Internacional
El jefe del Estado francés puso fin a las especulaciones y justificó su apuesta por la reelección
“Sí.
Soy candidato a la presidencia de la República. Francia, como el resto
del mundo, atraviesa una crisis excepcionalmente grave. Un capitán debe
estar al timón de su barco cuando es necesario atravesar una
tormenta...”. Con esas palabras anunció Nicolas Sarkozy
su candidatura a la reelección a la presidencia de la República, en las
próximas elecciones presidenciales, a dos vueltas, el 26 de abril y el 6
de mayo próximo.
Desvelando
el slogan definitivo de su próxima campaña, “Por una Francia fuerte”,
Sarkozy comentó: “Solo una Francia fuerte puede proteger a los
franceses. Debemos seguir reformando. Estoy orgulloso de las reformas
realizadas durante mi mandato”. La formación de los parados será una de
las prioridades del candidato Sarkozy.
A juicio del presidente candidato, “Francia debe seguir reformando, para no encontrarse en la situación de Grecia o España”. Sarkozy se presenta como el candidato de las “reformas” contra el “inmovilismo” del candidato socialista, François Hollande.
Referéndum nacional
Tras
esa declaración de principios, Sarkozy anunció la convocatoria de un
primer referéndum nacional, si consigue la victoria: un referendo sin
precedentes sobre el estatuto, derechos y deberes de los parados,
prometiendo “solidaridad y formación, para acabar con la cultura de la
asistencia pública”. “Daré la palabra a los franceses siempre que sea
necesario zanjar problemas de fondo”, agregó.
Horas
antes de abandonar el pedestal de jefe del Estado, para convertirse en
candidato a su propia reelección, Nicolas Sarkozy había confirmado su
confianza absoluta en la victoria que no anuncian los sondeos: “Francia es un país profundamente conservador. Quizá más conservador que hace cinco años. Esa Francia de derechas está inquieta, cómo no estarlo: pero no le dará el poder a un socialista blando y fofo, sin carisma.
Mi campaña estará centrada en ese objetivo único: devolver la esperanza
a todos los franceses, insistiendo en sus valores básicos, trabajo,
responsabilidad y autoridad. Solo una Francia fuerte capaz de proteger y
ofrecer su solidaridad a los más necesitados”
Tras
el esperado anuncio de la entrada oficial en campaña, mucho antes de lo
previsto, el presidente ha elegido una estrategia simple e
imprevisible: el candidato Sarkozy intentará hacer olvidar al presidente
Sarkozy, haciendo un balance positivo de su mandato presidencial, pero
lanzando proposiciones.
A los proletarios conservadores o muy conservadores, tentados por el extremismo de Marine Le Pen,
Sarkozy les dirá: “Abandonar el euro sería una catástrofe para los más
débiles. Debemos proteger a los franceses más necesitados. Para eso
debemos proteger nuestras industrias y nuestro modelo social. No hay
vida ni progreso fuera del euro”.
A
las clases medias conservadoras, Sarkozy les hablará un lenguaje de
responsabilidad: “Para proteger el ahorro de nuestras familias debemos
reducir la deuda del Estado: debemos reducir el tren de vida del Estado,
como hacen las familias”.
A
unos y otros, conservadores de muy distintas capillas políticas y
sociales, Sarkozy intentará reconquistarlos con nuevas proposiciones,
elitistas y populares, a un tiempo, como un referéndum nacional para
aprobar cuestiones capitales, como la adopción, en Francia, al fin de la
“regla de oro” que inscriba en la Constitución el control de las cuentas públicas, como ya hizo España el verano del 2011.
Campaña brutal
Sarkozy
ha prometido el recurso a otros referendos nacionales para “zanjar”
grandes problemas de fondo. Se trata, al mismo tiempo, de un recurso
táctico, imprevisible, inflamable: “Dar la palabra al pueblo”, cuando el
candidato socialista, François Hollande, anuncia una revisión de los
proyectos de reformas europeos que se han comprometido aprobar una
veintena de Estados miembros de la UE.
Abandonados
los “atributos” del presidente de la República, convertido en “simple”
candidato, Sarkozy anuncia una campaña agotadora y brutal: de dos a tres
viajes semanales, por toda Francia, para volver cada noche al Elíseo.
Ese
programa electoral, defendido a paso de carga, tiene un costo físico
brutal. Muchas fotos recientes descubren un Sarkozy demacrado, con
huellas muy visibles de cansancio. El presidente sigue haciendo deporte
dos o tres días por semana. Y sigue un régimen gastronómico muy
estricto. Algunos confidentes han descubierto el rostro más íntimo de un
presidente “víctima” de un padre de familia con niña nacida hace pocos
meses: “Con frecuencia, Sarkozy confiesa, en privado, que la pequeña Giulia se despierta varias veces cada noche trastornando el sueño de sus padres, Carla y Nicolas”.
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