VENEZUELA Y MEXICO,
Ricardo Valenzuela
En estos momentos pienso que, sin importar la forma en que termine, la admirable rebelión de los venezolanos ante la despreciable opresión de los tiranos será una gran lección para el mundo entero. Especialmente para esos aspirantes a dictadores tercermundistas que han surgido en America Latina y que les retumbe en su cerebro el grito, siempre veremos ese nuevo un amanecer sin ustedes. Y, algo muy importante que nos habrá heredado su rebelión, es finalmente llegar a entender lo que realmente ha sido la democracia en nuestros paises.
Desgraciadamente, la palabra democracia se le ha torcido su significado y hasta los dictadores la enarbolan para, primero llegar al poder y, luego, representando esa misma pantomima continúan llevando a cabo elecciones, pero, si no los favorecen, simplemente las roban con toda impunidad. Y, cuando los resultados de sus gestiones oficiales son desastrosos, el único recurso de la gente es el de retirarlos del poder con sus votos. Simplemente ignoran el mensaje para permanecer en el poder, pero, como son tan “demócratas”, lo usurpan siempre con la bandera de la democracia robando los votos democráticamente.
Pero lo venezolanos ya no lo permitirían. Chavez había llegado al poder mediante el voto de la gente, porque, además de haberse presentado como un socialista light, era portador de algo muy peligroso, un gran carisma con el que seducía a todo mundo. Pero, cuando llevara a votación la posibilidad de ser presidente eternamente y no le favoreció. Fue cuando se despojara del disfraz para presentar al verdadero Chavez, un marxista que nunca respetaría resultados que no le favorecieran y nunca abandonaría ese poder.
Sin embargo, parecía que el mundo entero hubiera leído la biografía de Hitler quien afirmaba la democracia era un estorbo, una pérdida de tiempo, costaban mucho dinero, y se utilizaba para mantener a la gente pensando tenían poder. En la nueva versión a la democracia, no sé inventada por quién, se le daba el poder celestial para aliviar todos los pecados de los tiranos que pretendían seguir afirmando que, siempre el pueblo, es el que les pide no abandonarlos ante el gran peligro de quienes, según ellos, eran los verdaderos enemigos de la gente, el capitalismo.
Así en Cuba tienen elecciones, lo mismo que China para tirar pan y circo a la gente. En Rusia, un poco mejor manejadas pues, el robo de votos no es la única herramienta para permanecer en el poder, existe el proceso para evitar la participación de algún candidato que pueda representar su derrota, como los trogloditas de Venezuela le hicieron a Maria Corina. Pero Maduro ha hecho contribuciones muy importantes a esa nueva democracia. Un gran cinismo para seguir afirmando ellos ganaron. Y todo sazonado con violencia feroz contra quienes se atrevieran a protestar, asesinatos, secuestros, acoso permanente a los verdaderes ganadores, siempre gritando vivas a la democracia y la civilidad.
Tenemos también el ejemplo de la democracia mexicana que Vargas Llosa sabiamente describiera como la dictadura perfecta. Una democracia con un solo partido político, el eterno ganador de todas las elecciones, el causante de la eterna mediocridad del pais. Una democracia sin la libertad de elegir solo permitiendo pequeños partidos que fingieran el papel de opositores, y así no se les provocara algún sentimiento de culpa democrática, algo que los herederos de la revolucion jamás tendrían. Finalmente se animaban para hacer la gran prueba y activaban elecciones competitivas, pero se iniciaba otro infierno desconocido.
La primera sería la de 1988 en la que Salinas perdiera frente a un Cuauhtémoc Cárdenas, y el establecimiento político enfrentaba una poderosa ola desconocida. Con esa falta de experiencia lo único que se les ocurrió fue robar la elección de forma burda, ignorando lo que era un aviso que no entendieron. Pero, yo creo que ese acto “democrático” defectuoso fue una bendición. El asesinato de Colosio fue resultado de ese ritual conocido como dedazo del presidente, pero ya era obsoleto y fallaba aquello de “todos con el presidente”. Y, más grave, sintiendo el dedazo se había equivocado, solo se les ocurrió el asesinato democrático.
Para darle más piola a esa mula en “avalancha democrática,” se permitió que Fox llegara a la presidencia representando la gran victoria de la democracia mexicana. Los mexicanos sufrían gran decepción con su nuevo juguetito, pero, por que no darle otra oportunidad a los nuevos “demócratas” persignados y Calderón llegaba a la presidencia. Así la gente, con gran tristeza, se daría cuenta que la democracia no era tan milagrosa puesto que les habia surtido lo mismo. Entonces aplicarían el “vale más malo conocido que bueno por conocer”, y regresaban a su viejo amor con Peña Nieto.
Se daban cuenta que la vieja estructura política tiránica habia desaparecido y aquel “malo conocido”, se habia convertido en un mal peor y ya no tenían aquellas alarmas que, si no resolvían sus problemas, de perdida les avisaban cuando les llegaría el siguiente jodazo, sí, algunas veces tibiamente alertaban al presidente. Sin embargo, en 1970 se habia iniciado el verdadero calvario mexicano con la llegada a la presidencia un orate llamado Echeverria que, borrando todas las reglas de esa mafia, inventara un nuevo poder infinito para llevar a cabo una destrucción todavía más infinita. Se habia terminado el famoso “desarrollo estabilizador” que habia rescatado al pais de los estragos de la revolucion.
Y, para asegurar el pais permaneciera en ese infierno, heredaba ese nuevo poder a otro más letal, Lopez Portillo. En septiembre de 1982, se anunciaba la expropiación de la banca, ese mismo mes el secretario de hacienda llegaba a Washington para declarar la bancarrota de Mexico. En aquellos momentos México se asemejaba a la Venezuela actual pues también habíamos nadado en petróleo, la moneda se habia devaluado también al infinito, el endeudamiento era impagable, los criminales en el poder saqueaban la tesorería.
Pero, el mexicano, como cantaba Jose Alfredo, “siempre caigo en los mismos errores.” La desgracia de aquel Mexico fue que no tuvimos una Maria Corina Machado que, como la ha hecho en Venezuela, liderara el rescate y así caímos en manos del Maduro mexicano, Amlo. Y “otra vez a brindar con extraños, y a llorar por los mismos dolores”.
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