Elecciones primarias 2012-02-15
Guillermo Hirschfeld
Las
primarias han fortalecido a la oposición a Chávez. Tienen liderazgo y
han firmado un programa elaborado por 400 expertos que toca todas las
materias. Hay líder, programa, partido y unidad
Un proverbio africano cuenta que viajando
solos quizá se pueda llegar más rápido al destino, pero que solamente
juntos se llega lejos. Y en política esto suele ser así, pues la
fragmentación de aquellos proyectos políticos que comparten, ya no sólo
un mismo sector del electorado, sino también principios, conduce
inevitablemente al fracaso de estas iniciativas. Por el contrario, la
unión y la construcción de un proyecto político por adición parece ser
la fórmula idónea para el éxito electoral.
El domingo 12 de febrero se celebraron
las elecciones primarias en Venezuela para elegir candidato único a la
Mesa de Unidad -la oposición-. Los objetivos de antemano eran dos:
obtener más de 2 millones de votos, una meta considerada difícil; y
contar con un ganador claro para un liderazgo consistente. Ambos se han
superado con creces: 2,9 millones de ciudadanos se han volcado en las
urnas; las proyecciones estimaban, el viernes anterior, una asistencia
de 1.6 millones; otorgando a Henrique Capriles de Primero Justicia un
triunfo contundente. En Venezuela, con más de seis millones de votos se
le puede ganar en las urnas a Hugo Chávez (esto, siempre que la
participación sea similar a las últimas tres elecciones generales, que
es lo probable). En las elecciones parlamentarias pasadas votaron
11.097.667 personas. Las estimaciones de los sociólogos indicaban que
solamente si la Mesa de la Unidad lograba movilizar el pasado domingo 2
millones de personas, estaría en condiciones de crecer hasta el número
mágico: los 6 millones para octubre.
Por tanto, el porcentaje de venezolanos
que han participado en las internas de la oposición, cerca de 3
millones, parece indicar que las oportunidades han aumentado bastante y
cobra mucha fuerza la idea de vencer a Chávez en octubre. Se han
fortalecido, tienen liderazgo y han firmado un programa elaborado por
400 expertos que toca todas las materias. Cumplen así con los requisitos
ineludibles para ganar: hay líder, programa, partido y unidad.
Los principios compartidos –como el apoyo
a la democracia, la economía de mercado, la aspiración de triunfo de la
sociedad abierta sobre el populismo, la seguridad jurídica, reglas de
juego claras, el pluralismo, servicios básicos del Estado, el imperio de
la ley, la división de poderes, el Estado de derecho...– tendrían que
bastar para la unión de todo proyecto que enfrente al populismo; son
principios que no pueden ser arrastrados por una fragmentación que
obedece a meros proyectos personales. La madurez de la oposición
venezolana reside en esta unidad. De continuar, sería un ejemplo para el
diseño de proyectos en otros países de la región.
Evidentemente, para la unión hace falta
una miríada de cualidades en los líderes que comandan los proyectos:
generosidad, sentido de Estado, responsabilidad histórica, altura de
miras y, sobre todo, entender que se deben privilegiar las concesiones
recíprocas por encima de las ambiciones personales como factor decisivo
para la construcción de un proyecto político ganador. La oposición
venezolana no se rinde y demuestra que puede llevar en sus credenciales
estas cualidades, pero es esencial que sigan constando.
Empieza una nueva disputa. Las reglas de
esta partida las marca muchas veces un gobierno hostil con los
componentes fundamentales de un Estado de Derecho. Por ello hay que
estar atentos, será un proceso reñido y es difícil imaginar que el
oficialismo reconozca con altura su derrota, en el supuesto caso de ser
vencido.
Pero, a día de hoy, la oposición ha
logrado los números deseados y hace sufrir al régimen. Parece haber
encontrado en la unidad una vía para enfrentarse al socialismo
bolivariano con éxito, a pesar de los obstáculos. Los opositores, con
inteligencia, parecen haber comprendido que la unión es la única fórmula
para que la sociedad los contemple como alternativa viable. El
descalabro económico –la peor economía de Latinoamérica, con una
inflación escandalosa cercana al 30%, desabastecimiento de alimentos e
inseguridad galopante y la oposición reforzada pueden contener los
ingredientes de un coctel para el desmoronamiento democrático del
denominado socialismo del siglo XXI de cara a las elecciones
presidenciales de 2012.
No obstante, para ello las fuerzas de la
oposición deben seguir la senda de la unidad. Ahora hay una tarea por
delante, enamorar a los venezolanos sin renunciar a los principios de
una regeneración institucional; porque todo indica que los venezolanos
ya saben que cuentan con una alternativa democrática y eso es muy
importante. Es una lucha desigual, como la de David contra Goliat, una
pugna en la que el David democrático debe vencer al Goliat populista sin
parecerse a él y en la que la unidad será su honda.
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