Ángel Martín es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España).
El viernes de la semana pasada se conocieron los datos de empleo en EE.UU. del primer mes de 2012, que sorprendieron muy positivamente a los analistas e inversores. Las bolsas repuntaron con fuerza, con subidas de más del 1% en los principales índices.
Los datos positivos de enero en el mercado laboral estadounidense siguen la tendencia de los últimos meses. Pese a ello, persisten las dudas acerca del vigor de la recuperación de la economía estadounidense.
Los últimos datos de crecimiento del PIB en el cuarto trimestre han sido calificados como mediocres y decepcionantes, pese a situarse en el 2,8% en términos anualizados. Efectivamente, esta tasa fue menor de la prevista por el consenso del mercado del 3%. Asimismo, los analistas señalan que, en buena parte, los factores detrás del crecimiento del último trimestre tienen los días contados. Según la firma Nomura, si a los datos se les quita el efecto volátil de los inventarios, el crecimiento en el cuarto trimestre fue del 0,8%, frente al 3,2% del anterior.
Así, el panorama para 2012 se presenta con grandes incertidumbres. En este sentido habló en la última semana el presidente de la Reserva Federal refiriéndose al crecimiento lento en la economía estadounidense, por lo que retrasó la fecha para subidas en los tipos de interés a, al menos, finales de 2014. Incluso se habla de la posibilidad de una nueva ronda de estímulos monetarios ("quantitative easing 3").
Una tendencia preocupante que ya se alertaba hace varios meses, es que los consumidores estadounidenses están financiando el gasto corriente actual echando mano de su escaso y decreciente nivel de ahorros. Como sostenía un artículo de Barron’s de noviembre del pasado año, esto es claramente insostenible, “en un ambiente en el que el precio de la vivienda —el activo más importante para los estadounidenses— está deprimido, las acciones están volátiles y los consumidores permanecen preocupados por la economía, sus finanzas personas y sus empleos”.
La evolución de la tasa personal de ahorro estadounidense (el ahorro como proporción de la renta disponible personal) muestra una caída de este indicador constante desde mitad de 2010.
Esta mejora viene acompañada con una reducción en el número de trabajadores “desanimados” (aquéllos que dejan de buscar activamente empleo porque creen que no hay trabajos disponibles que se ajusten a sus características), primera caída desde 2007.
Asimismo, la duración media del desempleo, que comenzó su escalada a mediados de 2008, ha vuelto a dar señales de estabilizarse este último año —algo que ya sucedió en el segundo semestre de 2010, para luego repuntar nuevamente.
Según una reciente encuesta de la Fed de Philadelphia sobre el entorno y las perspectivas que perciben los empresarios del sector manufacturero en el distrito de Philadelphia (siendo, por tanto, una encuesta que no debe ser extrapolable a todo el país y sectores), la razón más citada para aumentar el empleo en los próximos meses, fue la expectativa de elevado crecimiento en las ventas.
Sin embargo, en perspectiva histórica, el optimismo de los últimos datos debe ser matizado. Así, el empleo de 2011 es inferior al del 2000. En contraste a la última década, como añade el economista Robert Higgs, el empleo privado no agrícola creció casi un 22% entre 1990-2000, y casi un 23% en los 80.
Dado el difícil panorama que se dibuja para 2012 —como señalábamos arriba—, la tendencia positiva de los últimos datos de empleo podría verse ralentizada en próximos meses.
En este sentido, Higgs continúa incidiendo en el negativo impacto que tiene la incertidumbre de política económica sobre nuevas regulaciones, impuestos y otras intervenciones, en la anémica recuperación de la actividad y el empleo. De acuerdo a la encuesta ya citada, esta incertidumbre aparece como un factor relevante que está restringiendo la contratación de nuevos trabajadores manufactureros en la región de Philadelphia. No obstante, los dos factores más señalados fueron la necesidad de mantener los costes operativos bajos y la expectativa de reducidos crecimientos en las ventas.
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