Venezuela: País bueno, País malo – por Carlos Blanco
Suele ser confortable explicación afirmar que los malos están del otro lado de la baranda o de la talanquera. Esa idea de “nosotros, los buenos” es terriblemente romántica y tiende a justificar las acciones que se realizan dada la nobleza de los propósitos que las inspiran. Alguna vez este narrador le escuchó a un amigo chavista decir que el más alto fin de su revolución era la justicia y que en su procura, ésta debía subordinar -y no subordinarse- a la ley o a la Constitución. En este contexto, la justicia es lo que el justiciero considera justo, esté en línea, en discrepancia o en oposición a los códigos. Este camino ha llevado al chavismo a romper normas, incluida la Constitución que parieron; pero, más allá, también lo ha llevado a quebrantar toda regla de comunicación con el prójimo que se encuentra en la otra banda. Obsérvese que el dialecto rojo impuesto por Chávez es el de la agresión, la grosería y sobre todo la burla con aquél que carece de poder. Jamás en la historia del país y de América Latina el lenguaje del poder y de sus voceros había sido de la índole que exhibe la casta gobernante. Es el lenguaje fascista, típico (de la ilusión) del ejercicio del poder total, donde tú, el otro, no pasa de ser un bichito, que puede chillar o patalear sin que sus quejas puedan ser escuchadas. Lenguaje del torturador que en la reclusión le dice a su víctima: grita, méate, desintégrate, nadie te oirá.
ROMÁNTICOS
No se ven a sí mismos como perversos sino como comprometidos. Son de la estirpe de aquellos guerrilleros bárbados, ilusionados con la victoria sobre el capitalismo, que en nombre de tan esclarecida finalidad llegaron a fusilar a sus compañeros por “desviaciones pequeño-burguesas”, como gustarle vivir en París o llenar la alcancía para subvenir gastos familiares. Es la tragedia del romántico; siempre dispuesto a sacrificar a los individuos concretos en nombre de una humanidad difusa, sin límites; son los que defienden al pueblo y matan a sus más humildes miembros, sean soldados, policías, opositores o “agentes del imperialismo”.
Venezuela vive esa operación pavorosa, en la cual los que se asumen como “los buenos” y en nombre de la bondad que los motiva y de la virtud que creen los acompaña, han dispuesto que no quede piedra sobre piedra en la ciudadela enemiga.
La Lista Tascón, la Lista Maisanta, las exclusiones de derechos en forma masiva si no se es del bando escarlata, muestran los instrumentos horribles que ha generado un movimiento que al querer eliminar la exclusión a las trompadas, ha hecho de las trompadas bolivarianas el nuevo instrumento de exclusión. Mírese el pavor al Censo 2011 que hay en miles de ciudadanos, como una muestra de cómo el miedo se ha instalado en el alma de una sociedad que creyó haberlo desterrado.
EN LA OTRA ORILLA
Esta visión no es exclusiva del Gobierno. Abunda también en la oposición, con la diferencia de que allá sólo una voluntad y una voz deciden qué es lo sano, conveniente y apropiado, mientras que en la disidencia no hay una voz única. Al no haberla -asunto provechoso por lo de la diversidad- tiende a haber varios focos que se asumen como “los buenos”, sean partidos, candidatos o figuras estelares de la opinión pública. El resultado es que en nombre de sus proclamadas bondades no pocos son capaces de actuar como Chávez lo hace contra sus enemigos: intolerantes, falsamente unitarios, zancadilleros, aprovechados y no siempre honrados.
No en todos los casos y no siempre, pero hay preocupantes signos de intolerancia en varios flancos del mundo opositor; curiosamente, hay quienes se preocupan mucho de llegarle al chavismo light y para hacerlo lanzan todo tipo de improperios contra otros opositores que disienten, aun cuando sea de modo sutil, de ese enfoque. El “chavismo” opositor no es éticamente superior al auténtico y puede ser tan peligroso como aquél. Una de las manifestaciones más frecuentes de ese “chavismo” opositor es el que se ocupa de denigrar en torno a las luchas que la sociedad civil ha desplegado a lo largo de los años recientes, sin entender que el Paro Cívico, los firmazos, la lucha de los trabajadores petroleros, la abstención de 2005, las fuertes demostraciones estudiantiles, la disidencia militar, “las guarimbas”, los dichos y hechos de los perseguidos, exiliados, enjuiciados y presos, son parte del patrimonio colectivo de las luchas del pueblo por la democracia; no en balde varios de los dirigentes de esas jornadas han sido luego exitosos dirigentes de las contiendas electorales posteriores o aspiran a serlo. Nada de lo que hoy se presenta como posible, incluida la derrota del régimen en 2012, puede entenderse sin la larga historia que incluye a la Asamblea de Educación contra el decreto 1011; a Carlos Ortega, Pedro Carmona, Juan Fernández, Carlos Fernández, Enrique Mendoza, a la Coordinadora Democrática; a los que llamaron a la abstención, así como Súmate, Antonio Ledezma y Oscar Pérez; y luego Manuel Rosales, los militares del 11A y de la Plaza Altamira; las escisiones del PPT y Podemos; las actitudes como las de Henry Ramos, Oswaldo Álvarez Paz o de María Corina; la postura del general Baduel, la Conferencia Episcopal, Globovisión,El Nacional y El Universal, RCTV y en su momento Venevisión y Televén.
Allí hubo victorias y derrotas, liderazgos sólidos y otros artificiales; pero sobre toda esa experiencia están montadas las posibilidades (y las fragilidades) de hoy. De manera que tener una visión crítica de las luchas libradas, de los errores cometidos, no excluye una visión estratégica que las asuma como parte del esfuerzo de la sociedad por recuperar la democracia y la libertad. Así como es una locura el intento de Chávez de reescribir la historia a partir de su epopeya menor aunque sangrienta del 4 de febrero, resulta también chifladura mayor escribir la historia del esfuerzo democrático de estos años a partir de los criterios impuestos por el régimen, según el cual las batallas libradas desde 1999 hasta 2007 fueron todos desastres.
LA AUTOCRÍTICA
La realidad es que en Venezuela se ha constituido un tejido que a todos envuelve aunque no todos sean cómplices, al menos voluntarios. No hay “los buenos” (nosotros) y “los malos” (los otros). Cierto que hay responsables de esta vorágine: Chávez y compañía; pero ¿no hay responsabilidades también en quienes le pavimentaron el camino? ¿Cuándo se volvieron “buenos”los que lo hicieron posible?
La única posibilidad de solventar el asunto del lugar de cada cual en esta historia, no es colocarse siempre y por definición en el lugar de “los buenos”, sino hacer un trabajo de autocrítica que parece que todo el mundo quiere eludir. La pregunta no es qué hago para sacar a Chávez del poder, sino qué hice para que llegara o qué hago para que se mantenga, aun siendo opositor. ¿Qué dice usted?
El país más claustrofóbico del mundo – por Humberto Montero
El país más claustrofóbico del mundo – por Humberto Montero
Si piensa que su vida es un infierno, bendiga no haber nacido en Corea del Norte.
Un día cualquiera, a las 6:00 de la mañana, una sirena despierta a todos los habitantes de Pyongyang.
Es hora de levantarse. No hay escapatoria. Así lo ha decidido el glorioso líder de la revolución, el estrafalario dictador del último régimen estalinista del mundo, Kim Jong-il, hijo de Kim il Sung, presidente perpetuo pese a llevar muerto 17 años.
Son las 7:00 horas. Otro sirenazo rasga como un trueno el silencio claustrofóbico de la capital norcoreana, lo más parecido a una ciudad gigantesca de cartón piedra.
Es la hora de ir a trabajar. En orden marcial, sin hablar mucho. Los coches no existen desde que la crisis energética dejara seco al país.
A las 12:00 hará un alto para almorzar. A la una, volverá al trabajo y a las cuatro acabará su jornada. Cinco toques en total.
Mañana será igual. Y pasado también. Siempre verá los mismos programas en el único canal de televisión: un niño tocando eternamente el xilofón y algunas noticias, no demasiado variadas.
Siempre vestirá las mismas ropas: los hombres un traje negro de dos piezas; las mujeres, el hanbok, el vestido tradicional, blanco entre el cuello y el pecho, negro el resto, con una falda que llega a los pies. Algunas, las menos, le dan algo de color.
Todos, incluidos los niños, llevan un pin del primer dictador Kim adherido a la solapa. Nunca se lo quitarán mientras vivan.
Tampoco osarán doblar por la mitad los billetes nacionales, mancillando la cara del Amado Líder, algo que -según cuenta la leyenda- costó la cárcel a un diplomático suizo.
Si tiene la fortuna de pertenecer a la más alta de las 51 castas en que se divide la sociedad de este paraíso comunista, vivirá en Pyongyang, una ciudad fantasma de 3,3 millones de habitantes. Si no, vivirá en el campo (el país sólo dispone del 18% de superficie fértil) a merced de las continuas inundaciones provocadas por el cultivo intensivo.
Cuando llueve, el agua de las montañas baja como un torrente sin que nada lo frene. Entonces se desmorona la ideología juche, diseñada por el presidente perpetuo, que preconiza que el hombre es superior a la naturaleza y que sitúa el año 1 en el nacimiento del creador: Kim padre, claro.
Si mantiene la boca cerrada y tiene suerte evitará los campos de concentración, como el de Hoeryong, donde se hacinan unos 50.000 hombres, mujeres y niños.
Mientras el Amado Líder disfruta de su bodega de 10.000 botellas, del caviar que hace traer de Irán y de la langosta y del sushi que le llega en avión de Japón, usted apenas tendrá que comer. Su sueldo, en el mejor de los casos, rozará los 900 dólares al año. Una propina para el líder de la única dictadura comunista hereditaria del mundo, que se gasta la friolera de 700.000 dólares anuales en coñac.
Por no hablar de los fastos que organiza en su “cumple”, fiesta nacional bautizada como “Día del Sol” y en la que, al menos, usted recibirá ración doble de comida.
Este sujeto, que se cree un semidiós, acaba de darse una vuelta en su tren blindado por Rusia y China para pedir ayuda y comida a sus “socios”.
A cambio, ofrece decretar una moratoria al desarrollo de su arsenal nuclear y reanudar el diálogo que mantenían las dos Coreas, EE.UU., Japón, Rusia y China, estancado desde 2008 por su culpa.
Este sujeto, que tiene secuestrados a 24 millones de personas, está loco de atar.
Debería correr la misma suerte que Gadafi o los Castro. No hay nada qué negociar con él.
9/11 Entre el terror y la paz – por Iván Duque Márquez
En pocos días se cumplirán 10 años desde los sangrientos ataques del 11 de septiembre. Con recuerdos llenos de dolor también habrán transcurrido dos lustros a partir del momento en que EE. UU. declaró la guerra contra el terrorismo.
Este periodo marcado por un enfrentamiento irregular contra un enemigo que emplea métodos de crueldad sorpresiva, es a su vez, según investigadores del Peace Research Institute en Oslo, la década con menos muertes derivadas de guerras en el último siglo.
Aun considerando las confrontaciones que se libran en Irak y Afganistán, las más prolongadas en la historia militar de EE. UU, las muertes producidas por conflictos armados desde el 2001 han disminuido, mientras el terrorismo de pequeñas células, orientado a crear pánico y desestabilización social, mimetizado en la población, se ha convertido en una práctica efectiva para amedrentar la institucionalidad.
Grupos como Eta, Al Qaeda, Farc, Eln, Pkk, Harak Ul Mujahadein o Abu Sayaf, entre otros, han aplicado este camino para ganar relevancia.
El terrorismo tiene largos antecedentes históricos, pero desde hace 50 años ha cobrado un protagonismo creciente.
De los cerca de 80 grupos ubicados dentro de esta categoría por el FBI para el 2004, sólo tres existían antes de 1960.
Estas agrupaciones comparten características como el reclutamiento de jóvenes y niños, lavando sus cerebros con odio y extremismo, emplean explosivos contra la población civil y la infraestructura física, buscan publicidad mediática; actúan en unidades descentralizadas para dificultar su detección; se financian con otras actividades criminales y, en muchos casos, cuentan con el apoyo pasivo o activo de gobiernos.
Hace algunos años, con ocasión del macabro ataque del 2001, el Premio Nobel de Economía, Gary Becker, señaló que luchar contra el terrorismo es un deber moral, porque fuera de las prácticas deleznables, sus efectos socioeconómicos son devastadores.
La incertidumbre, desconfianza inversionista, fuga de capital y talento, depreciación de activos, debilitamiento institucional, afectación de libertades, el desempleo y la pobreza son patrones que surgen donde este fenómeno campea sin limitaciones.
El 11 de septiembre del 2001 será recordado como el peor atentado de la historia. Sus efectos aún se sienten en los debates de políticas públicas para lograr una armonía entre seguridad y libertad.
La lucha contra este fenómeno hoy más que nunca debe fortalecerse con gran coordinación internacional. Cortar las fuentes de financiamiento, denunciar y perseguir globalmente a los grupos, al igual que los países que les brinden santuarios; mejorar las estrategias y tácticas militares, con inteligencia, contrainteligencia, armas de precisión, comandos especializados y desarticulación operativa; incentivar la desmovilización y reinserción de sus militantes, sumado a la sanción ejemplar de los cabecillas en un marco de cooperación judicial multinacional, son tareas que deben cobrar fuerza y que requieren el liderazgo de los entes multilaterales.
Así la última década parezca la menos violenta de los últimos 100 años, mientras exista el terrorismo y algunos países lo fomenten, la paz será una ilusión.
Las Bolsas europeas vuelven a hundirse tras la dimisión de Stark
El Ibex cae el 4,44% y marca un mínimo desde principios de abril de 2009.- Las divisiones en el BCE complican más una jornada negra en los principales índices
EL PAÍS - Madrid -
La jornada estaba siendo negativa desde la apertura en todos los grandes índices bursátiles europeos, en los que pesan mucho las continuas revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento (las últimas, del Banco Central Europeo y la OCDE). Pero la dimisión del economista jefe del BCE, Jürgen Stark, en desacuerdo con el programa de compra de bonos españoles e italianos, ha dado la puntilla a las principales plazas del continente, que se han dejado en varios casos más de un 4%. Una de ellas ha sido el Ibex35, que ha caído el 4,44% y se ha quedado con 7.910 puntos. Asimismo, ha sufrido otro varapalo la moneda única, que ha regresado a niveles de febrero y cotiza a 1,37 dólares.
El selectivo español se deja en el conjunto de la semana el 6,54% y marca un nivel mínimo desde principios de abril de 2009. En la jornada de hoy, Milán ha encabezado las pérdidas, con una caída del 4,93%, pero el nuevo descalabro ha sido generalizado: Fráncfort se ha dejado más del 4%; París más del 3,5%; Londres, la mejor parada, más del 2%. También la sesión en Wall Street avanza a la baja, después de cerrar ayer con un descenso del 1,04% en el caso del Dow Jones.
El sector financiero ha sido el más penalizado en la Bolsa alemana tras la salida del economista jefe germano del consejo del BCE. El Commerzbank ha perdido el 8,69% y el Deutsche Bank, el 7,25%. En España, los dos principales bancos también han estado entre los más perjudicados: el BBVA se ha dejado el 6,62% y el Santander, el 5,62%. El valor que más ha perdido del Ibex ha sido, sin embargo, Arcelormittal, con un retroceso del 7,59%.
Y mientras el selectivo español se deja en el conjunto de la semana el 6,54% y vuelve a marcar otro mínimo anual, en los mercados secundarios de deuda soberana la jornada no ha sido mejor. La prima de riesgo de España, que se mide con el diferencial entre el bono nacional a diez años y el alemán del mismo plazo, ha repuntado hasta 338 puntos básicos, 21 arriba desde la apertura, mientras que la italiana ha subido 23 puntos básicos, hasta los 363.
Obama presenta un ambicioso plan de choque para reducir el desempleo
El presidente propone una inversión de 325.000 millones de euros y pide en el Congreso que acabe "el circo político"
A. CAÑO | Washington
En una ambiciosa iniciativa destinada a reducir el paro y aumentar sus posibilidades de reelección, Barack Obama pidió anoche al Congreso de Estados Unidos el respaldo inmediato a un plan de casi 450.000 millones de dólares (325.000 millones de euros) para estimular el crecimiento económico y la creación de empleo. No es fácil que esta propuesta, que llega en un momento de gran polarización política en el país, reciba luz verde en la Cámara de Representantes, donde los republicanos son mayoría.
La intervención de Obama ante una sesión conjunta de la Cámara y el Senado se produce en medio de un estancamiento del índice de desempleo en el 9,1% y de los más bajos niveles de popularidad del presidente desde el comienzo de su mandato, ligeramente por encima del 40%.
"El propósito de esta ley", dijo Obama, "es simple: poner más gente a trabajar y más dinero en los bolsillos de aquellos que están trabajando". La ley combina una serie de beneficios fiscales, especialmente para aquellos que cobran sus nóminas y las empresas que promueven empleo, con inversiones públicas en infraestructuras y beneficios sociales para los parados. Más del 70% de la economía norteamericana depende del gasto de los consumidores, por lo que es imprescindible devolverle poder adquisitivo a los ciudadanos para revitalizar la actividad económica.
"Esta ley creará más empleos para los trabajadores, para los maestros, para los veteranos de guerra y más empleos para los desempleados de larga duración. Permitirá ayudas fiscales a las compañías que están contratando a nuevos empleados y reducirá los impuestos a sus ingresos a la mitad de los trabajadores y a todos los pequeños negocios", aseguró el presidente. "Tienen que aprobar estos empleos de inmediato... Tenemos que poner fin al circo político y hacer algo para ayudar a la economía", añadió.
Obama se refirió al "circo político" en referencia al clima de enfrentamiento que se ha impuesto en Washington desde hace ya varios meses. Pero es dudoso que este discurso, que la oposición ha considerado como un mero acto electoral sin ningún valor económico, pueda de repente serenar los ánimos. Ayer un grupo de congresistas republicanos se ausentó del discurso del presidente en protesta por el supuesto uso electoral que Obama está haciendo de las cámaras del Congreso. "Estoy harto de discursos", declaró el senador Jim DeMint, uno de los más fieles seguidores del Tea Party y el principal promotor de este gesto extremo de desaprobación de la política de la Casa Blanca. Varios miembros de la Cámara de Representantes se le sumaron, pese a las presiones de los líderes republicanos en el Capitolio, que entienden que una medida así puede dañar gravemente la imagen del partido ante los electores.
"Es el presidente de Estados Unidos y creo que todos los miembros del Congreso deberían de estar presentes, pero no tengo capacidad para garantizarlo", admitió ayer el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. Tanto él como el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, anunciaron su asistencia, aunque decían compartir las quejas de sus compañeros sobre el discurso de Obama. "Esto no es un plan para crear empleo, esto es un plan para lograr la reelección", declaró McConnell.
La historia norteamericana recoge muy pocos casos en los que se hayan producido ausencias intencionadas de un discurso presidencial ante una sesión conjunta del Congreso. En los años recientes, solo se recuerdan un boicoteo de algunos republicanos a un discurso de Bill Clinton y la inasistencia del grupo de congresistas negros a una intervención de Richard Nixon.
El hecho de que volviera a producirse ayer es la prueba del grado de pugna partidista que ha alcanzado la política estadounidense. La crisis de este verano sobre la elevación del límite de deuda y la proximidad de un nuevo ciclo electoral han llevado la tensión política hasta niveles que producen escándalo y vergüenza entre algunos ciudadanos que recuerdan la unidad nacional demostrada tras el ataque del 11 de septiembre, hace ahora precisamente diez años.
A lo largo de esta década muchas cosas han ocurrido en este país que explican la degradación de la convivencia. Dos guerras discutibles y una crisis económica sin comparación desde la Gran Depresión son algunos de los principales factores de crispación. La irrupción en el primer plano político de un movimiento racista y agresivo como el Tea Party es otro elemento imprescindible de la tormenta. Pero también la izquierda ha contribuido en alguna medida al enfrentamiento actual con llamamientos reiterados a Obama a que margine a la oposición o gestos como el del pasado fin de semana de Jim Hoffa, hijo del famoso dirigente sindical desaparecido y actual líder del sindicato de camioneros, quien ofreció al presidente su "ejército" de trabajadores para "frenar a esos hijos de puta" del Tea Party.
El ultraconservador Perry emerge como favorito entre los republicanos
El gobernador de Tejas, alineado con el Tea Party, adelanta al moderado Romney
A. CAÑO | Washington
A la espera de la decisión final de Sarah Palin, la carrera del Partido Republicano por la candidatura a la presidencia se ha convertido en un duelo entre Rick Perry y Mitt Romney, con el Tea Party como el juez principal que decidirá cuál de los aspirantes posee las credenciales adecuadas para portar la antorcha conservadora en unas elecciones que hoy se presentan más abiertas que nunca. Dado que la batalla se libra actualmente en el campo de la extrema derecha, Perry, gobernador de Tejas, parte con ventaja.
Perry, un conservador sin concesiones tanto en lo moral como en lo económico, se ha situado como el favorito entre los republicanos en una encuesta, esta misma semana, de The Washington Post y la cadena ABC, con un 27% de respaldo, cinco puntos por encima de Romney y muy lejos de la tercera en liza, la congresista Michele Bachmann. Ellos tres fueron las principales estrellas del debate celebrado la noche del miércoles en California entre los ocho candidatos de la oposición.
Aunque queden aún cinco meses hasta el comienzo de las primarias y más de un año hasta las elecciones de noviembre, el Partido Republicano se siente súbitamente urgido por mostrarle al país el rostro de un candidato presidencial creíble ante el desmoronamiento de la figura de Barack Obama.
Hace pocos meses, el presidente era muy difícil de batir y nadie parecía estar dispuesto en la oposición a quemarse en una batalla que se antojaba perdida de antemano. Hoy las cosas han cambiado. El presidente apenas supera el 40% de popularidad y, con una economía sin perspectivas de mejora, su reelección se ve perfectamente evitable. Es, precisamente, la falta de candidatos sólidos en las filas republicanas lo que todavía sigue haciendo más factible una nueva victoria de Obama, y ese es, por tanto, el mayor desafío que todavía tiene pendiente la oposición.
No es un desafío que se pueda resolver en el debate de anoche ni de forma inmediata. El Partido Republicano está librando una guerra ideológica interna de la que todavía es difícil predecir en qué condiciones va a salir. El pulso mantenido este verano sobre la elevación del techo de deuda dañó la imagen de la oposición aún más que la de Obama. El presidente aparece ante la opinión pública como un líder dubitativo e inseguro, pero los republicanos son vistos como extremistas e inflexibles. Las mismas encuestas que recogen la caída de Obama, certifican también que la popularidad del partido rival apenas supera el 20%, un verdadero récord de desprestigio.
En esas condiciones, surge Perry como un hombre relativamente conocido y que reúne unas ciertas condiciones de viabilidad como candidato y aceptabilidad del Tea Party. Bachmann es mucho más querida por el Tea Party, pero resulta inimaginable como una seria aspirante a la Casa Blanca. Romney es presidenciable, por biografía y credibilidad, pero resulta demasiado tibio para el paladar del Tea Party. Y es un paladar muy exigente. George W. Bush, por raro que parezca, sería inaceptable en el actual panorama republicano, no por incompetente sino por moderado.
Perry ha cortejado al Tea Party desde hace tiempo y no ha tenido escrúpulos en criticar las traiciones de Bush al verdadero conservadurismo ?una de ellas fue el plan de rescate a los bancos en 2008? para demostrar que comulga plenamente con los principios impuestos por la extrema derecha.
Pero Perry es un político que no ha sido probado en el exigente campo de la política nacional y no se ha sometido aún a la despiadada investigación que comporta una carrera presidencial. Ya se le han descubierto, por ejemplo, ciertos devaneos izquierdistas en su juventud que le llevaron a colaborar con la candidatura presidencial de Al Gore. Sus posibilidades de progresar son tantas como las de hundirse.
Ante cualquier eventualidad, ahí queda todavía en la reserva Sarah Palin, que el pasado fin de semana en Iowa juntó tres veces más gente que Romney. No ha iniciado gestiones para ser candidato ni parece que lo hará hasta que los contendientes actuales se desgasten en un par de debates más.
Gadafi vendió oro para salvar al régimen
El dictador entregó 29 toneladas de las reservas nacionales antes de la caída de Trípoli - El primer ministro del Gobierno interino se instala en la capital
FRANCISCO PEREGIL (ENVIADO ESPECIAL) - Trípoli -
Nada es lo que parece estos días en Trípoli. El gobernador interino del Banco Central de Libia, Qasem Azzuz, declaró ayer que Muamar el Gadafi vendió entre abril o mayo 29 toneladas de oro. O lo que es lo mismo: el 20% de las reservas de oro del país, unos 1.700 millones de dinares equivalentes a 1.000 millones de euros. Tras colocar la mercancía entre comerciantes libios, Gadafi consiguió pagar los sueldos de miles de funcionarios. Trató así de imprimir hasta el último momento en Trípoli una cierta sensación de estabilidad. Y consiguió que la asfixia financiera a la que se vio sometido por la comunidad internacional no se trasladase de inmediato a la calle.
Unas 100.000 minas antipersona siguen abandonadas sin protección
Pero hace dos semanas que los rebeldes tomaron Trípoli y de aquel oro ya no queda ni rastro. Miembros del Banco Central aseguran que alguien consiguió hacerlo pasar hacia Túnez y otros apuntan a Níger. Y ahora es el gobernador del Banco Central quien pretende tranquilizar al país cuando asegura que hay dinero suficiente para garantizar los servicios básicos. En cierta forma, trata de restarle importancia a la pérdida del oro. Pero el Consejo Nacional de Transición no oculta que tiene tanto interés en capturar a Gadafi como en seguirle la pista a los lingotes. Algunos de sus miembros aseguran que en los últimos días han cruzado convoyes armados hacia Níger cargados de oro. "Si eso es así", declaró a France Presse el responsable de Asuntos Exteriores del nuevo Gobierno, Fathi Badja, "queremos ese dinero de vuelta".
Con Gadafi sucede lo mismo que con el oro. Unos días se le sitúa en un país y al día siguiente en otro. De momento, los rebeldes se siguen conformando con poner alfombras con su cara en la entrada de los hoteles para que todo el mundo la pise o con dibujar carteles de "Se busca, vivo o muerto", con un Gadafi calvo casi irreconocible. Si unos días atrás se especulaba con la posibilidad de que el déspota hubiese huido hacia Níger, ayer el propio Gadafi desmintió el rumor con un mensaje telefónico a través del canal sirio Al Rai en el que volvía a cargar contra esos "perros traidores" y aseguraba encontrarse en Libia. Respecto al convoy armado que cruzó la frontera el domingo, Gadafi aclaró que este tipo de expediciones eran frecuentes. Y explicó que los rumores sobre su huida no eran más que producto de una "guerra psicológica". Pero esa guerra de mentiras y medias verdades, a pesar de los esfuerzos desesperados de Gadafi para que "el pueblo libio" machaque a los "traidores", también la están ganando los rebeldes. No hay más que ver las caras de la gente en las decenas de puestos de control entre la frontera y la capital, o en la propia plaza Verde, donde Gadafi hace apenas seis meses les llamó ratas y drogadictos. Los milicianos rebosan adrenalina y felicidad. Y por la noche toda esa energía se traduce en tiros al aire, bocinazos, gente subida en lo alto de los coches con banderas del nuevo Gobierno, tambores y risas. Pero, una vez más, no todo es lo que parece. "Aunque usted me vea sonreír, por dentro me estoy muriendo", dice Suleiman Shwerf, un antiguo vendedor de frutas reconvertido en jefe de policía en la plaza Verde. "Muriendo porque no tenemos ni dinero ni medios para conseguirlo".
Si el miércoles en este periódico Ismail Salabi, comandante de la Brigada 17 de Febrero, crucial en la defensa de Bengasi, calificaba al Gobierno interino encabezado por Mahmud Yibril, como "restos del antiguo régimen" y pedía dimisiones, "empezando por la cabeza de la pirámide hasta abajo", ayer era el propio Yibril quien viajaba por primera vez a Trípoli desde el inicio de la revuelta para emitir un mensaje muy claro a sus críticos: "Algunos están intentando hacer política antes de tiempo. Pero no es el momento, antes hay que asentar unas bases comunes. Aún no hemos ganado la guerra. Una vez que se alcance la paz, se creará una Constitución y entonces se podrá empezar el juego de la política". En varias ocasiones, Yibril hizo mención a las batallas que se libran en el sur del país, especialmente en la ciudad de Bani Walid, donde los leales a Gadafi no parecen dispuestos a rendirse.
La toma de Trípoli fue tan rápida que apenas se refleja en sus habitantes los síntomas de haber padecido una guerra. Sin embargo, la guerra no ha terminado. Peter Bouckaert, miembro de la ONG Human Rights Watch, declaró a Associated Press que él ha encontrado armas en las afueras de Trípoli escondidas bajo los árboles. "Hay unas 100.000 minas antitanque y antipersona en sitios sin protección. Cualquiera puede ir con una furgoneta y llevarse lo que quiera".
La organización humanitaria teme que algunos misiles rusos abandonados estén ya circulando en el mercado negro y acaben en manos de terroristas. Un portavoz de Human Rights Watch aconsejaba al nuevo Gobierno que adjudicara a milicianos la protección de esas armas abandonadas. Para eso sería preciso abandonar durante unos meses el peligroso "juego de la política".
Interpol ordena el arresto del dictador Gadafi
Un mural con la imagen de Gadafi llena de agujeros de bala y pintura, en Trípoli. | Ap
- Mientras se cursaba la petición, otro grupo de oficiales gadafistas ha cruzado la frontera de Níger
Reuters | Afp | Lyon | Agadez
La organización Interpol ha ordenado a sus 188 países miembros que detengan al dictador libio, Muamar Gadafi, así como a su hijo Saif al Islam y su cuñado y ex director de la inteligencia militar del régimen, Abdulá al Senusi.
Ayer jueves, el Tribunal Penal Internacional (TPI) instó a la Interpol que lanzase una "circular roja" para detener al coronel libio por presuntos crímenes contra la Humanidad.
Coincidiendo con este anuncio, un nuevo grupo de oficiales gadafistas ha cruzado la frontera de Níger y se encuentra en la ciudad de Agadez, según han informado fuentes de seguridad del país africano.
Entre los 14 oficiales que han dejado territorio libio destaca el general Ali Kana, un tuareg que fue uno de los más fieles guardas de Muamar Gadafi y que llegó a estar a cargo de las tropas del sur de Libia.
El general Kana se encuentra ahora con otros altos mandos militares en un hotel en Agadez propiedad de Gadafi.
"El grupo llegó en cuatro vehículos el jueves por la tarde", ha confirmado una fuente, añadiendo que fueron acompañados por fuerzas de seguridad de la República.
Se trata de la segunda vez que un convoy de oficiales gadafistas cruza la frontera. La primera fue el pasado lunes.
El Gobierno de Níger ha declarado que da permiso a los libios para que entren en su territorio, alegando razones humanitarias. Sin embargo, estas declaraciones le ha hecho sufrir fuertes presiones por parte de la comunidad internacional, que exigen que, de encontrarse Gadafi entre los refugiados, debe entregarlo para ser juzgado.
Ahora, el gobierno de Níger ha afirmado que respetará los compromisos de la Corte Penal Internacional si Gadafi o sus hijos entran en el país.
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