Al parecer las 48 mil muertes registradas por
crimen organizado en los últimos 4 años no son suficientes para
considerar seriamente la legalización de la drogas en este país
Dentro del marco de foro de discusión
llamado Diálogos por la Seguridad, en el cual participan tanto
autoridades federales, encabezadas por el Presidente mexicano Felipe
Calderón, como académicos, intelectuales, y otros personajes, se colocó
sobre la mesa el tema de la posible legalización de las drogas como
parte de la estrategia para combatir el narcotráfico. Esta línea de
discusión, encabezada por el escritor Héctor Aguilar Camín, quien citó
al difunto economista y Premio Nobel sobre la necesidad de legalizar y
regularizar el consumo de las drogas, incluyó no sólo a la marihuana
sino también a otras drogas, como parte de una serie de medidas
fundamentales en el combate al narcotráfico.
Pero al parecer las 28,000 muertes
registradas en lo que va de su sexenio no son suficientes para que el
presidente Calderón considere realmente la posibilidad de asestar un
golpe significativo a la estructura financiera de los cárteles de la
droga. Mediante una predecible y opaca retórica, calderón afirmó que
este tema debería de ser considerado como muestra de la pluralidad y la
democracia en el país, y que estaría dispuesto a analizar las
consecuencias benéficas y negativas que una decisión de esta índole
implicaría. Ante ello resulta inevitable preguntarse si a pesar de que a
más de cuatro años de haberse lanzado su pseudo épica “guerra contra el
narcotráfico”, durante el 2010 promediamos alrededor de 31 muertes
diarias relacionadas a este fenómeno, la posible legalización de las
drogas no es algo que ya tendría que haberse estudiado a profundidad,
ameritando que a estas alturas se estuviera debatiendo de forma mucho
más coherente esta alternativa.
Por cierto, en noviembre se votará en
California la Propuesta 19, momento en que los habitantes de esta
entidad tendrán el poder de decidir si aprueban o no la despenalización
de la marihuana. Esperemos que esta iniciativa sea aprobada y que se
traduzca en un aliciente para que la apatía del gobierno mexicano frente
a la posible legalización de estupefacientes se disipe y, sumado a las
decenas de miles de muertos, termine por considerar seriamente esta
alternativa. A fin de cuentas México no puede seguir siendo el “Bagdad
de Latinoamérica” y seguramente esta representaría quizá la única
oportunidad para que Felipe Calderón figure en la historia después de un
pálido e inoperante mandato.
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