Se despeja el aire de inevitabilidad de la reelección de Kirchner
BUENOS AIRES—La paliza sufrida por el candidato elegido a dedo por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en los comicios del domingo por el gobierno de la capital argentina resalta la creciente probabilidad de que la candidatura de la mandataria para su reelección en octubre no será el paseo que algunos de sus seguidores habían anticipado.
El actual jefe de gobierno conservador de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, ganó con facilidad un segundo mandato, al vencer al aliado de Fernández de Kirchner, Daniel Filmus, por 64,3% a 35,7% en la segunda vuelta.
Los temores por la economía de EE.UU. arrastra a los mercados a un nuevo mínimo
NUEVA YORK--Nuevas preocupaciones por el estado de la economía de Estados Unidos arrastraron a las acciones del país a su racha perdedora más larga en casi tres años e hicieron que el índice Standard & Poor's 500 cerrara en un nuevo mínimo para 2011.
El Promedio Industrial Dow Jones se desplomó el martes 265,87 puntos, o un 2,19%, a 11866,62. Se trata del octavo declive consecutivo del Dow y su descenso más prolongado desde octubre de 2008.
El Dow ha perdido un 6,7% en el retroceso, que se remonta al 22 de julio. Es la sexta vez en más de 30 años que el Dow ha caído por ocho sesiones consecutivas.
La venta generalizada del martes se agudizó justo antes del cierre de la sesión. El Dow cayó más de 100 puntos en la última hora de la sesión. Sus 30 componentes terminaron en territorio negativo.
El S&P 500 cedió 32,89 puntos, o un 2,56%, a 1254,05, su séptima pérdida consecutiva. El índice sufrió su mayor descenso porcentual en un año y registró el cierre más bajo desde diciembre.
Los 10 sectores del S&P terminaron en territorio negativo, arrastrados a la baja por las acciones industriales y de consumo discrecional.
El Índice Compuesto Nasdaq descendió 75,37 puntos, o un 2,75%, a 2669,24, su mayor declive porcentual desde agosto del año pasado.
"El mercado está en modo de corrección", dijo Tom Donino, codirector de inversión de First New York Securities.
El nerviosismo de los inversionistas persistió pese a que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, promulgó una ley que eleva el límite de la deuda del país y reduce el déficit en al menos US$2,1 billones en la próxima década. Los mercados se enfocan ahora en la debilidad de la economía estadounidense.
Datos publicados el martes mostraron que los estadounidenses realizaron el mayor recorte de sus gastos personales en casi dos años y que su tasa de ahorros fue la más alta desde junio, un par de señales que ponen de relieve la falta de vigor de la economía.
En el frente corporativo, las acciones de Pfizer cayeron 87 centavos, o un 4,6%, a US$18,14 luego que la farmacéutica presentara resultados para el segundo trimestre por encima de las expectativas, aunque sus ingresos no cumplieron con las proyecciones. La compañía anunció que recomprará entre US$5.000 millones y US$7.000 millones en acciones este año.
Las ganancias de MetroPCS aumentaron el 5,6% en el segundo trimestre, pero se ubicaron por debajo de las expectativas de los analistas. La proveedora de servicios prepagados de telefonía inalámbrica también presentó una pronunciada desaceleración en el crecimiento de sus subscriptores. La acción se desplomó US$5,92, o un 37%, a US$10,26.
Las acciones de su rival Leap Wireless International, que publica sus resultados el miércoles, cayeron US$2,73, o un 21%, a US$10,27.
General Motors perdió US$1,02, o un 3,6%, a US$27,05 aunque informó que sus ventas en Estados Unidos subieron en julio un 7,6%. Ford Motor retrocedió 50 centavos, o un 4,1%, a US$11,85 pese a anunciar que sus ventas de vehículos aumentaron un 8,9% en julio frente a un año atrás.
Las acciones de McGraw-Hill ganaron US$3,02, o un 7,3%, a SU$44,43 luego que dos inversionistas aumentaran sus respectivas participaciones en un esfuerzo para propiciar una división de las operaciones del conglomerado, conocido tanto por la publicación de cifras financieras y calificaciones de bonos, como por la publicación de libros de texto para niños.
OfficeMax se empinó 32 centavos, o un 4,4%, a US$7,56, luego que sus resultados para el segundo trimestre superaran las expectativas de Wall Street.
EL PENDEJOLICO DE ESTA SEMANA
Padre Solalinde pidió a Zetas detener violencia contra migrantes
El padre Alejandro Solalinde pidió a "Los Zetas" frenar la violencia y extorsiones contra los indocumentados.
- NotimexVIDEO Llegó la Caravana a Veracruz, México - Univision
Ver videosVIDEO Familias salvadoreñas se unieron a C... - Univision
Ver videosVIDEO Caravana ‘Paso a paso hacia la paz’ - Univision
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Ante cientos de activistas y familiares de inmigrantes desaparecidos que participan en la "Caravana paso a paso hacia la paz" a su llegada al puerto de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz (este), el religioso apeló a la conciencia de los grupos criminales para suspender las agresiones contra los indocumentados, ya que "son sus hermanos y están jodidos".
Exortorsión a migrantes
Solalinde, director del albergue Hermanos en el Camino, en el estado de Oaxaca (sureste), consideró como "amenazante" llegar al puerto de Coatzacoalcos, Golfo de México, al que calificó de centro de operaciones de los criminales que se dedican a extorsionar a migrantes.
"Venimos a la tiendita de Los Zetas. Al mero territorio donde casi todos se han coludido con ellos. Venimos a llamarlos a la fraternidad a decirles que las personas que vienen son sus hermanos", expresó.
El sacerdote señaló que dirigía su mensaje a la sociedad civil "pero, sobre todo", a "Los Zetas y a la delincuencia organizada, a todos los funcionarios que han traicionado a México que han vendido a nuestros hermanos por dinero".
Solalinde calificó a los miembros de Los Zetas, señalados como responsables de numerosos asesinatos y extorsiones contra inmigrantes, como "damnificados de la sociedad y las primeras víctimas de un Gobierno corrupto, capitalista, neoliberal, enfermizo y fallido".
Caravana, en ruta del migrante
La "Caravana paso a paso hacia la paz", integrada por familiares de migrantes centroamericanos víctimas de abusos, comenzó a principios de esta semana un recorrido por territorio mexicano para exigir a las autoridades protección para los inmigrantes y sus defensores.
En su paso por Veracruz, la caravana recorrerá el puerto de Coatzacoalcos y las ciudades de Acayucan y Tierra Blanca, sitios que forman parte de la ruta de los migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos y donde son víctimas de la delincuencia.
La caravana pro inmigrante pasará por la comunidad de Medias Aguas, una pequeña comunidad de poco más de 500 habitantes, que es transitada por la mayoría de migrantes centroamericanos.
De acuerdo con la agenda, el fin de semana se congregarán diversos grupos de activistas a esta zona para participar en diversos mítines en estas ciudades de Veracruz.
Está también previsto un encuentro con el relator especial sobre trabajadores migratorios y sus familias de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), el chileno Felipe González.
Asimismo, tendrán un encuentro con integrantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, una reunión de trabajo con el Gobierno de Veracruz y actividades con organizaciones civiles, antes de llegar al puerto de Veracruz.
EE. UU.: No es la deuda, es el gasto público
por Pablo Guido
Pablo Guido es Dorctor en Economía, profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala) y Director Académico de la Fundación Progreso y Libertad.
En las últimas semanas el mundo entero ha sido testigo de la negociación entre los líderes del Partido Demócrata y los del Partido Republicano para elevar el límite legal de la deuda pública, que actualmente se ubica en 14,3 billones de dólares (hace una década el límite era de 6 billones de dólares). Obama propone que el ajuste fiscal se distribuya entre un menor gasto público (un billón de dólares), ahorro de servicios de la deuda (otro billón) y menores gastos (dos billones). Los republicanos no quieren incrementos de impuestos, sólo recortes de gastos. Pero, en definitiva, todos los que están negociando en la mesa están de acuerdo con una extensión del "techo" de la deuda. Lo que se discute es la distribución del ajuste fiscal para permitir continuar endeudándose, si el peso recaerá más en los contribuyentes o en los beneficiarios del gasto. El presidente Obama ha dicho que la alternativa a no acordar un incremento del límite legal de endeudamiento es el default, es decir, la suspensión de pago de los servicios de la deuda pública.
Pero el problema de fondo en EE.UU. no es la deuda pública. Ésta es la consecuencia del verdadero problema fiscal que enfrenta la sociedad estadounidense: el aumento del tamaño del Estado con su correlato en términos de gasto público creciente. Antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1940, el gasto federal alcanzaba casi el 10% del Producto Bruto Interno; actualmente llega al 25,3%. Desde 1945 a la actualidad se han registrado 55 años (82% del período) de déficits fiscales, lo cual ha tenido como resultado obvio el incremento de la deuda pública para financiar dicho desequilibrio. Si en 1981 la deuda federal alcanzaba un 31% del PBI, hoy se ubica en aproximadamente un 100% del producto. La deuda pública por habitante (en dólares del 2009) era de 6.000 dólares en 1940 y de 40.000 en el 2010. Esto significa que cada estadounidense carga hoy con una deuda estatal casi siete veces mayor que sus antepasados, cuando el país estaba a punto de embarcarse en la última guerra mundial.
Si bien las cifras fiscales de los últimos 70 años son preocupantes, mucho más lo son las de la última década. La administración Bush (hijo) incrementó el gasto público nominal desde 1,8 a 3,5 billones de dólares, significando en términos reales un 55% de aumento, porcentaje mucho mayor que el crecimiento de la economía en el mismo lapso. Y la administración de Obama no ha reducido el presupuesto sino todo lo contrario, alcanzando los gastos el equivalente al 25% del PBI.
Entonces, ¿qué hacer? El 60% del gasto total recae en las erogaciones "sociales": Medicare, Medicaid, Seguridad Social, seguro de desempleo, subsidios alimenticios, vivienda, etcétera. Se calcula que para el 2050 estos gastos "sociales" se consumirán todos los recursos tributarios del gobierno, pasando del 10 al 18,2% del PBI. Se estima que, sin reformas, para el 2056 el gasto público federal se consumirá la mitad del PBI estadounidense. En función de esto habría que duplicar prácticamente las tasas de los impuestos a los ingresos que actualmente se cobran a los individuos. Además, se calcula que para el 2050 la deuda por habitante se multiplicará nueve veces (ajustado por inflación).
Claramente, el sendero fiscal de las últimas décadas en EE.UU. es insostenible. Se habla de un acuerdo, entre demócratas y republicanos, consistente en recortar gastos por unos dos billones de dólares para los próximos diez años, lo cual significaría un promedio de tan sólo 200.000 millones anuales. La oficina de presupuesto del Congreso calcula que en la próxima década el déficit fiscal acumulado sería de unos 12 billones de dólares y el gasto total acumulado, de casi 50 billones de dólares. Está claro que una promesa de ajuste de dos billones de dólares frente a las cifras anteriores luce demasiado poco. Es querer matar un elefante con una flecha de cartón.
Para no terminar, dentro de unos años, como Argentina en el 2001 o Grecia en la actualidad, el gobierno de EE.UU. no puede seguir gastando a cuenta por encima de sus posibilidades. La idea de la mayoría de los políticos estadounidenses de continuar emitiendo deuda o incrementando los impuestos para financiar un creciente sector público no puede terminar bien. El objetivo debería estar puesto en eliminar lo antes posible el déficit fiscal a través de una fenomenal reducción del gasto público que vaya permitiendo reducir la carga tributaria y hacer más competitiva la economía. La única manera de bajar el gasto en la magnitud requerida es mediante un programa de reformas del Estado de bienestar (Medicare, Medicaid y Seguro Social) que se consume casi las dos terceras partes del presupuesto. De la misma manera, el gasto en defensa debería ser un "candidato" para reestructurarse ya que alcanza la friolera de 700.000 millones de dólares (20% del presupuesto total). Permitir aumentar el "techo" de la deuda es lo mismo que comprarse un cinturón de un talle más grande para poder continuar comiendo en exceso. A la larga tampoco funciona.
México: Juegos de aspirantes
por Sergio Sarmiento
Sergio Sarmiento es articulista de Reforma y comentarista de TV Azteca.
Santiago Creel ha decidido pedir licencia a su escaño como senador para iniciar una aventura como aspirante a la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Hay muchos otros aspirantes a cargos de elección popular en los distintos partidos, pero hasta el momento ninguno ha tomado una decisión similar.
Josefina Vázquez Mota, coordinadora de los diputados del PAN y principal rival de Creel en las encuestas de opinión, señala que tiene todavía trabajo legislativo muy importante que impulsar antes de concentrarse en una posible candidatura. Carlos Navarrete, senador por el PRD y posible aspirante a la candidatura a la jefatura de gobierno de la ciudad de México, apunta que la ley establece tiempos y reglas para aspirar a una candidatura y que esas reglas no obligan a nadie a renunciar en este momento. Varios funcionarios del gobierno federal han expresado su aspiración a la candidatura presidencial del PAN, pero continúan realizando su trabajo normal y aprovechando la atención que los medios de comunicación les otorgan en razón de sus cargos.
Las acusaciones de que unos u otros están haciendo actos anticipados de campaña, o aprovechando los recursos del erario para promoverse en lo personal, se lanzan constantemente. Muchos son los que piden que los aspirantes abandonen sus cargos ya, para no seguirse distrayendo en el desempeño de sus responsabilidades. Pero esto se lo exigen a los miembros de los partidos rivales, pero no a los de sus propias organizaciones.
Quizá lo que más inquieta es que los mismos políticos que han promovido las nuevas reglas son los que terminan por violarlas. México tiene uno de los sistemas electorales más restrictivos, con más limitaciones y multas en el mundo, pero al final cada político sigue haciendo lo que se le antoja.
En los últimos años los políticos han construido en México un sistema de enorme complejidad, supuestamente para asegurar la equidad en los procesos electorales. No hay ninguna indicación de que esa equidad se haya obtenido. Lo que sí se ha generado es una estructura perversa en la que quienes mejor pueden maniobrar en el sistema consiguen mayores ventajas.
Una de las consecuencias de esta situación es la creciente falta de credibilidad del sistema. Los mismos políticos afirman constantemente que los comicios se definen por fraudes o por otras prácticas ilegales. Las encuestas señalan que la población en general está perdiendo la poca confianza en las instituciones electorales que se había construido en el pasado.
El fracaso del sistema debería obligarnos a volver la vista a otros sistemas electorales. En EE.UU. hay procesos abiertos con financiación privada y libertad de expresión que tienen absoluta credibilidad. En Europa las reglas son más cerradas, y el dinero es público aunque modesto, pero los procesos también gozan de credibilidad.
En México hemos tratado de construir un sistema mixto que ha resultado un fracaso. Deberíamos reconocer los errores cometidos y empezar la edificación de una nueva legislación electoral: más práctica, menos censora y más creíble.
¿Hay una burbuja en el precio del oro?
por Juan Ramón Rallo
Juan Ramón Rallo Julián es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España).
Habitualmente oímos que existe una burbuja en el precio del oro. No es para menos: desde 2006, su precio se ha triplicado hasta alcanzar unas cotas nominales jamás vistas... y pese a todo sigue subiendo. Propios y extraños están desconcertados y no encuentran explicación más allá de que el mercado, como pasó con el ladrillo o las puntocom, se ha vuelto loco. La hipótesis es verosímil, pero no necesariamente acertada.
Recordemos: una burbuja se da cuando el precio de un activo aumenta muy por encima del valor que hoy tienen todos los servicios que ese activo prestará en el futuro. El oro apenas tiene unos pocos usos ornamentales e industriales (como los de la electrónica o la odontología), de modo que su valor actual debería depender de la demanda futura por tales rúbricas. El problema es que desde el año 2001 a 2010, la demanda por estos conceptos ha caído desde 3.300 toneladas a 2.500 y, sin embargo, el precio del metal amarillo se ha multiplicado por seis. La única que se ha disparado ha sido la llamada "demanda de inversión" del oro, que ha pasado de 349 toneladas a 1.333.
He ahí la aparente paradoja que lleva a muchos a concluir que necesariamente se ha formado una burbuja en el precio del oro: su precio de mercado se ha encarecido pese a que sus usos finales han ido perdiendo terreno. Los agentes no estamos valorando más el metal amarillo por los servicios futuros que nos prestará, sino simplemente porque sí. El oro sube de precio porque la gente está invirtiendo más en él y la gente está invirtiendo más en él porque sube de precio y espera que siga haciéndolo. Comportamiento típico de burbuja.
¿Punto final al asunto? Me temo que no. Si fuera cierto que existe una burbuja en el precio del oro por este motivo, deberíamos temer que la magnitud de la misma fuera tremebunda: en la última década, no es sólo que su precio se haya multiplicado por seis, sino que además su demanda final ha caído un 25%. Echando cuentas, el precio del oro debería reducirse desde los 1.600 dólares actuales a apenas 200 para regresar a los niveles razonables de 2001. Parece claro que algo chirría en esta explicación.
Para empezar, los usos industriales y ornamentales del nuevo oro producido se han reducido a lo largo del último decenio no porque la gente sienta un mayor desapego hacia este metal precioso, sino porque el público ha pasado a valorar mucho más el servicio que proporciona como inversión. Dado que el precio del oro sube, sus ventas como joyería puramente decorativa van reduciéndose y, asimismo, cada vez va resultando menos rentable usarlo en las clínicas o en los chips informáticos. El oro se va empleando en aquello para lo que es más valioso: la inversión.
Pero, ¿inversión en qué? No desde luego en joyería o electrónica, pues no parece que estos empleos vayan a necesitar en el futuro de un abastecimiento mucho mayor al actual (lo que descarta que se esté realizando una acumulación especulativa de oro). La inversión, en realidad, se realiza con el propósito de preservar el valor de nuestros patrimonios en caso de catástrofe. Piénselo un momento, si el dólar, el euro y el yen desaparecieran por una debacle financiera, militar o natural, ¿qué bien seguiría aceptando la mayoría de la gente como medio de pago? Pues el mismo que ha venido aceptando durante milenios: el oro.
El oro, por tanto, presta otro servicio muy importante aparte de los ya mentados: es una protección, un seguro de vida contra calamidades. Por eso, no tiene mucho sentido señalar que existe o que deja de existir una burbuja en su precio: ¿contra qué servicios futuros comparamos el precio actual? Si lo hacemos sólo contra la joyería o la electrónica, estaremos dejando fuera de la fotografía una parte fundamental de su demanda. Si, en cambio, incluimos también la demanda como de valor frente a catástrofes futuras, ¿con qué certidumbre podemos afirmar que los compradores de oro están sobrevalorando los riesgos futuros al ser demasiado conservadores? ¿Acaso podemos rechazar por entero una repetición de los acontecimientos de 2008? ¿Acaso podemos descartar que ocurra aquello que ni siquiera podemos imaginar que vaya a ocurrir (los famosos "cines negros" de los que habla Nassim Taleb)?
No, el debate es estéril. Lo que la mayor parte de los compradores de oro desean es conservar de la manera más segura posible el valor de una parte de su patrimonio. Y, para tal propósito, poco les importa comprar el oro a 200 dólares que a 20.000. Mientras no se espere un desplome en su demanda como reserva financiera, cualquier precio es bueno para adquirirlo, pues con cualquier precio se puede conservar el valor patrimonial (si compro una onza por 20.000 dólares quiere decir que también puedo venderla por 20.000, es decir, conservo el valor de mi riqueza).
Al final, la cuestión es así de simple: cuanta más gente desconfíe de la seguridad de los depósitos de valor rivales al oro (divisas, inmuebles, acciones, deuda pública o privada...), mayor será la demanda del oro para tal fin. Y, debido a su muy limitada oferta, cuanto mayor sea la demanda de oro para tal fin, mayor será su precio, sin que ese encarecimiento (a diferencia de lo que sucede con todos los otros bienes o activos) se traduzca en una merma de su demanda de inversión, pues su función como depósito de valor se desarrollada de manera óptima sea cual sea su nivel de precios.
Los hay que califican al dinero como aquella burbuja que nunca pincha. La razón es que el precio del dinero, a diferencia del del resto de bienes o activos, es muy superior a la utilidad que directamente presta. Los clásicos dirían que su valor de cambio es muy superior a su valor de uso (el euro, a la postre, materialmente no es más que un trozo inútil de papel). El motivo debería resultar evidente: el bien que se utiliza como dinero presta otras funciones mucho más valiosas que las que desempeña como bien de consumo. La diferencia entre el precio y su utilidad directa de uso, lo que muchos calificarían de burbuja, es justamente la valoración que hace el mercado de sus funciones monetarias. Una valoración que tiende a ser bastante estable cuando universalmente se reconoce que un determinado bien es dinero, pero que es mucho más fluctuante cuando sólo unos pocos y sólo algunas veces deciden emplearlo como tal.
La revalorización actual del oro no expresa que exista una burbuja en este mercado, sino que cada vez más gente durante más tiempo lo está reconociendo como dinero frente a las deficientes alternativas que proporcionan los gobiernos. El oro, el dinero natural del mercado, le está ganando la partida al dinero fiduciario de los estados. Pero cuidado, que en los últimos años el metal amarillo esté mostrándose victorioso no significa, ni mucho menos, que ya haya ganado la guerra. Los gobiernos tienen numerosas armas para castigar al oro y para mejorar la calidad de sus divisas u obligaciones; en tal caso, si se produjera un trasvase de la demanda monetaria del oro a la demanda monetaria de activos estatales, el precio del oro pincharía. Ya pasó una vez en 1980, cuando los tipos de interés superaron el 15% para evitar la destrucción del dólar, y podría volver a pasar ahora. Pero el pinchazo se produciría, no porque haya una burbuja, no porque exista algo así como un "precio objetivo" del oro del que éste no pueda rebasar durante mucho tiempo, sino porque al igual que el ordenador dejó obsoleta la máquina de escribir, un "buen dinero" estatal esterilizaría temporalmente la demanda monetaria del oro.
La cuestión, claro está, es si los estados pueden proporcionar un dinero que sea mejor que el oro (que no sufra inflaciones o deflaciones bastante más acusadas que las de éste último). Pero téngalo meridianamente diáfano: comprar oro equivale a apostar por que el actual sistema monetario estatal acabará fracasando. Es una hipótesis razonable, sobre todo a muy largo plazo, pero perfectamente falible a corto: que no exista una burbuja (pues el precio del oro podría seguir subiendo y estabilizarse a niveles todavía más altos) no significa que no exista el riesgo de descapitalizarse.
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