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El último guateque
Gina Montaner
La semana pasada un programa de la televisión local de Miami, María Elvira Live, mostró en exclusiva unas fotos supuestamente comprometedoras de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque. El testimonio gráfico, sacado clandestinamente de Cuba, podía ser la clave de la reciente destitución del vicepresidente de gobierno y el canciller por haber sucumbido "a las mieles del poder", según una de las plomizas reflexiones que Fidel Castro escribe compulsivamente desde que cayera gravemente enfermo.
Todavía en shock por las escandalosas fotos de Berlusconi y su harén con chicas de alternes, de pronto lo comprendí todo: Carlos Lage y Felipe Pérez Roque habían sido pillados in fraganti, en plena orgía de lujo y sexo donde las botellas de la Veuve de Clicquot iban y venían junto a bandejas de langosta y bogavante. Un pecado capitalista del que sólo la dinastía de los hermanos Castro puede disfrutar a puerta cerrada en Villa "Punto Cero".
Pero ahí estaban las imágenes de los dos revoltosos ex dirigentes, hoy condenados al plan pijama en sus domicilios: una fiesta campestre en una finca que no es precisamente los predios de los Médicis. Es verdad que Lage muestra una mirada soñadora. Y que Pérez Roque sonríe abiertamente. Los dos hombres, junto a otro defenestrado, Fernando Remirez de Estenoz, se ven a gusto junto al dueño de la parcela, un tal Conrado Hernández, quien acabó en la cárcel, tal vez, por ser el proveedor de tanta miel entre sus invitados.
Qué decepción me llevé al contemplar el álbum de tan sosa y pobretona reunión. Ni una cortesana de rompe y rasga como los mujerones que, previo pago, Il Cavaliere lleva hasta su particular Sodoma y Gomorra en las afueras de Roma. Nada de eso. Lage, Pérez Roque y Remirez de Estenoz parecen tres oficinistas en plan dominguero, disfrutando de unos refrescos que en los Wal-Mart suelen estar en oferta. Ni siquiera están enfrascados en una partida de póker o en torno a una ruleta jugándose los pocos cuartos del mísero erario público cubano. Para nada. Juegan dominó con otros amigos y se puede sentir el bochorno y las moscas rondando las neveras portátiles en la propiedad del tal Hernández, quien, por sus contactos con empresarios españoles, los condujo hasta el panal de la fruta prohibida.
Un día de campo más modesto que la celebración del cuatro de julio en una playa americana les ha valido a Lage, Pérez Roque y Remirez el fin de sus fulgurantes carreras como delfines de una dictadura vetusta. Por más que uno revisa las dichosas fotos en busca de un flagrante indicio de decadencia y frivolidad, no se comprende tanta saña con ellos. ¿O será que los tres se dedicaron a hablar mal de sus jefes? Práctica que, por otra parte, es común cuando los oficinistas se reúnen en sus ratos libres y con unas copas de más. Seguro que el trío, distendido con las fichas de dominó y la bebida, se fue de la lengua: que si Fidel está hecho un viejo majadero; que si no acaba de estirar la pata; que si Raúl es un necio; que si sus hijos son unos bon vivants, y no como los nuestros, trabajadores y aplicados. Primo, ¿a quién se le ocurre no haber rematado a Machado Ventura en la sala de operación?, interrumpió Lage entre risas al referirse al ya célebre chascarrillo de ascensor del médico Raúl Castellanos, también presente en la barbacoa. La típica conversación entre empleados, molestos con sus despóticos e indiferentes superiores.
Lage, Pérez Roque y Remirez de Estenoz se quedaron con las ganas de probar una bacanal a la altura del inefable Berlusconi: con ninfas de alquiler, Viagra y caviar Beluga. Los tres olvidaron que hoy en Cuba la única libertad posible es la del cambio de sexo. Nunca es tarde. Pobres.
EEUU y el embrollo bolivariano
Armando Añel
Manuel Zelaya pide orden. Se supone que no exactamente el orden que se aprestaba a dinamitar. Y pide la intervención de Estados Unidos para que cancele las transacciones bancarias y las visas de los "directamente responsables de mi secuestro y la interrupción de la legalidad en mi nación", entre los que figuran Roberto Micheletti, el general Romeo Vázquez y la fiscal general de Honduras, Rosa América Miranda. La lista es numerosa.
Hugo Chávez también le pide cosas a Estados Unidos. Según el golpista venezolano –las cosas por su nombre, que por ignorarlas estamos como estamos–, "Obama se está desfigurando, la máscara se le está derritiendo". Chávez quiere que Washington retire sus tropas de Honduras –una relación de ejército a ejército, la del estadounidense y el hondureño, con décadas de sinergia–, y hasta a sus diplomáticos. No sabe muy bien cómo inflar la escurridiza presencia norteamericana en el conflicto y ha vuelto otra vez los cañones contra su sempiterno contrincante ideológico, Álvaro Uribe, con la esperanza de encender la mecha húmeda del antiamericanismo al uso.
Todos estos supuestos antiimperialistas son más pro-yanquis que los mismos yanquis, pendientes, a cada minuto, del referente norteamericano. Como si no pudiesen funcionar sino a remolque de la política, la presencia y la evocación constante de Estados Unidos. Si no hay intervención se la inventan. En la manipulación son inigualables. Y en el ejercicio procaz, irresponsable, del transformismo retórico.
Nadie sabe si la administración Obama ha actuado en relación a Honduras empujada por la ignorancia o siguiendo las pautas de una estrategia a lo Poncio Pilatos, empeñada en desnudar, a fuerza de marcar distancias, las carencias de un populismo inconsistente, profundamente demagógico. Tras el último papelazo protagonizado por Zelaya en el paso fronterizo de Las Manos, Estados Unidos y la Unión Europea comienzan a dar señales de impaciencia en relación al libreto zelayochavista. Ojalá en el momento oportuno pasen de la impaciencia a la contención (del neoimperialismo bolivariano), esto es, tan pronto los del ALBA pasen de la acción al arrebato.
España pide a la UE que impida la entrada al Gobierno de Micheletti
España instará a la Unión Europea a que impida la entrada a territorio comunitario a los miembros del Gobierno hondureño de Roberto Micheletti, según anunció el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos. EEUU ha revocado cuatro visados de miembros del gobierno de facto.
En una comparecencia ante los medios de comunicación en Caracas tras una entrevista bilateral con su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, Moratinos dijo que España pedirá a la UE que tome "medidas similares" a las que ha adoptado Estados Unidos.
El Departamento de Estado norteamericano ordenó hoy la cancelación de los visados diplomáticos de cuatro miembros del actual "Gobierno de facto" de Honduras y aseguró que está revisando los de otros altos funcionarios y sus familiares.
En el encuentro con los medios, Maduro valoró de forma "positiva" la decisión del Gobierno de Barack Obama y señaló que el resto de la comunidad internacional "debería dar un paso similar". La retirada de los visados impediría que las personas afectadas por esta medida pudieran exiliarse en alguno de esos países.
Al anunciar su decisión, el Departamento de Estado empleó por primera vez el término "Gobierno de facto" para referirse al Ejecutivo de Micheletti. Washington está revisando tanto los visados diplomáticos concedidos a los altos funcionarios de Micheletti por sus responsabilidades antes de expulsar a Zelaya como los visados anexos que se suelen conceder en este tipo de casos a sus familiares.
"Reconocemos a Manuel Zelaya, y en línea con nuestra política de no reconocimiento (del gobierno de facto), hemos decidido revocar los visados diplomáticos, o visados "A", de cuatro personas que son miembros de ese régimen, el régimen de Micheletti", afirmó el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly.
VENEZUELA
Chávez y la guerra con Colombia
Por Orlando Ochoa Terán
Pese a que es bien sabido que el presidente Chávez siempre tiene en Colombia una carta bajo la manga para encubrir situaciones críticas, no deja de ser extraño que, siendo la Venezuela bolivariana un país con extravagantes alianzas militares con los más siniestros y forajidos gobiernos del mundo, pueda justificar que se siente obligado a "revisar" las relaciones con Colombia a propósito de acuerdos, también militares, suscritos por Bogotá con EEUU. |
Si bien estos beneficios se deben a las calculadas maniobras del astuto Uribe, que juega con el errático líder bolivariano con una frialdad pasmosa, gran parte de ese crédito se debe a la superior política exterior y al trabajo de inteligencia colombianos, que siempre han estado en ventaja con sus pares bolivarianos, pese a estar éstos asistidos por los cubanos.
El juego diplomático
A las dificultades bolivarianas de enfrentarse con la diplomacia y la inteligencia del vecino país se ha agregado la habilidad de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien, como una experta en jiu jitsu, acaba de utilizar los torpes movimientos de los miembros del ALBA y especialmente del pesado Insulza para sacarlos de balance y arrebatarles la iniciativa del problema de Honduras.
Esto no sería tan grave si la cancillería asistiera al presidente Chávez en tan delicada labor. Pero es el caso que éste no acude a los funcionarios para que lo aconsejen. El propio ministro Maduro, a quien Chávez probablemente seleccionó porque asocia la diplomacia a los trajes de Armani y las corbatas de Givenchy, para los efectos políticos internacionales es lo que la clase media venezolana llama un "servicio de adentro", cuya función se limita a atender el teléfono, transmitir los mensajes, abrir la puerta a los visitantes y, en ocasiones, atender a los invitados con tragos y canapés. En realidad, como todos nosotros, el canciller Maduro se entera de la política exterior bolivariana por los medios de comunicación.
La guerra
Así como el recurso al "magnicidio" es el primer síndrome de que algo anda mal en los asuntos domésticos del presidente Chávez, su equivalente en política exterior solía ser la "guerra asimétrica" contra el imperialismo yankee pre-Obama. Pero cuando las cosas están en vías de volverse dramáticas, entonces aflora el síndrome de la "guerra con Colombia", y ahora, subsidiariamente, la intervención en Honduras. En una ocasión hubo convergencia: el complot del "magnicidio" se originó en Bogotá, según el presidente Chávez. Un juego peligroso que los vecinos colombianos siguen con atención. Sin embargo, hasta el más lerdo de los cadetes venezolanos sabe que la corporación militar colombiana es la más experimentada del Hemisferio Occidental después de la gringa, de la que aquélla es aliada.
A pesar de esta realidad, los oficiales bolivarianísimos, que exhiben soles en la charretera, son los más valientes cuando desafían a la sociedad civil de su propio país. Revise el lector el discurso del generalísimo Mata Figueroa el pasado 5 de julio, o el del arrojado general Almidien Moreno Acosta, quien, al asumir el mando de la Primera División de Infantería y Guarnición Militar de Maracaibo, como si se tratara de Aníbal descendiendo de los Alpes sobre el Imperio Romano, dijo que la gobernación del estado Zulia era "un enemigo más que tenemos".
En marzo del pasado año, estos Mata y Almidien de nuestra FAN debieron de respirar tranquilos, agradecidos con el general Raúl Baduel, que exhortó a las fuerzas armadas de Colombia a hacer caso omiso de las amenazas de guerra del presidente Chávez, quien había ordenado una movilización de unidades de infantería y blindados hacia la frontera.
Con el general Baduel en la cárcel, pagando la osadía de desafiar a la revolución armada y al comandante en jefe, ¿quién se encargará esta vez de tranquilizar los temores de los oficiales bolivarianos recordándole a la fuerza armada de Colombia que el presidente Chávez no habla en serio cuando habla de guerras, convencionales o asimétricas?
VENEZUELA
¡Al diablo con Chávez!
Por Saúl Hernández Bolívar
Hace bien el canciller de Colombia al recordarle a Hugo Chávez que el gobierno de Bogotá no interfirió en sus ejercicios navales con la flota rusa, en noviembre pasado. |
Esa demostración de fuerza estuvo precedida, en junio, por un ejercicio de lanzamiento de misiles en la base venezolana de La Orchila –uno desde un avión Sukhoi y otro desde una fragata–, y, en septiembre, por la presencia en Venezuela de dos bombarderos estratégicos TU-160, con capacidad para llevar doce cohetes de crucero con ojivas nucleares o convencionales y 40 toneladas de bombas. Entonces, Chávez declaró que la presencia de los dos bombarderos era un "gesto de fraternidad y apoyo" de los rusos que había de dar "más seguridad" a Venezuela (diario español El Mundo, 15-09-2008).
Pero eso no es todo. Chávez suscribió un acuerdo para que los aviones de guerra rusos puedan reabastecerse de combustible en Venezuela, y también ofreció las bases de Cuba y Venezuela para estacionar bombarderos estratégicos rusos, con el fin de que operen permanentemente en la región.
Tiempo atrás, Bogotá fue respetuosa cuando Chávez decidió emprender una carrera armamentista que rompió el equilibrio regional y derivó en constantes intimidaciones a Colombia, con la amenaza reiterada chavista de enviarle sus mortíferos Sukhoi si no hacía lo que él quería. En cambio, se opuso a que España vendiera a Colombia 40 tanques AMX-30 de segunda mano, de los que Venezuela tiene más de 100 cumpliendo una misión estratégica en el sector fronterizo de Paraguachón.
A lo dicho por el canciller colombiano, Chávez replica que Rusia no es un enemigo para Colombia, pero Estados Unidos sí. Hay tres razones básicas que demuestran que el sátrapa está equivocado:
La realidad es que el riesgo por estos lados no proviene de Rusia ni de EEUU, cuyos presidentes se estrecharon las manos hace poco, ni de los pueblos de Venezuela o Ecuador. La amenaza real se llama Hugo Chávez Frías. Parafraseando al dictador venezolano, habría que señalar que la presencia de gringos en las bases colombianas –más que soldados, son técnicos y analistas– es un gesto de fraternidad y apoyo que nos da a los colombianos más seguridad. Para Chávez, el asunto es una complicación que dejará al descubierto sus vínculos con el narcotráfico y las FARC, y un duro escollo en su obsesión con apoderarse de Colombia, mientras que su desvarío sobre la Patria Grande huele a pútrido comunismo y despótica tiranía.– A diferencia de Bush, Obama no alentará invasiones, provocaciones ni ataques preventivos, aunque eso no significa que no le dé su merecido al que se lo busque.
– EEUU y Venezuela tienen excelentes relaciones comerciales que trascienden las fanfarronadas de Chávez, puesto que "el imperio" es el destino natural de casi todo su petróleo.
– Si los gringos quisieran invadir Venezuela no necesitarían lanzar ataques desde Colombia: les bastaría con desplegar una muy pequeña parte de su poderío naval.
ECONOMÍA
Las renovables no crean riqueza, por mucho que os empeñéis
Por Juan Ramón Rallo
Es normal que un proyecto de investigación académico que concluya que las subvenciones a las energías renovables destruyen como media 2,2 empleos en la economía cause escozor; no sólo entre quienes se lucran directamente con esas subvenciones, sino entre quienes han convertido la energía en su particular ariete ideológico contra los mercados libres. |
Lo peor no es que algunos intenten vender su mercancía averiada, sino que haya quien la compre con entusiasmo. Será que sin la mentira no obtienen su ración diaria de dos minutos de odio; o peor, que tras décadas de pensamiento acrítico y dogmático se han vuelto permeables a cualquier trola mal fabricada.
Sea como fuere, no deja de ser curioso que un razonamiento tan de sentido común genere semejante incomprensión entre quienes están ideológicamente predispuestos a rechazarlo. Una cosa es que lo entiendan y callen; otra, que lo entiendan y lo manipulen; y otra más, que no lo entiendan y se construyan una realidad virtual alternativa –donde un informe dice lo que no dice y no dice lo que dice– en la que sentirse más confortados.
El informe de la Universidad Rey Juan Carlos en torno a los efectos sobre el empleo de las subvenciones a las energías renovables (popularmente conocido como Informe Calzada) no dice que toda actividad estatal destruya empleo (algo que, obviamente, queda muy fuera de nuestro –soy uno de los autores– concreto campo de estudio), ni siquiera que no deba invertirse en energías renovables. Nuestro estudio lo que señala es que las subvenciones públicas a las renovables no sólo no crean puestos de trabajo en el conjunto de la economía –como repiten hasta la saciedad los impulsores y beneficiarios de esas subvenciones–, sino que destruye empleo. Obviamente, si el único argumento a favor de las renovables fuera el del empleo, nuestro estudio zanjaría para siempre el debate (siempre y cuando no estuviera equivocado, claro). Pero probablemente no sea ése el caso, y se podrá pensar en alguna razón más para defenderlas (cuestión distinta es si esos nuevos argumentos tienen a su vez fundamento o no).
Muchos economistas, incluso algunos que deberían poseer un mayor conocimiento sobre el asunto del que demuestran, se han leído nuestros cálculos y han extraído conclusiones absurdas, fruto de la confusión. Para no entrar en las cifras –que pueden consultarse en el propio informe–, me limitaré a poner una metáfora; para que ustedes juzguen si tiene algo de controvertible y, sobre todo, de ininteligible.
Supongan que disponemos de cientos de miles de máquinas, que producen productos distintos, y que lo único que necesitamos para ponerlas en funcionamiento es combustible. El problema es que cada año sólo recibimos 1.000 litros de carburante, así que tenemos que seleccionar qué máquinas ponemos a funcionar y, por tanto, qué tipos de bienes producimos.
Cada máquina tiene su propia manera de operar y su propio nivel de consumo. Así, por ejemplo, la que produce barras de pan necesita un litro de combustible para producir 10 barras, y la que produce automóviles requiere de 200 litros para fabricar uno de éstos. Obviamente, no puede decirse que estemos destruyendo riqueza por el hecho de que decidamos utilizar 200 litros de combustible para fabricar un coche en lugar de 2.000 barras de pan; tan sólo concluiremos que preferimos un coche a 2.000 barras de pan.
Ahora bien, sí hay una forma bastante clara de empobrecernos. Imagine que tenemos dos máquinas distintas para hacer el mismo tipo de pan: la primera necesita un litro de combustible para hornear 10 barras, mientras que la segunda necesita 100 litros para producir la misma cantidad. ¿Qué le diríamos a la persona que eligiese producir con la segunda máquina? Obviamente, que está despilfarrando recursos y destruyendo riqueza.
Pues bien, exactamente eso es lo que puede decirse sobre las subvenciones a las energías renovables. Con éstas, las electricidad nos cuesta mucho más que con las demás energías: unos 28.500 millones de euros más, por lo que disponemos de menos recursos para utilizarlos en otras áreas.
Claro que, volviendo al ejemplo de las panificadoras, uno puede decir que, dado que la máquina ineficiente está pintada de rojo, le resulta más bonita y la prefiere, aunque produzca mucho menos. Bien, es un argumento que habrá que estudiar aisladamente (tal vez la máquina eficiente también sea roja pero uno no se haya dado cuenta, o le hayan metido en la cabeza la conveniencia de que las máquinas sean rojas), y en todo caso legítimo. Lo que no podrá decirse jamás es que una panificadora que gasta 100 litros de combustible para producir 10 barras es más eficiente que una que gasta uno solo en hacer lo mismo .
Muchos se han empeñado en hacernos creer que forzar el encarecimiento de la energía nos hará más ricos. Pero, si eso fuera así, en lugar de subvencionar las renovables deberíamos inyectar tanto dinero como fuera posible en la creación de fuentes eléctricas basadas en ruedas de hámster: un lujo para los amantes de los roedores (igual que las renovables son un lujo para los ecologistas) que es dudoso podamos permitirnos en tiempos de crisis...
Así las cosas, creo que se entiende mejor que algunos, ya que no pueden argumentar, prefieran difamar.
LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
Los negacionismos: la historia piquetera
Por Horacio Vázquez-Rial
Hasta ahora, se viene hablando de un único negacionismo: el del exterminio de seis millones de judíos, amén de otro crecido número de gentes de otros orígenes religiosos, étnicos o sexuales. Seis millones son muchos judíos y es una cifra que hace inútil cualquier comparación con los muertos en guerra por el ejército israelí. Si se la redujera un poquito, digamos que a la milésima parte, todo sería más fácil para Ahmadineyad y su tribu de disidentes que siempre acaban de acuerdo. |
¿En qué más nos mienten los imperialismos, lo mismo da que sea el americano, el soviético o el español de 1492? En realidad, no da lo mismo, pero ésa es la forma correcta de envolver el producto: ni el imperio soviético ni el español cuentan a estas alturas, salvo para los locos y los indigenistas postlascasianos. La cosa pasa por los Estados Unidos e Israel. Porque los mismos tipos que dicen que los judíos asesinados en las décadas de 1930 y 1940 no fueron seis millones son los que hablan del holocausto palestino, y afirman con toda soltura que el Mossad estuvo implicado en el 11-S (y esgrimen como prueba la presencia en uno de los aviones de uno o dos pasajeros judíos, argumento que, pese a rozar la imbecilidad, es aceptado por más de uno).
El mensaje es siempre el mismo: los judíos y los americanos siempre nos mienten en todo. Nosotros decimos la verdad. ¿Y quiénes son "nosotros"? Faurisson, Garaudy, las decenas de funcionarios ideológicos del Gran Hermano, los que están constantemente retocando la foto de lo que sea: "¿Ve usted? Beria no estaba allí".
El colmo de ese razonamiento me lo ha presentado un, por otra parte, muy querido corresponsal que, tras exponer un sesudo análisis del movimiento de la bandera americana en la No Luna –tal vez un estudio en que trabajara Kubrik con el personal mínimo necesario para un truco de esa especie, unas doscientas personas tal vez, de cuya existencia nadie ha dado razón ni siquiera en un escabroso libro de memorias de publicación póstuma, y con esto no quiero darle ideas a nadie–, y otro sesudo análisis de la composición del suelo lunar, que haría imposible dejar allí la huella de un pie de astronauta, y otro sesudo análisis de la falta de humedad en la no atmósfera selenita, afirma que la NASA ha destruido todas las grabaciones originales del acontecimiento para no ser pescada en falta: ¿significa eso, estimado amigo, que todo lo que hay en Youtube es pura falsificación, copia de copias, de ésas que cualquiera con un poco de habilidad informática puede retocar a piacere?
Puesto que no fueron los matemáticos griegos –que emprendieron la construcción de los edificios pitagórico y euclidiano sin tan esencial elemento–, sino los árabes –no se sabe cuáles–, los que "inventaron el cero", y no fueron los romanos los que iniciaron las grandes obras hidráulicas en nuestra península, como se puede ver en Segovia, sino los musulmanes de Córdoba, la historia es toda mentira. Mentira imperialista: hay un departamento de la CIA dedicado a la reforma del pasado al servicio del poder americano, o a la creación de un presente ficticio, un mátrix en el cual el hombre viaja a la Luna y un grupo de psicópatas coránicos derriba el símbolo del comercio mundial, cuando en realidad nadie estuvo ahí arriba y las Torres Gemelas las hizo implosionar, llenas de gente, el FBI para que Bush tuviera una razón de peso para intervenir en Irak.
Pues no. Resulta que la historia posee un gran elemento ficcional, y mis lectores estarán hartos de leerme decir que no es una sucesión de acontecimientos, sino un relato. Lo que jamás he dicho es que ese relato tenga que ser falso: por el contrario, afirmo que se aproxima en todo lo posible a la verdad, tal vez no gracias a la heurística, que no tiene todos los elementos que debería tener para construir en serio, sino merced a la única ley de realidad de los relatos: la verosimilitud.
Es de necios e ignorantes dudar de lo verosímil narrativo, y es de espíritus planos el no alcanzar el sentido metafórico de cada fábula. Quizá los vikingos hayan llegado a pisar suelo americano, aunque desde un punto de vista técnico sea muy difícil, pero sólo a finales del siglo XV la humanidad estuvo en condiciones de unir los dos lados del Atlántico, aunque hiciera mucho que el vulgo más pedestre supiera que la tierra era redonda y, por tanto, fuera posible rodearla: no fue de eso de lo que Colón tuvo que convencer a los Reyes Católicos, que no eran nada torpes y habían recibido la mejor educación posible en su tiempo, sino de la oportunidad de la empresa.
Mi apreciado corresponsal sabe todo lo que sabe del suelo y de la atmósfera de la Luna porque acepta que hasta allí llegan sondas de diversos tipos desde hace unas cuantas décadas: simplemente, se niega a aceptar que un vehículo tripulado haya podido hacer lo mismo y, después, regresar a la Tierra. Sin embargo, a mediados del siglo XX la humanidad estaba en condiciones de hacer ese viaje, promovido desde el siglo XIX con los más variados planteamientos técnicos, como muestra la lectura de Julio Verne. La llegada de Armstrong, Aldrin y Collins a nuestro satélite natural y su posterior retorno es de una exquisita coherencia con las posibilidades de la historia. Encaja perfectamente en el capítulo correspondiente a la carrera espacial, y es lo normal que los Estados Unidos –a los que se acusa constantemente de haberse comprado lo mejor de la ciencia alemana en la posguerra, olvidando que los soviéticos también se agenciaron unos cuantos cerebros germánicos– hayan sido la nación capaz de llevar a cabo la experiencia: fueron a la Luna porque podían ir a la Luna.
El módulo era pequeño e incapaz de realizar las maniobras que se le exigieron, sobre todo la del despegue para el regreso, dicen los negacionistas del célebre viaje. ¿Ha visto usted, querido lector, alguna vez una réplica en tamaño real de las carabelas de Colón, como la que el nacionalismo catalán ha eliminado del puerto de Barcelona? Si la ha visto, sabrá que lo primero que uno piensa es que ni siquiera se alejaría mucho de la costa para pescar a bordo de una de ellas: eran pequeñas e incapaces de hacer el viaje que hicieron. Y ni qué decir de las naves vikingas.
Ciertamente, sería bueno poder acordar acerca de algunos asuntos esenciales como éstos. Sería bueno poder establecer un relato común, porque eso es la civilización: la construcción constante de un relato común, que se reforma y crece también constatemente, y que supone una permanente revisión. Ya sé que la NASA es menos importante que los grandes impostores como Rigoberta Menchú o Enric Marco, pero es más de fiar. Lo demás es historia piquetera.
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