en la calle que nos insulta sin razón. A veces se tiene uno que poner al tú por tú con la gente y, aun cuando el ciudadano agreda, siempre tiene la razón. A veces hay que gritarle a la gente.

Las ventajas que tenemos hacía la sociedad son casi nulas porque al policía lo pitorrean, lo manejan como policía panzón, mosquiento, cuete, con un garrote… así lo dibujan siempre. Es el representante digno de la sociedad cochina, corrompida, es el mal ejemplo. En otros lados lo respetan y entonces aquí sí tenemos ganas de vengarnos de esa sociedad porque nosotros somos representantes de esa sociedad y me ponen con una representatividad así… de vergüenza.

Somos la escoria para la sociedad porque dicen que estamos maleados y corruptos, y no se considera que salimos de esa misma sociedad y somos tan corruptos como ella. La sociedad entera ha perdido los valores… No nos da pena hablar ante una sociedad más corrompida que nosotros, que se pasa por el arco del triunfo las leyes, que se perdona al 50% o al 60% de los que cometen delitos y que defiende su derecho a violar las normas.


Ante la mirada de los policías, también los ciudadanos aparecen como prepotentes, corruptos o incapaces de respetar las normas. Como si los policías sintieran que han sido colocados en el lugar de chivos expiatorios, por lo que les tocaría purgar las faltas que otros cometen. Su molestia se hace visible de diversas formas. Se sienten menospreciados, ridiculizados, abusados, e inclusive algunos refieren tener deseos de venganza en contra de los ciudadanos. Otros adoptan una actitud resignada como si no les quedara otra opción o como si estuvieran obligados a tolerar los malos tratos que reciben de los ciudadanos.

En cualquier caso, pareciera que su relación con los ciudadanos, por lo menos en abstracto, estaría en principio marcada, si no por el enfrentamiento, por lo menos por el temor a los insultos, el desprecio o los malos tratos. Pareciera que cada vez que sale a la calle el policía tendría que estar dispuesto a librar varias batallas: contra la delincuencia, los accidentes y el desorden, por un lado, pero también contra los ciudadanos propensos a insultarlo o ridiculizarlo, por el otro. Desde ese lugar, no parece que el policía quede situado en una posición que le permita estar en condiciones de poder brindar a los ciudadanos protección, seguridad. Y ello tanto desde la manera como se percibe a sí mismo el policía, como, quizás, desde la cual es percibido por el ciudadano. 2

c) Imagen de su familia y de su entorno social inmediato

Los testimonios siguientes abordan la manera como el policía percibe y se siente percibido, en tanto que policía, por su familia y por su entorno social más cercano: los amigos, los vecinos, etc.

Cuando me encontraba a mis vecinos que habían sido mis amigos de la infancia, algunos me decían ‘policía corrupto’, y esto aun cuando algunos de ellos se dedicaban al robo de transportistas por lo cual están actualmente purgando una condena en prisión.

Mi madre y hermanos se sienten muy orgullosos de que yo haya escogido esta profesión que, para otros, puede ser la de rateros con placa… Ellos sí conocen la realidad, opinan diferente y me defienden ante algunos comentarios con mala intención de parte de otros familiares y vecinos que se sienten agredidos por mi trabajo. Yo quiero y defiendo con todas mis fuerzas a mi trabajo ya que por él he logrado satisfacciones que en ningún otro trabajo hubiera logrado.

La familia es la única que comprende al policía, es la que nos da ánimo, se enorgullece de nuestra labor, es la que nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante. Es la única que entiende y comparte el sacrificio que implica continuar preparándonos para sobresalir y vivir mejor.

Habría que ver lo difícil que es para nuestros hijos ser hijos de un policía… les cuesta mucho trabajo ser aceptados.

Es vergonzoso cuando nos paramos, por ejemplo, en la fiesta del día del padre en la escuela de nuestros hijos y que les digan ¿tu papá es policía? ¿y roba?… Eso preocupa: que avergüencen a nuestros hijos.

Cuando pude ingresar a la policía me sentí feliz porque lograba cumplir un anhelo. Al pasar el tiempo, mi ánimo se fue decrementando al concienciarme de la verdadera realidad de un policía mexicano, puesto que a través de los comentarios de mis amigos, vecinos y familiares, y aún de los medios masivos de comunicación, sólo se habla de la prepotencia y la corrupción del policía.

Los familiares de mi novia no aprobaron por completo nuestra relación desde que supieron que mi profesión era la de policía. Según ellos, éramos unos rateros, prepotentes, que abusábamos de nuestra autoridad, siendo que así como hay malos elementos, también habemos buenos que queremos salir adelante.

A mi hija de cinco años le gusta mi trabajo y sueña con vivir en un mundo de paz y tranquilidad y, aunque no me ha dicho que quiere ser policía, sé que algún día estará orgullosa de ser hija de una policía. Yo seguiré trabajando en esta gran ciudad por mi familia que sí cree que existe un buen policía.

Con mi familia mi experiencia ha sido muy triste ya que piensan que, por el hecho de ser policía, hago cosas que son denigrantes y malas. Con mis vecinos, en cambio, he tenido el agrado de romper con el tradicional policía que llega a su casa borracho y agrediendo a medio mundo. Llevo una buena relación y soy tomado en cuenta por ellos.

No cabe duda que trabajar en la policía genera opiniones muy encontradas aun dentro de la propia familia y entorno social. Basta con recordar cómo mis conocidos empezaron a preguntarme si podía conseguirles cartuchos, armas o drogas, como si mi trabajo fuera precisamente lo que combato. He tenido vivencias tan contrastantes como tener que responder al mismo tiempo a dos familiares que me preguntaban, por un lado, cuántos delitos había frustrado y, por otro, cuánto dinero había ganado en mordidas durante el día anterior.

El hecho de que en el entorno más cercano al policía circulen las mismas imágenes y estereotipos que hemos descrito en los incisos anteriores, es quizás lo que nos permite corroborar que se trata de imágenes ampliamente difundidas y compartidas por múltiples actores sociales. No obstante que los policías refirieron distintas actitudes por parte de la familia y los amigos, quizás lo más frecuente es que, con el tiempo, obtengan el apoyo y la compresión por parte de la familia mientras que las dudas y las críticas permanezcan entre los amigos. Varios testimonios refirieron dificultades para relacionarse con amigos fuera del ámbito policial y en algunos casos trazaron mundos polarizados donde policías y civiles difícilmente pueden entenderse. Más extremos son quizás los relatos de las dificultades que tienen que vencer en ocasiones sus hijos para reconocerse y ser aceptados como hijos de policías. Como si, de nueva cuenta, se les descalificara en forma unánime y pertenecer a la policía fuera, de entrada, motivo para avergonzarse.

Un rasgo que, sin embargo, nos llamó la atención especialmente en las autobiografías, es la importancia fundamental que los policías atribuyen a los lazos familiares. Sus relatos giran en muchas ocasiones en torno de los integrantes de su familia, por más que refieran que las largas jornadas les impiden una mayor convivencia. Queda claro, asimismo, que frente a un panorama en el que se sienten ampliamente cuestionados, las más de las veces dicen encontrar apoyo y aceptación en el ámbito familiar. La familia se convierte muchas veces en la que le da sentido a su trabajo y la que le otorga un reconocimiento que otros actores le niegan. Ello no quiere decir que las relaciones dentro del ámbito familiar sean siempre armónicas o exentas de problemas, sino sólo que ante la mirada de los policías la familia ocupa un lugar fundamental.

d) Imagen de la institución

Los testimonios siguientes se refieren a la manera como los policías miran a la institución que pertenecen, y se miran a ellos mismos como parte de la institución, en relación con otras instituciones semejantes del país y del mundo.

En cuanto a instituciones internacionales, siento que no hay comparación porque estamos muy por debajo de cualquiera que podamos mencionar, no es por menospreciarnos pero debemos tomar nuestro lugar, tratando de superarnos y de ser mejores para algún día poder contarnos entre las mejores policías del mundo.

La SSP se encuentra a la altura de los mejores cuerpos de seguridad pública del mundo, lo que nos hace falta es mayor capacitación para optimizar el servicio, apoyo legal dentro de nuestras funciones y mejorar la calidad de vida de los policías mediante salario y prestaciones.

Considero que en las corporaciones policíacas de nuestro país existen grandes rezagos, no sólo económicos, para adquirir toda una infraestructura que nos permita estar mejor equipados, capacitados, ser profesionales para combatir la delincuencia; sino también rezagos culturales, de conciencia, de compromiso, de lealtad y de honradez. Siento que en el ámbito mundial, la creación de una policía altamente capacitada en México está todavía en desarrollo. Primeramente se necesita cortar de tajo la corrupción que daña todo lo que toca y, si a eso le agregamos una capacitación de calidad, un buen salario y un trato digno por parte de toda la sociedad y los mandos superiores, obtendremos una policía de las mejores del mundo.

A la policía de otros países se les exige trabajo, buenos resultados, honradez y lealtad, es decir, un compromiso social para con los ciudadanos y su familia. Caso contrario, en nuestro país los resultados muchas veces se maquillan, sólo se exigen por cuestiones políticas o porque el partido opositor presiona demasiado.


Los testimonios que aparecen en este apartado contrastan con los de los anteriores pues muestran que al mismo tiempo que se reconocen algunas deficiencias en la institución que la colocan en desventaja en relación con instituciones semejantes en otros países, existe también un innegable orgullo de pertenecer a la corporación. A tal punto es así que numerosos testimonios subrayan lo que consideran sus mejores cualidades: el valor, la entrega, el espíritu policial que, ante su mirada, les permite compensar las deficiencias sobre todo materiales y colocarlos a la par de otras policías en el mundo.

Es como si, al mirarse desde este ángulo, olvidaran las imágenes en las que aparecían devaluados, menospreciados, criticados por la sociedad. Sería entonces como si se tratara de dos rostros distintos, dos caras de una misma moneda que no se podrían tocar, poner en contacto: de un lado la imagen donde aparecen devaluados, de otro, la imagen en que aparecen idealizados.

* Doctora en Antropología Social, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología
Social (CIESAS). Consejera de la CDHDF.
** Fragmento tomado de: Azaola Garrido, Elena, “Imagen y autoimagen”, en Imagen y autoimagen de la policía de
la ciudad de México, primera edición, México, Ediciones Coyoacán, FLASUD-SSP-CIESAS, 2006, pp. 102-116.

Notas al pie de página:

1 Por lo que toca a cómo miran los ciudadanos a la policía, una encuesta levantada sobre el desempeño de la policía por el diario Reforma a una muestra representativa de la población de adultos del Distrito Federal en abril de 2004, arrojó los siguientes resultados: en una escala de 0 a 10, los ciudadanos dieron a los policías 4.8 en honestidad; 5.0 en capacidad; 4.5 en rapidez de respuesta ante el delito; 5.5 en el trato que dan a los ciudadanos y 5.2 en valentía. Entre los ciudadanos que habían tenido algún contacto con la policía, 59% había quedado insatisfecho y 36% señaló que la policía le había pedido dinero. Asimismo, del total de entrevistados, 37% dijo tener un respeto escaso o nulo por los policías. En: Rafael Ruiz Harrell, “Policía criminal”, Reforma, 6 de junio de 2005.

Asesinan a otro periodista en México

Humberto Millán Salazar se ha convertido en en el periodista número 74 que muere de manera violenta desde el año 2000

Hasta hoy, el asesinato de periodistas en este país tiene tres constantes: los homicidios quedan impunes, el lamento del gremio es efímero y estéril -quizá porque nunca es unánime, ya que algunos colegas se reservan la condena en la lógica de que "no sabemos si esa persona andaba en 'malos pasos'"- y todo México sabe que será cuestión de semanas para que otro comunicador sea ultimado, como ocurrió hoy con Humberto Millán Salazar, cuyo cadáver fue encontrado la mañana de este jueves, convirtiéndose en el periodista número 74 que muere de manera violenta desde el año 2000.

Humberto Millán Salazar en una imagen de archivo sin datar
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Humberto Millán Salazar en una imagen de archivo sin datar.- AFP

Millán Salazar era director del diario digital A discusión, editado desde Sinaloa (estado costero ubicado en el oeste del país) y colaboraba en el importante Grupo Radio Fórmula, que ha condenado en sus emisoras el asesinato. Fue encontrado muerto, con un tiro en la cabeza, en un predio al norte de Culiacán, capital sinaloense.

El periodista fue "levantado" (término que de manera tenebrosa ahora connota en México el secuestro de una persona por la cual no se va exigir rescate alguno, sino que directamente se le va a asesinar o desaparecer) el miércoles en la mañana, cuando se dirigía a su oficina. Sus compañeros denunciaron el rapto de quien definieron como un periodista serio y profesional, ajeno a coberturas de temas de narcotráfico.

Los medios de comunicación nacionales y regionales que en marzo pasado firmaron un acuerdo para la cobertura informativa de la violencia, han condenado el asesinato de Millán Salazar y exigieron castigo a los autores de ese crimen.

Desde el año 2000 y hasta junio pasado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos había registrado el asesinato de 70 periodistas y la desaparición de otros 13. A ese recuento, hay que agregar tres comunicadores más asesinados en menos de un mes en Veracruz, y el caso de Millán Salazar.

En mayo pasado, en el Informe del Relator Especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, Frank La Rue, se concluyó que México es "el país más peligroso para ejercer el periodismo en las Américas". La otra constante de estos casos es que siempre los gobernantes prometen una investigación y castigo ejemplar a los criminales, que nunca ocurre.

El cuerpo de Humberto Millán Salazar

Los esbirros de El Asad le rompen las manos a un caricaturista


La comunidad internacional condena la agresión a Ali Ferzat por un dibujo en el que e ve al presidente sirio haciendo autoestop

T. TROTTA | Madrid

Caricatura El Asad

La agencia oficial de noticias siria aseguró este viernes que la policía ha abierto una investigación para identificar a los responsables de la agresión al célebre caricaturista sirio Ali Ferzat, ocurrida el pasado jueves.

Hace unos días Ferzat publicó una viñeta que vincula El Asad con el dictador libio Gadafi

Francia y Estados Unidos condenaron la agresión, que un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores francés definió como "brutal y chocante". Ambos países volvieron a exigir a El Asad que ponga fin a la brutal represión de las protestas, que hasta ahora ha causado más de 2.200 muertos, según el último balance de Naciones Unidas.

Los opositores acusan a los servicios secretos y a las milicias cercanas al régimen de estar detrás de la agresión. El ataque tuvo lugar unos días después de que el caricaturista publicara una viñeta en la que el mandatario sirio, Bachar el Asad, con una maleta en las manos, para el coche conducido por el sátrapa libio, Muamar el Gadafi, para acompañarle en su huida.

Personas cercanas al artista, de 60 años, sostienen que Ferzat fue agredido por cuatro hombres armados con el rostro cubierto a la salida de su estudio, en el centro de Damasco, en la madrugada del jueves. Los agresores le partieron dos dedos de la mano izquierda y el brazo derecho y le causaron heridas en un ojo como "advertencia". Las mismas fuentes aseguran que los agresores amenazaron con romperle ambas manos para evitar que volviera a dibujar. Tras propinarle una paliza, le dejaron herido, maniatado y con una bolsa en la cabeza al borde de una carretera a las afueras de la capital.

En un vídeo difundido por la cadena Al Arabiya, Ferzat aparece en una cama de hospital, acompañado por sus hijos. Uno de ellos levanta la mano de su padre gritando: "Espero que le ocurra lo mismo a sus hijos y a sus familiares", presumiblemente en referencia al presidente sirio. Otro hombre enseña las marcas de cigarillos apagados en la piel del artista.

Crítico de la corrupción y la burocracia de varios regímenes árabes, incluido el sirio, Ferzat ya se había ganado una amenaza de muerte por parte del expresidentes iraquí, Sadam Husein. Desde marzo, cuando arrancaron los disturbios, solo se dedicaba a hacer sátira sobre las protestas y la violenta represión de Damasco.

Ferzat, nacido en Hama, bastión de la resistencia contra la familia El Asad, no es el primer artista agredido por hombres cercanos al régimen. El mes pasado, Ibrahim al Qashoush, un célebre compositor que se oponía al régimen, fue hallado muerto en su casa de Hama, con las cuerdas vocales cortadas.

James Miller, periodista experto en Oriente Próximo, opina que "el ataque a Ferzat no fue para nada casual". Y añade: "Su obra no estaba dirigida solo a los opositores. También hablaba a intelectuales, hombres de negocios y a la clase culta siria, todos aquellos que pueden contribuir a la caída del régimen y a la construcción de un nuevo orden en el país".

En la página web de Ferzat, los comentarios se han multiplicado tras su agresión. Casi siempre los internautas alaban su valentía. Hay quien ironiza sobre El Asad y Gadafi. "De camino... hacia Yedda [la ciudad saudí donde se ha refugiado el expresidente tunecino Ben Ali]", escribe un anónimo. Muy escasos son los que critican la ideología de Ferzat. "Actualmente ninguna otra persona que no sea El Asad puede dominar esta situación. Los rebeldes no son capaces siquiera de gestionar una frutería", escribe Dogma de Siria.

Un grupo de manifestantes tiene previsto organizar el viernes por la noche, la última noche de Ramadán, una sentada pacifista ante la casa del artista agredido.

La hora decisiva de los rebeldes

El final del régimen gadafista abre las incógnitas sobre la capacidad del Consejo Nacional de Transición para dirigir una nueva Libia democrática

MAITE RICO - Madrid -

Con el régimen de Muamar el Gadafi a punto de sucumbir, todas las miradas se han vuelto a las autoridades rebeldes. El Consejo Nacional de Transición (CNT), basado en Bengasi, ejerce desde marzo el poder de facto en la mitad este de Libia y quiere mudarse ahora a Trípoli, la capital nacional. Pero en las horas finales de Gadafi, a la comunidad internacional le ha entrado el vértigo. ¿Será el CNT capaz de pilotar una transición pacífica? El fantasma de Irak, desgarrado por las luchas internas tras la caída de Sadam Husein, sobrevuela los análisis de los expertos, y las proclamas bienintencionadas de los líderes insurgentes no acaban de disipar los temores. Después de todo, el reto que afrontan los libios es descomunal: construir un Estado, un país, de la nada.

Queda por ver cómo recibirá Trípoli a las autoridades de Bengasi

Los insurgentes rechazan que Libia pueda acabar como Irak

El expediente del CNT es, hasta ahora, alentador. Además de gestionar el día a día en la Libia liberada, ha desarrollado una intensa actividad diplomática que le ha brindado el reconocimiento internacional. Bajo el brazo tiene, además, una hoja de ruta para la transición democrática que prevé elecciones constituyentes en el plazo de ocho meses, una vez que el régimen gadafista esté aniquilado. Pero, ¿quiénes son estos dirigentes?

Formalmente, el CNT es una suerte de asamblea legislativa integrada por medio centenar de representantes de las poblaciones liberadas. Se trata de personalidades respetadas elegidas de forma asamblearia. Abundan abogados, médicos, profesores, ingenieros y comerciantes. El pasado junio, el CNT escogió al Comité Ejecutivo, que hace las veces de Gobierno y está formado por 17 ministros.

Los perfiles de la dirigencia rebelde son variopintos: desde exfuncionarios del régimen hasta exiliados que han regresado de Europa o Estados Unidos, pasando por académicos y empresarios locales. Son, sin duda, una élite preparada, que está logrando dirigir una especie de república autogestionaria en la Cirenaica, el este del país. Algo milagroso si se tiene en cuenta que, durante 42 años, Libia se ha regido por un régimen autócrata, sin instituciones, ni Constitución, ni partidos.

El afán por acabar con la dictadura ha soslayado los recelos de algunos sectores populares y juveniles, que sienten que su revolución está siendo secuestrada por un nuevo aparato al que tachan de "oscurantista". También ha mantenido en un segundo plano las inocultables rivalidades en la cúpula rebelde, tanto en las filas políticas como en las militares. El asesinato, a finales de julio, del general Abdel Fatah Yunes, jefe militar de los insurgentes, a manos de un grupo armado local dejó en evidencia las fracturas internas. Y constató, también, que el poder civil no acaba de controlar, pese a sus esfuerzos, al casi medio centenar de milicias o katibas, nacidas al calor de la revuelta popular de febrero.

De ahí los interrogantes sobre la capacidad del CNT para, llegado el momento, tomar las riendas en todo el país. De momento, las fuerzas rebeldes en Occidente están haciendo oídos sordos a los llamamientos del Gobierno de Bengasi para que respeten los derechos humanos del enemigo. La falsa noticia de la detención de dos hijos de Gadafi, anunciada por el propio CNT, demostró que había cortocircuitos graves en las comunicaciones entre Bengasi y Trípoli.

Queda, además, otra duda. ¿Qué grado de legitimidad tendrá el CNT entre la población libia? ¿Cómo recibirá la élite de Trípoli, rival histórica de Bengasi, a las autoridades rebeldes del oriente?El Gobierno insurgente ha sido extremadamente cuidadoso y ha reiterado su condición de "provisional". Trípoli, insisten, será la capital de la Libia libre y unida. Y rechazan cualquier comparación con Irak. "Todos los libios queremos lo mismo: libertad, democracia y recuperar nuestra condición de seres humanos, de la que Gadafi nos privó", afirma Mohamed Ambarak, rector de la Universidad Médica Internacional de Bengasi y asesor del CNT.

Es cierto que hay diferencias sustanciales con Irak. En Libia no hay ningún partido político dominante, como el Baaz iraquí. Todo está por hacer en términos de organización política. Hay también una mayor homogeneidad étnica y religiosa, y un fuerte sentido de identidad nacional. Las tribus, insiste Ambarak, desempeñan hoy un papel de paraguas social y, en una situación tan nueva como la que se plantea, pueden ser incluso un elemento de cohesión.

El islamismo radical, otro de los motivos de preocupación en Occidente, no ha dado muestras hasta ahora de tener peso específico. La sociedad libia, suní, es conservadora, pero en absoluto fanática. El movimiento islamista, nacido por influencia de los Hermanos Musulmanes egipcios y reprimido brutalmente en los noventa, mantiene un perfil bajo y hace votos por la democracia. Los yihadistas libios, que combatieron en Irak o Afganistán, capitanean batallones rebeldes, pero están bastante neutralizados en sus propias comunidades. Ahora bien, la sharia, o legislacion islámica, está sin duda presente en el debate sobre la futura Libia. En Bengasi, la juez Naima Yibril se siente tranquila. "Los libios estamos pagando un precio demasiado alto por nuestra libertad, y nunca aceptaremos otro régimen autoritario, sea religioso o de cualquier otra índole. Ni aquí ni en Trípoli".

Los principales dirigentes políticos del cambio

- Mustafá Abdel Yalil. Presidente del Consejo Nacional de Transición, Yalil, de 59 años, abandonó su cargo de ministro de Justicia de Gadafi, a quien había desafiado públicamente, cuando comenzó la represión de las revueltas en febrero. Es un personaje conciliador y respetado. Ha anunciado que no participará en un futuro Gobierno.

- Abdelhafiz Ghoga. Vicepresidente y portavoz del CNT, este abogado de Bengasi cobró relevancia cuando representó a familiares de los presos asesinados en la prisión de Abu Salim, en 1996. Criticado por su indisimulada ambición política, sus detractores le acusan de haber jugado a dos cartas con el régimen.

- Ali Tarhuni. 60 años. Ocupa la cartera de Finanzas y Petróleo en el Gobierno interino. Comenzó sus estudios de Economía en Libia, hasta que en 1973 huyó al exilio. Terminó la carrera en Estados Unidos y trabajó en la Universidad de Washington hasta su regreso a Libia, el pasado febrero.

- Mahmud Yibril. 59 años. Es el primer ministro del Gobierno rebelde y su jefe diplomático. Economista formado en Egipto y EE UU. Como responsable del Consejo de Desarrollo entre 2007 y 2011, promovió la apertura económica en Libia. Su prestigio internacional le garantiza un papel importante en la transición.

Urge Fox convocar a una tregua de grupos violentos

Tras el ataque al casino de Monterrey, tambien propone 5 puntos para solucionar la violencia en el país, como la regulación de las drogas

Luis Negrete
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Atentado en Monterrey, cenizas




LEÓN, Gto., 26 de agosto.- El ex presidente Vicente Fox dijo que se debe convocar a una tregua a grupos violentos que atentan contra la paz, contra la ciudadanía y contra el gobierno, en referencia al ataque registrado ayer contra el Casino Royale, de Monterrey.

Durante la clausura de un Seminario de Seguridad, en el Centro Fox, el ex mandatario señaló que la penosa noticia de Monterrey nos debe de llamar a orar por las familias agraviadas y también por la necesidad de una reflexión profunda sobre los hechos violentos que están dañando seriamente al país.

Dijo que ha llegado a la conclusión de que los mexicanos debemos asumir una posición activa con propuestas novedosas "que nos lleven a soluciones reales y urgentes para el restablecimiento de la paz".

Por ello hizo un llamado para tomar medidas urgentes y propuso la discusión de cinco puntos, entre ellos analizar la regulación de las drogas; reformar las instituciones de seguridad y justicia, así como acelerar las oportunidades que se traduzcan en ingreso, trabajo, estudio y deporte.

También propuso establecer medidas ejemplares contra los delincuentes que agreden a la humanidad.

La Familia Michoacana, el cártel que no ve Peña Nieto

Hallazgo en el Edomex. Foto: David Deolarte
Hallazgo en el Edomex.
Foto: David Deolarte

Muy preocupado ante la posibilidad de ver desfondada la plataforma sobre la que insiste en posicionarse como candidato del PRI a la Presidencia en 2012, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, se niega a ver que, al amparo de “altos funcionarios” y policías de su administración, en territorio mexiquense opera a sus anchas el cártel de La Familia Michoacana. Más aún, para Peña Nieto esa entidad es una suerte de paraíso de tranquilidad gracias a los buenos oficios de su gobierno.

TOLUCA (Proceso).- En los últimos cinco años, Enrique Peña Nieto logró consolidar su proyecto político con miras a ser candidato de su partido, el PRI, a la Presidencia de la República para el 2012. Y a la par que posicionaba su imagen en los medios, en el estado que gobierna se afianzó el cártel de La Familia Michoacana, cuyos operadores controlan hoy el narcomenudeo y los secuestros en la entidad.

Una averiguación previa emprendida hace tres años por la Subsecretaría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (PGR/SIEDO/UEIDCS/2008) señala que la procuraduría estatal, así como las policías federal, estatal y ministerial, y aun las municipales, protegen los actos criminales de esa organización contra empresarios, e indica que algunos agentes administran incluso tienditas locales donde se vende todo tipo de drogas.

Los testimonios contenidos en ese documento son de antiguos integrantes del citado cártel procesados actualmente por tráfico de drogas, secuestro y homicidio, entre otros delitos; también se incluye el de Ahiezer Noé Sánchez Avendaño, identificado como Sergio Pérez, quien durante años fue vendedor de droga y administrador de las narcotienditas en municipios mexiquenses.

La voz de Sergio Pérez no tardó en ser acallada. El 21 de agosto de 2008, semanas después de su primera declaración, su cuerpo apareció tirado en La Marquesa. Un grupo armado arribó a un restaurante donde se encontraba comiendo. Lo llamaron y cuando salió lo ejecutaron. También murieron sus escoltas César Noé Nava Gómez y Luis Enrique Cruz Ruiz, agentes federales.

En su primera comparecencia, el testigo afirmó que durante el tiempo que se dedicó al narcomenudeo, en territorio mexiquense la organización criminal a la que perteneció nunca tuvo problemas con las autoridades locales; comentó que él y sus compañeros se arreglaban con José Manzur Ocaña, quien hasta el 6 de julio de 2008 fungió como delegado de la PGR en el Estado de México

Don Neto: la vida en la cárcel de un narco

Cortesía de la familia Fonseca Valencia.
Cortesía de la familia Fonseca Valencia.

El sinaloense Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, está en las raíces de la época moderna del narcotráfico mexicano. De cárcel en cárcel, ha permanecido en prisión 26 años. Hace casi 10, Julio Scherer García lo avistó apenas en el penal entonces llamado de La Palma y entrevistó a su hija Ofelia Fonseca, en aquel tiempo también encarcelada. Dio testimonio de ello en el libro Máxima seguridad. Ahora, otra hija, Esther, abre nuevas páginas del álbum familiar de Don Neto, quien ha sido ya exonerado en última instancia del cargo de narcotráfico, y en entrevista con Proceso ofrece estampas de lo que ha sido la vida de su padre en los penales de alta seguridad en los que ha estado recluido y entreabre las cortinas de la convivencia familiar de los capos del crimen organizado…

Considerado por la agencia antidrogas estadunidense (DEA) y por la Procuraduría General de la República (PGR) como uno de los capos emblemáticos de los ochenta, Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, podría quedar en libertad si un tribunal de alzada le concede los beneficios de ley por su avanzada edad y su grave estado de salud.

El pasado 27 de abril, después de 26 años de juicio –cuyo expediente suma 170 tomos– se resolvió la causa penal 82/85 y se dictó sentencia condenatoria de 40 años de prisión en contra de Ernesto Fonseca y Rafael Caro Quintero por el secuestro y homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena.

Fonseca Carrillo también está en posibilidad de recuperar los bienes que la PGR le aseguró tras su aprehensión y que, según sus familiares, consisten en un terreno y una casa que ya está destruida por el paso del tiempo.

“Veo muy cerca la liberación de mi padre si se cumple la ley. Lo que más deseo en la vida es que mi papá no se muera en la cárcel”, dice en entrevista con Proceso Esther Fonseca Valencia, una de las hijas de Don Neto.

Veintiséis años después de su aprehensión en Puerto Vallarta, Jalisco, Ernesto Fonseca fue absuelto en abril último de los cargos por narcotráfico. Meses atrás también se le eximió de otros delitos, en particular por su relación en el escándalo del rancho El Búfalo. En este predio, propiedad de Rafael Caro Quintero, fueron descubiertos enormes sembradíos de mariguana –de casi 3 mil hectáreas– que eran protegidos por militares.

Privaticemos las autopistas… y de paso todas las carreteras

Por Zachary Slayback

El fracaso del actual sistema de autopistas patrocinado por el estado no es más evidente en ningún sitio que en Somerset County, Pennsylvania. Aquí la autovía de la US Route 219 (también conocida como la autovía John P. Murtha y la Flight 93 Memorial Highway) pasa por debajo de un puente y luego termina repentinamente en un bosque.

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No me resulta extraño leer diversas cartas o artículos en mi periódico local dedicados solamente al tema de acabar la US Route 219; pero no importa lo enfadada que parezca la gente o lo seriamente que hablen los políticos acerca de terminar la 219, sigue siendo un monumento a las fracasos e inadecuaciones del transporte monopolizado por el gobierno.

Si realmente queremos tener acabada la 219 (o cualquier otra autovía o carretera de paso), entonces tendríamos que defender la completa privatización de las autopistas. La privatización aseguraría que el proyecto se terminaría puntualmente, eliminaría el riesgo moral de construir una autovía posiblemente innecesaria con fondos públicos y no obligaría a todos los individuos a financiar el proyecto, lo utilicen o no.

Empecemos con por qué el mercado sería una herramienta más eficaz para terminar la autopista. El libre mercado ha probado a lo largo de la historia ser un mejor juez de las empresas que cualquier gobierno. Al abrir la oportunidad de acabar la Route 219 a empresas privadas, estas iniciativas serían capaces de examinar el mercado para ver qué es necesario exactamente para acabar la Route 219.

Si una compañía decidiera que una autopista es una empresa viable para su propiedad y accionistas, entonces correspondería a esa compañía construir un producto que los consumidores desearan utilizar. Si varias compañías desearan construir una autovía, la que ofreciera el mejor producto (es decir, la autopista mejor mantenida, más barata y más rápida) sería elegida por los consumidores para proporcionar ese producto a través del sistema de precios.

Cuando el gobierno tiene un monopolio en cualquier mercado, se reprime la competencia y los perdedores en definitiva no son solo las empresas que podrían haber invertido en un área designada, como el área de Somerset County, sino asimismo los consumidores, que se ven obligados a pagar por un producto no competitivo, normalmente mediocre.

Pero los planificadores centrales mantienen el disfraz de la competencia subastando los derechos para construir sus planes centralizados.

En un sistema de libre mercado, las señales enviadas a través del mecanismo de precios permiten al mercado ajustarse a cualquier cambio mucho más rápida y eficientemente que el actual modelo centralizado bajo el que operamos.

El conocimiento no es algo que pueda ser agregado y planificado centralizadamente por un Departamento de Transportes. El conocimiento es algo que debe adquirirse en pequeñas partes a través del mercado. Deben tomarse riesgos para adquirir conocimiento y ningún hombre, ni ningún grupo de hombres por cierto, puede poseer el conocimiento necesario para planificar perfectamente ningún trabajo específico.

Así que ¿por qué dejar esto, lo que Friedrich Hayek, el economista austriaco y premio Nobel, llamaba el “problema del conocimiento”, a un grupo de individuos que están aislados de los signos e información de las señales de los precios? Las grandes inversiones (especialmente las que requieren una gran cantidad de información para operar adecuadamente, como las autopistas) deberían dejarse al sistema que mejor responde a las señales del mercado y al mecanismo de precios: el libre mercado.

Además, hay un asunto moral importante en juego al construir cualquier proyecto de obra pública, pero especialmente en las autovías: ¿Quién paga por la autovía y con qué dinero? Bajo el sistema actual, los proyectos de obras públicas los paga “el público”. ¿Pero qué da a los planificadores centrales la autoridad moral para determinar que todos los contribuyentes en una población concreta deban ser obligados a pagar el proyecto de los planificadores?

Aunque podría argumentarse que las autovías públicas benefician a toda un área, ¿deberían quienes estén en contra de usar la autovía y su estructura relacionada ser obligados a pagar por ella? Quizá sea este el defecto más importante en cualquier argumentación a favor de la terminación pública de la Route 219: utilizar fondos públicos para acabar una autovía a la que cada miembro del público no ha dado consentimiento directo es coacción.

El estado no es algún tipo de deidad benevolente que nos llega de Harrisburg o Washington y otorga al público sus propias autopistas: el estado debe financiar sus creaciones y como el estado no puede crear riqueza, debe tomar por la fuerza esta riqueza del pueblo.

El economista político francés Frédéric Bastiat se extiende sobre este concepto de la riqueza destruida en su ensayo “Lo que se ve y lo que no se ve”. Puede resumirse en una sencilla cita:

Todos quieren vivir a costa del estado. Olvidan que el estado quiere vivir a costa de todos.

Un sistema privado eliminaría este dilema moral al no requerir financiación de todos los individuos de una comunidad. El sector privado a demostrado ser magníficamente creativo en sus formas de financiar iniciativas. Con la aparición de la “superautopista de la información” hemos visto nuevas formas de proveer financiación para servicios privados sin cobrar necesariamente peajes o impuestos abusivos. Internet ha demostrado que muchos servicios privados pueden parecer tener un precio cero para muchos consumidores: sería estúpido creer que otros mercados no pueden funcionar de la misma manera.

Suponer por anticipado que el sector privado ofrecerá un servicio de una manera concreta infravaloraría el ingenio del libre mercado. Pero hay una cosa segura: el libre mercado no obligaría a los consumidores que no quieran usar el producto a pagar por él.

La reclamación de una privatización de las autopistas puede parecer radical, pero no lo es. Muchas autopistas importantes en Estados Unidos son de propiedad privada, incluyendo al Chicago Skyway y la Dulles Greenway. El economista Walter Block escribía en su libro The Privatization of Roads and Highways que “debemos darnos cuenta de que solo porque el gobierno siempre haya construido y gestionado la red de carreteras, esto no es necesariamente inevitable, el procedimiento más eficiente, ni siquiera justificable”.

No deberíamos esperar que el gobierno nos salve de sus propios proyectos fracasados: en su lugar, deberíamos esperar al sector privado. Los monopolios patrocinados por el gobierno deberían abolirse donde parezcan más propios de nuestra sociedad, lo que empieza en áreas como las autopistas.

¿Salvados por una moneda de un billón de dólares?

Por Robert P. Murphy

Ahora que se ha conjurado la “crisis” sobre el techo de deuda federal, podemos investigar tranquilamente dos de las propuestas más descabelladas que aparecieron durante el estado de pánico. No sorprende que los planes implicaran a la Reserva Federal y su capacidad para eludir, no solo la contabilidad convencional, sino asimismo las divisiones tradicionales del poder político. Merece la pena estudiar cuidadosamente el episodio porque probablemente veremos una o más de estas “soluciones” promovida como la única respuesta a otra crisis en un futuro no muy lejano.

Bernanke y Geithner no necesitan ningún aumento apestoso del techo de deuda

A finales de la semana pasada, cuando cada vez más analistas contemplaban el horror de un impago y un cierre parcial del gobierno de EEUU, Jack Balkin (profesor de derecho constitucional en Yale) diseñaba estrategias que la Casa Blanca podía usar para evitar el molesto techo de endeudamiento impuesto por un veleidoso Congreso:

¿Hay otras maneras para que el presidente consiga dinero aparte de endeudarse?

Los estados soberanos como Estados Unidos pueden imprimir nuevo dinero. Sin embargo, hay un límite legal a la cantidad de papel moneda que puede haber en circulación en cada momento.

Curiosamente, no hay límite similar en la cantidad de acuñación. Una legislación poco conocida da al secretario del Tesoro la autoridad de emitir monedas de platino de cualquier denominación. Así que algunos comentaristas han sugerido que el Tesoro cree dos monedas de 1 billón de dólares, las deposite en su cuenta en la Reserva Federal y firme cheques sobre éstas.

El gobierno puede también obtener dinero con ventas: Por ejemplo, podría vender a la Reserva Federal una opción de compra de propiedades públicas por 2 billones de dólares. La Fed abonaría entonces las ganancias en la cuenta corriente del gobierno. Una vez que el Congreso levantara el techo de deuda, el presidente podría recomprar la opción por un dólar o podría sencillamente expirar en 90 días. Y probablemente haya otras formas en que la Fed pueda llegar a un resultado similar, análogo a sus acciones durante la crisis financiera de 2008, cuando realizó enormes préstamos y compras para rescatar el sector financiero.

Las estrategias de la “moneda jumbo” y la “opción explosiva” funcionan porque los bancos centrales modernos no tienen que imprimir billetes o emitir deuda para crear nuevo dinero: basta con añadir dinero a las cuentas corrientes de sus clientes.

Estas sugerencias deberían aterrorizar a cualquiera que comprenda la importancia de una moneda fuerte. No solo las propias propuestas son absurdas, sino que el mismo hecho de que se expliquen es un síntoma de la decadencia cultural causada por las respuestas de la Fed y el gobierno a la crisis financiera de 2008.

Dinero a cambio de nada

Cuando los críticos de la Fed afirman que Bernanke crea dinero “de la nada”, quieren decir lo siguiente: La Reserva Federal tiene el poder de comprar los activos que quiera al precio que quiera. En principio, el Secretario del Tesoro, Geithner, podría vender un clip a la Fed por 2 billones de dólares. La Fed simplemente firmaría un cheque a nombre de Tesoro contra la propia Fed.

Cuando el Tesoro ingresara este cheque en su propio banco (que resulta ser la Fed) el saldo de su propia “cuenta corriente” aumentaría en 2 billones de dólares. Este dinero no procedería de ninguna parte en el sentido de que otra cuenta se vería adeudada en 2 billones de dólares. Por el contrario, las reservas totales del sistema (y lo que se denomina la “base monetaria”) habría aumentado en 2 billones de dólares. El Tesoro sería libre de empezar a pagar facturas firmando cheques contra los 2 billones de dólares de su cuenta.

El único problemilla en el plan sería el estado del balance de la Fed. Inicialmente, podría valorar el clip en 2 billones de dólares (lo que pagó por él) y listar al clip entre sus activos, como los bonos del Tesoro y títulos hipotecarios.

Por supuesto, la gente de los mercados financieros pitaría falta. Sabrían que si las cuentas de la Fed estuvieran “ajustadas al mercado”, el clip no valdría nada y la Fed sería repentinamente insolvente de acuerdo con a reglas generales de contabilidad. (Su pasivo, consistente en parte en reservas bancarias, que son demandas denominadas en dólares sobre la Fed, habría aumentado en 2 billones de dólares, mientras que su activo no habría cambiado). Pero esto sería simplemente una incomodidad en lugar de un obstáculo legal, ya que la Fed ha impuesto cambios normativos orwellianos que le permiten proteger su patrimonio frente a pérdidas de capital.

La diferencia entre mi absurdo plan del clip y las dos propuestas explicada por Balkin es de grado no de tipo. Cuando escribo esto, el platino se vende a algo menos de 1.800$ la onza. Así que 2 billones de dólares en platino pesarían alrededor de 35.000 toneladas, casi un sexto del peso de la Torre Sears. (Serían dos de las más pesadas monedas que probablemente encuentre Bernanke en su vida). Está claro que las monedas de platino con la inscripción “1 billón de dólares” no valdrían realmente eso en términos de contenido metálico.

Las cosas son igualmente malas con el plan de la opción en que la Fed pagaría deliberadamente 2 billones de dólares por un activo que pretende mantener hasta que expire como algo sin valor. Al menos mi clip hipotético seguiría siendo útil tras 90 días.

Envileciendo la moneda, así como la ideología del público

Las operaciones convencionales de “mercado abierto” son una forma enrevesada de falsificación legalizada, como he explicado antes. Lo bueno de la explicación de Balkin es que se minimiza el ilusionismo y la mayoría de los lectores serían capaces de ver la cruda redistribución en toda su gloria (o su falta de ella). Cada vez nos acercamos más al punto en que el gobierno utilice la imprenta para pagar directamente sus deudas, con la misma seguridad de los monarcas de la antigüedad que añadían metales básicos a la acuñación del reino.

El peligro de estas propuestas no consiste solamente en la inflación de precios y la transferencia de poder adquisitivo que conllevarían si se implantaran. No, simplemente su explicación por intelectuales supuestamente preparados degrada aún más el conocimiento del dinero por parte de la opinión pública. Cada vez más estadounidenses están “aprendiendo” que el ahorro y la vida frugal es algo de idiotas, porque el Tesoro y la Fed simplemente crearán riqueza para rescatar a sus colegas ricos.

Conclusión

Defectuosa como es, la Constitución de EEUU otorgaba la autoridad fiscal al Congreso (en lugar de la al poder ejecutivo) por una importante razón. El presidente tiene bastantes privilegios, no siendo el menor su capacidad de declarar la guerra. Por tanto la Constitución busca limitar ese poder manteniendo el control de la bolsa del dinero en manos de los representantes electos.

Si el Tesoro cayera alguna vez en un plan como el que explica Balkin, Estados Unidos estaría un paso más cerca de una abierta dictadura. El presidente estadounidense afirma ahora su autoridad para ejecutar a ciudadanos de EEUU sin ninguna supervisión judicial en absoluto. No es una persona a la que deberíamos otorgar una imprenta.

Paraguay: Delirante y perjudicial impuesto a la agricultura

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por Víctor Pavón

Víctor Pavón es Decano de la Facultad Derecho de la Universidad Tecnológica Intercontinental (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.

Según Montesquieu en su célebre obra “El espíritu de las leyes”, el mundo no es un caos, no es un producto de la fatalidad ciega sino de una realidad regida por leyes —escritas y no escritas— y la realidad es la relación necesaria que se deriva de la naturaleza de las cosas.

Esta breve introducción viene a colación por la insistencia de un sector de la legislatura paraguaya en tratar de imponer tributos a aquellas actividades que, según se dice, no aportan nada para el fisco, sino al contrario, lo único que hacen ciertos sectores es tener elevadas ganancias. Entonces ¡hay que hacerlos pagar! Precisamente, existe un proyecto de ley del senador Ramón Gómez Verlangieri que tiene como objetivo el sector agropecuario, específicamente su proyecto pretende gravar la exportación de productos agrícolas en estado natural.

Los productos incluidos son la soja, el maíz y el girasol con una tasa del 6%, dando atribuciones al Poder Ejecutivo para bajar el porcentaje en casos excepcionales que perjudiquen a la producción y la comercialización. El problema del proyecto, sin embargo, es tan evidente con la realidad que en caso de ser aprobado, terminará por perjudicar a toda la sociedad en particular a los más pobres del sector rural. El senador Gómez Verlangieri no parece percatarse que la realidad del mundo actual pasa por constantes amenazas a la estabilidad de las finanzas públicas y a las economías privadas.

El senador Gómez sencillamente quiere legislar a favor de la tesis gubernamental que propone el presidente Lugo en contra de dos posibles pronósticos que se avizoran en el horizonte de nuestro país y del mundo. Estos dos pronósticos no son una invención descabellada y tampoco una mera elucubración teórica. Para ello hay que otear un poco más allá de nuestras fronteras que impacta sobre lo que ocurre en el país.

En los próximos años, básicamente el mundo se enfrentará a una desacelaración económica o a una recesión. Pese al reciente acuerdo obtenido por el presidente Obama y los republicanos, así como también los multimillonarios recursos destinados para paliar los problemas financieros en Europa, nos enfrentaremos a aquellas dos posibles escenarios.

Afortunadamente, y si algo aprendimos de la crisis del 2008, es que aquellos escenarios no nos deberían tomar de sorpresa. De hecho, muchos países de nuestra región ya están tomando sus precauciones buscando amortiguar el impacto que se viene de modo inexorable.

Pero al senador Gómez Verlangieri le tiene sin cuidado la realidad nacional como internacional. Al senador le sigue pareciendo que los impuestos son el instrumento ideal para redistribuir ingresos. Esta idea ciertamente es sumamente cautivante y se ha constituído por muchísimos años en la mejor forma de aparentar ponerse al lado de los pobres. El impuesto a la agricultura, por ejemplo, es la mejor arma de lucha —dicen— para terminar de una vez con el “orgullo” de los empresarios del agro, para reducir la renta de los productores, así como también es una forma de hacernos creer que así se reducirá el precio interno de los alimentos.

Sin embargo, la realidad es muy diferente y tan diferente que el proyecto del senador Gómez Verlangieri no solo perjudicará al sector rural, sino en especial caerá sobre las espaldas de los más pobres de este sector. El primer efecto de esta indeseable ley que esperemos no se apruebe, será el desestimulo a la producción que inhibirá el crecimiento económico, cuando que el mundo se estará enfrentado a una desaceleración económica o recesión en poco tiempo.

Y desde que se empieza a desincetivar la producción se está afectando la importante ventaja competitiva con el que nuestro agro se desarrolla en el presente. Esto no tiene más que una consecuencia que se da en cualquier lugar y en cualquier época. El desincentivo a la producción afecta a los puestos laborales con la consecuente reducción de los salarios de los trabajadores que se desempeñan en el campo. Ocurre que las inversiones son atraídas por las ganancias que, a su vez, afectan la oferta y la demanda laboral.

El impuesto que tanto deleita el ánimo del senador Gómez Verlangieri sin duda recaerá sobre las ganancias de los productores; pero en especial sobre el jornal del hombre y la mujer del campo que de este modo tendrán cada vez menos oportunidades de empleo y, por supuesto, menos oportunidades de mejorar sus salarios en términos reales.

Muy a diferencia de lo que también la realidad se manifiesta y que no comprende el senador Gómez Verlangieri, consiste en que los productores agrícolas no sacrificarán sus consumos para pagar el impuesto que tanto agrada al senador, pues lo que que harán los productores será reducir sus inversiones y, lo que es igualmente peor, ya no se producirá e invertirá en tierras que ahora no son aptas para la agricultura.

La propuesta del senador Gómez Verlangieri está tan alejada de la realidad que su proyecto de ley ahuyentará a potenciales trabajadores del campo que podrían dedicarse a alguna actividad, condenándoles de esta manera a la pobreza extrema. Los largos años de atraso y desilusión de nuestros campesinos sólo se podrán revertir con la moderna empresa agrícola y la agro industrialización, precisamente lo que el senador Gómez Verlangieri pretende impedir con su proyecto de ley.

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