EE UU
Fundación Heritage
Hay
acciones que Estados Unidos puede y debe tomar en Siria. Y lo puede
hacer trabajando con los aliados para escalar las sanciones, dar socorro
humanitario a los refugiados y proporcionando apoyo diplomático y
económico a la oposición
Miles han muerto en Siria y cada día se derrama más sangre. Irán a tiro
de piedra de un arma nuclear, amenazando la misma existencia de Israel.
Y en Egipto, a 19 americanos se les ha prohibido abandonar el país,
haciendo de ellos auténticos rehenes en una tierra hostil. Todas las
señales dicen que Oriente Medio se está desmoronando y la política
exterior del presidente Obama colapsa junto con la zona.
Fíjense primero en Homs, Siria — el epicentro de un levantamiento de 11
meses contra el brutal gobierno de Bashar al-Asad, que envía la muerte
sobre su pueblo cada minuto del día. Naciones Unidas estima que el
régimen de Asad ha matado más de 5,000 manifestantes en los últimos once
meses y sólo el viernes noche mató a 200. La Liga Árabe ha emplazado
observadores en el país, cuya misión es supervisar el cumplimiento de un
plan de paz. Eso ha fracasado.
La administración Obama se precipitó a ir al Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas e intentó aprobar una resolución que exhortaba a Asad a
dejar el poder. Predeciblemente, China y Rusia vetaron la resolución.
El lunes, Estados Unidos finalmente cerró las puertas de su embajada en
Damasco y retiró al personal diplomático debido a constantes problemas
de seguridad. Mientras tanto, los expertos en inteligencia están
examinando el riesgo de que terroristas controlen los depósitos de armas
de Siria en caso de que caiga el régimen de Asad.
Al este, en Irán, la búsqueda a toda máquina de armas nucleares que
lleva a cabo el régimen está alcanzando su máximo. El secretario de
Defensa Leon Panetta recientemente comentó que el país podría construir
una bomba en un año y tener los medios de enviarla a larga distancia uno
o dos años después.
Finalmente, en Egipto, varios oficiales publicaron una lista de 43
personas, incluidos 19 americanos, acusadas de interferir con las
políticas internas de Egipto. No se les permite abandonar el país y
podrían ser llevadas pronto a juicio sobre alegaciones de que
financiaron ilegalmente grupos políticos en las elecciones
parlamentarias de Egipto. James Phillips, de Heritage, explica que “se
han convertido en rehenes en una lucha de gran alcance: la lucha por la
libertad en Egipto contra una alianza diabólica entre el gobierno
militar provisional y los partidos islamistas que asumirán pronto el
poder”.
El presidente Obama y miembros de su gabinete intentaron contactar con
líderes egipcios sobre este asunto, pero en las palabras de Lorne
Craner, director de la organización pro-democracia IRI, “las cosas están
empeorando . . . Todos nos preguntamos qué sucede. He hecho dos visitas
al Departamento de Estado y una al [Consejo de Seguridad Nacional]. Si
el presidente llamase a alguien, algo se arreglaría”. Pero como fue el
caso con el presidente Jimmy Carter, la Casa Blanca parece indefensa
cuando hay americanos cautivos.
Ninguna de estas crisis ocurre porque sí — excepto por la ausencia de
una bien pensada estrategia de Estados Unidos para tratar con estas
condiciones que siempre andan empeorando. Desde que llegó al cargo el
presidente Obama ha seguido una estrategia diplomática de encanto y
comedimiento: intentando que se alcanzase la paz entre Israel y
Palestina, tratando con Siria e Irán y retirándose de Irak. Ahora vemos
los resultados.
Irán, ese renegado internacional, sigue su ascenso junto con su amenaza
al mundo. Miles han muerto en Siria bajo un brutal dictador mientras la
comunidad internacional hace inanes condenas. El aliado de Estados
Unidos, Israel, parece listo para encargarse por su cuenta (http://www.libertad.org/si-israel-ataca/)
de estos asuntos para asegurarse de su supervivencia, mientras las
perspectivas de la paz con Palestina siguen siendo mínimas. Hay
ciudadanos de Estados Unidos atrapados en Egipto mientras islamistas
antioccidentales intentan consolidar su poder. Y las perspectivas otrora
pacíficas en Irak se han ido al garete a causa de un ataque terrorista
tras otro después de que las fuerzas militares de Estados Unidos se
fueran de allí. Obama ha fracasado permanentemente a la hora de
salvaguardar los intereses de Estados Unidos en la región o en tomar
iniciativas proactivas eficaces para tratar con la amenaza de un
creciente extremismo y una violencia en aumento que podría llevar al
conflicto regional.
Hay acciones que Estados Unidos puede y debe tomar. Phillips explica
que, en Siria, "la mejor asistencia que puede dar Estados Unidos para
disminuir el sufrimiento de los sirios es ayudar a acelerar la caída del
régimen de Asad". Y lo puede hacer trabajando con los aliados europeos,
Turquía y los estados árabes para escalar las sanciones, dar socorro
humanitario a los refugiados y proporcionando apoyo diplomático y
económico a la oposición siria — mientras se abstiene de intervenir
militarmente.
Para hacerse cargo de Israel e Irán, Phillips y James Carafano
aconsejan que Estados Unidos tenga una clara política, sin ambigüedades,
de protegerse a sí misma y a sus intereses.
En lo referente a Egipto, (http://www.libertad.org/egipto-toma-rehenes-americanos/)
Phillips escribe que Estados Unidos debería “congelar la ayuda exterior
americana a El Cairo y dar a los nuevos líderes de Egipto un ultimátum:
O liberan a los rehenes americanos o perderán de modo permanente la
ayuda exterior de Estados Unidos así como cualquier ayuda americana para
refinanciar la onerosa deuda nacional de Egipto”.
Más en general, el presidente Obama debe cambiar de forma fundamental
de rumbo en Oriente Medio. Su política de encanto diplomático no ha
funcionado y el mundo ve los resultados. Oriente Medio está
derrumbándose y una ineficaz y paralizada administración Obama está
liderando desde atrás con una política exterior que ha fracasado por
completo ante las rápidamente cambiantes condiciones a lo largo del
Mediterráneo sur y más allá, con consecuencias que retumban en todo el
planeta.
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