El 13 y el 14 de abril, la derecha italiana ha conseguido contra todo pronóstico sus resultados más importantes en dos regiones, que están en las antípodas geográficas y económicas: Lombardía en el norte y Sicilia en el sur. En Lombardía (Milán), la región más rica de Italia, el Pueblo de la libertad de Silvio Berlusconi, aliado con la Liga Norte de Umberto Bossi, ha obtenido un 55,1% de los votos contra un 32% de la izquierda de Walter Veltroni. En Sicilia (Palermo), región menos desarrollada, Berlusconi ha conseguido un 54,7% de los votos (con un 28,9% en contra).
Estas dos regiones se orientan tradicionalmente a derecha, pero la amplitud del éxito y sobre todo de la derrota de la izquierda moderada y de la izquierda extrema (3,2% en Lombardía y 2,6% en Sicilia) tienen razones diferentes. En Lombardía, el Pueblo de la libertad ha perdido votos con relación a 2006 pero este estancamiento se ha visto compensado con el éxito espectacular de la Liga Norte (20,7% en Lombardía), partido denunciado por la izquierda como "xenófobo", primo hermano del Front National francés. El éxito de la Liga se debe a sus tres principales temas de campaña: su defensa del aeropuerto milanés de Malpensa, la única gran infraestructura realizada en Italia desde hace quince años, amenazado por la venta de Alitalia a Air France; su lucha contra la inmigración, y su "federalismo fiscal" que permitiría a las regiones de administrar su presupuesto independientemente de Roma.
Nacida en Lombardía (se llamaba a "Lega Lombarda", evocando la rebelión de los municipios del Norte contra el emperador germánico Federico Barbarroja, derrotado en Legnano en 1176, batalla muy celebrada por los "liguistas"), la Liga también se ha convertido según Umberto Bossi, en "un partido obrero". Sus resultados en los feudos comunistas del Norte industrial lo avalan. La izquierda radical ha sido barrida. Jefe de la corriente de extrema izquierda del CGIL (el CGT italiana), Giorgio Cremaschi lo reconoce: "La Liga es similar a un partido marxista leninista: una identidad muy fuerte y un gran pragmatismo. Basta con darse una vuelta por las fábricas del Norte para imaginar su éxito. Los obreros han escogido en masa a la derecha."
A nivel local, los alcaldes "miembros de una liga" no han dudado en destruir asentamientos ilegales, cerrar mezquitas ("es preciso expulsar a los Árabes a patadas en el culo", exclamó el parlamentario europeo Borghezio) o imponer cuotas para los inmigrantes. Por todas partes, obtienen porcentajes enormes. La izquierda y una parte de la prensa los han denunciado, condenando los carteles que representan a un jefe indio con el lema: "También sufrieron la inmigración, ahora viven en las reservas." Esta propaganda radical alimentó el electorado de la Liga: reunió 3 millones de votos en el Norte, de ellos 1,3m en Lombardía.
En Sicilia, Berlusconi ha sabido aliarse con los autonomistas de Raffaele Lombardo, una especie de "Liga del Sur", que mantiene excelentes relaciones con la Liga Norte. Al mismo tiempo que abandonaba a sus ex aliados moderados de la UDC en el Parlamento nacional, Berlusconi sí los mantuvo en las elecciones regionales sicilianas. Esta táctica permitió a Raffaele Lombardo, candidato de la derecha reunida, obtener un 65,3% de los votos contra un escaso 30,4% de Anna Finocchiaro, la candidata de Veltroni. Un millón de votos separa a las dos listas.
Para los sicilianos (tradicionalmente moderados) , la elección de la excomunista Anna Finocchiaro, en una provincia donde la Democracia cristiana ha gobernado durante más de cuarenta años ininterrumpidamente, ha sido un error. La izquierda hizo demasiado hincapié en la lucha contra una Mafia que ya está muy debilitada. Ha dado la impresión de no tener verdadero proyecto para esta región autónoma, la única en Italia con Parlamento autónomo. El autonomismo activo Lombardo y su rechazo a la victimización han hecho el resto. "Si somos más pobres que otros, es culpa nuestra", decía a sus electores. No los tomaron en serio.
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