Hay quienes no ven que esté mundo está cambiando, se niegan
a creerlo, continúan con sus vidas pretendiendo que viven normalmente en tanto
el planeta arde en llamas, más en los llamados países tercermundistas,
en donde
existe una clase política corrupta y muy amiga del patrimonio estatal, naciendo
de tal manera fortunas de pobres infelices, que a corto o mediano plazo se
quieren convertir en el aire que respira el miserable pueblo, con la única
intención de seguir robando (sin utilizar eufemismos, llamemos a las cosas como
son) para engrosar sus bolsillos a costa de la desaparición de la clase media,
este es un grave problema que podrían tratar de explicar los alumnos de
economía de la prestigiosa universidad de Harvard, como una consecuencia
directa de préstamos realizados para el desarrollo que más bien terminan
hundiendo a la nación en "vías de".
Desde 1776, año en que se conceptualizó el capitalismo
tomando como marco de referencia a una naciente sociedad industrial,
resumido
en el libro "la riqueza de las naciones" publicado por Adam Smith
ese mismo año, y tomando en cuenta el rol de la clase política, las
economías de los países latinoamericanos han quedado en un "vacío
intelectual" que al parecer no tendrá solución a corto plazo, tal y
como se manifestó en uno de los enunciados de la carta escrita por
estudiantes
del curso de introducción a la economía, de tan longeva como famosa
universidad, considerada como la mejor o una de las mejores del mundo, y
cuyos
egresados tienen voz y voto en los acontecimientos económicos mundiales,
tal como ha quedado demostrado en la actual crisis económica que abate
al mundo, cuya consecuencias inmediatas van desde elevado índices
de desempleo, hasta la corrupción y la inseguridad en que se vive,
quedando atrás
el tema del desarrollo con un rostro humano, el que ha sido desfigurado
por la avaricia
de los mesiánicos redentores que guían a ciegas a los países que han
tomado como
sus haciendas personales.
CARTA DE LOS ALUMNOS DE HARVARD fechada el 2 de noviembre de 2011
Indignación en Harvard
Por: Julia Evelyn Martínez
Un
hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de "Aunque usted no lo
crea" de Ripley: el pasado 2 de noviembre un grupo de estudiantes de
economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de
Introducción a la Economía de la Universidad de Harvard, en protesta por
el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué
hay de asombroso en este hecho? En primer lugar, la protesta tuvo como
destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, exasesor del
presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de
macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera
de Estados Unidos.
En
segundo lugar, porque de acuerdo con la carta entregada por los/as
estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta
fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la
corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico,
cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica.
Y
en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes
del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica
en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite
económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la
Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales
globales y/o para asesorar a los Gobiernos en materia de políticas
económicas y financieras.
En
diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: "hoy estamos
abandonando su clase con el fin de expresar nuestro descontento con el
sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la
forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y a
nuestra sociedad en general.
Un
estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión
crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos
económicos.
A
medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se
cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a
aproximaciones económicas alternativas.
No
hay ninguna justificación para la presentación de las teorías
económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por
ejemplo, la teoría keynesiana (¼ ) Los graduados de Harvard juegan un
papel importante en las instituciones financieras y en la conformación
de las políticas públicas en todo el mundo.
Si
falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes
con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán
susceptibles de perjudicar al sistema financiero mundial.
Los
últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de
ello". La carta concluye: "Nos estamos retirando de su clase este día,
tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica
básica como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el
discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Ocupa Wall
Street). Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y
nuestro retiro de su clase en serio".
Según
reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a
esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de
una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas
para hacer de Harvard una "universidad socialmente responsable".
Una
de estas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos
para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas
de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase
trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir
en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de
Berkeley (California).
El
movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de
la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que
viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta
disciplina que iniciaron en mayo del 2000 los/as estudiantes de las
universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de
estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En
ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública
una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza
recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los
fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo
real.
Un
pasaje de esta carta señalaba que "la mayor parte de nosotros ha
escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión
profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en
día se encuentra confrontado.
Ahora
bien, la enseñanza tal como es expuesta —es decir en la mayor parte de
los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados—, generalmente no
responde a esta expectativa". La carta finalizaba con una exhortación al
profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw:
¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!
Hace
casi 200 años, John Stuart Mill, al asumir como Rector de la
Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de
dicha universidad que la función de las universidades no es hacer
que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como
verdadero, sino que su función es formar personas con capacidad de
pensar por sí mismas.
De
acuerdo con este gran economista y filósofo, las universidades deben
enseñarles a las personas a "poner en duda las cosas; no aceptar
doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica
negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o
confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una
palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de
afirmarla.
El
objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para
que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera
particular.
Su
objetivo no es formar abogados o médicos o ingenieros (o economistas)
hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos (...) Los estudiantes son
seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o
industriales; y si se les forma como seres humanos capaces y sensatos,
serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y
sensatos".
Es
obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar
economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas
personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias,
sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las
universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder
dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal.
Probablemente
uno de los principales factores explicativos de la crisis en la
enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la
identidad e independencia de las universidades debido a que han sido
capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del
mercado.
Se
les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas
educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de
economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo:
economistas especialistas altamente calificados/as y economistas
generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para
desempeñarse en funciones gerenciales.
Esto
a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y
a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas
formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a
la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El
mensaje que desde Harvard envían los/as estudiantes de economía, no
debería pasar inadvertido para las escuelas de economía del mundo
entero, en particular para las escuelas de economía de los países del
sur. Es tiempo de rectificar el rumbo.
Es
tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de
formación técnica superior y, sobre todo, es tiempo de devolverle a la
enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que
tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha
provocado el capitalismo.
Si
no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de
economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr
—más tarde o más temprano— con la misma suerte del desafortunado
profesor Mankiw. (Tomado de Rebelión)
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