domingo, febrero 12, 2012

Bashar Al-Assad, el médico que enfermó a su país

El mandatario sirio sucedió a su padre y a pesar de que ya tenía otros planes, jamás imaginó encabezar una nación que hoy está en crisis

Carmen Álvarez
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de febrero.-  Hace exactamente 20 años Bashar al-Assad se alejó de las intrigas para suceder a su famoso padre, Hafez-al Assad, al frente gobierno de Siria. El joven médico se fue a Londres para estudiar oftalmología y dedicar su poco tiempo libre a la fotografía y a su novia sunita Asma al-Akhras.


La política no era lo suyo, ése era el territorio de Basil, el hermano mayor  de Al- Assad, que desde niño había sido preparado para suceder a su padre al frente del gobierno sirio, con el apoyo del poderoso Partido Baath. Lo que Bashar no sabía es que el destino tenía planes muy distintos para ambos.
La mañana del 21 de enero de 1994, Basil perdió la vida al estrellar su veloz Mercedes Benz en una de las autovías del Aeropuerto Internacional de Damasco. Tal fue la versión oficial
de los hechos.
Ocho meses después el joven de 28 años recibió órdenes de ir urgentemente a Siria. Guardó sus discos de música inglesa, se despidió de su novia y salió de Londres, el nuevo hogar que había elegido para comenzar una nueva vida diez años después que su tío Rifaat intentó derrocar a su padre enfermo, en 1982.
“Cuando volvió a Damasco, su padre informó al “Dr. Bashar” que tenía que reemplazar a su hermano (Basil). Debió ser un impacto enorme para el joven que contemplaba una vida tranquila como oftalmólogo, sin incidentes y probablemente en el extranjero”, relató Susan Muaddi Darraj en su libro Bashar al-Assad. Major World Leaders.
¿Por qué tenía que ser él? si los sirios pensaban que Maher, su hermano menor, conocido por sus proezas militares y su buen manejo de los temas políticos, debía ser el elegido para ocupar el sitio que Basil dejó vacío.
En este ensayo biográfico la editora en jefe de The Baltimore Review recuerda que Bashar, de temperamento tímido, conoció los rigores de la política árabe a dos años de asumir la Presidencia, el 17 de julio de 2000.
El 6 mayo de 2002 John R. Bolton, entonces subsecretario de Estado para el Control de Armas y para la Seguridad Internacional de Estados Unidos incluyó a Siria en su controvertida lista de “Estados canallas” junto con Libia y Cuba.
Fue así como a sus 36 años Bashar heredó el lugar de su padre, como uno de los principales enemigos de la primera potencia militar del planeta. El dudoso honor sería refrendado ocho años después por Israel que incluyó a Siria en su controvertida lista del “Eje del Mal”, acusándola de dar armas a los militantes del Movimiento para la Resistencia Islámica Hamas y Hezbolá .
“El enemigo más terrible de Israel en los últimos 30 años falleció ayer”, fue el seco comentario del diario liberal israelí Ha’aretz, al día siguiente de la muerte de Hafez, padre de Bashar, el 10 de junio de 2000.
Hafez se había negado a negociar cualquier acuerdo con Israel en tanto no devolviera la Meseta del Golán que Siria perdió en la Guerra de Seis Días (1967).
Bashar heredó también la línea política de su padre y no tardó en reprochar a Israel su “política de asesinatos”, y en apoyar al desaparecido líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, “a pesar de tener grandes diferencias políticas” con él.
Muaddi Darraj señala que el parecido de Bashar con su padre no es sólo físico pues Hafez, que nació en una marginada comunidad alauita del pueblo montañoso de Qardaha, tuvo también un vuelco dramático en su vida que lo libró del analfabetismo, de la pobreza y, contra todo pronóstico, lo catapultó hasta la silla presidencial.
El vuelco del destino de Hafez comenzó cuando apenas tenía cinco años y los franceses bombardearon el este de Damasco, en la Cuna de la Civilización, lo que encendió la indignación internacional y el rencor de los nacionalistas que no habían logrado que Gran Bretaña cumpliera su promesa de darles la independencia por haberla ayudado a derrotar a los turcos en la I Guerra Mundial.
“Los británicos habían firmado un pacto secreto con los franceses en 1916, el llamado Acuerdo Sykes-Picot, que estipulaba que una vez que se ganara la guerra, las tierras árabes no serían independientes”, relata Muaddi Darraj.
Y es que para Gran Bretaña y Francia, el control de los países árabes era importante no sólo como reserva de recursos naturales y de mano de obra barata, sino porque fortalecía su posición geopolítica en el mundo.
La biógrafa agrega que el destino de Hafez cambió con el intento francés de congraciarse con la minoría Alauita (chiita), pues le brindó una educación gratuita en la escuela rural, aunque no le quedara más remedio que cantar el himno francés. Su educación superior corrió a cuenta del ejército donde escaló jerarquías como acróbata de la fuerza aérea.
“Desde niño se le enseñó a Hafez al-Assad que los franceses eran los que ocupaban (Siria) y que se les debía oponer resistencia”, relata.
Su hijo Bashar palpó desde la adolescencia la peligrosidad de los militantes fundamentalistas pues en 1980 su padre sufrió un atentado del que salió bien librado gracias a que tuvo la sangre fría de patear la granada que iba dirigida a él.
Y a los 16 años de edad Bashar aprendió también que el acercamiento entre los líderes árabes y judíos para buscar la paz se pagaba con la muerte.
Pues el egipcio Anwar el-Sadat firmó la paz con Israel en 1978 y en 1981 fue asesinado por militantes de Al-Jihad. El premier israelí Yitzhak Rabin firmó en 1993 los Acuerdos de Oslo con Yasser Arafat, en 1994 la paz con Jordania, y en 1995 fue asesinado.
No en vano el padre de Bashar se negó a firmar de manera unilateral un acuerdo como el de la OLP con los israelíes.
“Es probable que el asesinato de Sadat influyó en la brutal política de (Hafez) al-Assad hacia los fundamentalistas de su país”, relata Muaddi Darraj.
Y precisa que el tío Rifaat, el mismo que traicionó a su padre, apagó de manera “horrenda” la insurrección fundamentalista de 1982 en el pueblo bíblico de Hamath.
“Para el joven era sin duda muy difícil tener que escuchar las críticas globales contra su padre. La Presidencia de su progenitor sería puesta a prueba dos veces más el año siguiente”, dice su biógrafa.
En esos años Bashar se preparaba para alejarse del avispero sirio sin adivinar que sería él quien sucedería a su padre en la Presidencia y que sería sometido a pruebas mucho más difíciles.
Pues ahora, Bashar se encamina a lo que parece una muerte atroz como la que sufrieron Saddam Hussein y Muammar Gadhafi, los dos líderes árabes que desafiaron a Israel y a Estados Unidos.
Su esposa Asma y sus hijos Hafez de once años, Zian de nueve años y Karim de siete años viajaron en secreto a Europa, mientras su régimen se hunde en un baño de sangre que sus simpatizantes y sus enemigos escenifican a las puertas mismas de Damasco, la capital siria.
Y mientras Rusia se desgarra las vestiduras acusando a Occidente de haber armado a los enemigos del régimen sirio para avanzar su agenda global, se teme que Bashar, cuya personalidad es radicalmente distinta a la de Gadhafi, muera asesinado por una turba.
“No es como Gadhafi, para empezar el comportamiento de Gadhafi era el de un hombre de guerra. Este hombre es sumamente educado, muy calmado (…) hay una gran diferencia en la forma cómo se comporta”, dijo la periodista estadunidense Barbara Walters que lo entrevistó en diciembre para ABC News.
Walters criticó a Bashar por deslindarse de las alarmantes violaciones a los derechos humanos que sufre la población siria y por la falta de democracia de un régimen de partido único con medio siglo de existencia.
Pero desde El Cairo, el académico y periodista canadiense Eric Walberg, dijo a Excélsior que corresponde a los sirios, y no a Occidente, derrocar al régimen de Al-Assad hijo.
Asimismo reiteró que lo que está en juego en Oriente Medio es la conquista de Eurasia, el sueño que persiguieron todos los imperios desde el tercer siglo antes de Cristo.
“La conquista de Eurasia que se extiende hacia los cuatro puntos cardinales y contiene más de 80 por ciento de la población mundial equivale a la conquista del mundo”, dijo.
Lo que coloca a Bashar, que soñó con una vida tranquila, en el centro de una conflagración que algunos califican ya como el inicio de la III Guerra Mundial.

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